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jueves, 2 de agosto de 2018

Kate Bush - The Kick Inside (1978)



Pregunta de Trivial Pursuit: ¿quién fue la primera mujer que logró llegar al número uno de las listas de éxitos británicas con una canción escrita por ella misma?. Estamos seguros de que muy poca gente acertaría una pregunta así y es algo natural porque el nombre de la artista no es uno de los que primero se nos viene a la cabeza al pensar en estrellas del rock y el pop. Lo que quizá sí sorprendería mucho a la mayor parte de la gente no es el “quién” sino el “cuándo” porque tan curioso acontecimiento tuvo lugar nada menos que en 1978.

Esto supone que en uno de los mercados discográficos más importantes del mundo, ninguna mujer había llegado al primer puesto con una canción propia hasta finales de la década de los setenta lo cual dice mucho, y poco bueno, sobre la industria musical y la sociedad del siglo pasado. Queda claro pues, que lo que consiguió Kate Bush con su canción “Wuthering Heights” fue un hito de mucha trascendencia. Más aún cuando reparamos en que lo logró con apenas 19 años de edad.

Repasemos un poco su biografía hasta ese momento. Kate nació en una familia con un modelo que ya hemos encontrado antes en otros músicos: padre británico y presumiblemente protestante y madre irlandesa católica que se empeña en educar a su hija conforme a esa confesión. Ambos progenitores, además, tenían inquietudes musicales siendo el padre pianista aficionado y la madre bailarina. Sus hermanos mayores, además, participaban activamente en la escena folclórica local del Condado de Kent así que, desde niña, Kate estaba familiarizada con distintos instrumentos entre los que se encontraba el piano, el órgano e incluso el violín y comenzó a escribir sus propias canciones casi al mismo tiempo que aprendía a leer. De hecho, en su etapa escolar grabó una cinta con un buen número de ellas que envió a distintas discográficas en su momento.

Probablemente el intento habría quedado aquí (o quizá no, porque si algo no le faltaba a la niña era determinación) pero resulta que la cinta llegó a oídos de David Gilmour. No de alguien que se llamaba igual sino de ESE David Gilmour. “Me intrigó aquella voz tan particular. Fui a su casa en Kent y conocí a sus padres. Allí, ella me puso una cinta con cuarenta o cincuenta canciones suyas y pensé ¿por qué no hacer algo?” declaró el guitarrista de Pink Floyd que, en aquel momento, trabajaba en los últimos retoques de “Wish You Were Here”. Tanto le gustó lo que oyó que decidió tomarse en serio la carrera de la joven pero no como cabría esperar, promocionandola como la nueva gran revelación del panorama musical británico sino financiando la grabación de una demo en condiciones, con un productor de la talla de Andy Powell y tres temas arreglados por el propio Gilmour. El guitarrista le llevó la cinta a los directivos de EMI consiguiendo un contrato para ella casi de forma inmediata. La discográfica, en lugar de lanzar a una joven de apenas 16 años como Kate al mercado, decidió invertir en su formación consiguiendole a alguno de los mejores profesores posibles, no sólo en el aspecto musical sino en el interpretativo (estudió mimo con el mismísimo Lindsay Kemp). Durante ese periodo de aprendizaje, Kate comenzó a tocar en pequeños locales con un pequeño grupo llamado The KT Bush Band”. Cuando llegó la hora de grabar el primer disco, la artista tuvo que hacer una de las pocas concesiones de su carrera precisamente en relación con sus músicos: mientras que ella quería grabar con su propia gente, en la discográfica tenían preparados a varios intérpretes de primera fila: Ian Bairnson y David Patton (del Alan Parsons Project, como lo era el propio Andy Powell), Alan Parker (guitarrista en el “Diamond Dogs” de David Bowie), Duncan McKay (teclista de 10cc), Bruce Lynch (bajista de Cat Stevens), el batería de sesión Stuart Elliott (“The Year of the Cat” de Al Stewart, entre otros), Morris Pert (percusión) o Alan Skidmore (saxo). Todos de una u otra manera estaban relacionados con Powell que iba a ser el productor del disco. Donde Kate no dejó que la discográfica decidiera fue a la hora de escoger el single de presentación del disco: iba a ser, sí o sí, “Wuthering Heights” sin importarle en absoluto que la gente de EMI insistiera en otras opciones. No tardó en comprobarse quién llevaba la razón.

Kate Bush.


“Moving” - El disco comienza con un breve instante de sonidos de ballenas que enseguida da paso a la inconfundible voz de Kate. Una herramienta que la artista aprovecha de forma magistral explotando su registro más agudo, el que la ha hecho famosa. La canción es un tiempo medio en el que destacan los arreglos de piano y bajo así como los juegos vocales de la parte final que se diluye dejandonos de nuevo con los cantos de las ballenas del comienzo. Fue un tema inspirado por y dedicado al citado más arriba Lindsay Kemp.

