Un lugar donde hablar de música y compartir opiniones con el único ánimo de ampliar gustos musicales y, acaso, descubrir nuevos artistas al eventual lector.
Hemos tenido ya por aquí muchos ejemplos de cómo la pandemia del COVID-19 y el confinamiento asociado a ella se ha visto reflejado en los trabajos siguientes de muchos artistas. El disco del que hablamos hoy tiene que ver con eso pero también con muchas otras circunstancias que rodearon a la artista durante aquellos meses. Hablamos de Julia Holter, quien ha aparecido en el blog antes pero quizá no tanto como debería. La cantante y multi-instrumentista estaba embarazada cuando todo estalló y su hija nació en aquellos meses. Fue una época complicada porque poco antes había fallecido un joven sobrino de Julia y también sus abuelos. Todo ello la llevó a una reclusión mayor para intentar centrarse en la música a pesar de las circunstancias. Recordemos que, al margen de sus discos en solitario, Holter ha compuesto y compone mucha música para películas y durante aquellos meses tenía mucho trabajo pendiente. Normalmente la artista recurre a la literatura como fuente de inspiración pero aquí trató de alejarse de ella cambiando los libros por las películas, particularmente, en este caso, por una de las joyas de los Estudios Ghibli: “Ponyo”.
Otra de las consecuencias del COVID para la artista fue que durante las semanas en las que ella misma contrajo la enfermedad, perdió la voz, por lo que no pudo grabar las partes vocales del disco en su casa como era habitual. De hecho, y debido a eso, ni siquiera tenía escritas las letras para el nuevo trabajo que fueron surgiendo en el estudio durante el proceso de grabación. En la grabación participan músicos habituales de la artista como el bajista Devin Hoff, Tashi Wada (gaitas y sintetizadores), Sarah Belle Reid (sintetizadores y trompeta) o el saxofonista Chris Speed además de otros artistas como la percusionista Elizabeth Goodfellow o la flautista Sonija Harper. Con respecto a discos anteriores, la diferencia más notable aquí es la ausencia de cuerdas.
“Sun Girl” - Comienza el disco con una serie de percusiones y samples acompañados de efectos sonoros y del bajo de Hoff. Sobre ese peculiar fondo escuchamos a Julia cantar un breve estribillo que cambia radicalmente durante un interludio más electrónico y ambiental en el que su voz empieza a ser desdoblada en diferentes capas. El segmento final vuelve a los sonidos del comienzo cerrando así un círculo perfecto.
“These Morning” - La siguiente canción se presenta con Holter cantando sobre unas notas sencillas de Wurlitzer en un tema muy atmosférico con toques de jazz, especialmente por parte del contrabajo y la trompeta. Voces etéreas y una percusión muy suave nos van guiando a lo largo de una gran canción en la que reconocemos a la Julia Holter de trabajos como “Loud City Song” o “Have You in My Wilderness”.
“Something in the Room She Moves” - La referencia “beatle” del título no se refleja después en una canción que vuelve a estar dominada por el teclado Wurlitzer y la voz, salpicadas de fraseados de flautas. En la parte central entran ya la batería, el bajo y el resto de los instrumentos dando forma a una de las canciones más “convencionales” del trabajo pero también una de nuestras favoritas.
“Materia” - Más jazz electrónico en una pieza intimista de teclado y voz con Julia cantando en un registro muy agudo que amenaza con romperse en cualquier momento. Los silencios y las pausas entre notas con el sonido aún flotando durante unos segundos son pura magia.
“Meyou” - Comienza la canción con un frágil canto a capella que recuerda un lamento tribal por la forma en la que se combinan las diferentes voces de las cantantes invitadas: Ramona Gonzalez, Jessika Kenney y Mia Doi Todd. Además del posible componente étnico, la pieza nos remite también a la obra de nuestra admirada Meredith Monk.
“Spinning” - El toque más vanguardista llega con esta canción de comienzo mecánico, dominado por una percusión industrial a la que se suman diversos efectos y la propia Holter cantando. La trompeta ejecuta melodías de “free jazz” mientras la artista interpreta una serie de notas sincopadas. Uno de los temas más fascinantes del disco, en nuestra opinión.
“Ocean” - El trabajo continúa con una composición electrónica puramente ambiental. Un instrumental fascinante con capas y capas de sonidos fusionados entre sí de manera magistral y con interesantes tratamientos sintéticos del clarinete de Chris Speed, quien firma la pieza junto con Holter y Hoff.
“Evening Mood” - El inicio del siguiente corte nos recuerda muchísimo a Vangelis, al menos hasta que Julia empieza a cantar y asistimos al habitual espectáculo de voces desdoblándose y entrando en múltiples combinaciones entre sí. Otra maravilla que contamos entre lo mejor de todo el disco.
