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martes, 14 de junio de 2022

Paul Winter Consort - Icarus (1972)




Parece mentira pero después de varios cientos de entradas en el blog, aún quedan artistas de mucha relevancia dentro de las llamadas nuevas músicas que no han tenido la suya pese a haber sido mencionados en multitud de ocasiones cuando hemos hablado de otros artistas. Tal es el caso de Paul Winter, una de las mayores figuras del ámbito de la música “new age” en los años setenta y ochenta. Winter estudió piano, clarinete y saxofón, instrumento al que se dedicó al cien por cien desde el momento en que cayó en sus manos. Su primer amor fue el jazz pero enseguida se dejó llevar, como le ocurrió a muchos músicos de su generación, por la música brasileña, especialmente desde que, a mediados de los años sesenta, vivió un año en el país sudamericano. De hecho, sus primeros discos en solitario y con su primera formación, el Paul Winter Sextet, estuvieron centrados en los ritmos y melodías de Brasil.


A finales de la década, Winter reformó su grupo creando el Paul Winter Consort, una formación de verdadero lujo por la que pasaron algunos de los músicos más impresionantes del género y, de hecho, una banda tan importante como fue Oregon surgió a partir de la grabación de uno de los discos del Consort: “Icarus”, que es justo el trabajo que vamos a comentar hoy aquí. “Icarus” fue una gran apuesta del sello Epic. La banda de Winter había grabado ya tres discos para A&M y con este cuarto lanzamiento daban el salto a Epic donde iban a hacer un importante esfuerzo por liberar todo el potencial del grupo. El disco se iba a grabar en cinco estudios y tres ciudades diferentes e iba a contar con la producción, nada menos que de George Martin. El funcionamiento del Consort era totalmente democrático y también lo eran las aportaciones de sus miembros hasta el punto de que en muchas ocasiones, el propio Winter ni siquiera firmaba ninguna composición del disco en solitario como sí hacían otros integrantes. La alineación de la banda para “Icarus” era un verdadero lujo. Aparte de Winter, que tocaba el saxo soprano y aportaba voces en varios cortes, en el disco participan: Paul McCandless a los vientos, David Darling al violonchelo, Herb Bushler al bajo, Ralph Towner a las guitarras, piano y órgano y Colin Walcott, batería y percusión. Como invitados en temas puntuales aparecen Billy Cobhan, Milt Holland, Barry Altschul, Larry Atamanuik o Andrew Tracey.




“Icarus” - Abre el disco una composición de Ralph Towner introducida por el violonchelo de Darling que ejecuta una breve melodía que más tarde será replicada por Winter al saxo. El papel de Towner es el de mero acompañamiento a la guitarra mientras que es la sección rítmica, con un magnífico Colin Walcott la que gana protagonismo con el paso de los minutos. Una pieza preciosa que se hace muy corta y que contiene ya todas las claves del sonido del Paul Winter Consort.




“Ode to a Fillmore Dressing Room” - La única pieza del disco firmada por Darling comienza con una serie de diálogos a cargo de todo el grupo pero enseguida se centra en un dueto entre su violonchelo, (pulsado, no frotado) y el sitar de Walcott al que se une la guitarra de Towner. Es una composición reflexiva y muy profunda con elementos de jazz, world music y algunos detalles folkies muy logrados.


“The Silence of a Candle” - Volvemos a Towner en la única canción con texto del disco. El propio Ralph es el encargado de cantar (casi podríamos decir de entonar) acompañado por su piano y por un acertadísimo bajo a cargo de Herb Bushler en una balada de aire folk en la que apreciamos la sutileza del Consort con aportaciones instrumentales precisas y alejadas del exhibicionismo por parte de todos sus miembros.


“Sunwheel” - Entramos en territorios más rítmicos, aspecto en el que la banda se encuentra como pez en el agua. Es, quizá, la pieza más jazzística de todo el trabajo con el grupo sonando por momentos en la onda de jazz-fusión de la Mahavishnu Orchestra o de Weather Report, algo en lo que la presencia de Cobham seguro que tiene mucho que ver pese a que la composición la firme, una vez más, Ralph Towner.


“Juniper Bear” - Walcott aparece ahora como co-autor de la composición junto con Towner y se nota porque todo el peso de la misma lo lleva él al sitar, la tabla y demás percusiones exóticas. Towner, por su parte, se encarga de las guitarras que adoptan un tono rockero de carretera muy curioso en la parte final.