“The Saxophone Song” - El espíritu de esa primera pieza se mantiene en la segunda con momentos en los que Kate recita más que canta. Pese a la corta duración del tema, los arreglos de sintetizador y “mellotron” la emparentan con el rock progresivo, entonces en franca retirada frente a otros géneros emergentes.

“Strange Phenomena” - La introducción de piano nos deja frente a frente con la versión más teatral de Kate, interpretando la canción en el más amplio sentido del término. No es de extrañar, pensándolo bien, que terminase por cruzar sus caminos con Peter Gabriel, algo así como su contrapartida masculina en lo que a interpretaciones intensas se refiere. Al igual que ocurría con el tema anterior, una de las cuestiones más destacadas de la música de Kate es su capacidad para recoger en apenas tres minutos un gran número giros y variaciones de todo tipo en su música.

“Kite” - La primera canción del disco en la que apreciamos por completo la enorme personalidad musical de Kate Bush es esta en la que la artista hace auténticos arabescos con su voz a lo largo de unos minutos alegres y dinámicos no exentos de complejidad, especialmente en los arreglos de teclado y los ritmos que terminan por conformar una canción deliciosa.

“The Man With the Child in His Eyes” - Continuamos con una balada magnífica compuesta por Kate con apenas 13 años lo que no deja de sorprendernos cada vez que la escuchamos dada la brillantez melódica y la complejidad estructural de la misma. Una joya a recuperar.




“Wuthering Heights” - La canción con la que empezó todo. Uno de ese puñado de temas inmortales que trascienden géneros y épocas y que será recordado siempre. No es raro que en una de las piezas anteriores (“Strange Phenomena”), la artista hablase de sincronicidades y casualidades ya que algo de eso hubo aquí. Kate compuso la canción tras ver una ficción televisiva basada en “Cumbres Borrascosas” de Emily Brontë y sólo despúes leyó la obra descubriendo entonces que Emily y ella habían nacido en la misma fecha: 30 de julio. “Wuthering Heights” es una de esas canciones que justifican por sí solas toda una carrera. Imprescindible.




“James and the Cold Gun” - Completamente distinta es la siguiente pieza cuyos arreglos, no nos engañemos, podrían ser perfectamente los de una canción del Alan Parsons Project. No en vano era esta la favorita de la discográfica para ser lanzada como single del disco. Sin ser una mala canción, no le llega ni a la suela de los zapatos a la anterior. Por otro lado, el estilo, más rockero, no encaja para nada con el resto del disco.

“Feel It” - Piano y voz. Nada más es necesario para crear una canción extraordinaria. Incluso el piano es prescindible de puro hipnótica que es la interpretación de Kate. Escuchando temas como este es más fácil comprender la influencia de la cantante en otras figuras posteriores, en especial, en nuestra admirada Tori Amos.

“Oh to Be in Love” - Una de nuestras canciones favoritas del disco en la que, además, aparece el hermano de Kate, Paddy, tocando la mandolina. Los coros de David Paton e Ian Bairnson le dan una réplica perfecta a la cantante en un estribillo jovial de esos que levantan el ánimo de cualquiera.

“L'Amour Looks Something Like You” - Regresamos a las baladas con esta canción que sigue la linea trazada por las de la primera parte del disco. Kate ocupa todo el espacio, no importa los instrumentos que aparezcan para acompañarla. El mérito es enorme por cuanto su voz no es precisamente potente pero la artista se las arregla para utilizarla de modo que esto carezca de importancia.

“Them Heavy People” - Llegamos a otra de las grandes canciones del disco. Una exquisita pieza con toques de humor (esa tuba marcando el ritmo) mientras la artista, con su hermano a los coros, dibuja un estribillo optimista como pocos.




“Room for the Life” - Nos acercamos al final con otro tema de cierto aire “beatle” aunque, bien mirado, hay varios en el disco en los que se aprecia esa influencia que quizá no sea más que un reflejo de una forma muy británica de hacer pop de la que beben ambos artistas.

“The Kick Inside” - Cerrando el disco encontramos otra maravillosa balada de piano con arreglos orquestales que no puede sino maravillarnos y hacernos pensar en lo que sentiría David Gilmour al escuchar aquella vieja cinta con cosas de esta altura creadas por una mujercita de apenas 15 años. Sin duda, una tarde para la historia.


