martes, 4 de julio de 2017

Sufjan Stevens, Nico Muhly, Bryce Dessner, James McAlister - Planetarium (2017)



Probablemente Nico Muhly sea el paradigma de por dónde van a ir las cosas en los próximos años para los músicos de formación clásica porque el suyo es un ejemplo de trabajo en todo tipo de género sin preocuparse por el lugar de procedencia de la música o de sus autores. A día de hoy, y pese a su juventud (apenas cuenta con 35 años), ha compuesto óperas, música de cámara, música orquestal, coral, cancioneros, etc. De cualquier otro músico diríamos que, de forma paralela, ha trabajado con artistas de otros géneros pero en el caso de Muhly no sería del todo correcto ya que para él no existe esa “forma paralela”: toda la música forma parte de un mismo todo en el que no hace distinciones ni categorías. Así, considera que componer bandas sonoras, realizar adaptaciones de obras de Philip Glass, orquestar piezas corales de William Byrd, realizar arreglos para Anthony and the Johnsons, The National o Jónsi, de Sigur Ros o grabar canciones en colaboración con Bjork forman parte de un mismo trabajo.

En 2011 Muhly recibió el encargo de escribir una obra para el Muziekgebouw de Eindhoven, teatro del que era compositor residente. Lo más interesante no era el encargo en sí sino la frase que le acompañaba: “¿con quién te gustaría trabajar si tuvieras carta blanca para hacerlo?”. Inmediatamente Muhly pensó en dos viejos amigos a los que conoció a principios de la pasada década en Brooklyn: Sufjan Stevens y Bryce Dessner. El primero, una de las figuras más interesantes de la música norteamericana en los últimos tiempos. Además de ser un dotado multi-instrumentista, Stevens ha tocado palos muy diversos que van desde el folk a la música electrónica pasando por la creación de orquestaciones sinfónicas para sus canciones. Dessner, por su parte, compagina su ya notable producción clásica que incluye entre lo más destacado piezas orquestales y cuartetos de cuerda, con su labor como miembro de The National.

No hizo falta mucho esfuerzo para convencer a ambos y poco después, el trío se puso manos a la obra para crear una pieza de grandes proporciones. El trabajo, lejos de lo que ocurre en ocasiones similares en las que se juntan tres estrellas, era una verdadera colaboración entre músicos que se conocen bien y que están acostumbrados a trabajar juntos. Cada artista tiene su sitio y en ningún momento se adivina lucha alguna de egos. Al contrario, la música fluyó desde el principio mezclando las aportaciones de cada uno de los compositores con gran naturalidad. Cualquiera que haya seguido las trayectorias del trío reconocerá sin mucho esfuerzo a todos ellos pero también escuchará un trabajo que no es atribuible a ninguno porque termina por convertirse en una obra mayor. “Planetarium” además, era un “work in progress”, una obra que fue evolucionando a partir de las composiciones con las que se estrenó de modo que la versión grabada que podemos escuchar es mucho más rica y amplia que la original. En 2012, Muhly, Stevens y Dessner realizaron una gira por varios teatros presentando la obra y al terminar los conciertos se reunieron en el estudio de grabación para registrar toda aquella música que quedaría guardada en un cajón mientras los artistas maduraban qué hacer con ella.

“Planetarium” es un trabajo conceptual alrededor del Sistema Solar con referencias a la mitología grecorromana y al ser humano. La idea comenzá a construirse a partir de los esquemas musicales de Muhly que fueron modelados en un primer momento por Dessner. Stevens se encargaría de dar forma a las canciones aportando los textos y, con ellos, la orientación definitiva del trabajo (alguna de las canciones pertenecía a un viejo proyecto personal aplazado, de hecho). Además, sugirió la incorporación al proyecto del batería James McAlister quien se encargaría de dar forma a la parte rítmica de “Planetarium” resultando ser “el pegamento que terminó por dar sentido a la obra” en palabras de Sufjan Stevens.

En la segunda parte de 2016, tras varios años en los que cada uno de los artistas se centró en sus propios proyectos, decidieron reunirse para dar forma de disco a “Planetarium” y publicarlo, algo que ocurrió hace unas semanas a través del sello 4AD. En la grabación, exquisita desde el primer al último instante, intervienen: Bryce Dessner (guitarra), James McAlister (batería, percusión, sintetizadores y programaciones), Nico Muhly (piano y teclados) y Sufjan Stevens (voz, sintetizadores, piano, Mellotron, flautas y programaciones). Participan además, un cuarteto de cuerda integrado por Rob Moose y Ben Russell (violines), Nadia Sirota (viola) y Claire Bryant (violonchelo), un septeto de trombones y Thomas Bartlett (piano y Mellotron). La idea de “Planetarium” era la de dedicar una composición a cada uno de los cuerpos celestes que componen el Sistema Solar pero con el tiempo se añadieron nuevas piezas para complementarlas aunque siempre con títulos relacionados con el tema central.

Imagen del montaje de "Planetarium" para el directo.


“Neptune” - Un fondo de sintetizador abre el disco y sirve de introducción para el piano y la personalísima voz de Sufjan Stevens que desgrana una melodía verdaderamente magistral que desemboca en un breve fragmento cantado con gran delicadeza y que podría proceder de cualquier obra renacentista. Suenan los acordes de la guitarra de Dessner para enriquecer una pieza cuya melodía es más enrevesada conforme avanzan los compases. Es entonces cuando entran el cuarteto de cuerda los trombones para dar paso al siguiente corte.

“Jupiter” - Un ritmo casi marcial nos introduce en un largo corte en el que la electrónica reclama su lugar, tanto en forma de efectos sonoros que adornan la voz de Stevens como jugando alrededor de ella con secuencias de gran belleza. En estos primeros momentos la melodía es repetitiva hasta el momento en que escuchamos a Sufjan cantando a través de un vocoder, algo que se repetirá durante buena parte del disco como una seña de identidad. Cesa la percusión y entramos en un interludio de corte ambiental que marca el comienzo de la siguiente parte del tema. Una oración sintética comienza a escucharse sobre un fondo musical de aire barroco muy característico de la música de Muhly. Aparece entonces un brusco corte percusivo que nos acompaña durante el siguiente tramo mientras se repite el tema central de este segmento. Aparecen por un instante nuevas secuencias electrónicas que desembocan en una solemne fanfarria con los trombones a pleno rendimiento con la que se pone punto final a una pieza extraordinaria.

“Halley's Comet” - El cometa Halley tiene aquí un fugaz homenaje en forma de miniatura electrónica apenas distinguible del siguiente corte para el que hace de preludio.

“Venus” - Llegamos a Venus y, como corresponde a su papel en la mitología y en la cultura popular, al tema más sensual en cuanto a los textos. La melodía es sencilla y el acompañamiento electrónico, muy característico de algunos trabajos de Sufjan Stevens, funciona realmente bien. Suenan de nuevo los metales como interludio antes de la segunda parte de la canción en la que se incide en los mismos temas que sonaron en la primera con un tratamiento diferente en cuanto a los arreglos.




“Uranus” - El clásico sonido de flautas del Mellotron nos recibe en la obertura de una canción de cierto aire minimalista que tiene una producción exquisita. Entramos a continuación en una breve sección coral que precede a un nuevo pasaje ambiental en el que la guitarra de Dessner interviene con brillantez, a dúo con la voz pasada por el “auto tune” de Stevens primero, y ya en solitario algo después. Una preciosa sección vocal con un cierto aire a Julia Holter nos acompaña hasta un pasaje más oscuro en el que guitarra y sintetizadores dibujan un escenario muy diferente, como de transición hacia la siguiente etapa. Absolutamente brillante.

“Mars” - El Dios de la guerra llega revestido de un traje más industrial en el que las programaciones rítmicas juegan un papel muy importante. Mientras tanto se van desarrollando una serie de motivos electrónicos  muy interesantes hasta que aparece la voz de Stevens, distorsionada con un efecto vocoder muy pronunciado que desemboca en un magnífico tramo con trombones y sintetizadores aliados en una composición de inspiración contemporánea. Vuelve la guitarra a sonar con una serie de acordes hipnóticos y entramos así en el último tramo de la pieza, más rítmico que el resto que termina con un profundo sonido que enlaza directamente con el siguiente tema.

“Black Energy” - La energía oscura es la protagonista de un corte que comienza con un tono muy evocador, verdaderamente cósmico si entendemos como tal, por ejemplo, la música de Vangelis en su “Albedo 0.39” (el tema así llamado, no todo el disco). Es una composición puramente ambiental, muy intensa, que cumple sobradamente con su función de enlace dentro del disco pero que, además, tiene entidad suficiente para poder ser tomada de forma independiente al mismo.

“Sun” - La pieza dedicada al Sol comienza con espaciados destellos de sintetizador, quizá describiendo un amanecer en cualquier punto del Sistema Solar. Pese a compartir características con la pieza anterior (ambas son “ambient”) esta es muy diferente en espíritu. Más luminosa con perdón por la obviedad.

“Tides” - Uno de los efectos más notables del Sol y de la Luna sobre la Tierra son las mareas que aquí aparecen en forma de tema breve que sigue la linea de los precedentes.

“Moon” - Con la Luna llega un nuevo cambio en el disco. Volvemos a escuchar a Sufjan Stevens en una canción que tiene algo de tribal y en la que destaca el delicado acompañamiento instrumental con influencias de Steve Reich, músico con el que tanto Muhly como Dessner han trabajado en algún momento. En todo caso, el armazón electrónico diseñado por Stevens es lo que nos resulta más atractivo de toda la pieza.

“Pluto” - El “planeta enano” tiene el honor de ser el inspirador de una de las canciones más bellas de toda la obra. Introducida por una preciosa guitarra, heredera quizá del Reich de “Electric Counterpoint”, surge poco a poco una gran melodía que se va transformando de un modo muy cinematográfico en un himno acompañado por las cuerdas y los metales. El final, con la electrónica de nuevo en primer plano es extraordinario como todo el disco. “Pluto” es una evolución de una vieja canción de Sufjan Stevens que no encontró acomodo en sus trabajos personales.

“Kuiper Belt” - Una animada danza con cierto aire al Mike Oldfield más inocente de sus primeros años es la encargada de representar al Cinturón de Kuiper. Es un tema que se hace muy corto y que sirve para enlazar con otro aún más escueto.

“Black Hole” - Los agujeros negros apenas cuentan con medio minuto de presencia en el disco pero es esta una transición muy intensa que enlaza a la perfección con el que fue el tema de presentación del disco.

“Saturn” - La canción con la que comenzó a mostrarse el proyecto era un tema muy electrónico en su inicio, con Sufjan Stevens de nuevo cantando con “auto tune” una melodía verdaderamente inspirada y con cierto aire ochentero. En su segunda parte aparecen ritmos bailables por primera vez en el disco pero todo está hecho con una elegancia que en ningún momento desentona frente al resto del trabajo. Como “single” es perfecto para mostrar al posible oyente un proyecto muy diferente a cualquier otra cosa que suene actualmente en dondequiera que suenen hoy los singles.




“In the Beginning” - La última transición del disco tiene un aire solemne, probablemente conseguido gracias a las cuerdas del Mellotron y su inconfundible sonido.

“Earth” - Llegamos así a la pieza dedicada a nuestro planeta que también es la más extensa y compleja de todo el disco. A lo largo de sus más de 15 minutos de duración asistimos a todo tipo de escenarios. Desde la introducción ambiental al más puro estilo de Brian Eno hasta pasajes electrónicos que parecen salidos de la factoría Kling Klang. Tras ese inicio el Mellotron y su sonido de flauta acompañan a Stevens cantando con Vocoder un motivo que podría ser una moderna oración. A su conclusión entramos en una sección electrónica con reminiscencias del Terry Riley de “A Rainbow in Curved Air” a la que se suma Dessner con su guitarra. Aparece súbitamente un ritmo electrónico que va transformándose poco a poco hasta conformar una base de clara inspiración en Kraftwerk. Termina poco después esta pequeña “suite” con un nuevo tema atmosférico con el que perfectamente podría haber concluido el disco.

“Mercury” - Sin embargo faltaba un planeta por aparecer y lo hace en forma de canción casi “pop” que parte de un piano y una guitarra minimalistas protagonistas de un dúo en el que perfectamente podríamos ver reflejados a los mismísimos Glass y Reich. Mientras todo esto sucede, Sufjan Stevens canta de forma maravillosa una de las mejores melodías de todo el disco.




Tras el lanzamiento de “Planetarium”, sus autores han iniciado una nueva gira para mostrar el disco en directo. Un trabajo que desde que escuchamos los primeros adelantos meses atrás nos atrajo como pocos otros habían hecho antes. Las expectativas que teníamos ante esta grabación eran tan altas que lo que más nos ha sorprendido es que no han quedado defraudadas en ningún momento. Más bien al contrario: “Planetarium” es aún mejor disco que el que nos imaginabamos en nuestras previsiones más optimistas. Raro será que aparezca en los meses que faltan (y aún queda la mitad del año por delante) un trabajo que nos cause mejor impresión que este.

Así sonaba "Planetarium" en su primera versión en directo en Amsterdam:


 

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