“Whole Earth Chant” - No es hasta el sexto corte del disco que vemos a Paul Winter acreditado como compositor de una pieza y ni siquiera es en solitario puesto que la firma con Walcott. Es un tema dominado por las percusiones y ritmos africanos en el que volvemos a escuchar al grupo en todo su esplendor, con un gran McCandless, un Winter protagonista y un Darling desatado. Junto a ellos, una sección rítmica arrolladora en la que vuelve a destacar Cobham. En la segunda parte de la pieza surge una melodía que se iba a convertir en un clásico imprescindible del Consort en el futuro y no es raro el concierto en el que el público termina cantándola junto con el grupo aunque se queda en un esbozo que enseguida se diluye en un final vibrante.




“All the Mornings Bring” - Los que conocimos a Paul McCandless por su etapa como uno de los músicos estrella del sello Windham Hill en donde era, no solo uno de los más destacados artistas en solitario sino también un apoyo imprescindible en las grabaciones de todo aquel compañero que se lo pedía, no tardamos en reconocer su impronta desde las primeras notas de esta pieza firmada por él. Una composición en su línea con toques de jazz-fusión que está entre nuestras favoritas del disco.


“Chehalis and Other Voices” - Ralph Towner se pone el traje del Miles Davis más misterioso para regalarnos una introducción fascinante que desemboca pronto en una demostración de sus habilidades a la guitarra. Una pieza enigmática con reminiscencias de “Sketches of Spain” y llena de vericuetos por los que perderse una y otra vez.


“Minuit” - Cierra el disco una adaptación de una pieza del poeta y músico guineano Keita Fodeba a cargo del propio Paul Winter. Una canción sencilla que crece con cada repetición del estribillo al que se unen poco a poco los miembros del grupo y algunos vocalistas invitados formando un precioso coro. Que nos despide lentamente.





Decíamos en la introducción que Paul Winter fue toda una institución en el ambiente de las nuevas músicas durante varias décadas y eso puede resultar chocante si reparamos en que en sus propios discos, como ocurre en el que nos ocupa hoy, su participación dista mucho de ser en un papel protagonista. Ni es el principal compositor, ni sus aportaciones instrumentales ocupan un papel destacado por encima de las de otros miembros del grupo. Sin embargo, su espíritu está presente en todas las piezas del mismo. Pese a que “Icarus” es un disco extraordinario (George Martin, productor nada menos que de los Beatles, llegó a afirmar que era la mejor grabación en la que había participado), el éxito masivo iba a llegar tiempo después. Primero en los ochenta con la incorporación de sonidos de animales a su música (ballenas y lobos, principalmente) y más tarde en los noventa y a raiz del Grammy obtenido por su disco en directo en España y las celebraciones anuales del solsticio de invierno que el Paul Winter Consort realizaba en la catedral de St.John the Divine.


Otra de las grandes aportaciones del Consort fue la extraordinaria calidad de todos los músicos que pasaron por él. Si ya la alineación de “Icarus” era impresionante, la lista de músicos que más tarde formaron parte de la banda lo es aún más: nombres como los de Glen Velez, Paul Halley, Russ Landau, Rhonda Larson, Glen Moore, Nancy Rumbel, Arto Tuncboyaciyan o Eugene Friesen figuran entre los más destacados artistas en solitario del género en las últimas décadas y todos ellos formaron parte en un momento u otro de la formación de Winter. Si no habéis tenido la ocasión de acercaros aún a la música del Paul Winter Consort, tenéis la posibilidad ahora de hacer un gran descubrimiento.

lunes, 8 de junio de 2015

Michael Manring - Toward the Center of the Night (1989)



En muchos aspectos, “Toward the Center of the Night” es una prolongación del que fue el primer disco en solitario de Michael Manring, “Unusual Weather”. A pesar de los tres años transcurridos entre uno y otro trabajo, en términos sonoros y también compositivos cualquiera de los temas del segundo disco podría haber formado parte perfectamente del primero. Hay, sin embargo, algo que diferencia mucho ambos trabajos. Una diferencia sutil, muy difícil de expresar con palabras pero que sitúa al segundo de ellos un escalón por encima del anterior en casi todos los sentidos.

Manring es un consumado maestro de su instrumento, el bajo, al que ha llevado a límites que exceden la propia sonoridad del instrumento mediante diseños personales de nuevos modelos que multiplican las posibilidades tímbricas del mismo. Hemos hablado ya en varias ocasiones de su trabajo tanto en solitario como en discos de otros artistas por lo que no vamos a volver a repetir los mismos datos que siempre ilustran las reseñas del bajista norteamericano. Sólo dedicaremos unas lineas a repasar lo que hizo Michael entre su anterior trabajo y este para tratar de explicar el salto de calidad entre ambos.

Simultáneamente a la grabación de “Unusual Weather”, Manring participaba en “Confering with the Moon” de William Ackerman y meses después hacía lo propio en “Watching My Life Goes By” de Michael Hedges. Con todo lo importante que esto pueda ser, no aportaba nada sustancialmente distinto de lo que Manring hizo antes de aquel disco de debut. La principal diferencia puede radicar en la incorporación del artista a Montreux, el “supergrupo” de la discográfica Windham Hill integrado a partir de su llegada por Mike Marshall, Darol Anger, Barbara Higbie y el propio Manring. Fue este un grupo de corta trayectoria pero que supo producir un par de discos maravillosos. Responder a la pregunta de en qué pudo influir su participación en ellos para el salto de calidad de la música de nuestro bajista en solitario sería enfrascarnos en especulaciones, probablemente poco fundadas pero creemos que con su participación en Montreux, Manring pudo dar rienda suelta a una de sus facetas musicales para explotar el resto en “Toward the Center of the Night”, un trabajo más coherente, acaso más centrado que su predecesor.

Manring toca los teclados, las percusiones, la guitarra y diferentes tipos de bajo además de cantar en algunos momentos. Le acompaña un clásico del sello Windham Hill como es Paul McCandless, encargado de todos los instrumentos de viento, Tom Miller a la percusión y Coco Roussel a la batería.



“Life in the Trees” - El comienzo del álbum, con una serie de cadenciosos acordes de guitarra sobre los que asoma el bajo sin trastes de Manring no sirve en modo alguno como pista para lo que llega a continuación. Un breve apunte melódico a cargo de McCandless acompañado de las voces de Manring nos lleva de la mano a lo largo de una pieza muy agradable e inspirada que evoluciona con naturalidad durante varios minutos en los que se repite una y otra vez la melodía central.


“A Way With Birds” - La batería cobra protagonismo en el siguiente corte, en el que McCandless lleva todo el peso melódico al saxo con el inestimable refuerzo del bajo de Manring. El tema combina elementos jazzísticos con un aire pop todo englobado en una concepción progresiva que funciona a las mil maravillas. Una delicia para los sentidos.


“Geometry” - Llega la primera demostración de virtuosismo a cargo de Manring aplicando la técnica del “tapping” a su instrumento, esto es, pulsando las cuerdas del bajo directamente sobre el mástil. La composición es excelente y permite disfrutar con total limpieza de las habilidades de nuestro músico sin necesidad de incluir elementos epatantes a los que tantas veces recurren los instrumentistas más dotados.

“Near” - Nos encontramos de nuevo con otra extraordinaria melodía a la que sólo se le puede poner un “pero” por utilizar un sonido de sintetizador demasiado tópico, utilizado hasta la saciedad por Pat Metheny (a quien esta composición debe muchas cosas) o por seguidores suyos como Lito Vitale o Mark Sloniker. Con todo, estamos ante una pieza notable.

“Cats Go Forward” - Cambio total de estilo con un tema de concepción pop desde el comienzo con la batería en primer plano. Luego será el bajo el que presente la melodía central repetida primero por los teclados y más tarde por el saxo. Son continuos los diálogos entre los instrumentistas principales y las armonías vocales están perfectamente construidas para realzar los pasajes más acertados.

“Blue Orleans” - Llega el momento de escuchar otro tema de Manring en solitario, primero con el bajo sin trastes y más tarde ayudado por la guitarra baja. Se trata de una melodía sencilla, meditativa, cuyo punto fuerte es la extraordinaria expresividad de Michael que logra sacar sonidos y timbres a su instrumento que muy pocos podrían recrear. Jaco Pastorius tendría motivos sobrados para sentirse orgulloso del que fuera su alumno.