Kate Bush es una de esas artistas que hace honor al calificativo de “inclasificable”. Nadie canta como ella, eso es casi una obviedad pero es que además, compone, escribe sus letras y tiene suficientes inquietudes para estar siempre a la vanguardia sin plegarse a las modas. “The Kick Inside” llegó en un momento en que no parecía encajar por ninguna parte con la música que sonaba entonces y, pese a ello, triunfó. En los ochenta, Kate investigó como el que más en las nuevas tecnologías y fue una de las grandes usuarias de máquinas como el Fairlight cuando no todo el mundo lo conocía. Abandonó muy pronto las giras y en un momento determinado se tomó un largo descanso de más de diez años sin grabar nada nuevo. En suma, una artista libre que ha sabido labrarse una carrera sin interferencias externas manteniendo hoy un estatus casi de culto y haciéndose acreedora de un respeto unánime por parte de los críticos.

Nos despedimos con la segunda versión del videoclip de "Wuthering Heights":

 

miércoles, 29 de octubre de 2014

Peter Gabriel - So (1986)



Tras una serie de discos notables en solitario, todos ellos publicados con su nombre como único título visible, Peter Gabriel sorprendió en 1986 con la publicación de “So”, uno de los grandes discos de la década y, con toda probabilidad, el mejor de su brillante carrera hasta aquel momento. Fue, además, una verdadera superproducción en la que el cantante se rodeó de un grupo de músicos impresionante, una nómina de tal calado que parecía imposible de reunir de nuevo (hoy sabemos que no fue así ya que posteriores trabajos de Gabriel juntaron grupos humanos del mismo potencial).

Quiso el destino que en aquel 1985 se dieran las circunstancias idóneas que suelen rodear el nacimiento de las obras maestras. Gabriel contaba con un grupo de canciones notables, con un productor como Daniel Lanois en estado de gracia. Los primeros pasos de la creación del disco los dieron el propio Gabriel junto con Lanois nada más terminar la banda sonora de “Birdy”. A las sesiones se incorporó el guitarrista habitual del antiguo líder de Genesis, David Rhodes. Con gran parte del disco moldeado ya por el trío, fueron añadiéndose otros artistas de altísimo nivel como Tony Levin (bajo), Jerry Marotta (batería), Manu Katche (percusiones), Stewart Copeland (batería) o L. Shankar (violín). A pesar de lo trabajado de las sesiones de grabación, el disco en su forma final tenía poco que ver con lo planeado sólo un par de días antes de su finalización. El single más popular de “So”, “Sledgehammer” se grabó a última hora cuando todos creían que el trabajo estaba concluido e, incluso, buena parte de los instrumentos habían sido guardados. Otro de los cortes del disco apareció en el mismo gracias a un cambio de opinión de Gabriel 48 horas antes de mandar el master a la discográfica.

Nada hacía sospechar escuchando el resultado que algunos aspectos del disco habían estado tan en el aire instantes antes de su finalización porque la calidad del trabajo es extraordinaria. Daniel Lanois lo citaba recientemente como una de las producciones de las que más orgulloso se siente y lo cierto es que cada sonido, cada detalle, está cuidado al máximo como ocurre en prácticamente todos los trabajos firmados por Gabriel. Además de los citados anteriormente, participan en el disco los siguientes músicos: Chris Hughes (programaciones), Wayne Jackson (trompeta), Mark Rivera (saxos), Don Mikkelsen (trombón), Richard Tee (piano), Simon Clark (teclados), Kate Bush (voz), Larry Klein (bajo), Youssou N’Dour (voz), Nile Rodgers (guitarras) o Laurie Anderson (voces).

El tracklist que comentamos es el incluido en las reediciones en CD de la discografía de Gabriel de 2002, diferente del original en vinilo en cuanto al orden de algunos cortes,  especialmente de “In Your Eyes”, concebida para cerrar el disco pero situada al comienzo de la cara B del vinilo porque su línea de bajo era más adecuada para sonar en la parte interior del surco en la que la aguja disponía de mayor espacio para vibrar que en el borde exterior. Hasta ese punto llegaba el nivel de detalle con el que Gabriel cuidaba el producto final.

Fotograma del videoclip de "Sledgehammer"


“Red Rain” – El inconfundible estilo del batería de The Police, Stewart Copeland nos recibe en el inicio de una canción poderosa, con percusiones más que notables y una producción exquisita sobre la que Gabriel canta mejor que nunca. Si hay algo que nos fascina de los discos del artista es ese afán de perfección que destilan todas y cada una de las canciones, con cada instrumento ocupando el lugar justo sin que sobre nada. En este caso, sí que es cierto que las partes electrónicas suenan un tanto tópicas, en el sentido de que es fácilmente identificable la época a la que pertenecen (ese omnipresente Fairlight marcó una época) pero en ningún modo desentonan y la pieza suena hoy tan bien como lo hacía casi 30 años atrás.



