sábado, 11 de agosto de 2012

Arvo Pärt - Cello Concerto "Pro et Contra" / Perpetuum Mobile / Symphonies 1-3 (1989)



Vamos a hablar hoy de un disco algo diferente en cuanto al repertorio tratado, con respecto a grabaciones anteriores que hemos comentado aquí de Arvo Pärt. Lo que le distingue no es tanto la época en la que fueron escritas, que también, como el formato de las obras, piezas sinfónicas en su gran mayoría en contraste con su obra coral que ha sido la que ha aparecido con más frecuencia en el blog.

Como buena parte de los compositores de su generación, Pärt comenzó a escribir de acuerdo con los dictados de la corriente dodecafonista reinante y a él se le atribuye la primera obra de esas características en su Estonia natal: “Nekrolog” de 1960. Es a esa primera etapa en la que Pärt compaginaba su labor como compositor con la de ingeniero de grabación en la Radio Estonia a la que corresponden todas las piezas del disco que hoy tratamos salvo una de ellas, cuya inclusión en el disco está más que justificada por otros motivos el menor de los cuales no es el hecho de que de este modo se completa el ciclo sinfónico de Pärt en un solo CD (si bien es cierto que, recientemente, Pärt estrenó su cuarta sinfonía, en el momento en que se grabó el disco sólo había tres escritas).

“Concerto for violoncello and orchestra (Pro et Contra)” – Compuesto en 1966 y dedicado a Mstislav Rostropovich, quien encarga la obra al propio Pärt que de este modo se unía así a otros colegas como Prokofiev, Shotakovich o Britten, también comisionados en su momento por el excepcional violoncelista para componer alguna pieza. El concierto se enmarca en las composiciones escritas con la técnica del collage que el Pärt solía utilizar en la época. Todo él está cuajado de pequeños guiños a la música antigua y al barroco en la búsqueda por parte del músico de una voz propia mediante la combinación de conceptos previos y actuales. Declara Pärt en uno de los textos del libreto del CD que “mis collages fueron un intento de trasplantar una flor a un suelo extraterrestre. El problema reside en dar con el terreno idoneo que permita que la planta crezca. Si esto se consigue, el trasplante habrá sido correcto. Sin embargo, en “Pro et Contra” esa idea de trasplante no estaba tan presente. Lo que buscaba era cultivar la flor por mí mismo desde el principio”. El concierto está dividido en tres movimientos: maestoso, largo y allegro. El primero de ellos comienza con un estrépito en el que toda la orquesta toca una especie de ruido infernal para permanecer casi en silencio durante varios segundos poco más tarde. El cello hace sus primeras apariciones con pequeños trazos a cargo de las cuerdas y los metales como únicos acompañamientos. La música está tan próxima a las corrientes más vanguardistas del pasado siglo XX como alejada de la producción más conocida del músico estonio y, como es habitual en estos años, el cello no se limita a su papel más convencional sino que es un instrumento de percusión más en mucho instantes. El segundo movimiento, brevísimo, a cargo de la orquesta es una breve referencia a Händel en forma de cadenza que apenas llega a los 30 segundos. El tercer y último movimiento es el que concede mayor protagonismo al cello, en competencia directa con los metales y la percusión. El segmento final de esta parte incluye una nueva referencia barroca a modo de cierre.


Versión del primer movimiento del concierto para cello


“Perpetuum Mobile” – Fechada en 1963, se trata de una de las obras más antiguas del músico (en el catálogo inicial de sus obras aparecía como su “Opus 10”). La composición está dedicada a Luigi Nono aunque el comportamiento de las masas de cuerdas y la enorme tensión reinante en toda la pieza nos recuerda más a Ligeti, quizá con un punto mayor de intensidad a la hora de llegar a un climax lleno de energía tras un continuo crescendo. Con esta obra, Pärt comenzó a ser conocido fuera de las fronteras de la U.R.S.S. y a ser programado en los festivales más vanguardistas.

