Entre los tres artistas que nos van a acompañar hoy en el blog se encuentra uno de los músicos más interesantes de la escena contemporanea en el ámbito del jazz, aunque su inquietud le ha llevado a transitar por caminos diferentes en más de una ocasión como atestigua el disco del que hoy vamos a hablar. En este caso no se trata de un disco exclusivamente suyo sino de un trabajo a tres bandas que por sus características nos parece idoneo para presentar a este músico.
Brad Mehldau es un pianista extremadamente dotado con una extraordinaria capacidad para la improvisación pero que, sin embargo, disfruta enormemente trabajando con piezas altamente estructuradas lo que le convierte en un excelente intérprete de piezas compuestas por otros, especialmente cuando pertenecen a estilos ajenos al jazz (en los últimos años ha incorporado temas de, Nick Drake, the Beatles o Radiohead a sus propios discos). Una de sus habilidades más características es la capacidad para interpretar melodías diferentes, incluso con ritmos distintos con cada una de sus manos de forma simultanea, cosa que practica de forma habitual durante horas en su estudio. Su faceta más conocida es la de lider del Brad Mehldau Trio, formación actualmente integrada por el propio pianista, el contrabajista Larry Grenadier y el batería Jeff Ballard. Con su banda, ha lanzado hasta cinco volúmenes de la serie titulada “The Art of Trio” que es, probablemente, su obra más conocida. En cuanto a sus colaboracions, Mehldau ha grabado con artistas de la talla de Joshua Redman, Pat Metheny, Wayne Shorter o Charlie Haden y su música ha sonado en películas como “Eyes Wide Shut” de Kubrick.
Sin embargo, en la larga lista de colaboraciones de Mehldau, nunca se había producido ninguna con otro pianista. Es en este punto de la ecuación en el que se añade el nombre de Kevin Hays, pianista de trayectoria muy similar a la del propio Mehldau pero con un punto menos de popularidad, tanto en solitario como en sus colaboraciones con otros artistas. Hays, poseedor de su propio trío de piano, contrabajo y batería, participa también en el Shanga Quarett del que forma también parte Larry Grenadier. Sin embargo no es esta coincidencia la que sirve para reunir a ambos pianistas. Lo cierto es que los dos son viejos conocidos de la escena neoyorquina desde finales de los años ochenta y han tenido varios puntos en común como colaboraciones con los mismos músicos (Hays tocó, por ejemplo, en el primer disco de Joshua Redman en 1993 mientras que Mehldau lo hizo en el tercero, un año más tarde) pero nunca hasta ahora se pudo dar una reunión para grabar algo juntos, lo cual tampoco es tan extraño puesto que ambos tocan el mismo instrumento y el de dos pianos no es un formato muy habitual en el jazz. Cuenta Mehldau que cuando llegó a Nueva York, Hays fue uno de los primeros pianistas en los que se fijó, en principio por ser más o menos de su misma edad y más tarde por su excelente labor como músico acompañante.
La tercera pata del banco la representa el saxofonista y compositor Patrick Zimmerli. Procedente de Connecticut, como los dos pianistas, compartió con ellos la misma formación musical (es algo más joven que Mehldau pero estudiaron en la misma institución) y los mismos ambientes (era habitual que él y Kevin Hays participaran en los mismos concursos). Cuenta el saxofonista que cuando conoció a Mehldau, chocaron en bastantes cosas ya que, mientras Zimmerli era un purista casi radical del jazz, Brad adoraba a grupos como Grateful Dead.
Tenemos, por lo tanto a un grupo de músicos con un origen común y carreras consolidadas en el mundo del jazz pero con una inquietud muy importante por todo tipo de estilos musicales que un día deciden juntarse para sacar adelante un proyecto conjunto. El proyecto cobra forma inicialmente con ambos pianistas hablando por teléfono y decidiendo qué querían hacer llegando al acuerdo de que buscarían un compositor que escribiera una serie de piezas sobre las que ellos improvisarían. No tardó en surgir el nombre de Patrick Zimmerli como el más adecuado: les conocía a ambos, estaba de sobra familiarizado con el jazz y con la forma de tocar de ambos pianistas y tenía un gran interés por la música clásica y contemporanea. Se decidió, por lo tanto, que Zimmerli escribiría la música (o los arreglos de otras músicas, lo veremos enseguida) y los dos pianistas trabajarían sobre la partitura aportando su propia visión y sus improvisaciones cuando fuera necesario.
La propuesta que recibió Zimmerli era la de escribir un arreglo sobre las “Metamorphosen” de Richard Strauss, nada menos. Se trata de una composición para cuerdas en la que Mehldau llevaba meses trabajando y que también obsesionaba a Hays así que el trío se puso manos a la obra. Sin embargo, la cosa no terminaba de funcionar tan bien como habían previsto y fue entonces cuando Zimmerli propuso otras cuatro obras sobre las que trabajar: “Music for 18 Musicians” de Steve Reich, el “Cuarteto de cuerda No.5” de Philip Glass, “Tabula Rasa” de Arvo Pärt y la “3ª sinfonía” de Henryk Gorecki. El cambio de orientación en el trabajo supuso también un planteamiento distinto. No iban a moverse alrededor de una única obra sino de varias, incluyendo algún estandar de jazz y un tema propio de cada uno de los tres artistas. Finalmente, por diversas razones los arreglos de Pärt y Gorecki fueron descartados (una pena, tenemos una gran curiosidad por saber cómo se puede adaptar algo tan denso como la 3ª sinfonía del polaco al formato de dos pianos) y, en compensación, Zimmerli escribió alguna pieza más.