“Talking to the Whisper” - Sigue la escucha con un tiempo medio que vuelve a los ambientes jazzísticos de la mano de batería y bajo. La entrada del teclado y la voz terminan por dar forma a una canción muy interesante con un cierto ambiente de banda sonora. Más tarde entramos en un caos organizado donde las flautas, trompetas y clarinete se mezclan en un fragmento extrañísimo que, tras una breve pausa, nos lleva a la resolución de la canción. Toda una aventura de apenas seis minutos en la que asistimos a ambientes completamente diferentes.
“Who Brings Me” - Cerrando el disco regresamos a los ambientes íntimos con voz y teclado en el comienzo y una tenue línea de clarinete en segundo plano. Una balada tranquila que incorpora algunos toques minimalistas conforme avanza.
Con su anterior trabajo, “Aviary”, Julia Holter se había arriesgado mucho, tanto por el formato (era un disco doble) como por el contenido ya que era un disco muy experimental, más próximo a sus primeras entregas que a su versión más suave de los trabajos anteriores. Este “Something in the Room She Moves” se acerca más a esos discos más “accesibles”, dicho esto con todas las reservas propias del caso ya que la música de Julia nunca ha sido precisamente muy comercial. De cualquier modo, nos parece un trabajo maravilloso y una confirmación de que la artista sigue a un nivel muy alto a día de hoy. Esperamos ir repasando alguno de sus discos anteriores poco a poco por aquí porque la suya es una discografía notable.
Como ocurrió con el primer volúmen, los amigos de Fairlight Jarre nos pidieron una reseña del último trabajo del músico francés. Gustosamente accedimos a ello con el texto que os dejamos a continuación.
En abril de 2005, Jean Michel Jarre participó en su calidad de Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO en las celebraciones que tuvieron lugar en Coopenhague para conmemorar el segundo centenario del nacimiento de Hans Christian Andersen. Durante el evento, el músico interpretó una adaptación de su clásico “Second Rendez-Vous” en un homenaje al cuento “La Sombra” del escritor danés.
Ignoramos si la relación entre Jarre y la obra de Andersen va más allá de este tributo pero no nos extrañaría que el músico hubiera leído otras historias del literato, particularmente una de las más conocidas: “El traje nuevo del emperador”. En ella se narra la historia de un rey al que ninguno de sus hombres de confianza se atreve a contradecir. Esta situación llega a extremos ridículos cuando unos comerciantes le estafan vendiendole un inexistente traje (el mas bello traje jamás confeccionado según ellos) que sólo pueden ver aquellos que son dignos del cargo que ocupan. Al “ponerselo” y salir a la calle, ninguno de los cortesanos es capaz de decirle la verdad: que está desnudo.
Durante los años noventa, la carrera de Jean Michel Jarre inició un lento declive, sólo mitigado por el efecto nostálgico de “Oxygene 7-13” (1997), la revisión de su gran clásico que sirvió para reverdecer viejos laureles. A partir de ahí, la cuesta abajo fue más pronunciada llevando a la aparición de discos apenas promocionados, a la ruptura con su discográfica de toda la vida (que incluso renunció a publicar algún trabajo entregado por el músico) y llegando a niveles de calidad ínfimos con la publicación del raquítico “Teo & Tea” (2007). Llega así un momento en que el músico, de forma intencionada o no, se separa de algunos de los colaboradores que le habían acompañado durante las décadas pasadas y busca confrontar sus ideas con gente nueva que no tenga miedo de decirle lo que piensan realmente y que, en cierta forma, le planteen nuevos desafíos. Para un artista que ha disfrutado del estatus del que gozó Jarre en determinados momentos de su trayectoria, este ataque de humildad, esta puesta en duda de todo un modo de hacer las cosas durante décadas, ha tenido que suponer un desafío colosal a la vez que un incentivo extraordinario que le ha obligado a esfuerzos creativos que probablemente no realizaba desde la época de “Zoolook” (1984).
Realmente, ahí nace todo el proyecto titulado “Electronica”. Sabemos por todas las entrevistas y vídeos publicados en el último año que no todo fue fácil. Que hubo temas que fueron desestimados por completo tras horas de trabajo para empezar de cero, otros en los que Jarre discutió mucho con el músico invitado durante su creación e incluso colaboraciones que se descartaron cuando estaban muy avanzadas. También de otras que surgieron con la maquinaria del proyecto ya en marcha. La separación de “Electronica” en dos volúmenes vino dada por la complejidad de los retoques finales. Supuestamente todo estaba terminado a principios de 2015 pero en una fecha tan avanzada como el 13 de noviembre de ese año, la misma noche en que París era objeto de varios ataques terroristas simultáneos, Jarre se encontraba en el estudio grabando las voces de una de las colaboraciones del segundo volúmen lo que nos confirma que el trabajo ha sido concienzudo hasta el final (recordemos que en aquel momento ya se había publicado la primera entrega de “Electronica”). No nos extrañaría lo más mínimo, de hecho, que alguna de las colaboraciones estelares del volumen 2 hubiera surgido en los esos meses. Como entrar en el terreno de la especulación no nos llevaría a nada, pasamos a reseñar el disco tema por tema.