“Renegade Intellectuals” - Regresamos a los temas directos y de espíritu pop con esta nueva pieza en la que se vuelven a juntar los elementos que podrían haber hecho de Manring un músico mucho más popular: melodías inspiradas, una interpretación exquisita y un cierto toque comercial. Por algún motivo, el artista no profundizó mucho más en esta linea en discos posteriores y no podemos decir que lo lamentemos, visto el gran nivel alcanzado por muchos de esos trabajos pero siempre tendremos curiosidad por saber a dónde podría haber llegado Manring de explotar más esta vía.

“The Moving Darkness” - Escuchamos ahora una de las piezas más serias de todo el disco, interpretada casi en su totalidad con piano y sintetizadores que van tejiendo una densa madeja ambiental construida como un continuo “in crescendo”. Una rareza dentro del disco pero también uno de los mejores temas del mismo.

“Magnets” - En rotundo contraste con el anterior corte, los sintetizadores martillean llenos de optimismo los oídos del oyente con un ritmo que no cesará en toda la pieza. Mientras tanto se despliegan una serie de melodías imaginativas y vitales hasta configurar uno de los temas más pegadizos del disco.

“Far” - Apenas minuto y medio dura esta miniatura que no es sino una lección de bajo comprimida cuyo escaso desarrollo no permite añadir mucho más.

“The Precise Moment of Dusk” - Uno de los títulos más poéticos del disco sirve también para presentar una composición soberbia, con un desarrollo extraordinario que sabe dar el sitio justo a sintetizadores, piano y bajo. La primera parte es lenta, muy pausada, con algunas interrupciones en las que se presenta la melodía central. La segunda mitad de la pieza incide en la misma melodía que crece y se expande al mezclarse con un segundo tema de excelente factura.

“A Brief History of the Wind” - Con un título no menos poético que el anterior, llega el tema estrella del trabajo y, quizá, el mejor de Manring en su etapa en Windham Hill. Una serie de progresiones melódicas del bajo a las que se unen los vientos de McCandless se suceden a un ritmo frenético con la batería a pleno rendimiento. Tras un par de repeticiones, entramos en un pequeño remanso en el que aparecen las voces y los solos de bajo sin descanso. Irrumpe una percusión tribal para rescatar el tema principal y las voces se suman a la fiesta. Una nueva recuperación de la melodía desemboca en el gran final con Manring verdaderamente “imperial” (así le calificaba Ramón Trecet en los años dorados de "Diálogos 3"). Difícil escuchar algo mejor en estos estilos.


“Funk and Disorderly” - Para cerrar el trabajo, ahora sí, Manring da rienda suelta a sos capacidades interpretativas con un sólo que mezcla funk y blues interpretado sólo con el bajo, sin ningún otro acompañamiento. Una de esas cosas que vista en directo te deja sin habla y que pierde algo de brillantez escuchada en el CD sin el apoyo visual.


Como ya hemos apuntado más arriba, la carrera de Manring en Windham Hill no se sale demasiado de los parámetros estéticos del sello, lo que no nos disgusta por cuanto que somos devotos admiradores de la estética que durante tantos años cultivó la discográfica de William Ackerman. Dentro de esos parámetros, el bajista grabó tres discos realmente interesantes que con la entrada de hoy quedan glosados en su integridad en el blog. Todavía falta alguno editado con posterioridad pero de un estilo muy diferente que ya apuntaba al Manring más versátil e inclasificable que escucharíamos en los años posteriores, ya fuera de la órbita de Windham Hill. Tiempo habrá en todo caso para hablar de esos trabajos. Por ahora, os recomendamos la escucha de un disco que, desgraciadamente, hoy en día está descatalogado aunque sigue vigente la promesa que su autor hizo en 2011 según la cual, en algún momento todos los discos de esta etapa volverían a editarse.

El disco puede escucharse al completo en el siguiente enlace de youtube.com aunque el autor no permite su inserción en páginas externas por lo que los interesados en escucharlo tendréis que acudir allí. Como consuelo, os dejamos a Manring interpretando en directo a un tal J.S. Bach:


domingo, 6 de julio de 2014

Michael Manring - Drastic Measures (1991)



No es casual que las veces que Michael Manring ha aparecido en el blog lo haya hecho como músico de apoyo de otros artistas o como miembro de una banda de efímera duración. La trayectoria del bajista norteamericano propicia esta situación ya que, a pesar de formarse en las mejores escuelas (incluyendo el Berklee College of Music, aunque no llegó a graduarse), la mayoría de los discos en los que ha participado son de otros.

A pesar de no conseguir la titulación en una de las más prestigiosas instituciones musicales del planeta, Manring completó su formación de la mano de Jaco Pastorius, lo cual, bien podría convalidar cualquier título académico cuando hablamos de un instrumento como el bajo.

Su carrera discográfica tuvo su inicio en Windham Hill acompañando a su gran amigo Michael Hedges y a partir de ahí se convirtió en uno de los músicos cuyo nombre aparece en más discos del sello, desde los del “jefe” William Ackerman hasta los de Philip Aaberg o Alex de Grassi aunque colaboró con otras estrellas de la “new age” ajenas al sello como Suzanne Ciani o Paul Machlis. Tardó bastante en grabar sus propias ideas, algo que hizo primero como miembro del grupo Montreux junto con Darol Anger, Mike Marshall y Barbara Higbie y poco después ya en solitario. Manring es un bajista espectacular capaz de arrancar sonidos insospechados a sus instrumentos, la mayoría de los cuales están constridos por Zon Guitars, empresa que comenzó con una tienda en Nueva York regentada por Joe Zon, bajista y luthier que ha llevado a su pequeño negocio a ser una de las compañías más prestigiosas en el terreno del bajo. La colaboración entre Manring y Zon llevó a la creación de algunos modelos realmente innovadores de bajo, dentro de los que destaca el “hyperbass”, bajo sin trastes que permite cambiar la afinación de las cuerdas mientras se toca. Manring es un maestro en el bajo sin trastes como buen discípulo de Pastorius y a partir de él ha elaborado un mundo sonoro realmente particular.

El disco que hoy traemos aquí fue el tercero de los que publicó en solitario y, precisamente, aquel en el que “debutaba” el “hyperbass”. A pesar de que Manring toca varios instrumentos, redujo el número de ellos frente a discos anteriores cediendo parte del protagonismo a otros músicos, la mayoría habituales del sello Windham Hill. La lista la integran Paul McCandless (todo tipo de maderas y sintetizadores de viento), Clifford Carter (piano), Mark Walker (batería y percusiones), Tom Miller (glockenspiel y percusiones), el bajista del Pat Metheny Group, Steve Rodby (sintetizadores y bajo) y Fred Simon (sintetizadores). Otra novedad es la utilización de tres composiciones ajenas, tres clásicos de otros artistas muy diferentes entre sí pero capitales, cada uno en su estilo.

Michael Manring.


“Spirits in the Material World” – Comienza el disco, nada menos que con una versión de un tema de otro bajista, Sting, quien compuso la canción para el cuarto disco de The Police, “Ghosts in the Machine”. La versión en sí no es gran cosa en cuanto a arreglos o interpretación y es una más de esas adaptaciones que se limitan a sustituir la parte vocal por otro instrumento (en este caso el bajo) sin mayor variación. La ejecución, por otra parte, es notable, algo lógico cuando hablamos músicos del nivel de los participantes en el disco.

“Hopeful” – Cambia la cosa con el segundo corte en el que escuchamos ya a Manring en plan virtuoso a dúo con un excepcional Paul McCandless. El tema es una balada lenta de delicada factura en la que la expresividad de nuestro artista con los distintos tipos de bajo es realmente difícil de igualar. Los arreglos son muy ajustados y se limitan a resaltar la melodía principal que con el único apoyo de las percusiones y algún teclado tiene la ayuda necesaria para sonar casi perfecta.



“Red Right Returning” – No faltan en el disco los solos de bajo y éste es el primer ejemplo. Manring utiliza varios bajos diferentes pero se centra en el “hyperbass” explotando su particular sonido. Se trata de una pieza lenta en la que escuchamos todo tipo de técnicas, incluyendo el “tapping”, tan característico del guitarrista Michael Hedges pero menos habitual en bajistas. Un gran tema en el que, a pesar de ser un virtuoso del instrumento, Manring no se pierde en exhibiciones vacías en beneficio de una mayor musicalidad.

“Gizmo” – Volvemos a escuchar a la banda al completo con McCandless ejecutando las principales líneas melódicas y Manring en el papel de acompañante destacado. Muy correcta la percusión durante toda la pieza en la que destacamos un solo muy jazzistico a cargo del bajista en la parte final que nos recuerda a Metheny en muchas cosas. Quizá haya que señalar aquí que Steve Rodby no sólo toca en algunos temas sino que es el productor del disco y eso termina notándose.

“Oyasumi Nasai” – El sonido del bajo, casi irreconocible para quienes estén acostumbrados a escucharlo como mero acompañamiento abre una pieza llena de inspiración y sensibilidad a la que Paul McCandless le da el toque perfecto y es que, si Manring es uno de esos artistas que marcaron los años dorados del sello Windham Hill, la forma de tocar de Paul a los saxos, al oboe o al clarinete, define como pocos el sonido característico del sello de William Ackerman.

“Purple Haze” – La segunda versión que aparece en el disco es la más impresionante de todas ya que Manring se atreve con un clásico, nada menos que de Jimi Hendrix. Además, lo hace interpretando la pieza en riguroso directo y sin ningún tipo de arreglo posterior en estudio. Si alguien duda de la categoría de Manring como intérprete, debería dar una escucha a esta pieza.



“Deja Voodoo” – Llegamos a una de nuestras piezas favoritas del disco, con una inyección de energía a cargo de la batería que transforma el  que podría ser un tema más del disco en un precioso corte de jazz-fusión que entronca con algunos de los mejores temas de los dos primeros discos de Manring en solitario. Continuos cambios de ritmo, melodías inspiradas e interpretaciones impecables conforman una pieza magistral que nos recuerda que la faceta como compositor de Manring, siempre empequeñecida por la de intérprete, no es nada desdeñable.

“Watson & Crick” – De nuevo escuchamos al músico en solitario y sin aportes posteriores en una pieza grabada en una sola toma en la que se revela como un maestro del “tapping”, técnica mediante la que el intérprete consigue arrancar sonidos extraordinarios a la guitarra o el bajo pulsando las cuerdas con los dedos de ambas manos sobre el mástil del instrumento. Una auténtica clase de interpretación en apenas cinco minutos a cargo de Manring.

“Wide Asleep” – Llegamos a la parte más amable del disco. Aquella que cualquier oyente relacionaría enseguida con la mayoría de los lanzamientos de Windham Hill en la época, algo de lo que, una vez más, podemos considerar como principal responsable a Paul McCandless. Es esta una pieza vitalista, alegre y esperanzadora, de esas que son capaces de levantar el ánimo de cualquiera.



“500 Miles High” – El último tema compuesto por otro músico del disco es esta pieza de Chick Corea a la que Manring despoja de buena parte del toque latino que tenía en el original pero conservando gran parte de sus virtudes. A pesar de que la traslación de una pieza de piano al bajo se antoja mucho más complicada que la de una de guitarra como podía ser la anterior “Purple Haze”, creemos que Manring supera la prueba con nota y que, en muchos aspectos, la versión supera al original, aunque suponemos que en esto no será fácil que muchos lectores estén de acuerdo.

“When Last We Spoke” – Cerrando el disco escuchamos una pieza más cercana al jazz en la que encontramos paralelismos con el ya citado Pat Metheny lo cual, dicho sea de paso, no puede ser sino un elogio para Manring ya que consideramos al guitarrista como uno de los grandes de las últimas décadas.


Con “Drastic Measures”, Manring logra su disco más equilibrado hasta la fecha mediante una combinación perfecta de temas propios y versiones, de piezas interpretadas en solitario y con toda la banda y de frágiles baladas y animados cortes de jazz-fusión. Aunque el intérprete optó por derroteros muy diferentes en las siguientes años, lo que, por otra parte, hace que sea tremendamente injusto colgarle la etiqueta de “músico new age”, estos primeros trabajos nos parecen muy interesantes y recomendables. La trayectoria posterior del músico giró hacia territorios cercanos al rock progresivo e, incluso, al metal progresivo pero manteniendo un cierto espíritu jazzístico y de fusión muy presente en todo momento. Hablamos en su momento del primer disco de Attention Deficit, que sería un buen ejemplo de esto pero hay muchos más que con el tiempo irán apareciendo por aquí. Según la propia web de Manring, sus tres primeros discos para Windham Hill, entre los que figura “Drastic Measures” están descatalogados pero aún es posible encontrarlos en alguna tienda on-line.

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