Casi todos los
integrantes del, llamémosle, “nucleo duro” del minimalismo comenzaron sus
carreras escribiendo música adaptada para formatos muy heterodoxos y sólo en
algunos casos fueron retornando a formaciones más o menos convencionales. En el
caso de Steve Reich, esto sucede sólo en momentos puntuales. Quizá la obra
orquestal por excelencia del compositor sea, precisamente, la que hoy exponemos
aquí: la monumental “The Desert Music” para cuya ejecución, aparte de una
orquesta de casi noventa miembros, Reich se sirve de un gran coro.
Aunque con el
paso del tiempo, el músico ha ido reformando la pieza, principalmente mediante
la reducción del número de ejecutantes que en una interpretación actual puede
ser fácilmente la mitad de los que se empleaban en sus primeras
representaciones, esto no quita valor alguno a esta primera grabación ya que el
motivo de la reducción es que su interpretación en directo, a menudo generaba
una cierta cacofonía cuando la sincronización de la orquesta no era perfecta,
algo que no sucede en absoluto en su versión en estudio.
La música de
Reich tiene una profundidad poco habitual y es que todo parte de ideas a priori
no musicales pero se desarrolla de forma que se termina por mostrarnos un todo
compacto e indivisible. Los textos alrededor de los que se construye la obra
están extraídos de poemas de William Carlos Williams y, contra lo que cabía
suponer por el título de la obra, no tienen nada que ver con el desierto.
Aludido acerca de este particular, Reich explica su visión del título: “había
muchas cosas a las que le estaba dando vueltas en la cabeza cuando escribía
esta obra y una de ellas era el título, relacionado con desiertos muy
particulares. Uno de ellos era el Sinaí. Cuando los judíos llegaron a ese
desierto durante el éxodo de Egipto, entraron en una tierra en la que la vida
era inviable, en la que lo único que les salvó fue la intervención divina y a
este respecto es importante señalar cómo esta ayuda no les llegó en Israel sino
en el desierto, en tierra de nadie. Más tarde, como se cuenta en el Nuevo
Testamento, Jesús acude al desierto a enfrentarse a sus visiones, a las
tentaciones, a luchar con el demonio... y esta misma idea la encuentras en las
historias que escribe hoy Paul Bowles. El desierto está relacionado con alucinaciones
y enfermedad: es una amenaza para nuestra cordura. Personalmente, recuerdo
muchos viajes al desierto de Mojave en los que me sentía muy extraño a causa de
la deshidratación. Necesitabas beber una gran cantidad de líquidos para que tu
mente funcionase correctamente allí. Por último, hay otro desierto que me
interesa particularmente y está en Nuevo México, en Alamogordo, en donde
tuvieron lugar la mayor parte de las pruebas con armas nucleares del gobierno
de los Estados Unidos. Es ahí donde encontramos una cierta relación con los
textos de William Carlos Williams, concretamente uno en el que dice: “la
humanidad ha sobrevivido tanto tiempo porque no ha sido capaz de descubrir cómo
hacer realidad sus deseos. Ahora que sabe cómo lograrlo, debe cambiar estos
deseos o enfrentarse a la destrucción”.
El poeta William Carlos Williams |
“First Movement
(fast)” – El comienzo de “The Desert Music” nos remite inmediatamente a “Music
for 18 Musicians” con un pulso continuo marcado por las percusiones (marimbas
sobre todo) y el piano. Poco después aparecen las cuerdas y el coro
envolviendolo todo con una vibración continua hasta la llegada de los metales
que pronuncian una serie de notas prolongadas creando una especie de
contrapunto con la veloz pulsación inicial. Instantes después, quedan solas de
nuevo las percusiones durante unos instantes, el tiempo justo para que las
cuerdas aporten el soporte melódico al movimiento. Es en este segmento en el que escuchamos los
primeros textos a cargo del coro “begin, my friend, for you cannot, you may be
sure, take your song, which drives all things out of mind, with you to the
other world”. Un fragmento de corte iniciático, ritualístico, que podría
tener relación con las ceremonias de determinadas culturas y los “viajes” de la
mano del peyote y otras sustancias, habitualmente iniciados en los desiertos de
la zona fronteriza entre México y EE.UU.
“Second Movement
(moderate)” – Un potente “stacatto” de piano nos marca el cambio hacia el
segundo movimiento, algo más lento que el anterior y en el que aparecen las
maracas como principal elemento rítmico en colaboración con las marimbas. Por
la parte de la orquesta, las cuerdas se acompañan por primera vez de flautas en
este viaje. El texto, mientras tanto, sugiere que la experiencia trascendental
que está teniendo lugar ha llegado al punto en que el sujeto expande su
conciencia al máximo: “well, shall we think or listen? Is there a sound addressed not wholly to the
ear? We half close our eyes. We do not hear it through our eyes. It is not a
flute not either, it is the relation of a flute note to a drum. I am wide
awaken. The mind is listening”. Tras los minutos iniciales, Reich
introduce una nueva pausa anunciada por el piano que haría pensar en un cambio
hacia el tercer movimiento pero simplemente queda como elemento que refuerza la
intensidad de la segunda parte del tema.
“Third Movement (slow-moderate-slow)” – De nuevo el piano
anuncia el cambio de movimiento, dirigido esta vez por las parsimoniosas notas
de las marimbas que anticipan la aparición de las cuerdas en continuos
contrapuntos formando una especie de canon al que el músico traslada sus
experimentos con distintos instrumentos interpretando un motivo en fase.
Estamos en el tema central de la obra que encierra en sí mismo una pequeña
estructura circular (con Reich, muchas veces navegamos dentro de círculos
concéntricos) dividida en tres partes en el propio disco aunque pertenezcan a
un movimiento único. El segmento central de esta parte es particularmente
brillante por cuento el coro comienza a cantar melodías sin texto con gran
viveza, doblados por las flautas. No hay percusión en este tramo que se
sostiene gracias a la energía de las prolongadas respiraciones de la sección de
metal. Instantes después, aparece el texto que es una declaración de
intenciones, casi un manifiesto minimalista: “It is a principle of music to
repeat the theme. Repeat and
repeat again, as the pace mounts. The theme is difficult than the fact to be
resolved”. Llegamos así al punto de la circunferencia opuesto a aquel en
el que comenzó el viaje y, por tanto, comenzamos a desandar el camino andado
recuperando los temas de la primera parte del movimiento incorporando algún
elemento nuevo como las sirenas que nos sobresaltaron en discos recientemente
comentados como “Different Trains”. Como ocurre en tantas ocasiones, la aparición
de este elemento fue completamente casual. Cuenta Reich como, mientras se
peleaba con el pentagrama en una casita de Vermont, sonó en la lejanía una
alarma de incendios que hizo el papel de la proverbial manzana de Newton: “pensé:
¡ésto es! Y decidí incorporar una sirena en la parte final del movimiento. Más
tarde pensé que, en lugar de una sirena real, serían las violas (incorporando
micrófonos para su amplificación) las que harían ese papel mediante largos
glissandi.
“Fourth Movement (moderate)” – El movimiento más corto del
disco es, quizá, el que mayor protagonismo deja al coro, acompañado del resto
de instrumentos que actúan todos como una impresionante sección rítmica de una
intensidad desacostumbrada. El texto (círculos dentro de círculos, recordad) es
el mismo del segundo movimiento.
“Fifth Movement (fast)” – Cerrando la pieza llegamos al quinto
movimiento en una veloz carrera cuesta abajo que nos deja en el punto en el que
empezamos la escucha. La elección del texto, una vez más, es reveladora: “Inseparable
from the fire, its light takes precedence over it. Who most shall advance the
light? Call it what you may”.
La repetición en la obra de Steve Reich ha sido vista en algún momento como un medio para que el oyente acceda a un
estado similar al de trance pero el propio músico discrepa de esta idea:
“Quiero que el oyente esté completamente consciente y despierto para que pueda
escuchar cosas que no ha oído nunca antes. La gente puede escuchar mi música
como le de la gana, por supuesto, y no tengo nada en contra de ello, incluso
siendo el autor de las piezas pero prefiero que el oyente esté despierto y con
toda su atención puesta en la música”.
No podemos añadir
mucho más a las palabras del músico. Una escucha atenta de “The Desert Music”
tiene la virtud de sorprendernos con nuevos matices cada vez y consideramos
esta obra como una de las más interesantes del repertorio de su autor. En la
grabación comentada intervienen músicos de la propia banda de Reich como los
percusionistas Russell Hartenberger, Robert Becker, Glen Velez o Garry Kvistad
acompañados de miembros de la Brooklyn Philharmonic dirigidos por Michael
Tilson Thomas.
Los interesados
en adquirir la edición de Nonesuch de la obra, que es la que hemos tratado hoy
aquí, lo podéis hacer en los siguientes enlaces:
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