“The Heart of Noise (part 1)” - Para quienes no lo conocíamos, Rone fue uno de los grandes descubrimientos de “Infine by JMJ”, el disco aparecido hace unos años en el que Jarre seleccionaba las músicas que más le habían llamado la atención del sello francés Infine. Tanto impresionó su música a Jean Michel que seleccionó dos cortes suyos para la compilación. No sorprende, por tanto, su presencia aquí, nada menos que en el tema que sirve para dar título a todo el trabajo, un nada velado homenaje a Luigi Ruossolo y su tratado “L'Arte del Rumori” (1913). La pieza comienza con una serie de golpes sordos de percusión a partir de los cuales se despliegan los distintos elementos de la misma: acordes profundos, una secuencia continua en la linea del Vangelis más épico y una emocionante melodía de cuerdas que nos remite al Jarre de “Souvenir of China”. En la parte final del tema, se incorpora una escueta melodía de gran belleza que realza la emotividad de la composición. Es en este mismo tramo en el que aparecen una serie de percusiones de gran brillantez que ponen punto final al corte llevandonos hasta la segunda parte.
“The Heart of Noise (part 2)” - En ella, que no cuenta ya con la participación de Rone, Jarre mantiene el mismo tema central que apareció al final de la primera pero propulsado por dos bases rítmicas que le resultarán familiares al seguidor del músico francés. La de la introducción procede de “Alive in Bourges”, un viejo tema compuesto por el músico en 2002 del que no se ha llegado a escuchar ninguna versión en estudio. La segunda base, que se extiende a lo largo del resto de la pieza, es muy similar a la de “Oxygene 8” (1997). En el tema, con todo el sabor de los viejos singles del músico, destacan especialmente las percusiones que aparecen en el tramo final, extremadamente cuidadas como todo lo que tiene que ver con la producción de “Electronica”. A lo largo del tema creemos reconocer algún velado homenaje al “hit” de Visage, “Fade to Grey” (1982). No será el único guiño de este tipo que encontremos en el disco.
“Brick England” - Pese a ser una de las bandas más exitosas del pop electrónico y haber estado en primera linea durante más de tres décadas, el nombre de Pet Shop Boys no aparecía en casi ninguna de las quinielas que circulaban por la red desde que se conocieron las características del proyecto “Electronica”. Por ello y por algún otro detalle, creemos que han sido una de las últimas incorporaciones al mismo. La canción tiene todas las caracerísticas de los mejores himnos del grupo británico hasta el punto de que entre los seguidores del dúo, muchas voces piden que Jarre se encargue de las producciones de los próximos trabajos de Pet Shop Boys. La pieza tiene mucho subtexto “jarrero”. La descripción de la particular evolución del “skyline” londinense tiene mucho que ver con el disco más británico de Jarre: “Revolutions” (1988). Aquel trabajo se centraba en la Revolución Industrial y tuvo en los conciertos del músico en los Docklands uno de los puntos culminantes de su carrera. No es casualidad que el tema principal de “Brick England” sea ejecutado con uno de los sonidos clásicos del Jarre de aquellos años y que se puede oir con profusión a lo largo de la suite “Industrial Revolution” del citado disco. Al respecto del esa linea melódica, hay quienes han hecho notar su similitud con otra que aparece en el tema “Only this Moment” (2005) de Röyksopp, banda que aparecía en muchas de las quinielas sobre posibles invitados de “Electronica”.
“These Creatures” - Citada por Jarre como la musa de todo el proyecto junto con Laurie Anderson, Julia Holter se ha hecho un nombre en la música en muy poco tiempo y sus discos cosechan elogios abrumadores por parte de la crítica. De hecho, están muy por encima de su popularidad. Su propuesta de canción en la que la electrónica está siempre presente de un modo deliciosamente sutil cautivó a Jarre y le hizo apuntar su nombre en los primeros puestos de la lista de colaboradores cuando comenzó a diseñar el proyecto. La pieza, como muchas del disco, comienza con una secuencia muy sencilla sobre la que comienza a cantar Julia Holter en su registro más etéreo. La parte instrumental tiene un claro parentesco con el comienzo de “Equinoxe 1” (1978) y su emocionante “in crescendo”. En el segmento central, cuando las voces comienzan a superponerse en diferentes capas, no podemos evitar acordarnos de la irlandesa Enya, aunque la personalidad musical de Julia Holter es suficientemente fuerte para imponerse en la comparación. En todo caso, estamos ante uno de los momentos más especiales de todo el proyecto.
