“Mis padres se
separaron cuando yo tenía un año. Mi madre se trasladó a Los Angeles mientras
que mi padre permaneció en Nueva York. Como acordaron repartirse mi custodia,
entre 1939 y 1942 viajé incontables veces entre ambas ciudades en compañía de
una cuidadora. Aquellos largos viajes eran excitantes y románticos en cierto
modo pero cuando echo la vista atrás y pienso que, siendo judío como soy, si
hubiera vivido en Europa en aquellos años, habría viajado en unos trenes muy
distintos. Con esa idea en mente, traté de escribir una pieza que reflejase de
alguna manera aquella situación.”
El holocausto ha
sido tema central no sólo en la historia de las últimas seis décadas sino del
arte en todas sus formas. No habría espacio suficiente para comentar las novelas
y películas que han encontrado su inspiración en uno de los episodios más
negros de la historia de la humanidad y la música no ha permanecido al margen. Existen
cientos de piezas musicales de todo tipo centradas en todo ese periodo
histórico pero pocas parten de un enfoque tan original como la que hoy nos
ocupa, escrita por el autor de la cita con la que abrimos nuestra entrada:
Steve Reich.
Al margen de la
idea de estructurar la narración a través de dos episodios paralelos separados
en el espacio por varios miles de kilómetros, el planteamiento meramente
musical de la obra es también profundamente innovador. Es comúnmente sabido que
el minimalismo como estilo musical parte de la repetición continua de células
melódicas de escasa duración que sufren cambios continuos casi inapreciables a
lo largo de la pieza hasta transformarse en algo completamente diferente. La
novedad en “Different Trains” se encuentra en la procedencia del material
melódico. La obra se estructura en tres movimientos titulados, respectivamente,
“América, antes de la guerra”, “Europa, durante la guerra” y “Después de la
guerra”. Reich decidió grabar una serie de conversaciones con la que fue su
cuidadora durante los viajes de su infancia, Virginia Mitchell, en las que ella
hablaba sobre sus recuerdos de aquellos interminables trayectos. Grabó también
a Lawrence Davis, camarero en uno de aquellos vagones, quien contaba en las
cintas recuerdos de toda su vida. A continuación, buscó grabaciones de
testimonios de supervivientes del holocausto que tenían la misma edad que el
propio Reich para confrontar sus experiencias durante aquellos sucesos y, por
último, seleccionó grabaciones con sonidos de trenes realizadas en América y en
Europa en los años treinta y cuarenta.
Pues bien, con
todo ese material sonoro, Reich comenzó a trabajar aislando fragmentos sueltos,
frases, ruidos, etc. que contenían en su entonación una cierta estructura
melódica y seleccionó unos cuantos de entre aquellos más “musicales” para
transcribirlos en una partitura que iba a ser orquestada para un cuarteto de
cuerda imitando las inflexiones de cada frase. En el disco, el cuarteto es,
como no podía ser de otra manera, el Kronos Quartet formado en aquel momento
por David Harrington y John Sherba (violines), Hank Dutt (viola) y Joan
Jeanrenaud (violonchelo).
Imagen del manuscrito de la partitura original de "Different Trains". |
“America, before
the war” – El comienzo de la obra nos muestra al Kronos Quartet convertido en
una auténtica locomotora entre sonidos de trenes reales. Sin que el ritmo
continuo ceda en ningún momento, comenzamos a escuchar las primeras frases
anticipadas por su transcripción meódica, habitualmente al violín cuando las
palabras las pronuncia Virginia Mitchell y al cello cuando es Lawrence Davis.
“From Chicago to New York”, “one of the fastest trains”, “the crack train from
New York” y otras muchas se suceden repitiéndose varias veces cada una antes de
pasar a la siguiente en un esquema musical que no es nuevo en Reich y que hemos
podido escuchar en obras como “Music for 18 Musicians”. Mientras que en aquella
obra, el cambio de un segmento a otro venía marcado por el piano, aquí sucede a
los sonidos de las chimeneas de las locomotoras. “”From New York to Los
Angeles”, “different trains every time” y vuelta al “from Chicago to New York”
continúan repitiendo los dos narradores involuntarios hasta llegar el segmento
final en el que el texto se centra en la repetición de varios años: “in 1939”,
“1939”, “1940”, “1941” y “1941, I guess it must’ve been” son los últimos
fragmentos del discurso incluidos en el primer movimiento de la obra.