“Symphony No.1” – Escrita en 1964 y dedicada a su compatriota, el compositor Heino Eller, es quizá la obra más abiertamente dodecafonista del catálogo de Pärt. Introducida con fuerza por los metales, la percusión marca, sin embargo, una linea a partir de la cual son las cuerdas las encargadas de transportar al oyente a lo largo de todo el primer movimiento, denominado “canons”. La segunda parte de la sinfonía, “Preludio y fuga”, sigue moviendose en terrenos seriales, especialmente en términos de ritmos, aunque en muchos momentos nos da una falsa impresión de improvisación. Se abre con un solo de violín a cargo de Walter Forchert que será el protagonista de todo el movimiento en el que encontramos elementos que se repetirían en el antes mencionado “concierto para cello”. Los patrones rítmicos van saltando desde las cuerdas en los registros más agudos, al propio violín sólo para terminar en los contrabajos con el poderoso subrayado de los metales en un final realmente potente, heredero directo del “Perpetuum Mobile” anterior con un especial acento en las percusiones.

“Symphony No.2” – Terminada en 1966, la sinfonía se divide en tres movimientos sin indicación alguna de tiempo. Se abre con una serie de pizzicati sin estructura aparente que van configurandose poco a poco alrededor de las maderas y de pequeñas ráfagas a cargo de los violines. Unos gélidos metales hacen su aparición para llevarnos hasta la parte final del movimiento, de una intensidad casi dolorosa. El segundo movimiento es mucho más breve y directo y está construido como una progresión en la que las percusiones, con un ritmo irregular van guiando al resto de instrumentos hasta el final. El movimiento final parece seguir la linea de los dos anteriores, con un dramatismo e intensidad que parece que van a acompañar al oyente hasta el final, momento en el cual Pärt nos sorpende con una cita de Tchaikovsky que nos rescata de la pesadilla escoltandonos de forma placentera hacia la salida del angustioso laberinto en el que el músico estonio nos había encerrado y cuyas paredes se desploman con estrépito en el momento en que pisamos el exterior.

“Symphony No.3” – La tercera de las sinfonías de Arvo Pärt no pertence ya a la época del resto de obras del disco ya que data de 1971 con lo que se corresponde con la que los críticos consideran la segunda etapa de la producción del compositor, lejos ya de las técnicas dodecafonistas y con la vista puesta en la música antigua y en la polifonía, así como en las obras corales de los siglos XIV y XV. En realidad, muchos consideran esta obra como la que marca la transición hacia ese nuevo Pärt tras su monumental “Credo” de 1968, composición importantísima tanto por su valor musical como por la censura que sufrió por parte de las autoridades soviéticas, dado su contenido religioso, lo que hizo al músico plantearse el dejar la Unión Soviética. Como ocurría en la segunda sinfonía, está estructurada en tres movimientos numerados sencillamente del uno al tres. En cuanto al tratamiento de la orquesta, los metales pierden su gélido filo y nos abrazan con sincero afecto. Las cuedas se convierten en amistosos narradores y hasta las zonas más oscuras lucen confortables para el oyente que se encuentra en un terreno más humano y reconocible. La sinfonía lleva también dedicatoria, en esta ocasión para Neeme Järvi, afamado director de orquesta estonio que llegó a conducir en 1968 el estreno del “Credo” del propio Pärt y, a nuestro juicio, es una de sus obras más bellas en estos años, con ese trasfondo antiguo que subyace a lo largo de toda la obra y el tratamiento contemporaneo del autor que hace de la obra algo que realmente trasciende la época en la que está escrita.



Primer movimiento de la 3ª sinfonía

Es Neeme Järvi el encargado de dirigir a la Bamberg Symphony Orchestra a lo largo de toda la grabación con las breves apariciones solistas del anteriormente citado Walter Forchert al violín y del cellista Frans Helmerson en el concierto “Pro et Contra”.



El director Neeme Järvi


En entradas anteriores habíamos hablado ya de un buen número de discos con música de Arvo Pärt pero estaban centrados en su música religiosa, coral, o en sus composiciones relacionadas con el “tintinnabuli” característico de su autor. Es por ello que esta grabación del sello BIS nos parece especialmente recomendable para dar una visión lo más amplia posible del compositor. Para haceros con el disco:


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