Mehldau, Hays y Zimmerli en una imagen promocional. |
“Crazy Quilt” – Abre el disco una alegre composición que parte de un tema, simple en apariencia, que se va desplegando poco a poco y que nos da una idea de cómo va a funcionar todo el disco: con el viejo sistema de tema más variaciones, regreso al tema principal y variaciones finales.
“Unrequited” – La aportación de Mehldau al disco como compositor es, probablemente, el tema más jazzistico de la colección, una balada de sabor añejo que nos muestra cómo el músico es capaz de respetar todos los códigos del género sin excluir otras influencias. En este caso, se filtran entre las notas ciertos aires de tango que aportan una curiosa distinción al tema.
“Generatrix” – El hecho de que el disco lleve el título de “Modern Music” no es casual en modo alguno y es que, aunque las composiciones partan de un sustrato jazzistico, acaban por absorber todo tipo de influencias. En el caso de la que nos ocupa, hay un claro tratamiento minimalista con un pulso continuo que marca a fuego todo el desarrollo de la pieza salvo en las partes en que los intérpretes tienen libertad para improvisar.
“Celtic Folk Melody” – A pesar de que las piezas de Arvo Pärt y Henry Gorecki fueron descartadas para la grabación final, Zimmerli quiso aprovechar el trabajo realizado con ellas e incorporó alguna de las formas de escritura de ambos músicos a esta composición. De esta forma, aunque probablemente se parta de una melodía celta, como indica el título, el tratamiento de la misma está claramente inspirado en Pärt, especialmente en sus piezas para piano como “Für Alina” o “Spiegel im Spiegel”. De este modo, aunque no haya ninguna obra del estonio en el disco, su presencia es evidente.
“Excerpt from Music for 18 Musicians” – En palabras de Hays, tanto esta pieza como la de Glass fueron las que más trabajo les dieron a los intérpretes, que no terminaban de estar cómodos con ellas hasta que, tras varios intentos empezaron a disfrutar enormemente con las posibilidades que les ofrecía la composición. Estamos ante una de las obras culminantes de la trayectoria de Steve Reich y la interpretación que se ella realizan los pianistas es magistral y combina un absoluto rigor en los minutos iniciales con una sorprendente capacidad de adaptación que se vé plasmada, conforme avanza la pieza, en una serie de improvisaciones realmente inspiradas a la vez que respetuosas con la concepción original de Reich.
“Lonely Woman” – Escrita por Ornette Coleman, su inclusión en el disco fue decisión de Zimmerli. En sus propias palabras: “es una melodía que me encanta y sobre la que siempre he tenido la idea de hacer algo para piano. Aprovechando el lugar que ocupa en el disco, he optado por añadir algunos arreglos de tipo minimalista que creo que encajan perfectamente con el espiritu de la canción”. Curiosamente, el proceso que se sigue a la hora de adaptar la pieza es el inverso a las anteriores. Encontramos primero la aportación del propio Zimmerli con ese enfoque contemporaneo que él mismo menciona y poco a poco vemos como la pieza evoluciona hacia el clásico de Coleman. Tenemos que tener en cuenta que el “Lonely Woman” original no es una composición convencional sino que es una pieza oscura, extrañamente orquestada y realmente disonante para su época (finales de los 50). Encontramos la adaptación de Zimmerli curiosamente más asequible y cercana.
“Modern Music” – Si ya decíamos que “Celtic Folk Melody” podía pasar perfectamente por una composición original de Arvo Pärt, cualquier oyente afirmaría al escuchar los primeros minutos de “Modern Music” que es obra de Steve Reich de quien Zimmerli toma prestados todos sus recursos habituales. Patrick reserva la parte central del tema para dar libertad a Hays y Mehldau antes de volver a la melodía inicial.
“Elegia” – Como Mehldau anteriormente, Kevin Hays escoge un tempo lento como su aportación propia al disco como compositor. El tema combina el jazz con otras tendencias de la música instrumental contemporanea en su versión más ligera, como podrían ser las obras de George Winston o Philip Aaberg, sin que esto le reste un ápice de validez a la propuesta, en la que también nos parece apreciar alguna influencia del llamado jazz latino.
“Excerpt from String Quartet No.5” – Afirma Mehldau que su formación clásica estaba mucho más enfocada a la tradición francesa o alemana y de ahí la dificultad a la hora de enfrentarse a Glass. “Es un compositor que está con nosotros, está aquí y ahora y es parte de nuestro contexto. En cierto modo, su proximidad es la que hace más difícil el acercarse a su música”. El movimiento escogido es parte del repertorio más romántico de Glass y se adapta particularmente bien a la interpretación pianística a pesar de estar concebido originalmente para una formación bien distinta. La versión es tremendamente fiel al original y las partes improvisadas, que toman la forma de un ragtime lento, nos parecen particularmente bien adaptadas.
La acogida de “Modern Music” por parte de la crítica ha sido realmente positiva y en ella se suele destacar la valentía de los músicos a la hora de introducirse en terrenos tan diferentes a lo que suelen hacer habitualmente. Nuestra opinión es coincidente con este punto de vista. Creemos que el disco es más que interesante y que puede interesar a los lectores habituales del blog ya que en él se combinan varios de los elementos habitualmente presentes por aquí. Sirve además como carta de presentación de Brad Mehldau que es un artista que probablemente seguirá apareciendo con cierta frecuencia por estos lares. Como de costumbre, os sugerimos un par de sitios en los que adquirir el disco.
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Para despedirnos, os dejamos una pieza ajena al disco pero muy significativa porque el espíritu de la misma es similar: Brad Mehldau interpretando "Hey You" de Pink Floyd.
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