“As One” - Primal Scream es una banda camaleónica como pocas, que ha transformado su sonido constantemente adaptándose a géneros muy diferentes. La incorporación de sonidos electrónicos les llevó al primer plano musical con su disco “Screamadelica” (1991), al que pertenece la canción “Come Together” parte de la cual es “sampleada” por Jarre a lo largo de todo el tema. Desconocemos la implicación real del grupo en esta composición a falta del “track story” que a día de hoy no se ha publicado aún pero creemos que se limita a la utilización por parte de Jarre de un “sample” alrededor del cual construye la canción. De hecho, en los créditos de “As One” se incluye a Robert Young, quien dejó Primal Scream en 2006 y falleció en 2014. La composición comienza con un grito que recuerda al que abría “Ethnicolor” en el disco de Jarre de 1984, “Zoolook”. A partir de ahí, asistimos a una especie de remix de “Come Together” basado en un pequeño fragmento vocal que Jarre acelera considerablemente para acoplarlo a una base rítmica muy parecida a la de su “Chronologie 4” (1993). Un tema destinado a la pista de baile que, no ha conseguido llamar en exceso nuestra atención.
“Here for You” - Aunque empezó como miembro de Tubeway Army, Gary Numan fue uno de los raros casos de estrella del pop electrónico en solitario, en un mundo dominado por los dúos y los grupos más extensos. Alguna de sus canciones de sus primeros discos como “Cars” son clásicos del género aunque su tránsito por las décadas más recientes ha sido bastante más modesto. Jarre construye junto a él una de las 4 o 5 canciones “convencionales” que aparecen en el disco. Con un ritmo muy marcado y una producción impecable que encaja perfectamente con el estilo de Numan, los dos músicos dibujan una canción que, como la de Pet Shop Boys, tiene trazas de himno. Sonidos oscuros y un estribillo arrebatador hacen de “Here for You” una de nuestras favoritas del proyecto sin duda alguna.
Jarre con Gary Numan.
“Electrees” - Si hay una figura que ha hecho de la mezcla de la electrónica y el sonido orquestal en el cine, un sello personal inconfundible, ese ha sido Hans Zimmer, autor de un gran número de bandas sonoras que se han convertido en clásicas, especialmente dentro del cine de acción. La mezcla de Jarre y Zimmer sólo podía dar lugar a una composición épica y grandilocuente. Lo verdaderamente interesante es cómo han sabido explotar las características comunes a los estilos de ambos para escribir una pieza en la que resulta muy complicado determinar cuál es la aportación de cada uno. Se abre con una secuencia circular muy reconocible secundada por una preciosa sección de cuerdas adornada por todas partes con los clásicos efectos espaciales de Jarre. El desarrollo melódico y el esquema de la misma nos parece muy cercano al de la segunda mitad de “Chronologie 1” (1993) y, en menor medida al de la banda sonora de Jarre para el documental de Jacques Cousteau, “Palawan” (1991). La incorporación de coros infantiles en forma de “sample” en el momento final nos reafirma en el parecido con “Chronologie 1” y también con algunas obras del propio Zimmer. La duración de la pieza es el único “pero” que le encontramos ya que nos sabe a poco.
“Exit” - En entrevistas recientes, Jarre ha hablado de los colaboradores de su album como personas con una relación muy especial con la tecnología y no exclusivamente con la música. Sólo de ese modo se puede justificar la presencia aquí del invitado más sorprendente, tanto, que su propio nombre fue mantenido en secreto por Jarre hasta última hora, dejando sólo unas iniciales como única pista de su identidad. El músico nunca ha ocultado su gran admiración por Edward Snowden desde que saltó a las primeras páginas de los medios de todo el mundo al revelar el espionaje al que somete la NSA a gobiernos y particulares de todo el mundo a través del control de las comunicaciones electrónicas. En “Exit”, Snowden interviene en la parte central con un pequeño discurso sobre la privacidad y el riesgo de que esta desaparezca por completo en un mundo digital como el nuestro. En lo musical podemos considerar a “Exit” como uno de los temas en solitario del disco ya que Snowden no aporta nada en este aspecto. Jarre opta por un enfoque muy repetido a la hora de tratar de reflejar musicalmente el mundo moderno: imprimir velocidad a la pieza. Una velocidad frenética en este caso ya que apenas hay descanso para el oyente durante los más de seis minutos de duración de la misma (si obviamos la pausa en la que aparece Snowden). Secuencias de vértigo, ritmos desenfrenados y multitud de efectos electrónicos se sucedan sin cesar a lo largo de la composición que tendría puntos en común con “Oxygene 11” y “Oxygene 12” así como con alguna que otra pieza menos conocida del repertorio de Jarre como “Body Language”, descarte del disco “Metamorphoses” (2000). Con toda seguridad es una de las piezas que más controversia despertará en el seguidor del músico francés por lo inhabitual de su propuesta.
“What You Want” - Provocadora, polémica, iconoclasta... cualquier adjetivo se queda corto a la hora de describir a Merril Beth Nisker, más conocida como Peaches. La artista canadiense afincada en Berlín no deja a nadie indiferente. Sus actuaciones y videoclips dejan como meras bromas adolescentes a los de Madonna o Lady Gaga, tenidas por muchos como el paradigma de la provocación y el escándalo. Además de todo esto, Peaches compone, canta y toca todo tipo de instrumentos electrónicos (incluyendo el “laser harp” en los conciertos) y ha creado un sonido y una imagen absolutamente personal. Jarre se adentra en terrenos pertenecientes al “hip hop” y lo hace, desde nuestro punto de vista, con gran acierto. Una base rítima poderosa llena de “samples” y efectos vocales que nos hacen recordar al Jarre de “Zoolook” acompañan al desafiante texto de Peaches que lo defiende con maestría. Una de nuestras piezas favoritas del trabajo aunque entendemos que esa opinión no será compartida por la mayoría de los seguidores del músico francés.
