A pesar de que la
banda surgió de la reunión de dos personalidades de gran fuerza, Madredeus era,
en el fondo, el proyecto de Pedro Ayres Magalhaes con una fuerte base en la voz
de Teresa Salgueiro. En estas circunstancias, un artista con tanto que ofrecer
como era Rodrigo Leao, no podía conformarse con un papel secundario y no tardó
en buscar una vía de expresión paralela que pronto tomaría una trayectoria
divergente respecto a la del resto del grupo.
A pesar de que
tras el éxito inesperado de “Existir”, segundo disco de Madredeus, los
portugueses se embarcaron en una agotadora sucesión de conciertos por todo el
globo, Rodrigo Leao sacó tiempo para componer una gran cantidad de nuevas
piezas aunque no todas ellas encajaban demasiado bien en el formato musical del
grupo por lo que el músico tuvo que buscar otra salida conformando su propia
formación junto a la cual aprovecharía el verano de 1992 para grabar lo que
sería su disco de debut unos meses después. Llama la atención que Leao
recurriese a su compañero en Madredeus, el violonchelista Francisco Ribeiro
como arreglista de su música y para ejercer el papel de director musical de su
nuevo grupo, que sería bautizado como “Vox Ensemble”. Y nos sorprende porque su
amistad con Pedro Ayres Magalhaes hacía pensar que sería el guitarrista la
primera opción, aunque no hubiera espacio para las guitarras en la nueva música
de Leao.
Lo cierto es que
el nuevo grupo de Rodrigo Leao iba a tener una forma muy diferente a la de
Madredeus (recordemos, con una instrumentación que constaba de acordeón,
guitarra, violoncello y teclados) y se acercaba a una formación camerística más
convencional quedando integrado el primer “Vox Ensemble” por el citado
Francisco Ribeiro (violonchelo), María do Mar y Margarida Araujo (violines),
Nuno Rodrigues (oboe y corno inglés), Nuno Guerreiro (voz) y Antonio Pinheiro
da Silva (flauta). Como invitados especiales aparecen la vocalista Nair y sus
compañeros de Madredeus, Teresa Salgueiro (voz) y Gabriel Gomes (acordeón). A
estas alturas, no era demasiado aventurado suponer que las relaciones entre
Rodrigo Leao y Pedro Ayres no eran las mejores siendo éste, de hecho, el único
miembro de Madredeus que no colabora en el disco. Más tarde supimos que
Magalhaes no encajó demasiado bien la noticia de que Leao estaba preparando un
disco en solitario aunque nunca trascendió si su ausencia en el proyecto de su
compañero se debía a no haber sido invitado o a un rechazo por su parte. En
todo caso, el siguiente disco de Madredeus, “O Espiritu da Paz”, nos muestra a
un Pedro Ayres Magalhaes erigido casi en líder único siendo el autor de la
inmensa mayoría de las piezas del trabajo por lo que no extrañó demasiado el
abandono de grupo por parte de Rodrigo Leao poco después.
“Ave Mundi” –
Bastan unos segundos para darnos cuenta de que la música que nos propone el
teclista portugués no tenía cabida dentro de Madredeus. Los sintetizadores son
protagonistas absolutos del comienzo con un ritmo alegre y una melodía
optimista a más no poder. Tras una breve aparición del chelo, entran las voces
cantando en latín un texto escrito a medias por Francisco Menezes y el propio
Rodrigo, lo que refuerza la errónea impresión inicial de que podíamos estar
oyendo un antiguo canto gregoriano disfrazado de música moderna. Lo que nos ofrece
Rodrigo Leao en estos minutos iniciales del disco es una composición que
enseguida comenzó a ser radiada en programas especializados llamando la
atención inmediata de los oyentes más inquietos y poniendo el foco en un
artista desconocido para la mayoría pero que tendría mucho recorrido.
“Movimento” – El
segundo corte del disco comienza con una animada melodía en la que las cuerdas
juegan con los teclados que generan un sonido muy particular en una amalgama
muy bien conseguida. Se dejan notar aquí las influencias que el músico ha
recibido de algunos de sus más admirados colegas. Este corte, por ejemplo, lo
podía haber firmado un Michael Nyman en un momento de euforia aunque en
determinados momentos podemos entrever al Rodrigo Leao de Madredeus asomandose
tras la esquina. Se trata, además, del primero de los cuarto cortes del discos
firmados al alimón por Leao y Francisco Ribeiro.
“A Espera” – Probablemente
sea esta una de las melodías más inspiradas del disco, a la altura de los
mejores instrumentales que escribiera Leao junto a sus compañeros en discos
como “Existir”. De hecho, es la única aparición en el disco del acordeonista
Gabriel Gomes y, a pesar de la diferente instrumentación (solos de flauta,
violines, etc.) no cuesta mucho imaginarse un arreglo que permitiera la
ejecución del tema por parte de Madredeus. La melancolía y la belleza de la
música contenida en “A Espera” nos obligan a situarlo entre las mejores
composiciones de una eventual lista que recogiera la obra de su autor.
