lunes, 21 de junio de 2021

Talking Heads - Fear of Music (1979)



La escena neoyorquina de finales de los setenta en el rock y géneros afines fue particularmente agitada y llena de interconexiones entre bandas y artistas (incluso de disciplinas no musicales) que hace su cronología algo particularmente enrevesado. A partir del impacto causado años atrás por The Velvet Underground surgieron varios movimientos que van desde el punk de The Ramones hasta la vanguardia  de Sonic Youth o tendencias como la denominada “no wave”. Existe un interesante disco recopilatorio, tenido por muchos críticos como hito fundacional del movimiento que llevó por título “No New York”. La grabación tuvo como impulsor a Brian Eno, quien asistió a un festival underground en aquellas fechas y que vio en las bandas que allí actuaban un potencial extraordinario y el nacimiento de una nueva forma de hacer las cosas.


¿Qué pintaba Eno en Nueva York? A mediados de 1977, John Cale, miembro de The Velvet Underground, invitó a Eno a un concierto de los Ramones en Londres. Los teloneros eran una banda que estaba empezando, llamada Talking Heads. Al acabar el concierto, y realmente impresionado por lo que allí había visto, Eno invitó al líder de la banda, David Byrne, a su casa para escuchar algo de música juntos. Poco después de aquel encuentro, Eno anunció que sería el productor del siguiente disco de Talking Heads que de aquel curioso modo daban calabazas por segunda vez a un miembro de la Velvet Underground. Lo explicamos. Parece ser que iba a ser John Cale el encargado de la producción de aquel trabajo pero es que años antes, cuando los Talking Heads daban sus primeros conciertos en Nueva York fue el propio Lou Reed el que se interesó en “ficharlos” para su sello e incluso llegaron a tener un contrato preparado que solo se frustró cuando un abogado cercano a la banda le echó un vistazo y les indicó que sería una locura firmarlo porque le entregarían a Reed todos los derechos y los beneficios del disco.


La cuestión es que Brian Eno quedó impresionado por la banda de Byrne hasta el punto de que en el siguiente disco que publicó, “Before and After Science”, se incuia un corte titulado “King's Lead Hat” que no es más que un anagrama de “Talking Heads”. Lo mejor de todo es que la admiración era mutua. Ya antes de grabar su primer disco, durante una entrevista para una revista de la época, la reportera cuenta cómo durante la misma, los miembros de la banda escuchaban en bucle a Roxy Music y la bajista, TinaWeymouth era una admiradora de “Another Green World”, el disco de 1975 de Eno en solitario.


En cualquier caso no vamos a hablar hoy de ese primer disco de Talking Heads con Brian Eno como productor sino del segundo (el tercero de la banda) titulado “Fear of Music”. Pese a que el anterior “More Songs About Buildings and Food” ya era excelente, quizá sea este trabajo el que supone el salto estilístico que hizo de Talking Heads una referencia ineludible en su día además de sentar las bases de una fusión de estilos y músicas de diferentes procedencias que iba a ser muy importante en los años posteriores. Para empezar, aparte de los integrantes de la banda, a saber: David Byrne (voz y guitarra), Jerry Harrison (guitarra, teclado y coros) y el matrimonio formado por la bajista Tina Weymouth y el batería Chris Frantz, en “Fear of Music” aparecen varios artistas invitados, especialmente en el corte que abre el disco. Entre ellos, Robert Fripp, o el percusionista egipcio Hossam Ramzy (con una trayectoria extensísima que le ha llevado a colaborar con artistas tan diversos como Loreena McKennitt, Peter Gabriel, Chick Corea, Robert Plant, Anne Dudley o Shakira). Brian Eno, lógicamente, también hace sus cositas además de encargarse de la producción e incluso firma como autor en un par de cortes.


“I Zimbra” - Quizá no sea la mejor canción del disco pero es la que marca el camino a recorrer en los años siguientes por Eno y el propio Byrne (incluso de Fripp y sus King Crimson de los ochenta). Las influencias de la música de Fela Kuti, los ritmos infecciosos, las guitarras, el bajo... todo es como una presentación del futuro. Audaz, fresco, sorprendente y perfectamente construido.




