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miércoles, 27 de agosto de 2014

Stone Age - Les Chronovoyageurs (1997)



Cuando surge un artista destacado en un campo y ámbito geográfico determinados, lo normal es que no sea el único sino la parte visible de un grupo más amplio, estén relacionados sus miembros entre sí o no. En estos casos, pueden ocurrir dos cosas: que el éxito de ese artista arrastre a los demás atrayendo la atención hacia ellos, en cuyo caso terminamos por hablar de una escuela o movimiento o todo lo contrario. En el segundo supuesto, las obras de la estrella eclipsan todo lo que surge a su alrededor.

Algo así podría haber sucedido en la Francia de los años setenta con el éxito de Jean Michel Jarre y su “Oxygene”. Mientras que en Alemania los nombres de Klaus Schulze, Tangerine Dream, Manuel Gottsching, etc. terminaron por ser agrupados en la llamada “escuela de Berlín”, en el país galo la figura de Jarre ensombreció a toda una generación de músicos electrónicos cuya obra, en muchos casos, era igualmente interesante.

El de Dominique Perrier sería uno de esos casos aunque con algunas peculiaridades. Perrier conoció a Jarre en los primeros setenta cuando formaba parte de la banda del cantante Christophe. En aquel entonces, el músico se encargaba ya de toda la cacharrería electrónica del popular vocalista mientras que, curiosamente, Jarre se limitaba a escribir las letras de las canciones. En 1976, uno y otro publicaron sendos trabajos de música electrónica instrumental con un single pegadizo que alcanzó cierta relevancia. El de Jarre se titulaba “Oxygene 4” y todos sabemos lo que ocurrió después. El de Perrier, bajo el nombre de “Space Art”, se ttulaba “Onyx” y, aunque obtuvo un éxito moderado, no alcanzó la popularidad del single de su colega. Dominique publicó tres discos más con Space Art pero en 1981 atendió la llamada de Jean Michel Jarre para formar parte de su banda en un gira que estaba a punto de iniciarse, nada menos que por China. El teclista aceptó y a partir de ese momento se convirtió en uno de los colaboradores más estrechos de la estrella francesa subordinando su carrera en solitario a los huecos que le permitía la agenda de grabaciones y conciertos de Jarre.

Esto cambió en 1994. Jarre acababa de terminar la que fue su primera gran gira de conciertos por toda Europa y Perrier pensó que quizá ese fuera un buen momento para centrarse de nuevo en su carrera de forma independiente. Dos años antes había formado Stone Age, una banda que mezclaba música celta (particularmente de origen bretón) y electrónica de un modo similar al trabajo de Deep Forest con melodías y sonidos de todo el mundo y parecía una buena oportunidad para que el grupo grabara su primer trabajo. Un poco después, en 1997, aparecía “Les Chronovoyageurs”, quizá el disco más completo del grupo que será el trabajo que comentemos hoy. Los miembros de Stone Age, que utilizan sobrenombres para firmar sus participaciones en los discos son: Jerome Guegen (alias Lach’llaouet) que interpreta piano, gaitas y teclados además de cantar, Marc Hazon (Marc de Ponkallec), batería, guitarra y voces, el sintesista Dominique Perrier (Terracotta) y Michel Valy (Kervador) que se encarga del bajo, la mandolina, las guitarras acústicas y suele ser el vocalista principal. En la grabación de “Les Chronovoyageurs” interviene, además, un buen número de invitados. La lista la integran Janette Woollacott, Marielle Herve, Brenda Herve, Gaelle Herve y Edith Lefel (voces), Youenn Leberre (gaitas y flautas), Loic Taillebrest (gaitas), Patrick Rondat (guitarra eléctrica), Rene Lebhar (guitarras), Gilles Chabenat (zanfona), Claude Samard (guitarras, bouzouki), Richard Arame (guitarra eléctrica), Robert Legall (violín) y Jean François Perrier (guitarra acústica).