“Sledgehammer” – Una de las canciones más populares de la discografía de su autor es la enérgica “Sledgehammer”, un auténtico cañonazo marcado por los metales, en especial la trompeta, que ejecutan un estribillo que cualquiera podría reconocer sin esfuerzo. El tema, por lo demás, rezuma sensualidad tanto en los poco disimulados dobles sentidos de la letra como en la guitarra funky que suena a lo largo de todo el tema o en el truculento ritmo continuo que tiene mucho en común con la versión de Joe Cocker del “You Can Leave Your Hat On” que adornaba el mítico strip-tease de Kim Bassinger en la película “Nueve Semanas y Media”, estrenada apenas 3 meses antes de la publicación del disco de Gabriel (que, sin embargo, había sido terminado antes del estreno del film). Mención aparte merece el videoclip de la canción, ampliamente premiado en su momento.



“Don’t Give Up” – A pesar de la fama de los dos cortes anteriores, nosotros nos quedamos sin dudarlo con la sensacional balada que les sucedía en el orden del disco. En ella, Gabriel a dúo con Kate Bush interpretan un emocionante tema en el que se combinan los sonidos más ambientales y exquisitos con ritmos tribales pausados en una producción que delata la mano de Daniel Lanois en segundo plano. Llama la atención cómo ambos vocalistas, Gabriel y Bush, tan dados en muchos instantes a la exageración, se muestran aquí elegantemente comedidos hasta certificar una obra maestra de las que se dan una vez cada mucho tiempo a la que sólo le podemos poner el “pero” de su extraña coda final con el bajo dibujando una melodía que no termina de encajar con el resto.



“That Voice Again” – Si antes hablábamos de sonidos típicamente ochenteros en algún momento, ésta canción está llena de los mismos, especialmente en la parte que se refiere a los teclados y sobre todo en la introducción. Más tarde el tema evoluciona hacia algo que podía recordarnos a los últimos Police (aunque, curiosamente, Copeland no toca aquí) pero siempre con el sello de Gabriel dominándolo todo. No llega al nivel de otras canciones del disco pero sigue siendo una buena canción.

“Mercy Street” – El comienzo más atmosférico de todo el disco va dejando entrever trazas de ritmos africanos que van formando la estructura de una canción memorable en la que la voz invitada de Youssou N’Dour se mezcla con la de Gabriel de un modo magistral. Un dúo construido con el gusto del mejor de los orfebres en el que ninguno de los cantantes interfiere con el otro en busca de un protagonismo absurdo, complementándose a la perfección. Una joya que pasó desapercibida por la gran cantidad de buenas canciones que reunía el trabajo.

“Big Time” – Otro de los singles del disco, que combina la energía y muchas de las características de la producción de “Red Rain” y “Sledgehammer” aunque sin la sección de metales de ésta última. Un tema sólido y convincente con un Gabriel cómodo en registros que domina a la perfección y unos coros femeninos pegadizos como los que estaban en boga en muchos otros éxitos de la época.

“We Do What We’re Told (milgrom’s 37)” – No hay mucho espacio para la experimentación en este disco, contrariamente a lo que ocurría en los anteriores del autor. Quizá uno de los pocos temas que rompe esa tendencia es este cuasi-instrumental con aire de himno en el que una serie de ritmos orgánicos se combinan con los sintetizadores para elaborar una atmósfera fantástica y llena de misterio. Notable alto.

“This is the Picture (excellent birds)” – No es extraño en Gabriel este tipo de intercambios en los que su participación en un disco ajeno trae aparejada la del otro artista en suyo propio. En 1983 Gabriel intervino en el disco “Mister Heartbreak” de Laurie Anderson y ahora la artista neoyorquina le devuelve la cortesía colaborando en este tema en el que se intercala la composición propia “Excellent Birds” que formara parte de aquel trabajo.

“In Your Eyes” – Cerrando el disco encontramos otra magnífica canción de influencia africana, como gran parte del disco. Destacamos en especial, y somos reiterativos en este sentido, la producción de la pieza, superlativa en todos los aspectos, que nos permite disfrutar de un espectáculo de percusiones y voces, especialmente en el tramo final, que nos dejan con el mejor de los sabores de boca posibles.

Hay ocasiones en las que la comercialidad de un disco va ligada a su calidad, aunque muchas veces parezca que el hecho de que un trabajo triunfe a nivel popular sea un raro estigma a los ojos de los aficionados. Sin duda, “So” es un ejemplo de esto que afirmamos: un trabajo excelente de principio a fin que, sin embargo (y nótese aquí el punto cínico) triunfó entre el público en general. Hoy en día lo consideramos un clásico como tantos otros que van quedando de una década como la de los ochenta, tan denostada en muchos aspectos por los aficionados a la música pero que, como todas las anteriores, nos dejó muchos trabajos dignos de permanecer en el recuerdo. Uno de ellos es, sin duda, “So”. Podéis haceros con una copia en los enlaces de siempre:

amazon.es

play.com

Nos despedimos con un videoclip poco habitual por no corresponderse con ninguno de los singles del album. "This is the Picture (Excellent Birds)" con Laurie Anderson: