Si hay un disco en el que todas las
influencias que se juntan en la música de Lito Vitale aparecen
equilibradas de un modo casi perfecto, ese es “Viento Sur”. El
teclista argentino tiene varios puntos de referencia que aparecen de
una u otra forma en muchos momentos de su trayectoria que van desde
la música clásica hasta el folclore andino pasando por el rock
progresivo y el jazz, todo ello condimentado con las formas
tradicionales de su país natal, Argentina, lo que va más allá de
la palabra “tango” y profundiza en otros ritmos como la
chacarera, la zamba o la baguala. Piazzolla ¿cómo no? Estaría
siempre presente como influencia casi espiritual.
Cuando un disco obtiene el éxito que
alcanzó “Ese Amigo del Alma”, el siguiente tiene que luchar una
batalla casi imposible. Algo así sucedió con “La Senda Infinita”,
trabajo notable pero sin comparación posible con su antecesor. Con
todo, cumplió su función y “liberó” en cierta forma a Lito que
trabajó en el siguiente disco de su cuarteto ya sin la presión y la
sombra de “Ese Amigo del Alma”. Hubo una pequeña reforma en el
grupo que afectó a la misma parte que todas las anteriores: la
batería. Así, se incorporaba Jorge Araujo a las baquetas para hacer
el número tres de la lista de intérpretes en cuatro discos de la
banda. No duraría mucho más puesto que en el siguiente trabajo,
comentado aquí recientemente, el propio Vitale se encarga de la
batería en la mayor parte del disco. Por lo demás, el cuarteto
cuenta con los integrantes acostumbrados: Marcelo Torres a los bajos,
Manuel Miranda a los vientos y el propio Vitale a las teclas.
Participa también una invitada fundamental: la poetisa argentina
Maria Elena Walsh, principalmente conocida por su obra para niños en
forma de canciones (en España muy populares en las versiones de Rosa
León) pero con una importante producción también “para adultos”.
Vitale ya la homenajeó en el último disco de M.I.A. y aquí cuenta
con la presencia de la propia artista recitando uno de sus poemas en
un momento del disco.
Maria Elena Walsh |
“Basta de Fingir” - Difícil
imaginar un comienzo más optimista que la brillante combinación de
teclados y percusión con los que se inicia esta pieza que, en
ciertos momentos parece una prolongación de “Ese Amigo del Alma”,
tanto en términos de sonidos y timbres como en cuanto a las propias
melodías. Pasada la euforia inicial entramos en el sector más
jazzístico del tema con Vitale bordandolo al piano y Marcelo Torres
comenzando a destacar al bajo. Tras el interludio, regresamos al tema
inicial con alguna variación para cerrar una composición redonda
que se cuenta entre lo mejor de su autor.
“Los Dueños del Sol” - Mucho más coral es la segunda pieza del disco que se abre con un tema de corte folclórico en el que batería, bajo y teclados se combinan trabajando a un nivel similar de jerarquía. Llega después el tema principal, de aire andino, en el que mandan las flautas del peruano Manuel Miranda. Los arreglos sinfónicos realzan una composición brillante en la que hay poco espacio para el descanso, tal es la cantidad de ideas que se suceden de manera fascinante. Marcelo Torres reclama una mayor atención a su bajo dirigiéndonos hacia el segmento central en el que escuchamos una insólita mezcla de rock progresivo, jazz y folk que concluye con un interludio de piano en el que el bajo mantiene la tensión con un pulso tenue y repetitivo antes de llegar al final de la pieza en el que se hace una recapitulación de lo mejor de la misma.
“Cinta de Agua” - La faceta más
personal de Lito asoma en esta breve miniatura ambiental a base de
sonidos etéreos de piano y fondos sintéticos que apenas supera el
minuto y medio de duración. Más propia de sus trabajos en solitario
que de los discos con el cuarteto, cumple perfectamente la función
de tema de transición hacia la que era última pieza de la “cara
A” del disco.