“Carpe Diem” – Con
el siguiente corte, Leao y Ribeiro parecen trasladarnos a una intrincada trama
medieval en cualquier monasterio solitario del tipo de la narrada en la novela
“El Nombre de la Rosa”. El ambiente que se consigue, lleno de misterio, es
tremendamente evocador y nos confirma que estamos en presencia de un músico
especial. No hay muchos discos cuyo comienzo sea tan arrollador y, a la vez,
tan variado como este debut del teclista portugués... pero la cosa no ha hecho
más que empezar.
“Amatorius” – El
deseo de hacer algo diferente no implica en ningún caso que Leao reniegue de su
música en Madredeus. El grupo forma parte de su carrera y este corte podría
pasar perfectamente por una segunda parte del instrumental “As Ilhas dos
Açores”, aparecido en el disco “Existir”. La única pega que le podemos poner es
su brevedad que nos deja con ganas de más.
“Vitorial” – La
pieza se abre como si fuera una continuación de la anterior pero enseguida toma
otro rumbo al aparecer las cuerdas que le confieren un ritmo diferente. Vuelven
a aparecer las influencias minimalistas que ahora le acercan más a la Penguin
Cafe Orchestra de Simon Jeffes que al anteriormente citado Michael Nyman. La
mezcla que resulta entre la alegría vitalista de muchas de las melodías del
disco y una cierta melancolía atlántica, tan propia del país luso, de como
resultado una música de sencilla escucha pero no exenta de un punto de
profundidad.
“In Excelsis” –
El siguiente corte comienza disfrazado de música barroca, con un inicio grave,
“haendeliano” si se nos permite la expresión, que enseguida da un giro más
rítmico con un uso del clave como un elemento más de la esa sección que se nos
antoja deudor del tantas veces citado Michael Nyman. Hay un aire de música
clásica actualizada que flota alrededor de toda la pieza que tiene algo de
impostado aunque, qué demonios, la música es magnífica. Conviene recordar aquí
que Rodrigo Leao carece de formación musical académica y que probablemente sea
Ribeiro, co-autor del tema, el encargado de orquestar todo este tipo de
composiciones.
“Espiral II” – Como
ocurría en “Movimento”, volvemos a escuchar un corte tremendamente ágil y
atractivo. Aires minimalistas para una composición dinámica, optimista y con la
capacidad de contagiar una alegría muy necesaria.
“A Espera (Versao)”
– El título lo dice todo en esta ocasión puesto que estamos ante un arreglo
algo más austero del tercer corte del disco para teclados y flauta
principalmente, al que se añade en la segunda parte el violonchelo. No parecía
necesario revisar el tema original pero en todo caso, el tema encaja
perfectamente llegados a este punto.
“Ruas” – Seguimos
con la fórmula ya escuchada de construir temas rítmicos con un aire minimalista
y una melodía muy definida. En este caso, y apoyándonos en el título, la pieza
de Leao nos sugiere un animado pasacalles en cualquier fiesta lisboeta.
“O Medo” – Como
novedad, Rodrigo recurre en este corte a voces sampleadas que buscan darle un
toque más irreal y etéreo a una música misteriosa pero que no consigue
asustarnos, intención que se desprendería del título, y es que dentro de un
disco tan luminoso como este, no hay apenas espacio para la oscuridad.
“Final” – Casi
llegando al cierre del disco nos encontramos con un tema precioso, una melodía
plena de inspiración pero a la que le encontramos un inconveniente que no es
menor y es un cierto parecido con otra melodía que aparece en un disco anterior
de la irlandesa Enya. La similitud es, sin duda, una mera coincidencia pero no
podemos evitar, siempre que escuchamos el disco de Leao, acordarnos de la pieza
de la pequeña de los Brennan.
“Humanita” –
Cerrando el disco tenemos una especie de coda muy breve a capella en la que se
recupera uno de los temas principales del corte que abría el disco poniendo un
punto final muy elegante a un disco fascinante en toda su extención.
“Ave Mundi
Luminar” fue un disco que demostró que el talento de Rodrigo Leao no podía
quedarse encerrado en el papel de comparsa en un grupo como Madredeus,
excepcional en todos sus planteamientos pero con unos esquemas algo rígidos en
los que no cabía toda la música que Rodrigo tenía en mente. Pocos meses después
de la aparición de su primer disco en solitario, Leao volvió a juntarse con el
resto de integrantes de Madredeus para grabar el que, quizá, sea el mejor disco
de la banda, “O Espirito da Paz”. Sin embargo, algo se había roto ya en aquel
momento y aquellas sesiones fueron las últimas en las que Rodrigo Leao grabó
con el resto del grupo separándose sus carreras desde entonces. En nuestra
opinión, la baja de Leao perjudicó gravemente al futuro de Madredeus quienes, a
pesar de tratar de conservar la fórmula que les llevó al éxito sin demasiadas
variaciones, no supieron dar un necesario paso adelante. Desde el punto de
vista del público, el grupo aún funcionó razonablemente bien un tiempo
aprovechando que su nombre se había convertido prácticamente en una marca pero
nunca alcanzaron el nivel de su etapa con Leao. El teclista, por su parte, iba
a comenzar una carrera en la que hemos podido disfrutar de discos en los que, a
pesar de existir un nexo común y una cierta continuidad estilística, siempre iba
un paso más allá, incorporando las más diversas influencias con gran acierto.
Os dejamos los enlaces habituales para haceros con el disco:
Como cierre os dejamos una versión reciente en vivo del tema central del disco:
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