“Europe, during
the War” – De repente nos vemos trasladados a un escenario diferente. Aunque la
música del cuarteto sigue una linea similar, no escuchamos ya los trenes sino
las sirenas que avisan de los bombardeos. De un plumazo, Reich nos transporta a
la vieja europa y la narración cobra un tono mucho más dramático en la voz de
los protagonistas: “1940”, “on my birthday”, “the Germans walked in”, “walkes
into Holland” o “Germans invaded Hungary” nos ponen en situación ante el
comienzo de la tragedia. “I was in second grade”, “I had a teacher”, “a very
tall man, his hair was concretely plastered smooth”, “He said, Black Crows
invaded our country many years ago”, “and he pointed right at me” son los
siguientes fragmentos en los que se nos muestra cómo los judíos fueron
acusados, juzgados y condenados sin ninguna contemplación. Volvemos a escuchar
los trenes mezclados con las sirenas que precedían a la aviación mientras la
narración nos introduce en esos vagones tan distintos: “no mores school”, “you
must go away”, “and she said: quick, go!”, “and he said: don’t breathe”, “into
those cattle wagons”, “for 4 days and 4 nights”, “and then we went through
these strange sounding names”, “Polish names”, “Lots of cattle wagons there” y
“they were loaded with people” son los retazos de la experiencia de los
supervivientes que nos llevan hasta los campos de concentración en los que se
desarrolla la parte final del movimiento: “they shaved us”, “they tatooed a
number on our arm” y “flames going up to the sky, it was smoking” cierran la
pieza con una intensidad contenida pocas veces alcanzada en una narración
musical.
“After the War” –
Cerrando la pieza, una vez que se extinguen las sirenas que marcan todo el
movimiento anterior, Reich muestra la narración combinada de la emigración a
América de los supervivientes con las voces del movimiento inicial sobre los
viajes en tren de la juventud del compositor. La música es mucho más vitalista
y luminosa aunque sin perder ese punto de dramatismo que planea sobre toda la obra.
“and the war was over”, “are you sure?”, “going to America”, “to Los Angeles”,
“to New York” se mezclan con extractos ya oídos en el primer movimiento. En
“After the War” tenemos la mejor muestra del estilo de Reich, no tan sujeto a
la estricta transcripción musical de las frases grabadas aunque en su parte
final, como cerrando el círculo, se recuperan algunos de los temas iniciales. A
modo de conclusión, el músico deja una pequeña anécdota que sirve como un
resquicio a la esperanza y que nos recuerda mucho al fantástico final de la
obra maestra de Stanley Kubrik, “Senderos de Gloria”: “there was one girl, who
had a beautiful voice”, “and they loved to listen to the singing, the Germans”,
“and when she stopped singing they said, more!, more! and they applauded”.
“Different
Trains” es una obra sensacional en la que Reich encuentra un recurso narrativo
absolutamente revelador para estructurar la pieza. No nos sorprende que muchos
años después volviese a repetir la jugada alrededor de otro acontecimiento dramático
pero eso sería materia de una entrada futura.
Se completa el
disco con otra obra de gran importancia aunque sin tanta carga emocional como
la primera. La Brooklyn Academy of Music encargó a Reich en los primeros años
ochenta la composición de una serie de piezas para instrumentos solistas. La
primera de ellas, para el flautista Ransom Wilson, fue escrita en 1982 bajo el
título de “Vermont Counterpoint”. De la segunda de ellas, escrita para el
clarinetista Richard Stolzman y titulada “New York Counterpoint” hemos hablado
recientemente cuando reseñamos el disco “Minimal Tendencies”. La tercera de la
serie es la que se recoge en la grabación que hoy comentamos. Fue escrita para
el guitarrista Pat Metheny, bien conocido por los seguidores del blog, y llevaba
el título de “Electric Counterpoint”. Es el propio Reich quien describe la
pieza en los comentarios del disco: “El solista graba hasta diez guitarras y
dos bajos y, tras ello, toca la parte de la decimoprimera guitarra mientras se
reproducen todas las demás pistas grabadas previamente”.