Integrantes de Stone Age.


“Lines of Stone” – Sintetizadores y bajo crean un ambiente ensoñador para que Janette Woollacott comience a cantar una pieza muy tranquila ayudada por Marielle Herve. Aparecen entonces profundos acordes electrónicos y un bonito solo de bajo. Los últimos instantes están marcados por la preciosa intervención de un dúo de gaitas lleno de fuerza. Como comienzo es una gran pieza y un buen anticipo de lo que nos deparará el resto del disco.

“Maribrengael” – Ritmos más contemporáneos nos dan la bienvenida al único tema del disco con origen en una melodía tradicional. La canción, en idioma bretón, combina las voces de las hermanas Herve con las de los miembros masculinos del disco y se acerca mucho a los postulados de grupos como Deep Forest que hicieron fortuna en la primera mitad de los años noventa. De nuevo las gaitas aportan un toque épico a una de las piezas más completas del disco que sirvió, además, como single.



“La Nuit des Korrigans” – La influencia de Deep Forest de hace más que evidente en los primeros instantes de la pieza con profusión de “samples” de corte étnico. Como en el caso anterior, escuchamos ritmos modernos y sonidos cercanos a la música de baile pero que no llegan a distorsionar una composición muy notable. La guitarra de Richard Arame, emula, ignoramos si de modo intencionado, a la de Mike Oldfield en sus breves intervenciones. Las intervenciones vocales simulan en muchos momentos las de pequeños duendes o elfos que es, precisamente, lo que son en la mitología bretona los “korrigans” a los que se alude en el título.

“Perceval” – Un comienzo puramente electrónico, inspirado en la música de décadas pasadas (Vangelis, el propio Jarre...) abre de modo solemne una de nuestras piezas favoritas en el disco, dedicada a Perceval, uno de los Caballeros de la Mesa Redonda de la leyenda artúrica. Aparte de los sintetizadores y de las voces de los cuatro miembros del grupo, ocupa un lugar destacado en la pieza Rene Lebhar a las guitarras, dando el toque justo en cada momento.

“Maureen Maguire” – Otra de nuestras piezas predilectas comienza con sonidos de armaduras caminando pesadamente en el campo antes de que suene una preciosa introducción de guitarra acústica. Una serie de “samples” vocales marcan el paso hasta que empezamos a escuchar un ritmo electrónico sobre el siempre ensoñador sonido del “Eminent”, uno de nuestros sintetizadores favoritos a la hora de creas sonidos de cuerdas y fundamental en el sonido de Jean Michel Jarre en los setenta. Como ocurre en muchos de los cortes del disco, la parte vocal se organiza como un diálogo entre voces femeninas (con un toque del Mike Oldfield más pop, todo sea dicho) y masculinas. Los toques célticos los ponen los sintetizadores imitando arpas, gaitas e incluso pizzicatos de violines. Aunque el sonido es artificial, el conjunto es muy convincente.

“Podour Bihan” – Una rotunda introducción electrónica a base de capas de sonidos combinandose y de un ritmo programado muy adictivo abre un tema fantástico en el que las melodías entran a ráfagas sin dejar apenas respiro al oyente. Gigas, “reels” y todo tipo de danzas tradicionales se suceden en forma de sonidos sintéticos durante toda la composición. Sin duda, una de las mejores de todo el trabajo.

“Morglaz” – Superado el tramo central del disco, tenemos otra buena canción en la que escuchamos voces procesadas con efecto “vocoder” cuya mejor parte, probablemente, la ponga el bajo de Michel Valy, quien también destaca aquí a la mandolina.

“Reverans” – Sin solución de continuidad entramos en la siguiente pieza del trabajo que se abre con un pasaje de experimentación electrónica interrumpido por un ritmo contundente y una serie de cantos bretones. Probablemente sea uno de los momentos más intensos del disco, especialmente a partir del interludio central, adornado de percusiones tribales que preceden a la repetición del tema central.

