Hay constancia de
la existencia de autómatas desde varios siglos antes de Cristo en culturas tan
diferentes como la china, la griega o la judía. Ya en el siglo XIII encontramos
algunos autómatas musicales en Arabia y durante el Renacimiento fueron construidos
relojes colosales llenos de figuras dotadas de movimiento que representaban
distintas escenas. En 1737, Jacques Vaucanson creó el que podríamos considerar
el primer autómata musical realmente funcional en la figura de un flautista que
podía tocar hasta doce melodías distintas. Más reciente es la pianola, piano
que, mediante rollos de papel perforado o cilindros de metal con agujas que
accionaban un mecanismo que actuaba sobre las teclas, interpretaba música sin
necesidad de intervención humana. Éste último ingenio fue muy popular en el
final del siglo XIX y comienzo del XX y compositores tan renombrados como
Ligeti o Stravinsky escribieron obras para este instrumento (el primero también
para organillo, versión “barata” de la pianola).
Muchos han sido
los que han explorado las posibilidades de la ejecución mecánica, por parte de
intérpretes artificiales de la música, buscando en las máquinas una ejecución
imposible en muchos casos por parte de un intérprete humano. Con la llegada de
los sintetizadores y, poco después, de los secuenciadores y no digamos ya
cuando los ordenadores irrumpen en la escena, parecía que se había alcanzado el
mayor grado de perfección posible en ese arte. Pronto llegaron los
sintetizadores digitales y el protocolo MIDI que permitía al intérprete manejar
varios instrumentos electrónicos desde un solo teclado permitiéndole disponer
de una paleta de sonidos virtualmente ilimitada desde las teclas de un sólo
aparato y lo de las teclas es un decir puesto que hay controladores adaptados a
todo tipo instrumento, ya sea de viento o de cuerda.
A mediados de la
década pasada, Pat Metheny comenzó a pergeñar una idea que mezclaba en cierto
modo los dos conceptos de los que hemos hablado cuando pensó: ¿sería posible
construir una especie de monumental entramado similar a un sistema MIDI pero
con el que se manejasen instrumentos reales? De este modo, el guitarrista,
mediante una complicada serie de pedales, podría ir lanzando sus melodías desde
la guitarra a cada uno de una larga serie de instrumentos acústicos que
estarían dispuestos a lo largo y ancho de todo un escenario. Estamos ante una
idea cuya magnitud, a la hora de imaginar el modo en que podría llevarse a
cabo, echaría para atrás al más ambicioso de los artistas pero aquí Metheny nos
demuestra que está hecho de otra pasta.
El músico comenzó
a hablar con distintos luthiers y expertos en mecánica e informática para
construir la más asombrosa máquina musical que hemos visto: un complicado
entramado de instrumentos de todo tipo unidos a un gigantesco robot controlado
por ordenador y todo ello bajo las órdenes de un sólo hombre y su guitarra. En
2010 se publicó un disco titulado, precisamente “Orchestrion” en el que Metheny
nos mostraba un primer set de composiciones para su pequeño monstruo de
Frankenstein particular. Tras aquel trabajo, el músico comenzó una gira por
escenarios de todo el mundo con su artefacto a cuestas. Al finalizar aquel
“tour” volvió a encerrarse en el estudio para grabar, en riguroso directo, como
se decía tiempo atrás en la antigua televisión, una serie de piezas de la gira,
incluyendo todo el disco “Orchestrion” al completo. De ahí surge este doble CD
y también un impresionante DVD que también recomendamos.
Así es el "orchestrion" en vivo |
“Improvisation
#1” – Comienza el disco con unos complejos acordes de la famosa guitarra
“Pikasso” que suena casi como un sitar. Aparece entonces un ritmo de crótalos o
pequeños platillos que acompaña una improvisación de la guitarra de Pat de
aires blueseros. Un comienzo sencillo en el que apenas comenzamos a intuir las
posibilidades del invento.
“Antonia” – Quizá
la mejor forma de apreciar en toda su extensión las posibilidades de los
“orchestrionics” sea escuchar una interpretación de un tema clásico del músico,
del que conocemos ya perfectamente diferentes versiones en estudio y en
directo. Esta pieza, extraída del disco “Secret Story” es una buena piedra de
toque, por tanto, para efectuar la
comparación y lo cierto es que el experimento funciona. Escuchamos percusiones,
bajo, piano, acordeón etc. sonando en perfecta conjunción interpretadas por una
sóla persona. No podemos negar que apreciamos un cierto “mecanicismo” en la
interpretación pero esto tendría más mérito si la escucha fuera hecha por un
oyente que desconociese las circunstancias en que la música está siendo
ejecutada. Por lo demás, la pieza sigue sonando magníficamente bien y la
guitarra de Metheny es tan deliciosa como siempre.
“Entry Point” – Continuamos
con el primero de los temas del disco “Orchestrion”, una lenta balada
jazzistica con elementos latinos como es característico en el músico en los
últimos años. Impresiona la coordinación de una nutrida sección de percusión
llena de instrumentos y cachivaches que suenan perfectamente conjuntados
acompañando al músico que tiene así un entorno perfecto para explayarse en sus
largos fraseados regalándonos así una excelente pieza.
“Expansion” –
Nuevo tema procedente de “Orchestrión”. En esta ocasión es una pieza mucho más
rítmica y animada en la que nos cuesta mucho creer que todo lo que suena lo
está interpretando un solo hombre en tiempo real, especialmente la segunda
parte de la composición en la que bajo, piano y guitarra conversan animadamente
de la mano de una percusión especialmente activa. Una genialidad que nos hace
quitarnos el sombrero con admiración ante el bueno de Pat.
“Improvisation
#2” – Segunda improvisación del disco y la que mejor nos muestra el
funcionamiento de los “orchestrionics” en plenitud. Se diría que está
construida con ese propósito ya que Metheny va introduciendo poco a poco un instrumento
detrás de otro como se suele hacer en los conciertos para presentar a los
miembros de la banda, componiendo a la vez una pieza que suele ser de lo más
recordado de las actuaciones. Con ese procedimiento asistimos al nacimiento
gradual de una obra espectacular. No nos extraña que casi todos los videos
promocionales del disco que encontramos en la red, utilicen esta pieza.
“80/81 – Broadway Blues” – Metheny recupera ahora una pieza de su disco “80/81” grabado junto con Charlie Haden, Jack DeJohnette, Dewey Redman y Mike Brecker y dobla las apuestas puesto que ahora la comparación que todo oyente hará implica al orchestrion enfrentado a un quinteto realmente mágico de intérpretes. Además, la pieza escogida es una de las más radicales y vanguardistas del disco original. Ciertamente no termina de encajar en el contexto de este disco pero el esfuerzo es digno de reconocimiento.
“Orchestrion” – Cerrando
el primero de los dos discos que componen “The Orchestrion Project” tenemos la
que fue extensa pieza central del trabajo que lanzó el proyecto en 2010. Se
trata, además, de una de las mejores melodías de aquel disco y que aquí suena
aún mejor si cabe. El piano, las percusiones (marimbas y vibráfonos
principalmente) y la guitarra de Metheny se comportan magníficamente bien
demostrando que todo este invento va mucho más allá del simple fuego de
artificio y el número circense del hombre orquesta. Hay mucha música detrás.
“Soul Search” –
Continuando con las piezas procedentes del disco “Orchestrion”, encotramos aquí
esta preciosa balada en la que escuchamos al Metheny intimista que tanto nos
gusta hasta que se transforma en un animado blues que termina en una pieza de
piano, inocente y optimista acompañada de la guitarra de Pat. Un tema
maravilloso más para la colección.
“Spirit of the
Air” – Último de los cortes de “Orchestrion” que acaba así, por estar incluido
en su totalidad dentro de este doble disco. Por lo demás, ya era uno de
nuestros favoritos en el disco original por ese bajo que suena al principio que
es promesa de grandes cosas, algo que se confirma en los minutos siguientes.
Una pieza de tintes épicos que, a nuestro modo de ver, encajaría muy bien como
obertura de cualquier concierto.
“Stranger in Town”
– Llegamos a una de las piezas insignia del disco “We Live Here” del Pat
Metheny Group y una de las que se nos antojaba más difícil de replicar con los
“orchestrionics”. Evidentemente nos equivocábamos. La versión es magnífica y,
si desconociéramos el modo en que ha sido grabada, dudamos mucho que notásemos
algo raro.
“Sueño con Mexico” – Metheny retrocede ahora hasta “New
Chautauqua”, uno de sus primeros discos publicado en 1979. El estilo es muy
diferente del que terminó desarrollando posteriormente pero la pieza funciona
de todos modos interpretada con el “orchestrion” aunque bien es cierto que
requiere de una participación mucho menor de otros instrumentos quedando
reducida a una melodía constante de guitarra como base rítmica sobre la que
Metheny interpreta la parte principal. Aunque puntualmente aparecen percusiones
y bajo, no se cuenta entre las composiciones más complicadas del trabajo.
“Tell Her You Saw Me” – No es casual que un disco como “Secret
Story” sea el único representado aquí con más de un tema y es que aquel fue un
trabajo muy personal para Metheny, con implicaciones emocionales más allá de
las meramente musicales. Y, si hay una pieza especialmente emotiva en ese
disco, ésa es “Tell Her You Saw Me”: una preciosidad cuya introducción es uno
de los fragmentos musicales más emocionantes que hemos escuchado de la mano del
guitarrista norteamericano.
“Unity Village” – Cerrando el disco tenemos este tema
procedente del disco doble “Trio Live”. La primera parte del mismo es una larga
pieza de guitarra a la que más tarde se suma la percusión y el bajo. En el
original eran Bill Stewart y Larry Grenadier los acompañantes de Metheny y si
es cierto que, en una pieza más desnuda como es esta, es donde podemos echar
más de menos la presencia de intérpretes “reales”.
Es inevitable que al escuchar el disco siendo conscientes
del modo en que ha sido grabado, nos esforcemos por encontrar el truco, por
localizar las partes que no suenan como lo harían de ser interpretadas por una
banda convencional. Lógicamente, y prestando la atención suficiente, hay
momentos en que acabamos por ver los hilos del marionetista pero en cuanto la
escucha se prolonga lo suficiente acabamos por olvidarnos de ello y, cuando nos
centramos ya exclusivamente en la música, el disfrute es total. Es entonces
cuando dejamos la búsqueda del truco del ilusionista y surge el reconocimiento
ante la tarea que hay detrás del trabajo que Metheny nos propone. Aunque todo
lo que hemos leído al respecto del disco han sido críticas positivas, estamos
seguros de que los más puristas estarán horrorizados ante el mero concepto que
encierra el disco y argumentarán que ninguna máquina, por compleja que sea,
podrá sustituir a un intérprete real. No podemos negarles su parte de razón
pero, quizá por encontrarnos aún fascinados ante el atrevimiento de Metheny, no
somos capaces de discutir el resultado de “The Orchestrion Project”: un trabajo
original, ambicioso y arriesgado que, encima, suena a las mil maravillas. Si queréis
haceros con este afortunado experimento, lo podéis hacer en los siguientes enlaces:
amazon.es
fnac.es
Os dejamos con un vídeo en el que Metheny explica el proyecto:amazon.es
fnac.es
Dedicamos esta entrada a Raúl Gay, de los blogs Viajero a Ítaca y De Retrones y Hombres, lector ocasional de nuestra página y seguidor de Metheny.
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