“Gisele” - Desde sus inicios, siempre se ha definido como el hijo musical de Jean Michel Jarre aunque sus estilos no tengan demasiados puntos en común. Sebastien Tellier es una más entre las figuras que han surgido en el país vecino en los últimos años alrededor de la electrónica, aunque su estilo es algo más amplio ya que utiliza todo tipo de instrumentos y se mueve con igual soltura en registros pop, rock o más puramente electrónicos. Un tipo sin complejos que llegó a representar a su país en la edición más “friki” que se recuerda del Festival de Eurovisión. Es inevitable que cualquiera que escuche los primeros momentos de “Gisele” piense de forma inmediata en los españoles “Azul y Negro” y es que el tema central es carne de sintonía televisiva de retransmisión ciclista. Sin embargo, es una de las canciones con un espíritu “jarrero” más marcado, cercana a éxitos como “Magnetic Fields 2” (1981) tanto en melodías como en ritmo. Lo que verdaderamente nos fascina es la evolución de la parte vocal, con un desarrollo melódico que nos parece brillante y que Tellier defiende con acierto con su voz procesada y distorsionada por obra y gracia de los recursos inagotables del estudio de Jarre. “Gisele” es un tema extremadamente comercial pero con una factura excelente que nos recuerda que la calidad no tiene por qué estar reñida con la comercialidad, conjunción en la que Jarre ha sido un maestro en muchos momentos de su carrera.
Jean Michel Jarre con Sebastien Tellier.
“Switch on Leon” - Si hay una colaboración inesperada en el disco, no por la incompatibilidad de estilos sino por la polémica que tuvieron años atrás con el propio Jarre, esa es la de la banda británica The Orb. Iconos de la música electrónica en los años noventa, fueron requeridos por el músico francés para realizar una remezcla de su single “Oxygene 8” (1997) que no fue publicada por decisión del propio Jarre. Poco después, ellos mismos la lanzaron bajo el título de “Toxygene”. La pieza que nos ofrecen es un homenaje a Leon Theremin y una de nuestras favoritas de todo el trabajo. Es un trabajo abstracto, ambiental, lleno de efectos electrónicos que nos remite al Jarre más arriesgado de su carrera, aquel que introducía piezas realmente vanguardistas en discos como “Magnetic Fields” (1981), “Music for Supermarkets” (1983) o “Zoolook” (1984), rodeadas de auténticos éxitos pop. Incluso el uso del “theremin” (si es que es un theremin real) está aquí mucho más contenido que en otros momentos en los que Jarre ha perpetrado auténticos destrozos con él. A lo largo del corte, escuchamos distintos fragmentos vocales hablando del instrumento, incluyendo el inicial en el que es la voz la del propio Leon Theremin la que nos introduce en la música.
“Circus” - Quizá el menos artista menos conocido de los dos volúmenes de “Electrónica” sea Siriusmo, productor alemán. Su estilo desenfadado y su extensa producción, dada su juventud, le han procurado un lugar de cierta relevancia en la escena electrónica aunque aún no ha dado el paso que le convierta en una referencia. Encontramos aquí varios homenajes. El primero y más breve en los segundos iniciales en los que creemos reconocer a los Kraftwerk de los primeros años. El segundo, algo más evidente y mencionado por el propio Jarre en la presentación del disco en Barcelona en fechas recientes: la secuencia barroca con la que se abre el tema que se puede escuchar en clave de tributo a Wendy Carlos. A partir de ahí aparece una marcada secuencia rítmica que sirve como base para todo tipo de efectos electrónicos de excelente factura. Hasta aquí, “Circus” podría ser un hermano pequeño de “Zoolookologie” (1984). Cuando aparece la melodía central, que muchos, de forma benévola, han calificado de naíf, la pieza se viene abajo. No deja de ser un corte divertido pero esperabamos más de un comienzo tan bueno. Hay un último homenaje con la aparición de la características voces robóticas de Daft Punk en el segundo tramo de la pieza pero no consigue que el tema remonte el vuelo, en nuestra opinión.
“Why This, Why That and Why” - Conseguir que una tus composiciones se convierta en el tema de presentación de un personaje de “The Simpsons”, aunque este sea tan secundario como Duffman, es llegar a donde pocos músicos lo han hecho. El sentido del humor ha sido siempre una característica de la música de Yello, la banda suiza que triunfó en los años ochenta con singles como “Oh Yeah” o “The Race”. La pieza diseñada por Jarre es una melodía solemne en su comienzo que va acelerandose ligeramente e incorporando nuevos elementos como un coro infantil, una sección de cuerda y una suave percusión. El texto está reciclado de una canción de Dieter Meier escrita para su disco en solitario “Out of Chaos” (2014) que finalmente no entró en aquel trabajo y lo canta el propio autor con ese registro tan particular que sólo artistas como Leonard Cohen comparten con él.
“The Architect” - Hace muchos años que Jarre hablaba ya de una colaboración con Jeff Mills. El DJ que dio forma al conocido como “sonido Detroit” es uno de los nombres clave en la escena electrónica norteamericana y su presencia aquí se antoja como algo natural. En entrevistas previas, Mills comentaba que Jarre le habló de un concepto alrededor del que construir la pieza que hablaba de un tren en movimiento junto a un río. Cuando apareció el primer volumen de “Electronica” pensamos que esa idea había pasado definitivamente a la colaboración de Jarre con Lang Lang que se titulaba precísamente así: “The Train and the River”. Sin embargo, el comienzo de “The Architect” con una clara imitación de una locomotora poniéndose en marcha nos indica que esa idea seguía estando presente aquí. Estamos frente a un tema tecno muy en la linea de la obra de Mills, especialmente en lo relativo a las percusiones y a su conocido desempeño con la caja de ritmos Roland TR909. Quizá peque de falta de desarrollo, algo común a muchos otros cortes del disco, limitados por la duración del mismo pero nos parece un tema muy interesante con algunos momentos de caos controlado de esos que de cuando en cuando nos regala Jarre como aquel “Moon Machine” de 1986.
“Swipe to the Right” - Teniendo en cuenta que su anterior disco publicado en 2010 estaba dedicado al “blues” y que en los últimos meses estaba trabajando en otro de canciones “country”, el nombre de Cyndi Lauper, una de las mayores estrellas del pop norteamericano de los ochenta, no parecía, ni remotamente, un candidato a tener en cuenta para una colaboración con Jean Michel Jarre. Y lo cierto es que el resultado es espectacular. Jarre y una Lauper más vulnerable que nunca nos regalan un temazo pop que no tiene mucho que envidiar a los éxitos de la artista en sus mejores años. Los arreglos son impecables aunque algunos elementos nos traigan a la memoria algún hit del pasado (el piano eléctrico que marca el ritmo en los primeros momentos es muy parecido al del “Words” de F.R.David). La canción nos reserva una sorpresa en forma de coda final con un desarrollo instrumental brillante en el que escuchamos la caja de ritmos fetiche del compositor francés, la Korg Mini Pops junto con los clásicos sonidos planeadores del Eminent que definieron el sonido de Jarre en los años setenta.
“Walking the Mile” - Llegando al final del disco encontramos al colaborador que más historia en común ha tenido con Jarre. Christophe es un cantautor francés muy conocido en los años sesenta gracias a “Aline”, canción que alcanzó ventas que según algunas fuentes, rondaron el millón de ejemplares. Ya en los setenta, Christophe grabó un par de discos en los que un desconocido Jean Michel Jarre escribió las letras de la mayoría de las canciones. En su banda de entonces estaban Dominique Perrier y Roger Rizzitelli, músicos ambos que colaboraron posteriormente con Jarre en su carrera en solitario, particularmente el primero de ellos que fue una presencia constante en sus discos y giras durante muchos años. Su participación en “Electronica” tiene lugar en uno de los cortes más extraños del disco. El tema empieza muy bien con una serie de acordes que descansan sobre una secuencia electrónica marca de la casa. Christophe empieza a cantar entonces con su particular timbre fragil aunque no parece que su narración encaje con el entorno musical que la acompaña. Hay diferentes pausas en el tema y lo cierto es que con cada escucha gana algo más. Como ocurría con el corte anterior, al final del mismo tenemos una larga sección instrumental en la que Jarre se explaya con distintos juegos de percusión y baterías electrónicas que nos descolocan un tanto. Pese a todo, creemos que es una canción que ganará con las sucesivas escuchas. Aprovechamos aquí para recomendar “Les Vestiges du Chaos”, magnífico disco de Christophe aparecido hace unas semanas, lleno de sonidos y paisajes electrónicos verdaderamente interesantes. Jean Michel Jarre vuelve a participar aunque sólo como letrista de la canción que da título al trabajo.
Jean Michel Jarre & Christophe.
“Falling Down” - La colaboración más peculiar del disco es esta en la que, en palabras del propio músico, colabora con el Jean Michel Jarre de hace veinte años, tratando los sonidos actuales con la perspectiva que tenía entonces. El comienzo es prometedor, con una magnífica secuencia rítmica que sitúa nuestras expectativas en lo más alto. Cuando Jarre empieza a cantar a través del vocoder el tema se vuelve convencional y los arreglos de cuerda y percusión no consiguen mejorarlo demasiado. Con una producción más rica y cuidada, nos recuerda al Jarre errático de la etapa en que creó The ViZitors, el grupo de corta vida que formó con el japonés Tetsuya Komuro y Francis Rimbert a finales del año 2000.