“Liz” – Una atmósfera misteriosa en la que destaca la vihuela por encima de la electrónica, sirve como introducción a una canción en con dos partes muy diferentes. En la primera, más acústica, escuchamos gaitas, guitarras acústicas y percusiones además de todo el complejo aparato electrónico. En la segunda, con un ritmo algo más vivo, aparecen las flautas y un soberbio solo de guitarra eléctrica a cargo de Patrick Rondat, auténtico “guitar hero” cuyo estilo encaja aquí a la perfección, incluso en los duelos con las gaitas.

“L’Homme-Goeland” – El sonido de un piano en las proximidades de lo que podría ser una charca es el comienzo del siguiente corte. Se apunta una bonita melodía en estos segundos iniciales que más tarde se verá refrendada por el coro. Cuando aparecen el resto de instrumentos lo hace también una pegadiza melodía de flauta que se repetirá a lo largo de toda la composición. Una preciosa tonada de inspiración céltica como todo el disco. En la parte final, los ritmos electrónicos se combinan de forma fantástica con un canto que se diría tradicional, para prácticamente cerrar uno de los cortes más interesantes del disco por la variedad de elementos e influencias que en él se pueden apreciar.



“Le Dragon de Noz-Art” – Retomamos la línea épica con un tema que combina la energía de las gaitas con las secuencias electrónicas y los fondos atmosféricos más clásicos de la corriente “planeadora” de los setenta. La gran influencia que Vangelis ha ejercido siempre sobre Dominique Perrier (algo que se puede apreciar en sus discos con Space Art) aparece aquí con toda claridad a pesar del “disfraz” celta bajo el que se trata de disimular.

H2πR” – Cerrando el disco encontramos un tema ambiental en el que los sintetizadores construyen una atmósfera onírica a la que las gaitas y las voces aportan una especie de punto de contacto con la realidad.

Stone Age no han alcanzado una especial relevancia fuera de Francia, si exceptuamos Japón, país en el que alcanzaron ventas muy elevadas con cierta regularidad. Ello no debería alejar nuestra vista de su trayectoria y de este disco en particular, que juzgamos muy interesante. De un modo particular, además, encontramos muchos elementos en él que creemos que influyeron notablemente a Jean Michel Jarre a la hora de afrontar su disco “Metamorphoses” aunque Perrier ya no colaboraba en aquellas fechas con el autor de “Oxygene”. Los ritmos de “Perceval” o “Maureen Maguire”, los sonidos del comienzo de “Podour Bihan” (reflejados en el “Hey Gagarin” de Jarre) o la similitud en cuanto a estructura y concepto de “H2πR” con “Shilhouette” nos reafirman en esta idea.

Los lectores interesados en el disco, lo tienen disponible en los enlaces habituales.

amazon.es

bol.com

Nos despedimos con un pequeño "teaser" con fragmentos de todos los temas del trabajo:

 

martes, 28 de agosto de 2012

Jean Michel Jarre - Chronologie (1993)



Con los discos de Jean Michel Jarre es muy difícil saber qué fue primero: la gallina o el huevo. Dicho de otra forma, desde “Rendez-Vous” en 1986 hasta nuestros días, todo nuevo trabajo iba emparejado con algún tipo de encargo, ya fuera un macroconcierto, una gira, una exposición, etc. Así que no es sencillo establecer si el disco nace como respuesta al encargo o si, por el contrario, Jarre aprovecha la ocasión para ir dando salida a la música que va componiendo.