“Después te explico” - La gran
novedad de la pieza es la aparición del saxo de Manuel Miranda como
principal elemento melódico, algo que aún no había sucedido en el
disco. Lo cierto es que, como casi todos los cortes de esta primera
parte de “Viento Sur”, la composición sigue la linea marcada
unos años antes por “Ese Amigo del Alma”; similitud estilística
que no menoscaba en absoluto la calidad musical del disco.
“Viento Sur” - La segunda cara del
disco estaba ocupada en su totalidad por esta suite (o poema
sinfónico, como lo define el propio Vitale) dividida en cuatro
partes. Es, pese a la brillantez de muchos momentos de la “cara A”,
la parte más interesante del disco. Aunque en el CD aparece como un
tema único, cada una de las partes está indicada en el libreto. La
primera, titulada “Viento Sur”, es un tema de piano similar a
“Cinta de Agua” sobre el que María Elena Walsh recita el poema
que sirve de título para todo el disco. Cuando esta concluye su
intervención aparece un precioso tema de saxo a cargo de Miranda en
el que muestra su categoría con el instrumento. La segunda parte de
la suite, titulada “La procesión de pálidas se desbarranca”,
nos muestra al Vitale sinfónico que ya pudimos escuchar en discos
como “En Solitario”, especialmente en la fantástica suite
titulada “Un Cuento de Hadas”. En ambas, disfrutamos de la
vertiente más clasicista del músico, con guiños a sus admirados
Tchaikovski o Stravinsky. Continúa la suite con la parte titulada
“Ventolina, lavadero del alma”, de nuevo con los teclados como
protagonistas absolutos propiciando que Lito profundice en su faceta
más cercana a la música “culta”. El único “pero” que le
encontramos a este tipo de piezas del artista argentino es el sonido:
los sintetizadores jamás podrán sonar como la orquesta a la que
emulan y habría merecido la pena escuchar esta música con cuerdas
reales acompañando a la voz de Vitale. La irrupción de percusiones
tribales durante unos minutos supone una agradable sorpresa además
de anticipar el estilo que el músico abrazaría poco después en su
obra “Kuarahy”. La sección final, con las campanas marcando la
melodía central y las cuerdas sintéticas, de nuevo a pleno
rendimiento es magistral y desemboca en la última parte de la obra,
titulada “Estación claridad”. En ella, cerrando un hipotético
círculo, volvemos a escuchar a Lito al piano, como en el comienzo,
acompañado con una elegancia máxima por el bajo de Marcelo Torres y
un comedido saxo a cargo de Manuel Miranda que va soltándose
mientras avanza la pieza, una de las pocas puramente jazzísticas de
todo el disco.
Cuando apareció “Viento Sur”, el Lito Vitale Cuarteto estaba en en el punto más alto de su popularidad, al menos en España. Su música sonaba habitualmente en las emisoras especializadas y su presencia en los teatros de nuestro país era frecuente. En el disco encontramos las dos facetas más destacadas de Vitale: en la “cara A”, el sonido característico del cuarteto, quizá un poco continuista respecto a “Ese Amigo del Alma” y en la “cara B” al Lito que se apuntó en algún trabajo anterior y que se confirmaría en los discos que aparecerían tras la disolución del cuarteto. Desde este punto de vista, hablaríamos de “Viento Sur” como de un disco de transición pero no de un disco intrascendente ya que el nivel es altísimo en muchos momentos. Si tuviéramos que hacer un recopilatorio con lo mejor de la carrera de Vitale, no sería extraño que en él figurase más de una pieza de este disco. La mala noticia es que hoy en día no es sencillo hacerse con el CD a buen precio por lo que prescindiremos de los enlaces habitales.
Una auténtica maravilla, una obra maestra. Éste y "La Cruz del Sur" son mis discos preferidos de Lito. Nunca me cansaré de escuchar este disco, sobre todo la maravillosa cara B, Viento Sur. Como bien comentas, sería extraordinario escuchar el poema sinfónico en versión para orquesta.
ResponderEliminarSì, bello, dov'è il link?
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