El compositor
francés Gabriel Faure escribió en 1914 un ciclo de ocho canciones titulado “Le
Jardin Clos” en el que ponía música a una serie de poemas del escritor flamenco
Charles Van Leberghe. A pesar del origen común del escritor y de Wim Mertens,
de la temática de la obra de Faure y de que el número de canciones escritas por
él en su ciclo (ocho) coincide con las compuestas por nuestro compositor belga
favorito en el disco que tituló, curiosamente, “Jardin Clos”, no hemos
encontrado ninguna relación que pudieran guardar las dos obras entre sí pero la
coincidencia nos pareció llamativa.
En las distintas
entrevistas promocionales que ofreció Mertens en la época en la que apareció el
disco, insistía mucho en el origen conceptual del mismo, al que alude de forma
velada para quienes no estaban al tanto de su significado, el propio título de
la obra. Los “jardines cerrados” que sirven como excusa al pianista eran
instituciones religiosas reservadas a las mujeres en las que éstas hacían todo
tipo de trabajos, incluyendo algunos de carácter artístico, en los países bajos
a partir del siglo XIII. Algunas de las obras más sorprendentes que nos dejaron
eran extraños relicarios elaborados a partir de cráneos humanos y precisamente
uno de ellos es el que ilustra la portada del disco que hoy comentamos.
Curiosamente, y contrariamente a lo que cabria esperar de una temática como la
que inspiraba el disco, su autor se encargó de destacar el importante contenido
sensual e incluso erótico de la música grabada en un trabajo que él mismo
definía como el que mayor carga de feminidad tenía de todos los que había
compuesto hasta entonces. Lo de la carga erótica, podría explicar el hecho de
que una de las intérpretes del disco (de uno de los temas, en realidad) era
nada menos que Sylvia Kristel, actriz cuyo papel más conocido fue el de
Emmanuelle en la célebre serie de películas eróticas protagonizadas por la
desinhibida joven.
Algunos de los relicarios elaborados en los "Jardin Clos" del S.XIII |
El sonido del
disco iba a ser algo muy innovador para los seguidores del músico belga ya que
utilizaba una pequeña orquesta de cuerda de nueve intérpretes, algo
absolutamente nuevo en la música de Mertens y la confrontaba a un cuarteto de
metales. Al margen de estas dos secciones, encontramos otros recursos ya
habituales en la obra del compositor. La relación completa de intérpretes sería
la siguiente: Xavier Claeys, Maurits Goossens, Stefaan Claeys y Claire
Delplanque (violines), Kris Van Severen y Paul Bervoets (violas), Lieven
Vandewalle y Koen Lievens (violonchelos), Michel Vangheluwe (contrabajo), Dirk
Descheemaeker (clarinete), Ward Hoornaert (trompeta), Rik Vercruysse (trompa),
Eddy Verdonck (trombón bajo), Hugo Matthijssen (tuba), Els Van Laethem
(soprano), Lieven de Roo (bajo), Sylvia Kristel y Chusa de la Cruz (voces),
Brigitte Hertogs (arpa), Peter Verbraeken (guitarra), Bard Quartier (percusión)
y Wim Mertens (piano).
“As Hay in the Sun” – Comienza el disco con unas suaves
notas de piano que se repiten varias veces hasta la incorporación de la
guitarra y los metales. Empieza ahí un juego de repeticiones entre los vientos
y ésta última que se prolonga durante unos instantes. Hay una especie de
tensión contenida durante toda la pieza que amenaza con estallar en cualquier
momento pero que finalmente no llega a desencadenarse.
“Often a Bird” – Las cuerdas, con un ritmo alegre desde el
primer momento, subrayado por golpes de percusión, abren una de las piezas más
optimistas que jamás haya compuesto su autor. Con este fondo, asistimos a un
precioso diálogo entre el arpa y el piano con el clarinete como su más
destacado testigo. Toman las riendas las cuerdas a continuación en un brillante
segmento central en el que asistimos al cambio en el sonido de Mertens que
inevitablemente trae tan nutrida sección en un músico que no solía hacer uso de
este tipo de instrumentos más allá de formatos reducidos como el trío.
Brillante como pocas esta composición.
”Wound to Wound” – Llegamos así al momento de mayor intensidad del disco. La pieza se abre con un ritmo muy vivo a cargo de lo que parece un clavicordio a pesar de no aparecer en los créditos. Partiendo de esa base rítmica asistimos a una exhibición notabilísima de ritmos y melodías vivaces a cargo de los violines principalmente que encadenan una frenética sucesión de motivos que no dejan apenas respiro al oyente. Esta sensación aumenta conforme pasan los minutos y nos vemos envueltos en una auténtica cacofonía sonora en la que los instrumentos comienzan a sonar desacompasados e incluso fuera de afinación hasta conseguir un efecto absolutamente sorprendente que, estamos seguros, es intencionado. En los últimos tres minutos de la pieza, se mezclan poco a poco todas las distintas melodías que nos habían sido presentadas de forma sucesiva en la primera mitad, superponiéndose todas al mismo tiempo en un genial batiburrillo del que es difícil sacar nada en claro pero que cumple con el objetivo de dejar al cliente sin repuesta posible.
“Out of the Dust” – Tras la pieza anterior era absolutamente
necesario un cambio de estilo y Mertens cumple a la perfección con esa idea con
la pieza más breve del disco. En ella escuchamos la versión más amable del
compositor con sus clásicos ritmos a cargo de los metales y el piano y la
primera aparición de la soprano Els Van Laethem, hermana de Katelijne, quien
hizo el mismo papel en “Shot and Echo”, el anterior disco de Mertens para
grupo. La aportación de la cantante es básicamente la de cubrir la ausencia de
la voz de contratenor del compositor en trabajos anteriores en una etapa en la
que Wim parecía reservarla para sus discos de piano.
“A Secret Burning” – Continuando con la línea optimista y
desenfadada del tema anterior, Mertens nos ofrece otra canción con protagonismo
de la voz de Els, las cuerdas y su teclado. La línea de bajo que sostiene toda
la primera parte de la composición sería desarrollada con mayor detenimiento en
otra composición posterior del músico: “For Quietness” que apareció en “Integer
Valor”. La parte final del tema es una magnífica combinación de voces
superpuestas que nos parece que se encuentra entre lo más brillante del disco.
“Hedgehog’s Skin” – Una introducción de piano inmediatamente
replicada por las cuerdas nos da la bienvenida a otro tema luminoso como pocos
que se revela más bello aún cuando aparece la voz angelical de Els Van Laethem,
auténtico descubrimiento del disco a estas alturas. El momento en que se une a
la mezcla el bajo Lieven de Roo nos parece absolutamente mágico y nos recuerda
los mejore momentos vocales de la música de Mertens en sus primeros trabajos.
La pieza es un auténtico torrente de ideas que no se detiene en ningún momento.
Cuando creíamos que lo mejor había pasado nos arrastra en un veloz descenso sin
frenos de la mano de la sección de cuerda y un clavicordio omnipresente que
culmina en un brillante final con el que despedimos la sección central del
disco.
“Pierced Heart” – Regresa el compositor belga a sus orígenes minimalistas con un prolongado “ostinato” de piano que sirve de fondo para una melodía de guitarra muy acorde con el acompañamiento. Las cuerdas se reservan el derecho de réplica en determinados momentos pero sólo para subrayar ciertos giros melódicos ya esbozados por la guitarra. Es esta una composición extraña si la tomamos dentro del conjunto del disco ya que parece ajena a su espíritu general. Sin embargo, tiene algo de hipnótico que no deja de llamar nuestra atención aunque no podemos considerarla como una de las mejores del trabajo dada la brillantez de buena parte de lo escuchado en los minutos anteriores. La historia particular de Wim Mertens con la guitarra merece un capítulo aparte al que podríamos hacer referencia aquí pero, dado que existe un disco del compositor dedicado casi por completo a música para ese instrumento, la reservamos para el momento en que hablemos de ese trabajo.
“Not Me” – Cerrando el disco encontramos el tema más extraño
de todo el trabajo. De vez en cuando, Mertens nos dedica una extravagancia de
este tipo: una melodía extremadamente brillante, casi perfecta, pero
subordinada por completo a una rara sucesión de voces que aparece en
determinados intervalos de tiempo recitando una serie de motivos. En “Stretti”,
composición de 1986 que no apareció en ningún disco en su momento (aunque se
incorporó a algunas recopilaciones más adelante) teníamos un primer ejemplo de
esto y ahora nos encontramos con algo similar. Las voces de Sylvia Kristel y
Chusa de la Cruz (pareja sentimental del compositor) comienzan a recitar una
serie de números en sucesión ascendente la primera (y en idioma neerlandés) y
descendente la segunda (en castellano). Así, Chusa enuncia el número 33 y
Silvia el 1 y continúan con la serie hasta llegar cada una de ellas al extremo
opuesto de la misma. Entre cada una de las intervenciones de las improvisadas
recitadoras asistimos a una interpretación de la melodía a la que cada vez de
suman instrumentos nuevos así como temas complementarios. La música que
escuchamos es tan arrebatadoramente bella que ni siquiera una “boutade” como la
del conteo divergente por parte de Sylvia y Chusa puede emborronarla.
En su momento, el nuevo sonido de Mertens con la importante
presencia de las cuerdas nos descolocó bastante. “Jardin Clos” nos gustó pero
había algo que no terminaba de convencernos. Casi veinte años después, seguimos
manteniendo la buena impresión que teníamos de sus mejores partes y hemos
superado las reticencias que nos provocó la “dulcificación” del sonido del
compositor belga. Cierto es que la aparición de una obra maestra como fue “Integer
Valor” un tiempo después nos hizo relegar “Jardin Clos” a un segundo plano,
algo no justificado dada la calidad intrínseca del disco. Poco a poco, hemos
ido rectificando nuestro error y el disco que hoy comentamos, ha ganado
bastante en nuestra consideración.
La versión que hemos comentado hoy de “Jardin Clos” es la
original, publicada en 1996. En las tiendas es más probable que encontréis la última
remasterización en la que se incluyó una pieza más que en su momento formó
parte del single “As Hay in the Sun”. En los siguientes enlaces se puede
encontrar, precisamente, esta versión más reciente.
amazon.es
diskpol.com
Nos despedimos con una extraordinaria versión en directo de "From Wound to Wound"
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Nos despedimos con una extraordinaria versión en directo de "From Wound to Wound"
Después de oir la pieza "Maximizing the audience" del sorprendente primer volumen de Música sin fronteras, voy y compro este "Jardin clos" sin tomar precaución ninguna. Y ocurrió como cuando este modesto bebedor de JB se echó al papo un lingotazo de Lagavulin. Las neuronas se desmandan; no pueden volver al antes y el después les parece incierto -pero fascinante-.
ResponderEliminarA "Integer valor" le puntúo un diez coma nueve, de todas formas.
Hay pendiente un correo que debo enviar, una fotocopia de un Disco Express de antes de las glaciaciones, en que se afirmaba que todo el "tubular bells" es un plagio. Para ello, habrá que poner el desván patas arriba, tal vez por Agosto...