Algo de esto ocurre con “Chronologie”, el disco del que toca hablar hoy. Pongamonos en situación y viajemos hasta 1992. Jean Michel Jarre tiene ya una carrera bastante sólida en la que sus discos funcionan muy bien en todos los sentidos y aún está reciente su macroespectáculo de La Defense en París, con una asistencia que batió cualquier record imaginable. Apenas unos meses atrás acaba de publicar el recopilatorio “Images” que también ha tenido una buena acogida y llega el momento de plantearse un nuevo disco. La historia cuenta que el músico tenía en mente escribir una larga suite al estilo de sus discos iniciales con el tiempo como concepto fundamental. Lo cierto es que en aquellos momentos recibió una llamada de Nicholas Hayek. Se diría que Jarre tiene imán para este tipo de personajes hechos a sí mismos y capaces de construir todo un imperio casi de la nada (pensamos en su principal valedor, Francis Dreyfus”). Hayek se hizo con el control de dos de las mayores empresas relojeras suizas en los ochenta, cuando éstas atravesaban un momento crítico ante la avalancha que llegaba desde Japón (¿quién no tenía un Casio en aquellos años?). El empresario reorganizó las dos empresas y creó la marca Swatch para identificarlas. Hoy en día asociamos el nombre Swatch con relojes de plástico, más bien baratos y dedicados a coleccionistas pero esa es sólo una de sus lineas ya que el Grupo Swatch posee marcas como Omega, Longines, Tissot, Certina o Calvin Klein Watches lo que puede dar una idea de las dimensiones reales del conglomerado que dirigia el empresario de orígen Libanés. Volviendo al tema que nos ocupa, Hayek quería celebrar el lanzamiento del Swatch cien millones con un espectáculo de luz y sonido en la estación de esquí alpina de Zermatt, sede de la firma para lo que pensó en Jean Michel. Paralelamente a eso, Swatch iba a lanzar una nueva linea de relojes llamada “Musicall” con una particularidad: la melodía de la alarma iba a ser una composición exclusiva creada por distintos músicos para cada modelo. El reto era interesante porque la melodía sólo podía constar de 2 notas y 15 pulsos por la propia limitación del reloj. El primer encargo fue, precisamente para Jean Michel Jarre y hubo una segunda melodía a cargo de Philip Glass (una segunda tanda de relojes con una melodía más compleja de 7 notas aparecería después con composiciones exclusivas de Paulo Mendonça, Nam June Paik, Peter Gabriel o Candy Dulfer).

Swatch Musicall "Europe in Concert". Primero de la colección con música de Jarre.


Tenemos pues el motivo, el medio y la oportunidad con lo que, si se nos permite la broma, el crimen era ya inevitable. Para el espectáculo de Zermatt, exclusivamente audiovisual y grabado, sin nada de música en directo, Jarre compuso una pieza nueva que luego adaptaría para el disco. En cualquier caso, lo más interesante de la colaboración con Swatch no iba a ser ni la alarma de los relojes ni el show de Zermatt, modestísimo si lo comparamos con los habituales macroconciertos del músico sino el patrocinio de la marca suiza de la que iba a ser la primera gira internacional del músico que iba a recorrer el viejo continente a lo largo de 1993, lo cual era ya un acontecimiento puesto que hasta ese momento y con la única excepción de la gira por China de 1981, los conciertos de Jarre eran algo puntual y mastodóntico.

El retorno comentado anteriormente a los viejos conceptos se iba a materializar en “Chronologie”. Aún no se habían puesto de moda en aquel entonces las segundas partes de discos de éxito como los sucesivos “Tubular Bells” de Mike Oldfield aunque ya en ese año de 1993, Meat Loaf publicó la secuela de su “Bat Out of Hell”. De haber sido tan populares en ese momento como ahora, no nos habría resultado extraño que “Chronologie” hubiera llevado el título de “Equinoxe 2” ya que, en muchos aspectos, el nuevo disco que Jarre repetía esquemas y conceptos de su disco de 1978. Como en aquél, el disco se divide en ocho cortes numerados correlativamente e incluso la portada (basada en un cuadro de Michal Granger, como aquella) recuerda en cierto modo a la de “Equinoxe”. Sin embargo, no estamos ante una revisión como la que haría, esta vez sí, unos años después, de su clásico “Oxygene” sino ante un disco hijo de su tiempo y si decimos esto en 1993, el disco tenía que tener una conexión con la música de baile mucho mayor que la de los trabajos anteriores. Este aspecto se deja notar en el disco pero aún más en los distintos singles, poblados de remezclas a cargo de distintos deejays.

