Uno de los grandes problemas que hay con los nuevos artistas es que lo tienen muy difícil para publicar en formato físico. Si además su estilo de música no es mayoritario esto se complica aún más y nos encontramos con compositoras como Alexandra Hamilton Ayres que tienen ya una “discografía” (llamémosla así para entendernos) de una cierta extensión pero que apenas cuentan con un par trabajos publicados en CD o LP. Hace ya una década que comenzó su carrera componiendo música para teatro, cine y publicidad como tantos otros y acumulando premios por ello pero solo esos trabajos solo están disponibles en el mejor de los casos en formato digital. Como curiosidad, además de su propia música, Alexandra ha publicado un buen número de revisiones de composiciones ajenas que, de hecho, son más fáciles de encontrar que sus propios trabajos.
Si nos centramos en el tipo de música que hace y en la instrumentación que utiliza (piano, sintetizadores y arreglos orquestales), enseguida tendríamos la tentación de relacionarla con artistas como Max Richter, Olafur Arnalds o Johann Johannsson y más aún tras saber que Alexandra pertenece al sello de Nils Frahm: Leiter. Sin embargo y pese a las aparentes similitudes instrumentales, la música es completamente diferente. Alexandra acompaña sus teclados con las cuerdas del HER Ensemble, reivindicativo grupo de cámara formado durante la pandemia del COVID19 con la idea de luchar contra la brecha de género en el mundo de la música académica que va desde los diferentes códigos de vestimenta entre intérpretes hombres y mujeres hasta el hecho de que menos del 8% de la música que se programa en el ámbito clásico está compuesta por mujeres. En los escasos cinco años de vida de la formación, han llevado a los escenarios multitud de obras de compositoras contemporáneas a la vez que dan nueva vida a piezas de autoras del pasado como Hildegard Von Bingen o Alma Mahler.
“Olympia” - La pieza que abre el disco combina toques electrónicos de la vieja escuela con voces infantiles para conseguir un efecto extraordinario. En cierto modo recuerda a algunos trabajos de Kaitlyn Aurelia Smith, compositora emparentada estilísticamente con ella y de la que habrá que hablar en algún momento. La atmósfera de la pieza es fantástica y ensoñadora consiguiendo así atraer nuestra atención desde el primer momento.
“London'92” - El corte más breve del disco cambia de estilo por completo. Aquí escuchamos una pieza de piano y cuerdas con un toque minimalista que nos trae a la cabeza obras similares de Jean Phillippe Goude, por poner un ejemplo conocido en el blog.
“Sept Douleurs” - Un tono más grave tiene la siguiente pieza de la colección, con melodías menos definidas y una mayor profundidad sonora. Destaca por encima de todo el violín de Ellie Consta que aporta un toque dramático notable al conjunto. En todo caso, la mezcla de piano, texturas electrónicas y cuerdas es magnífica.
“Channel” - Comienza el tema con una alegre secuencia electrónica a partir de la cual empieza un juego de cuerdas con protagonismo de los violines, de nuevo con esa mezcla entre un neo-minimalismo de cámara optimista y sonidos sintéticos nada invasivos que funcionan de maravilla.
“Understanding Now” - Entramos ahora en terrenos más íntimos en esta composición para piano y cuerdas en la que a veces se cuela alguna madera no acreditada por lo que supondremos que es de procedencia electrónica. Con un aire más cercano al sonido de sellos tipo Windham Hill, es una de las piezas más convencionales del trabajo.
“Stair Echoes” - Uno de los grandes momentos del disco, en nuestra opinión. Se trata de una composición para cuerdas llena de emoción y profundidad , conseguidas ambas con una melodía sencilla que se repite varias veces. Como referencia para el oyente podríamos relacionarla con la música de Johann Johannsson, especialmente en cuanto a la atmósfera conseguida.
“Watercolour” - Con esta pieza volvemos a las composiciones de corte “neo-minimalista” en la línea del citado Goude o de Rene Aubry con ese tono jovial que desprende la música de ambos y que aquí Alexandra sabe hacer suyo. Otro de nuestros temas favoritos del trabajo.
“Stone Stairs” - Manteniendo el extraordinario nivel de este tramo central escuchamos esta preciosa variación de la anterior “Stair Echoes” en la que se toma el motivo principal de aquel tema para enriquecerlo con un gran arreglo de piano que, además, rebaja el toque dramático de la pieza original para convertirla en algo completamente diferente.
“Doubts” - Continúa el viaje entrando ahora en una pieza principalmente de piano con un giro reflexivo que podría parecer un pariente muy lejano de las “Metamorphosis” de Philip Glass con unas gotitas de Roger Eno. Una pausa necesaria antes de entrar en el tramo final del disco.
“Grenadine” - Tras un rato alejados de ellas, regresan las secuencias electrónicas en esta extensa composición en la que los sintetizadores primero y el piano después comparten protagonismo. Quizá el tema más cercano a la música de Nils Frahm de todo el disco y otro de nuestros favoritos. Es sorprendente cómo, a partir de una secuencia no especialmente compleja y con apenas variaciones, Alexandra consigue hacer evolucionar la pieza con unas pocas notas de piano. Un espectáculo que podría durar muchos minutos más sin aburrirnos (y ya es el corte más largo del disco).
“Unbound” - Siguen los ambientes electrónicos, esta vez más en la línea de “Olympia”, el tema que abría el disco aunque sin las voces infantiles. Después de lo escuchado en los temas anteriores sabe a poco pero no por ello es un mal tema.
“Play Echoes” - Cierra el trabajo el corte que le da título y que suena como una deconstrucción de “London'92” del que conserva las cuerdas de fondo (ligeramente ralentizadas) prescindiendo del piano y cambiando por completo el espíritu de de la pieza que pasa de un tema lleno de alegría a otro reflexivo con aire de despedida.
No son muchas las ocasiones en las que nos encontramos un disco como este que nos descoloca desde la primera escucha hasta el punto de convertirse de forma inmediata en uno de nuestros favoritos de los últimos años. Su combinación de electrónica de la vieja escuela tratada de forma muy sutil con elementos neoclásicos y minimalistas nos encanta porque tiene un toque diferente del más ambiental de otros artistas como los mencionados al inicio de la entrada. Comparte características con ellos pero siempre aportando una mirada muy personal que hace que inmediatamente activemos el radar para estar al tanto de todo lo que Alexandra vaya produciendo a partir de ahora.
ResponderEliminarClaramente yo la clasificaría en el Post-minimalismo junto a compositoras como la oscarizada Hildur Guðnadóttir y Caterina Barbieri. El post-minimalismo como vanguardia que es, tiende al campo de las bandas sonoras porque necesitan de una cuota de mercado.