domingo, 30 de abril de 2023

One - Blue Desires (1993)



Es difícil aplicar el término “one hit wonder” a artistas que militan en categorías minoritarias por la propia definición de “hit” entendido como éxito de masas. Sin embargo, y a su escala, existen músicos a los que se podría aplicar ese calificativo. Sería el caso del guitarrista del que queremos hablar hoy, el canadiense Tino Izzo. No existe demasiada información biográfica sobre él en la red y por no tener, ni siquiera tiene entrada propia en la Wikipedia donde su nombre apenas figura como co-autor de una canción que apareció en el disco “Taking Chances” (2007) de la cantante Celine Dion.


Supimos de él en 1993, en plena ebullición de la “new age” cuando firmaba sus trabajos con el pseudónimo “One”. En aquel entonces llegó a nosotros un trabajo publicado en el pequeño sello Chacra Alternative Music, prácticamente desconocido en aquel entonces y que como artista más relevante entonces tenía al sintesista Jacques de Koninck. “Blue Desires” era su disco de debut y recogía una serie de piezas para guitarra compuestas e interpretadas en su totalidad por el propio Izzo que toca todos los instrumentos en el disco aunque la mención en las notas al batería Bob Telaro, que ha colaborado con Tino en toda su carrera posterior, nos hace pensar que quizá haya tenido alguna participación en este apartado. La guitarra siempre tuvo una importante presencia en la música “new age” de los ochenta con figuras como William Ackerman, Friedemann, Eric Tingstad  o Michael Hedges pero en los noventa amplió su espectro hacia sonidos más eléctricos y cercanos al rock y al pop instrumental, principalmente con trabajos de artistas procedentes de esos géneros como Craig Chaquico o Neal Schon. La música de Tino Izzo se encontraría a medio camino de ambos grupos.


“Samba del Viento” - Abre el disco uno de los cortes más interesantes con una larga introducción de guitarra, sintetizadores y piano a modo de calentamiento que pronto desemboca en el tema central en el que se combina la guitarra acústica, que pone las bases, y la eléctrica en la melodía principal que construye a medias con el piano en un diálogo precioso al que se incorpora de nuevo una guitarra acústica aflamencada. Todo fluye a la perfección ayudado de un bajo oportunísimo que ayuda a que todo encaje poco a poco. Las melodías se suceden y se alternan con el motivo central en varias repeticiones con las que llegan algunos efectos sonoros como el canto de los pájaros que no suenan tan tópicos como podríamos pensar en una primera impresión. “Samba del Viento” es una pieza extraordinaria y perfectamente construida que nos prepara para el resto del viaje.




“Ghosts Before Breakfast” - La principal diferencia con el corte anterior es la presencia de la percusión, ausente en aquel y aquí con un papel destacado. Es una composición con un esquema más convencional, que podría ser perfectamente una canción pop a la que le hubieran quitado las voces. Guitarras y teclados se reparten el peso de la melodía, algo repetitiva pero muy agradable en todo caso.


“Her Song” - Llegamos a nuestra pieza favorita del disco: una balada llena de inspiración ejecutada por diferentes guitarras en su inicio que tiene una melodía bellísima, delicada y con una ejecución primorosa. Los arreglos de teclado, perfectamente diseñados para acompañar sin interferir, no hacen sino resaltar la belleza del conjunto. Desde el punto de vista estrictamente melódico, estamos ante una de nuestras piezas favoritas de las llamadas “nuevas músicas”. Uno de esos temas a los que volver una y otra vez y por los que no pasa el tiempo.




“Blue Desires” - En la misma línea de inspiración aunque un poco por debajo está el tema que da título al disco. Tino Izzo incorpora de nuevo percusión y teclados para tejer un precioso tapiz en el que, de nuevo, encontramos una gran melodía central que fluye con naturalidad de sus guitarras en perfecta armonía con los teclados. Una de las cosas que más nos gusta de su música es la forma de combinar distintas variantes acústicas y eléctricas del instrumento complementándose a la perfección como lo hacen aquí.


“The Round Walls of Home” - Fantástico tema con una introducción de órgano y guitarra eléctrica que, aunque solo sea por la configuración instrumental, nos recuerda al legendario “Shine on You Crazy Diamond” de Pink Floyd. Luego, claro, la cosa cambia y Tino saca su vena más bluesera para desgranar una serie de melodías llenas de sentimiento en las que seguimos viendo, aunque sea de lejos, la influencia de Gilmour.


“Freedom Within” - Cambio de tercio para una pieza más animada en la que aparece una caja de ritmos muy suave para acompañar a las guitarras rítmicas, muy en la línea de los U2 de “The Joshua Tree” y construir así un fondo sonoro adecuado para una de las melodías más épicas del trabajo, con continuos diálogos entre las distintas guitarras que aquí despliegan una gran variedad de registros. En el tramo final vuelve a aparecer el blues como despedida durante unos cuantos compases.


“The Lion, the Witch and the Wardrobe” - El tema inspirado en uno de los libros de la saga de “Las Crónicas de Narnia” es el que tiene un tono más folk de todo el disco. Guitarras acústicas en la línea de Michael Hedges van dejándonos diferentes melodías aquí y allá hasta llegar a la principal. Una preciosidad que nos muestra el gran nivel de Tino Izzo a la hora de escribir temas inspirados. 




“Earth Calling” - Una muestra más de lo que decimos la encontramos en esta composición que comienza de forma más bien convencional, con sonidos de teclado que no parecen ir muy lejos pero en la que de repente irrumpe una melodía de guitarra eléctrica espectacular que reclama toda nuestra atención casi hasta el final. Y ahí, cuando parecía que todo iba a terminar más o menos de ese modo, llega otro cambio con la entrada de percusiones y de un tema de teclado primero y guitarra más tarde para dar un giro absoluto a la pieza que termina poco después de forma tranquila.


“Nighthawks” - Hemos tenido que esperar al penúltimo corte del disco para encontrar una pieza más o menos intrascendente. Y no es que sea mala. Muy al contrario, es un tema ambiental a base de guitarras, muy bien construido e igualmente bien interpretado pero dentro de un disco tan maravilloso como este, nos resulta inferior al resto del conjunto.


“Nymphéas” - El cierre llega tras una luminosa introducción de sintetizador que sirve de punto partida para unos suaves acordes de guitarra acústica. Escuchamos entonces por primera vez el motivo central antes de llegar a un interludio ambiental que vuelve a recordarnos a Gilmour antes de entrar en la parte final en la que retornamos a la idea del comienzo replicada con nuevos arreglos en forma de añadidos electrónicos.


Después de “Blue Desires”, Tino Izzo publicó un segundo disco con el pseudónimo de “One” antes de grabar alguno más ya con su propio nombre. Ninguno de ellos tuvo demasiada repercusión y hoy es muy difícil encontrar alguna copia de sus trabajos. Su actividad posterior ha estado más relacionada con la producción para otros artistas y con su trabajo como músico de sesiones aunque sigue tocando y componiendo en compañía de Bob Telaro bajo el nombre de “Izzo Blues Coalition”. Quizá la mejor definición de su música la dio un colaborador del portal All Music cuando afirmó que “Tino Izzo es, posiblemente, el mejor guitarrista del que no has oído hablar nunca”. Si tenéis ocasión de escuchar alguno de sus trabajos, no la dejéis pasar.

1 comentario:

  1. Poco conocido, pero gran guitarrista este canadiense. No estoy muy de acuerdo con lo de One Hit Wonder, porque a mí me parece igual de reivindicable (incluso más, si me apuras) su siguiente trabajo, Four September Suns (https://solsticiodeinvierno.blogspot.com/search?q=izzo).
    Fantástica revisión, por supuesto, no hay que olvidar estos discos de hace ya unas cuantas décadas.

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