“The Heart of Noise (the Origin)” - Cerrando el disco encontramos la que fue la primera piedra de todo el proyecto. La “demo” con la que Jarre comenzó a dar forma a una aventura que, con toda seguridad, a sobrepasado sus expectativas más optimistas. Su inclusión como cierre funciona como otro clásico recurso del músico francés: la despedida con una pieza en un tono menor y desenfadado de forma similar a los cierres de discos como “Equinoxe” (1978) o “Magnetic Fields” (1981).
Para formular un juicio definitivo habría que contar con el testimonio de un testigo que tardará en pronunciarse: el tiempo. Nuestra impresión tras unas pocas escuchas de la segunda entrega es que “Electronica” es un proyecto extraordinario con el que Jean Michel Jarre abre un importante abanico de nuevas perspectivas para sus seguidores más allá de esperar un nuevo “Oxygene” que, probablemente, ni llegará, ni tendría ningún sentido. Es inevitable que cada seguidor tenga su propia lista de colaboradores que debían haber estado aquí y otra similar con los nombres que no le encajan dentro del disco. Como hemos señalado en los comentrarios de cada corte, hay muchos homenajes en ellos (voluntarios o no) a músicos que no están presentes en el proyecto lo que amplía mucho la panorámica que de la música electrónica ha querido ofrecer Jean Michel Jarre en un trabajo que, en nuestra opinión, devuelve al francés al grupo de artistas a los merece la pena seguir prestando atención. La experiencia, además, parece haber animado al músico a continuar expandiendo sus contactos con otros artistas como parece desprenderse de un vídeo reciente en el que se sugiere que Jarre participará de algún modo en el próximo disco de Gorillaz, la banda virtual de Damon Albarn.
Cartel de la próxima gira de Jean Michel Jarre
La paternidad del cuento de Andersen que citabamos al comienzo está discutida y, de hecho, existen historias muy similares en varios países escritas mucho antes que la, digamos, adaptación del escritor danés. Tampoco la idea de hacer un disco de colaboraciones es algo nuevo ya que muchos artistas han optado por ese recurso en algún momento de sus carreras pero del mismo modo que “El traje nuevo del emperador” ha quedado como la versión definitiva de la fábula, queremos ver a “Electronica” como uno de los más refinados ejemplos de colaboración artística que hemos escuchado y que va, como dice el propio Jarre “más allá del hecho de incluir un invitado por lo bien que queda su nombre en la contraportada”. En las 30 colaboraciones hay momentos de verdadera comunión entre los artistas implicados. Instantes en los que se reconoce perfectamente a cada uno de ellos junto con otros en los que lo que suena es nuevo en las trayectorias de ambos. Ese es el gran mérito de “Electronica”, al margen de todo lo que tiene de auto-homenaje, incluyendo las citas y guiños a momentos muy determinados de la carrera de su instigador. Os dejamos con un video en el que podéis escuchar fragmentos de todos los cortes del segundo volumen:
Bajo la apariencia de una joven muchacha que podría pasar por una aspirante a cantautora de esas que recorren los bares y pubs californianos buscando un sitio en el que tocar una noche con la esperanza de que algún productor despistado apure allí la última cerveza del día, se esconde una artista fascinante. De qué otro modo si no podemos calificar a alguien que basa su primer disco en una obra de Eurípides, lanza un segundo que comparte similar inspiración clásica y un tercero inspirado en una novela de Colette.
Las literarias no son, sin embargo, las únicas influencias poco convencionales. La música de Julia Holter le ha hecho acreedora de comparaciones con artistas de la talla de Laurie Anderson o Meredith Monk sin tener realmente mucho en común con ellas a primera vista. Tras un periodo formativo que no se sale de lo común, la cantante se planteó su futuro como profesora hasta que un día se sentó a componer y le salió una canción. A partir de ese momento todo pareció más sencillo. Gracias a las facilidades que ofrece la tecnología actual, Julia grabó sus primeras canciones que aparecieron en distintos recopilatorios de distribución local y poco después, reunió suficiente material para un primer disco. Todo ello, como quien dice, sin salir de una habitación de su casa. En aquel tiempo, además, conoció a Linda Perhacs, todo un fenómeno paranormal de esos que a veces ocurren en la música. Se trata de una cantautora que publicó un disco en 1970 que pasó desapercibido hasta que fue redescubierto a comienzos de la década pasada por el movimiento “new weird america”. Se trata de una corriente compuesta por artistas que buscaban su inspiración en discos olvidados de aquellos años, preferentemente con componentes de psicodelia y folk. Julia tocó en varios conciertos con Linda antes de lanzar su disco de debut.
Vamos a centrarnos hoy en su trabajo más reciente, aparecido el año pasado y para el que contó con una serie de músicos de acompañamiento con los que pudo reducir la carga de electrónica de anteriores trabajos. Se trata de los percusionistas Corey Fogel y Kenny Gilmore, el bajista Devin Hoff, Danny Meyer (saxo y clarinete), Chris Speed (saxo), Andrew Tholl (violín) y Christopher Votek (violonchelo). Julia canta y se encarga de los teclados.
