Tras el impacto conseguido con “OK
Computer”, la música de Radiohead sufrió una transformación
radical, especialmente en cuanto a la instrumentación. Los dos
discos siguientes nos mostraron a una banda cuya paleta sonora había
incorporado la electrónica en grandes cantidades lo que provocó un
importante desconcierto entre sus seguidores y, no sin verse sacudida
por la sorpresa inicial, una reacción de la crítica
mayoritariamente favorable.
Hablamos de los dos discos posteriores,
“Kid A” y “Amnesiac” casi como si de uno sólo se tratase ya
que todas las grabaciones y temas pertenecían a las mismas sesiones.
Durante aquellos meses, la banda cambió por completo su forma de
trabajar. Hasta “OK Computer”, siempre habían buscado un enfoque
directo en su música, con interpretaciones casi en vivo y la menor
cantidad de retoques y trabajo de estudio posibles. La incorporación
de tantos elementos electrónicos en las nuevas canciones obligó a
una mayor elaboración posterior, a muchas horas empleadas en dar
forma a sonidos y texturas en detrimento de la propia ejecución de
la música en directo. No se trata de que el grupo renegase de ese
modo de hacer las cosas pero en entrevistas de la época indicaban
que aquel método había sido agotador y que no serían capaces a
corto plazo de volver a hacer algo así.
No se trataba tampoco de volver al
modus operandi de los viejos tiempos porque la electrónica
casaba perfectamente con la música del grupo y no había motivo
alguno para descartarla pero sí de reducir todo el trabajo de
laboratorio posterior a la grabación al estrictamente necesario. La
música sonaría muy cercana a lo que la banda podría ejecutar en
vivo. De hecho, varias de las canciones fueron probadas en la gira de
“Amnesiac” con este enfoque y funcionaron bien; realmente bien,
ya que algunas eran descartes de los discos anteriores que no
llegaron a sonar como la banda quería entonces y que ahora parecían
haber encontrado su forma más adecuada. La formación de Radiohead
en el disco es: Thom Yorke (voz, guitarra, piano, electrónica),
Jonny Greenwood (guitarra, Ondas Martenot, electrónica, piano de
juguete y glockenspiel), Colin Greenwood (bajo, teclados), Ed O'Brien
(guitarra, voces) y Phil Selway (batería, percusiones).
Radiohead. |
“2+2=5” - Una serie de sonidos
electrónicos sincopados acompañan a la guitarra acústica y la voz
de Yorke en los primeros compases del disco. Thom canta al natural,
sin la gran cantidad de efectos, distorsiones y aditamentos de los
dos trabajos anteriores y eso nos lleva a fijarnos de nuevo en la
gran expresividad del líder de Radiohead. La canción enseguida se
transforma en un torbellino de energía en el que apreciamos algunos
elementos del sonido primario de la banda en discos como “The
Bends” aunque muy evolucionados. La canción concluye de forma
abrupta en su momento más intenso.
“Sit Down. Stand Up” - Un ritmo muy
básico abre una canción acompañando al siempre delicado sonido del
glockenspiel y a las guitarras. El tema se basa en una repetición,
casi a modo de letanía, del título mientras se van sumando
instrumentos a la mezcla hasta construir un ambiente poderoso e
inquietante que se transforma en una suerte de drum'n'bass frenético
hasta el final.
“Sail to the Moon” - Cambiamos de estilo con un tema tranquilo de piano y guitarras en sus comienzos que torna hacia sonoridades cercanas a Pink Floyd cuando se une la batería y algún aditamento electrónico. Es entonces cuando comienza a cantar Thom en ese frágil falsete tan característico y la balada gana muchos enteros. Uno de los grandes momentos del disco, en nuestra opinión.
“Backdrifts” - “Loops”
electrónicos nos reciben en el comienzo de una de las piezas más
sintéticas del disco. Yorke empieza a cantar junto con una agresiva
caja de ritmos que late de modo irregular. Es fascinante el uso que
hacen los miembros de Radiohead de los sonidos electrónicos, muy
diferente al de cualquier otra banda pero lleno de sofisticación.
Todo parece extremadamente sencillo pero la realidad es que hay un
trabajo muy complejo detrás de piezas como esta.
“Go to Sleep” - La guitarra del
comienzo con un riff muy simple nos traslada casi de inmediato a
territorios propios del rock americano de los noventa, cercano al
“grunge” y más o menos por esa senda transcurre la canción que
podría ser un guiño a los comienzos del grupo con “Pablo Honey”
o “The Bends”. EL tema fue el segundo single del disco.
“Where I End And You Begin” - Una introducción de corte ambiental abre una pieza que pronto se sube a lomos del bajo. Éste, con una melodía adictiva nos conduce durante toda la canción en la que tenemos que destacar también la batería de Selway. Hay algo de U2 en la melodía central de una canción que, pese a estar entre lo más “comercial” del disco, no deja de ser un gran tema.
“We Suck Young Blood” - Un
melancólico tema de piano abre una canción con aire de balada
gótica, impresión reforzada por el quebradizo hilo de voz con el
que Yorke canta y por el fúnebre acompañamiento de palmas que lo
acompaña. Quizá contraste en exceso con el resto del disco pero en
modo alguno podemos decir que sea una mala canción. Muy al
contrario, tomada de forma individual, estaría entre nuestras
preferidas del trabajo (en contra de la opinión de Yorke, quien
habría prescindido de ella de haber podido rectificar meses después
del lanzamiento del CD).
“The Gloaming” - Vuelven los
sonidos sintéticos, los samples, loops y demás parafernalia para
conformar otra de esas bases rítmicas que tanto contrastan con la
suave cadencia del vocalista en la mayoría de las canciones.
“There There” - Un ritmo de corte
tribal cargado de sensualidad (cercano al “Human Behaviour” de
Bjork, por ejemplo) ocupa la parte central del que fue primer single
del disco. Sin ser nuestra canción favorita, no le podemos negar
varias virtudes. Mantiene la esencia del sonido de la banda, tiene un
punto de originalidad nada desdeñable y navega con soltura entre
varios registros musicales muy diferentes.
“I Will” - La siguiente balada comienza con un bonito juego de voces que se combina con la guitarra acústica para conseguir un delicado efecto muy propio del malogrado Jeff Buckley. Hay también un ligero aire clasicista en alguna segunda melodía muy inspirado.
“A Punchup at a Wedding” - Una
atractiva combinación de bajo, ritmo electrónico y piano nos recibe
en este corte extraño pero muy interesante. Y lo es porque bajo una
apariencia nada convencional se oculta una canción realmente
inspirada; con un leve regusto a Pink Floyd, un remoto espíritu
“blues” y un enfoque muy actual.
“Myxomatosis” - Aunque pocas
reseñas hacen especial hincapié en este corte, por algún motivo
que se nos escapa, es uno de nuestros preferidos del disco. Un
contundente sonido electrónico procedente de sintetizadores
analógicos acompaña a un ritmo irregular y cambiante. En este
entorno, Yorke interpreta un extraño texto mientras más y más
capas de sonido van añadiéndose sin pausa hasta crear una atmósfera
realmente particular.
“Scatterbrain” - Volvemos a
registros más clásicos dentro de la discografía de la banda si es
que un grupo como Radiohead puede tener algo así. Se trata de un
tiempo medio en el que la voz doliente de Yorke encuentra el ambiente
ideal para expresarse. Los juegos de guitarras de Jonny Greenwood nos
revelan su excepcional talento para crear preciosos tapices sonoros
con su instrumento así como una gran visión musical que ha llamado
la atención de lumiarias como Steve Reich.
“A Wolf at the Door” - Con unos
acordes clásicos en el inicio (muy Beatles, si se nos permite la
comparación) se abre la despedida del disco. Estamos ante otra
cuidada canción con efectivos juegos vocales y una elegante
interpretación por parte de todos los miembros de la banda en la que
parecen dejar de lado cualquier excentricidad para terminar firmando
un tema redondo.
Cuando apareció “Hail to the Thief”,
Radiohead eran una banda que había alcanzado un prestigio
elevadísimo y la acogida por parte de la crítica fue buena en
general siendo hoy en día uno de los discos mejor valorados de la
formación. Sin embargo, los propios miembros del grupo creen que
podía haber sido mejor, que algunas cosas se pudieron trabajar más
y que habría sido mejor idea reducir el número de canciones (Yorke
llegó a proponer un “tracklist” alternativo con sólo 10 temas).
El disco fue también la despedida de la banda de Parlophone, su
sello hasta entonces y supuso el final de una etapa y el comienzo de
otra que vendría marcada por algunos trabajos en solitario de sus
motores creativos, Thom Yorke y Jonny Greenwood antes de meterse de
lleno en un terreno en el que fueron pioneros (al menos a este nivel
de popularidad): la autoedición. Ese será, en todo caso, objeto de
una entrada futura. Por ahora nos quedamos con “Hail to the Thief”,
un disco extraordinario de una banda que será recordada en las
décadas venideras como una de las grandes de su tiempo. Os dejamos
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Como pasa el tiempo. Recuerdo perfectamente la primera vez que lo escuché.
ResponderEliminarA mi me pareció un pequeño "back to the roots" pero a su manera. Muy recomendable, y muy buen análisis.
https://dimonirecords.bandcamp.com/album/ok-computer-revisited
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