Para la grabación de “Chronologie”, Jarre recurre a tres de sus más estrechos colaboradores: Francis Rimbert, Michel Geiss y Dominique Perrier e incorpora a un nuevo elemento absolutamente sorprendente en la persona de Patrick Rondat, jovencísimo guitarrista de heavy metal con el que haría alguna cosa más en los años siguientes. La aportación de Geiss, como era habitual, iba más allá de la mera interpretación puesto que, además de eso, construyó el “digisequencer”, secuenciador digital que sustiuiría en el estudio de Jarre al antiguo “matrisequencer”, también construído por el ingeniero muchos años atrás.

“Chronologie 1” – El disco se abre con un recurso tan común como unos latidos de corazón sobre los que empezamos a oir los clásicos efectos electrónicos del músico francés. Pronto, sobre un fondo grave, empieza a desplegarse lentamente una melodía que se extiende como los rayos del sol sobre el horizonte en pleno amanecer. La metáfora coincide con la evocada por la primera parte de “Equinoxe” y es que las similitudes entre ambos discos, como iremos señalando, son bastantes. El solemne comienzo ve resaltada su fuerza con la aparición de voces y coros electrónicos y algun que otro golpe de platillos. Este inicio grandilocuente enlaza con una especie de transición ambiental hacia el primero de los puntos fuertes del disco desde el punto de vista más comercial no sin antes volver a escuchar los latidos del comienzo del disco.

“Chronologie 2” – Un afilado órgano da la entrada de la segunda parte que en sólo unos segundos se va a convertir en un torbellino de energía y ritmo de esencias barrocas. Antes, nos encontramos con un guiño de Jarre a sus seguidores más antiguos al incorporar al tema un pequeño fragmento rítmico extraído de “Erosmachine”, cara B del primer single publicado por el músico en sus inicios, mucho antes de “Oxygene”. A partir de ese momento entramos en una fiesta de melodías y secuencias vertiginosas realmente apabullantes que nos muestran a un Jarre pletórico que continúa con la linea más clasicista de cortes como “Rendez-Vous 2” o “Industrial Revolution”. En la parte final, podemos escuchar, casi furtivamente, la guitarra eléctrica de Patrick Rondat, artista invitado del disco.



“Chronologie 3” – Para cerrar la que era la “cara A” del disco, el músico decide tomarse un respiro y mostrarnos su cara más relajada con una melodía atractiva y llena de contrastes sonoros entre el timbre cristalino que desarrolla la melodía principal y los profundos graves de reminiscencias industriales que la acompañan junto con unas cuerdas que suenan un punto artificiales para nuestro gusto. Ya en la parte final volvemos a escuchar a Rondat con un solo en clave de heavy metal que contrasta con el tono de la pieza pero que funciona a la perfección. El corte se cierra con un sonido de relojes u carillones que sirve de transición hacia el tema más popular del disco.

“Chronologie 4” – En los primeros segundos de la pieza escuchamos ya una peculiar melodía muy juguetona de aire “vintage” que no es sino la serie de 15 pulsos que el músico compuso para las alarmas de los primeros relojes Swatch Musicall. Tras esa breve introducción no tardamos en meternos de cabeza en el tema estrella de “Chronologie” que iba a servir de primer single y cuya popularidad en España fue máxima puesto que sirvió de sintonía de las retransmisiones televisivas del Giro de Italia de aquel año, prueba deportiva seguida diariamente por millones de personas en el momento de mayor popularidad de Miguel Indurain. No merece la pena extenderse más sobre el particular cuando la simple escucha de los primeros compases del tema os puede recordar inmediatamente este gran éxito.