Julia Holter.
“Feel You” - Con un sonido de clavicordio comienza un tema encantador en el que escuchamos la voz de Julia en forma de “sample” como parte de la estructura rítmica de la que se encarga la batería mientras que el contrabajo ocupa un papel más melódico. Las cuerdas están muy equilibradas y acompañan a la perfección a la voz de Julia que canta con una extraña alegría inocente.
“Silhouette” - La elección de los sonidos y la combinación de los mismos es una de las características más originales del sonido de Julia Holter. El uso de la voz como un instrumento más también lo es aunque en este sentido puede recordar a otras figuras como la de Kate Bush. En este corte podemos disfrutar de la versión de la artista más cercana a la de la intérprete de “Wuthering Heights”, siempre en un tono más comedido. La coda final con las cuerdas interactuando con la voz tratada electrónicamente de la artista es, sencillamente, magistral.
“How Long?” - Holter se transforma explorando los registros más graves de su voz en el comienzo de esta pieza para luego ofrecernos un precioso despliegue vocal en lo que podríamos llamar el estribillo de la pieza. Es como si en medio de una canción de Suzanne Vega apareciera Laurie Anderson sin previo aviso interpretando una balada sacada de un musical. Absurdo en apariencia pero extraordinario una vez que lo escuchas.
“Lucette Stranded on the Island” - Una serie de raras percusiones es la forma con la que Julia comienza la siguiente canción en la que hace su entrada casi susurrando una serie de notas al estilo de Björk o Stina Nordenstam. La melodía tiene un regusto impresionista, como sacada de un cuaderno de notas olvidado de Erik Satie y todo ello combinado conforma un conjunto verdaderamente original. Una de las grandes canciones del disco.
“Sea Calls Me Home” - Volvemos al clavicordio usado de forma rítmica para abrir una canción de sabor “retro” en un primer momento que se ve acentuado por el uso de silbidos y los arreglos de batería en la sección central. Es entonces cuando escuchamos un solo de saxo acompañado de cierta distorsión electrónica en un tramo final que nos recuerda lejanamente (de nuevo) a Björk.
“Night Song” - Basta una frase como la inicial para ponernos en alerta. La canción comienza de un modo prometedor en todos los sentidos: melodía, arreglos e interpretación son soberbios e inquietantes al mismo tiempo. Si Badalamenti no hubiera estado disponible para hacer la banda sonora de Twin Peaks en su momento, una música como esta habría podido ocupar su sitio sin desmerecer en absoluto a la de aquel. En la parte final las cuerdas se atreven a sonar casi minimalistas para dibujar una coda extraordinaria que termina bruscamente, como muchas de las canciones del disco.
“Everytime Boots” - Nada que ver el corte anterior con la animada canción que le sucede en el orden del disco. Con una percusión sencilla pero impecable, Julia nos arrastra a través de un ritmo infeccioso (con pinceladas de “country”) a lo largo de una montaña rusa de acelerones y pausas que nos desconciertan en un principio y nos enamoran una vez que entramos en su juego.
“Betsy on the Roof” - No parece sencillo hacer que una balada con piano suene diferente pero Julia Holter lo logra aquí aprovechando para demostrar que tampoco se desenvuelve mal con las teclas al margen de sus recursos vocales que son mucho mas vastos de lo que parece indicar su aspecto (si es que este puede dar una idea de las capacidades de una intérprete).
“Vasquez” - Cambio de registro con giro inesperado hacia el jazz en el corte más vanguardista del disco que también es uno de nuestros favoritos. Hay un aire nostálgico y una mirada a medio camino entre el Herbie Hancock de la etapa “Mwandishi” y los AIR de “Moon Safari” para dar forma a una canción indescriptible y maravillosa al mismo tiempo.
“Have You in My Wilderness” - Si cerramos los ojos podemos imaginarnos sin problemas a Laurie Anderson recitando el texto que abre la canción. Paulatinamente, con la adición de nuevos instrumentos y melodías, el tema se separa del estilo de Laurie y va entrando en el territorio propio de Julia y adoptando una cadenciosa forma repetitiva que encaja perfectamente como despedida
Hasta el día de hoy, la crítica ha sido unánime en sus elogios hacia Julia Holter y cada disco ha sido acogido con mayores loas que el anterior. En cierto modo, se ha convertido en la musa de toda una generación de oyentes a los que muchos calificarán inmediatamente de “hipsters” pero ni siquiera ese pretendido encasillamiento puede ocultar el hecho de que Julia es una artista llena de talento que ha sabido encontrar la vía adecuada para dejarlo salir.
Por nuestra parte, tenemos claro que es una artista que va a seguir creciendo en el futuro y, por lo tanto, a la que vamos a seguir con mucha atención. Como despedida, uno de los cortes del disco interpretado en directo: