domingo, 14 de julio de 2013

Boards of Canada - Tomorrow's Harvest (2013)



El “National Film Board of Canada” es un organismo público del estado de Canadá dedicado a producir documentales, cortos de animación y obras de ficción que surge para promocionar la cultura del país de la hoja de arce. Muchos de los documentales que produjeron en el pasado llegaron a ser vistos por los hermanos Michael Sandison y Marcus Eoin en su Escocia natal y tomaron el nombre de la productora como inspiración para su “nom de guerre” como duo musical.

Desde pequeños, ambos hermanos jugueteaban con cualquier aparato electrónico que caía en sus manos y, gracias a que en su familia había tradición musical, éstos eran muchos. Así, con sólo diez años ya estaban familiarizados con las cintas de grabación y realizaban sus propios “pastiches” sonoros con rudimentarios samples. Como ocurre habitualmente, ambos hicieron sus pinitos en bandas juveniles hasta que Mike invitó a su hermano a formar parte de su nuevo grupo allá por 1986. Poco después, ambos se quedaron como únicos integrantes del mismo y nació Boards of Canada.

Un elemento importantísimo de la personalidad del grupo, y esto es muy relevante para hablar de la campaña promocional de su último disco, es el hermetismo. Apenas conceden entrevistas, sus actuaciones son escasísimas y, por si esto fuera poco, han demostrado una afición por los enigmas, los juegos numéricos (el número 6 y los hexágonos son omnipresentes en su carrera), los mensajes ocultos, etc. lo que les ha proporcionado un estatus de grupo de culto similar al obtenido por la serie televisiva “Lost” por parecidos motivos.

El famoso disco promocional que inició la locura entre los seguidores del grupo.


Su discografía es escasa y, contando con el trabajo que hoy comentamos, se limita a cinco discos (el primero de ellos casi imposible de encontrar hoy) y varios EP’s publicados en su mayoría por el sello Warp, lo que da una pista más sobre su música. Lo cierto es que habían transcurrido ya casi ocho años desde su anterior larga duración cuando comenzó una especie de juego de enigmas inteligentemente manejado por los hermanos y la discográfica. Comenzó con el envío de seis misteriosos discos de vinilo a sendas tiendas en todo el mundo. En ellos figuraba un misterioso código numérico (de seis dígitos, ¿cómo no?) a partir del cual comenzaron a generarse todo tipo de especulaciones. A partir del código surgieron más pistas incluyendo la propia grabación contenida en el disco que era una extraña secuencia de números similar a las que se emiten, sin que quede muy clara su función exacta, desde diferentes estaciones de radio en todo el mundo en las últimas décadas. De ahí pasamos a una página web y, unos días después, al anuncio de un nuevo disco de Boards of Canada que llevaría por título: “Tomorrow’s Harvest”.

Cuando un grupo es importante en su estilo, suele generar dos tipos de influencia: la primera y más evidente, es la aparición de imitadores, conocidos por los aficionados como clones de la banda o artista en cuestión. Se trata de una opción respetable pero que no deja de ser la solución “fácil” desde el punto de vista creativo. En los estilos que tratamos habitualmente en el blog encontraríamos varios ejemplos de grupos “imitados” como Tangerine Dream, clonados en Redshift o Radio Massacre International, Kraftwerk y su réplica Komputer o, ya en el territorio nacional, OBK como pobre remedo de Depeche Mode. La segunda vía desde el punto de vista artístico es la de los músicos que, evidenciando su admiración por otro artista, no se limitan a copiarle sino que toman elementos concretos de su estilo y los adaptan construyendo una voz propia que trasciende la imitación. Continuando con las músicas que habitualmente tratamos aquí, Yann Tiersen sería un ejemplo de esto en relación con Michael Nyman o Wim Mertens, Orbital con Kraftwerk o Steven Wilson con Pink Floyd o King Crimson.

Boards of Canada pertenecerían también a esta segunda categoría. Sus influencias procedentes de músicos y bandas del pasado son evidentes pero el dúo ha sabido filtrarlas por un tamiz personal que es el que les hace realmente interesantes a nuestro juicio y conseguir, a partir de esas influencias, un sello propio que les hace reconocibles.



“Gemini” – Abre el disco una breve fanfarria que nos recuerda a las sintonías de los anuncios previos a una proyección en las salas de cine. Entramos a continuación en una atmósfera oscura y angustiosa durante unos instantes hasta que comienza a sonar una secuencia electrónica en segundo plano que le debe buena parte de su inspiración a los Tangerine Dream de los setenta y es a este tipo de cosas a las que nos referíamos antes con lo de las influencias bien aprovechadas. Efectivamente, recuerdan por unos instantes a Tangerine Dream pero no son la banda alemana.

“Reach for the Dead” – Efectos de ruido blanco acompañados de una percusión cadenciosa nos reciben en el comienzo del siguiente corte. De forma casi imperceptible va apareciendo una melodía que poco a poco se hace con toda la pieza llevandonos por territorios “ambient” que firmaría el propio Brian Eno. Hace su aparición entonces una secuencia que es pura Escuela de Berlín y se funde con ritmos más actuales formando una amalgama de estilos y sonidos realmente cautivadora.


“White Cyclosa” – De nuevo sonidos que nos retrotraen a la mejor época de los Klaus Schulze o Edgar Froese sirven como introducción de otra composición puramente ambiental llena de misterio y sugerencia con algunas gotas del Jarre más atmosférico. Un pasaje más en un viaje lleno de atractivos.

“Jacquard Causeway” – Sonidos electrónicos y una percusión que parece ir por libre respecto de la melodía principal conforman un corte inquietante, de los más experimentales de un disco, por otra parte no muy prodigo en rarezas y extravagancias gratuitas, que también es uno de los más extensos de todo el trabajo.

“Telepath” – Gélidos pasajes atmosféricos envuelven una voz robótica que repite sucesiones de números y que parece sacada del disco “Radio-Activity” de Kraftwerk en lo que sería un breve homenaje a los de Düsseldorf.

“Cold Earth” – Llegamos así a uno de los grandes momentos del disco con un tiempo medio en el que se combina lo mejor de los Tangerine Dream de los ochenta (que algo bueno también tenían) con ritmos “trip-hop” más actuales hasta conformar una de las piezas con una posible salida comercial más clara de todo el disco.

“Transmisiones Ferox” – Tras la breve tregua que supuso el anterior corte nos encontramos con otra pieza estrictamente ambiental, casi minimalista que hace las funciones de transición hacia la siguiente.

“Sick Times” – Regresamos a los temas rítmicos, no demasiado abundantes en el disco pero siempre brillantes. En este caso la parte melódica juega un papel secundario pero imprescindible como contrapunto al ritmo. Si Brian Eno no hubiese lanzado sus últimos trabajos en el sello Warp, diríamos que este tema suena como un cruce, precisamente, entre esas dos etiquetas sonoras.

“Collapse” – Tras varios temas en un estilo algo diferente, volvemos a encontrarnos con secuencias electrónicas “setenteras” como base a partir de la cual crecen los densos paisajes sonoros tan característicos del dúo escocés.

“Palace Posy” – Una combinación de percusiones tribales y sonidos electrónicos analógicos algo desafinados abre la siguiente pieza que termina convirtiéndose en una extrañísima canción retrofuturista en la que voces fantasmales cantan un estribillo hipnótico sumergidas en una amalgama de sonidos de una precisión abrumadora.

“Split Your Infinites” – En una línea similar se mueve la siguiente pieza. Si hay algo que caracteriza la música de Boards of Canada es la extrema elaboración de los sonidos que aparecen en cada una de sus composiciones. En una escucha inicial es muy probable que esto pase desapercibido pero si el oyente presta atención, por ejemplo, a este tema, se encontrará un nivel de producción sonora sorprendente, con efectos casi imperceptibles a cada momento revelando un perfeccionismo en el trabajo de los hermanos poco habitual en los músicos electrónicos de hoy en día.

“Uritual” – Aparcamos de nuevo los ritmos para adentrarnos en las texturas sonoras más sofisticadas formando un prolongado “loop” de tintes minimalistas con el que nos desplazamos plácidamente hacia la recta final del disco.

“Nothing is Real” – En algunos momentos, tenemos la tentación de calificar algunas piezas de Boards of Canada como verdadera música de ascensor, como se calificaba de forma despectiva a buena parte del “ambient” y la “new age” en los años ochenta por su aparente intrascendencia y falta de profundidad. Ésta pieza concreta sería candidata a esa definición pero basta con escuchar atentamente el trabajo que hay detrás de cada instante sonoro, por superficial que pueda parecer, para darse cuenta de lo injusto que sería tratarla así.

“Sundown” – De nuevo nos encontramos ante una pieza puramente ambiental, sin sobresaltos y con un sonido limpio, mucho más claro de lo habitual en un disco en el que hasta el más leve de los sonidos denota un gran trabajo detrás.

“New Seeds” – Una de nuestras piezas favoritas del disco es esta que aparece cerca del final del mismo. Una secuencia rítmica simple se combina con la percusión y lo que parecen unas cuerdas más o menos convencionales para conformar una extraordinaria pieza de pop futurista de esas que te hacen pensar que aún hay futuro en la música electrónica, más allá de las viejas glorias de décadas pasadas.


“Come to Dust” – Más o menos en la misma línea del corte anterior se encuentra este en que encontramos alguna referencia, de nuevo, a Tangerine Dream, especialmente a su etapa de los primeros años ochenta en discos como, por ejemplo, “Hyperborea”. En cualquier caso, este parecido no es suficiente para meter al tema en la categoría de “clon” a la que antes nos referíamos aunque sí en la de claras influencias.

“Semena Mertvykh” – El cierre del disco lo pone el corte más oscuro del mismo, formado por un profundo “drone” grave acompañado de breves trazos melódicos de breve duración que serviría de perfecto fondo sonoro para una película apocalíptica de esas en las que el protagonista se despierta en medio de unas ruinas deshabitadas y no sabe adónde ir.


Aunque la electrónica es una de las referencias más habituales en el blog, la gran mayoría de discos de este tipo que hemos comentado pertenecen a décadas pasadas y es que no encontramos en la actualidad demasiados artistas cuyo sonido nos resulte suficientemente atractivo. Tenemos que confesar que descubrimos a Boards of Canada en tiempos vergonzosamente recientes ya que es un grupo del que habíamos recibido excelentes referencias desde hace mucho tiempo sin que, hasta ahora, les hubiéramos prestado la atención debida. Con la excusa del lanzamiento de su nuevo disco consideramos que era un buen momento para interesarnos por ellos y la experiencia ha sido muy satisfactoria (también influyo leer que alguien como Steven Wilson afirmaba de “Tomorrow’s Harvest” que era, sin dudarlo, el mejor disco aparecido en lo que llevamos de 2013). Si, como nosotros, queréis introduciros en su obra, el disco está disponible para su adquisición en los siguiente enlaces:

amazon.es

fnac.es

Os dejamos con la fiesta secreta que se organizó en pleno desierto de Mojave para presentar el disco a unos cuantos escogidos que supieron interpretar las pistas de la campaña promocional_

4 comentarios:

  1. Fantástica reseña. Esta formación escocesa es uno de los mejores ejemplos del relevo electrónico que se está tomando actualmente en Europa. Hay bastante gente que está haciendo cosas interesantes sin caer en el pastiche y la mediocridad. Sin duda BoC es una de estas formaciones.

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  2. Es llamativo que digas eso de Semena Mertvykh; a mí me parece el mejor corto del disco y una contenida explosión inagotable de luz que te traspasa el cuerpo y el alma.
    Nada de apocalipsis ni ruinas ni oscuridad. Nada de nada. Sino profundidad,
    insondable olor a infinito blanco y terso, caudaloso y tangible.
    En mi humilde opinión, para realizar una crítica a cualquier disco de Boards Of Canada, se necesitan años de escucha sobre el disco a tratar. Ocurre que la densidad y el metamorfismo de la música o alquimia de BoC alimentan el desconcierto sobre si tal tema es mejor o peor, o sobre si tal detalle o brizna sonora ahora provocan el desasosiego o hinchan la esperanza, y luego no, y así los meses e incluso los años pasan y nada en la audición de su música es definitivo.Yo aún sigo en proceso de aprendizaje sobre este último, y lo que gozosamente me queda.

    Un saludo.

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  3. Hablaba Klaus Schulze en una ocasión sobre los sentimientos que provoca la música en el oyente y decía lo siguiente:

    "La mayoría de lo que está escrito sobre "lo que los artistas significan y quieren decir" es basura, es promoción de la prensa, no tiene sentido, o simplemente es una invención de la industria discográfica o de la prensa, porque a la gente le gusta oir este tipo de historias. Todas estas historias humanas son más fáciles de comprender que todas las palabras sobre la estructura de una pieza musical, sobre sus raices y relaciones, sobre el lado técnico de la composición, la interpretación y la grabación, y que todas las otras pequeñas y mayores cosas musicales (de las cuales, la mayorí­a de la gente no tiene ni idea). (...) Toma "Peer Gynt" de Grieg. Las portadas de "Peer Gynt" suelen mostrar un paisaje frí­o de invierno y la gente lo escucha de este modo. Pero "Peer Gynt" Op.46 suena ¡en el norte caluroso de África! (...)"

    No es raro que lo que alguien le evoca unas sensaciones, a otra persona le recuerde cosas completamente diferentes. Schulze es algo radical en sus afirmaciones, pero estoy de acuerdo en el fondo de sus palabras. Dicho lo cual, he de reconocer que conocía a BoC con este disco con lo que mi bagaje como oyente de la banda es limitado, algo que me ocurre con bastantes otros músicos que aparecen por aquí. No es algo muy relevante. Hay discos que he escuchado miles de veces y aún sigo teniendo opiniones cambiantes sobre ellos.

    Un saludo y gracias por el comentario. Tremendamente interesante.

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  4. He descubierto este disco sólo hace un par de días y me tiene fascinado. Conocía a Boards Of Canada de oídas y alguna vez he escuchado algo suyo pero sin prestar demasiada atención. Este disco es impresionante! Me cuesta mucho conectar con la electrónica "actual" pero de vez en cuando descubro cosas que terminan por fascinarme y que merecen la pena la búsqueda. Por cierto, ví que recientemente has adquirido el Tohu Bohu de Rone, otro disco que me encanta. Estoy esperando tu crónica;)

    Saludos! David (de Fjarre)

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