“Electric
Counterpoint se estructura en tres movimientos cuya única notación hace
referencia a su velocidad y se alternan entre “rápido”, “lento” y “rápido”. El
primero de ellos tiene un claro aroma a Reich y combina su clásico sonido
ondulante a cargo de las guitarras dobladas gracias a la tecnología de grabación
sobre el cual, Metheny interpreta una melodía cíclica que se repite a modo de
mantra en varias ocasiones consiguiendo un profundo efecto hipnótico. Con todo,
es el segundo movimiento el que más llama nuestra atención ya que creemos que
es donde Metheny encuentra mayor espacio para la creatividad. Partiendo de una
breve serie de acordes que van entrando en fase poco a poco según la terminología
creada por el propio Reich, se va construyendo una tupida telaraña tan frágil
como atractiva que nos envuelve sin darnos cuenta. Aparecen después, a ráfagas,
los clásicos ostinatos habituales en el compositor pero siempre en un segundo
plano. El tercer y último movimiento está lleno de energía y nos recuerda más a
piezas como “Piano Phase” por la continua repetición de una frase cuya
transformación paulatina nos desplaza a otro sitio sin apenas darnos cuenta. Nos
parece muy interesante la combinación de la guitarra pulsada, el bajo que actúa
como conductor en determinados momentos y los rasgueos del Metheny más
reconocible que actúan como elemento coagulante de todo el movimiento.
Cuando un disco
recoge dos obras como estas, recomendarlo no cuesta ningún esfuerzo. Escucharlo
es casi imprescindible si se quiere comprender por qué derroteros circula la música,
digamos, “culta” en las últimas décadas ya que Reich es uno de los compositores
más influyentes de este periodo y también de los más insobornables y fieles a
su estilo que ha mantenido casi intacto y ajeno a modas e influencias externas.
El disco es fácil de encontrar si os decidís a adquirirlo. Nosotros, como de
costumbre, os sugerimos un par de enlaces:
Vaya, he aprendido muchísimo con esta entrada. Este disco lo tengo y me encanta, pero no tenía idea de que detrás de esas voces de "Different Trains" se escondiera semejante historia. Un aspecto que me atrae de la obra, al hilo de lo que comentas, es que se transciende el ámbito estrictamente musical para adentrarse en el campo literario. Es cierto que cualquier pieza en la que se cante un texto (desde una ópera a una canción de rock) transciende lo meramente musical para incorporar un elemento literario, sin embargo, la forma literaria en este caso no es un poema, una letra de canción, un libreto… Es algo profundamente híbrido y distinto, una especie de collage documental, bien podría ser el equivalente literario de la música concreta debido a ese planteamiento de escoger pedazos procedentes de la realidad para crear una entidad nueva.
ResponderEliminarEn “Electric Counterpoint” me gusta mucho Pat Metheny. Lo cierto es que es un músico al que uno se acostumbra a oír en su grupo junto a Lyle Mays y, de pronto, aparece en contextos completamente distintos, como éste que nos ocupa o, también, el álbum “Song X” de Ornette Coleman, tremendamente abrupto, vanguardista y recomendable. Por otra parte, no sabía que los nombres de Richard Stoltzman y Steve Reich pudieran coincidir en una misma frase. “New York Counterpoint” es un título cuya existencia conozco, pero cometo el error de no haberlo escuchado todavía. Tendré que subsanarlo pronto…
Un saludo ;)
Gracias por el comentario una vez más. Un complemento perfecto para la entrada. Es cierto que Stoltzman, a priori, no encaja demasiado con Reich pero tampoco Metheny parece muy cercano a sus planteamientos y funciona.
ResponderEliminarLe tengo muy perdida la pista a Richard Stoltzman a quien conocí de la mano de Bill Douglas años atrás. Ahora que lo pienso, quizá haya que abrir un hueco a Douglas proximamente.
Un saludo.