“Mind” - La siguiente canción siempre nos ha parecido como salida de un disco de Bowie. No habría desentonado en absoluto, por ejemplo, en “Station to Station”. Guitarras aventureras, un bajo juguetón y los arreglos precisos en la parte electrónica acompañan a la perfección a David Byrne, lo que no siempre es fácil dado el particular carácter del cantante a la hora de interpretar.


“Paper” - Ese histrionismo de Byrne aparece más claramente en esta canción, que nos enseña unas curiosas guitarras que casi parecen “country” en algún momento pero que cambian continuamente de ritmos frenéticos a pasajes más melódicos. Una canción que contiene varias en un tiempo muy corto y llena de detalles que solo se aprecian tras unas cuantas escuchas.


“Cities” - De nuevo la sección rítmica comandada por el imperativo bajo de Tina Weymouth, saltarín y caprichoso en toda la pieza, es la que marca la pauta de toda la canción. Estamos en la misma época en la que Mike Oldfield quiso grabar en Nueva York con músicos locales y creemos que el sonido de su “Platinum” tuvo a los Talking Heads como una de las influencias principales. Especialmente el bajo nos parece muy influido por la forma de tocar de Tina que aquí es fundamental.


“Life During Wartime” - Se cuenta que la canción surgió mientras los músicos estaban en plena jam-session improvisando un poco sobre varias ideas. Lo cierto es que el ritmo prácticamente enlaza con el de la pieza anterior, con esa mezcla de funk y música disco y una importante presencia de las congas dentro de la percusión que le dan a la canción un aire muy curioso. Es, probablemente, la canción más recordada del trabajo.




“Memories Can't Wait” - El siguiente corte rompe un poco con la línea de los anteriores con unas guitarras más agresivas, cercanas al metal en el comienzo y unos teclados mucho más presentes. Es una de las canciones que más se salen de la línea general del disco pero también es una de nuestras favoritas, quizá por esa rareza.


“Air” - Asistimos a un nuevo giro estilístico en este corte en el que aparece un coro femenino en la introducción y unas texturas electrónicas muy marcianas poco después creando una atmósfera extrañísima pero que nos encanta con momentos que nos recuerdan a cosas que una banda como Radiohead hizo muchos años después, también reflejadas en la forma de cantar de Thom Yorke, cercana a veces a los registros de Byrne en esta canción.


“Heaven” - Quizá nuestro tema favorito del disco es este tiempo medio muy contenido pero en el que tenemos las melodías más inspiradas. Volvemos a ver planeando sobre toda la canción al espíritu de Bowie pero en ningún caso como una copia o plagio sino, probablemente, como un homenaje. Al fin y al cabo, Eno venía de firmar la “Trilogía de Berlín” con él en los años anteriores.




“Animals” - En el aspecto rítmico y vocal es la canción más arriesgada del disco, con los instrumentos cambiando constantemente de compás y un Byrne obsesivo y hasta amenazador durante todo el tema. El germen del seminal “My Life in the Bush of Ghosts” estaba ya plantado. La coda final, con voz y coros repitiendo una melodía obstinadamente es de lo mejor de todo el trabajo.


“Electric Guitar” - De nuevo un ritmo muy marcado centra toda la pieza con el bajo embarcándose en todo tipo de aventuras. Roger Waters es un tipo muy peculiar y nunca reconocería algo así pero hay momentos en el disco de Pink Floyd, “The Wall”, aparecido unos meses después que “Fear of Music” que se nos antojan influidos por este tema.


“Drugs” - El cierre del trabajo nos remite otra vez a la “Trilogía de Berlín” de Bowie y Eno por la presencia preponderante de la electrónica. Si en los créditos del corte no figurase Byrne acompañando a Eno no nos habría sorprendido. En todo caso es otro claro anticipo de lo que ambos haría más tarde en el ya citado “My Life in the Bush of Ghosts”.





Ya iba siendo hora de traer por aquí a los Talking Heads, una de las bandas más reconocibles, influyentes y únicas de su tiempo, liderada por un creador inclasificable como David Byrne a quien también prestaremos atención en el futuro porque hay trabajos suyos cuya reseña es imprescindible. Tanto él como la banda al completo volverán a aparecer por aquí con toda seguridad.

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