“Chronologie 5” – Tras la agitación del corte anterior, entramos en uno de los segmentos más tranquilos del disco, al menos en sus minutos iniciales, con una melodía que casi podríamos calificar de ambient que se extiende a lo largo de un par de minutos. Después: la locura. Unas notas de bajo muy simples anticipan la entrada de una percusión potente en la linea de alguna composición anterior como “Calypso 2” de la que hablaremos algún día en el blog. A partir de aquí, una melodía discotequera rodeada de efectos hip-hop y “scratches” se adueña de todo el tema. Un corte realmente desconcertante que no terminaba de encajar dentro de lo oído hasta este momento pero que sonaría familiar a los asistentes al espectáculo al que aludíamos al comienzo en las montañas de Zermatt ya que su parte rítmica era una adaptación de la primera parte “Une Alarme Qui Swinge”, la pieza exclusiva compuesta por Jarre para el show. La segunda parte, por cierto, también aparece “reciclada” en “Chronologie”, concretamente en el corte anterior del disco que sirvió de single de presentación.

“Chronologie 6” – Cuando aún nos estamos recuperando de la sopresa anterior nos encontramos en medio de una de esas secuencias de bajo en las que Jarre es maestro a la que se van incorporando distintas percusiones y efectos y hasta una segunda secuencia que se engarza con la anterior provocando un efecto realmente atractivo (esto nos recuerda por fuerza a “Equinoxe 7” que usa un esquema similar). Con este armazón rítmico, el músico francés va componiendo una pieza que, a nuestro juicio, es la más destacada de todo el disco, por encima de la más popular cuarta parte. En el segmento final, Jarre se atreve con un solo de acordeón que luego utilizará en directo para añadir un elemento más a los conciertos.



“Chronologie 7” – Tras el momento más inspirado del disco, llega la parte más experimental que continúa con la tradición del músico de incorporar elementos vanguardistas a todos sus discos. Si existiera un recopilatorio de los temas más arriesgados del músico en este sentido, tras la parte central de “Magnetic Fields 1”, “Night in Shanghai”, “Wooloomooloo”, “Ethnicolor 2” o “Tokio Kid” debería figurar este segmento de “Chronologie”.

“Chronologie 8” – Los discos de Jarre suelen terminar con un tema solemne o con una broma. Éste lo hace con una combinación de las dos. Se abre con una introducción de órgano seria y profunda (adaptada de una banda sonora inédita que el músico escribió años atrás para un documental de Jacques Cousteau) y termina desembocando en una especie de fiesta hip-hop que no deja de descolocar al oyente y que se despide poco a poco entre la melodía de la alarma de Swatch, una cuenta atrás (preludio de los conciertos que se aproximaban, en cuyo comienzo se repetía esta misma cuenta) y los latidos de corazón con los que se abría el disco 42 minutos antes.

Imagen del primer concierto de la gira "Europe in Concert" en el marco incomparable de la abadía de Mont St.Michel.


“Chronologie” fue un disco muy bien recibido por los aficionados a la música del teclista francés en su momento y casi veinte años más tarde sigue siendo uno de los más valorados de su autor. En nuestra opinión, es un disco muy marcado por el momento en que fue grabado, una época en que la electrónica comenzaba a vivir una especie de edad de plata y en la que estaban surgiendo artistas y bandas por doquier rememorando en cierto modo la época dorada del género en los setenta. Ese ambiente sirvió para homenajear a alguno de los viejos maestros y, en cierto modo, el disco de Jarre es una especie de reivindicación propia de su papel en toda esta historia. Como indicamos más arriba, con “Chronologie”, Jarre se embarcó en una gira europea realmente exitosa en lo artístico pero con resultados no tan buenos en lo económico pero que devolvió al músico al primer plano de la actualidad durante un tiempo. Podeis comprar el disco en los siguientes enlaces:

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Os dejamos con el video promocional del espectáculo de Zermatt y el clip oficial de Chronologie 4: