miércoles, 21 de agosto de 2024

Sufjan Stevens - Javelin (2023)



Las primeras apariciones en el blog de Sufjan Stevens fueron con trabajos, o bien electrónicos (y colaborativos) o de piano solo y lo cierto es que, aunque el músico norteamericano destaca en muchas facetas, el formato que le llevó a la fama en su día con discos como “Illinois” o “Carrie and Lowell” tiene más que ver con el trabajo tradicional de cantautor pese a la sofisticación de Stevens en todo lo que hace. Con “Javelin”, el músico regresa a esa versión suya y lo hace con gran acierto recogiendo críticas extraordinariamente favorables.


En lo personal, el disco nace en las circunstancias más difíciles ya que se creó en un periodo en el que Stevens tuvo que afrontar la muerte de su pareja, Evans Richardson, fallecido con apenas 43 años y, además de eso, el síndrome de Guillain-Barré, una extraña enfermedad autoinmune que afecta al movimiento de las extremidades y que requiere de una larga recuperación y re-aprendizaje para volver a andar y realizar las tareas habituales. Desconocemos cómo influyeron estas circunstancias en el propio proceso de grabación del disco ya que Stevens aparece en los créditos, como es habitual en él, interpretando todos los instrumentos (guitarras, piano, batería, sintetizadores...) además de cantando así que suponemos que la mayor parte del mismo se grabó antes de la enfermedad. Sólo su amigo Bryce Dessner aparece acreditado a la guitarra en uno de los cortes del trabajo además de las vocalistas invitadas (Hanna Cohen, Megan Lui, Nedelle Torrisi, Adrienne Maree Brown y Pauline de Lassus) que colaboran en diferentes canciones.


“Goodbye Evergreen” - El comienzo del disco recuerda al Stevens más íntimo de discos como “Seven Swans”, con el artista cantando en su versión más vulnerable acompañado únicamente del piano y algunos coros pero esa tranquilidad se rompe enseguida con la entrada de las percusiones y la aparición de fantásticas armonías vocales y una subida de intensidad que nos recuerda los momentos más épicos de “Planetarium”, especialmente en el pasaje instrumental que llega después y con el que prácticamente concluye la pieza con delicados sonidos de flauta que se dirían procedentes de un Mellotron.




“A Running Start” - Repetimos esquema con la guitarra en lugar del piano en la introducción con una canción más rápida que la anterior pero igualmente inspirada. Los coros femeninos de dan una apariencia mágica, como de cuento, resaltada por algunas percusiones y la propia flauta. Un sueño del que no queremos despertar, especialmente cuando Sufjan nos introduce en esos complejos juegos vocales que sólo él domina con esta maestría.


“Will Anybody Ever Love Me?” - Insiste Stevens en buscar comienzos desnudos, con escaso acompañamiento instrumental para su voz y en ir complicándolos gradualmente según avanza el tema. En este caso los arreglos se acercan más al minimalismo pero el punto fuerte siguen siendo las melodías, sencillas pero igualmente arrebatadoras.


“Everything that Rises” - Nos maravilla la pasión por el detalle de Stevens, que no tiene ningún problema en meter una parte de orquesta o un sonido concreto durante apenas un par de segundos si considera que con eso mejora la canción. Su producción es exquisita en general incluso en canciones como esta en la que el tema no progresa demasiado desde el comienzo al final. Sin ser precisamente la mejor pieza del disco, tiene unos coros en los que merece la pena perderse durante un largo rato aunque quizá nos sobren las percusiones de la parte final.


“Genuflecting Ghost” - La veloz guitarra del comienzo nos envuelve de optimismo en un precioso tema “folkie” con esa particular mezcla de tono infantil e inocente con toques incluso progresivos. Sonará a locura pero hay detalles aquí que nos recuerdan al Oldfield de “Ommadawn” en algunos momentos.


“My Little Red Fox” - Quizá una de nuestras canciones favoritas del disco, en la que se pone de manifiesto en todo su esplendor la forma de construir melodías de Sufjan, con progresiones interminables combinadas con interrupciones que no son sino invitaciones al diálogo entre las diferentes voces. Una joya de principio a fin, con unos arreglos electrónicos y corales llenos de sutilezas y un final absolutamente maravilloso digno de la mejor Julia Holter.


“So You Are Tired” - Unos teclados de aire jazzístico nos reciben en los primeros instantes de otra canción exquisita. Un tiempo medio en el que luego aparecen las guitarras y los coros para llevarnos de nuevo a un viaje por el universo de Stevens en el que encontramos todo aquello que nos encanta de él.


“Javelin (To Have and to Hold)” - La canción que da título al disco es casi una miniatura (no llega a los dos minutos de duración) pero el músico tiene tiempo de sobra para ofrecemos ahí su habitual guitarra, unos preciosos arreglos de cuerda y sus coros habituales consiguiendo esa complicada mezcla entre calidad y brevedad.




“Shit Talk” - Como para llevarnos la contraria, llegamos ahora al corte más largo de todo el trabajo, que cuenta con la participación de Dessner a la guitarra aunque su aportación no supone una gran diferencia con el resto de temas del disco. La ventaja que nos da el duración, en este caso, es que podemos disfrutar de absolutas maravillas corales, casi barrocas, con un desarrollo fantástico. La coda final, con guitarras etéreas, voces y sintetizadores desarrollando un pasaje claramente ambiental es una verdadera joya.




“There's a World” - Para cerrar el disco, Stevens realiza una curiosa elección haciendo una versión de una canción de Neil Young que apareció en su disco “Harvest” (1972). Tampoco es que sea un riesgo excesivo ya que el estilo folk de Young se adapta perfectamente al de Stevens hasta el punto de que pasaría perfectamente por una canción propia.



Antes de escuchar el disco habíamos leído algunas reseñas que incidían en el regreso de Stevens a su versión más folclórica y nosotros mismos hemos reiterado esa idea al comienzo de la entrada pero lo cierto es que, no siendo del todo equivocada esta afirmación, “Javelin” es un trabajo que va más allá. Es cierto que la mayoría de las canciones comienzan de ese modo pero la evolución de todas ellas está más en la línea de discos más recientes, con un sonido mucho más complejo y arreglos más potentes (casi épicos en algunos casos). No conocemos en detalle la extensa discografía de Stevens pero su último disco nos parece que podría contarse sin problemas entre los tres o cuatro mejores de su autor, lo cual es una gran noticia para el futuro. Hablando de eso, esperamos que las cosas evolucionen bien y el músico pueda recuperarse cuanto antes para continuar con su carrera, ya que es una de las voces más originales que han surgido en los últimos años. Cualquier novedad al respecto aparecerá por aquí en su momento.

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