domingo, 11 de septiembre de 2022

Third Coast Percussion - Perpetulum (2019)




Una de las cosas que distinguen a Philip Glass de otros compositores contemporáneos es el interés por preservar el control sobre su propio catálogo. En su maravillosa autobiografía “Palabras sin música” encontramos el origen de esa obsesión y es que su madre siempre le insistió en que, hiciera lo que hiciera, nunca cediese a nadie los derechos de su obra, consejo que el compositor norteamericano ha seguido a rajatabla. Como parte de esa estrategia, Glass ha creado o participado en la creación de varios sellos discográficos en los que ir publicando su obra casi desde el comienzo de su carrera. Chatham Square Productions fue uno de los primeros intentos y Point Music, con el apoyo de Philips Classics, quizá el más ambicioso. En ambos casos, Glass tuvo la visión suficiente para ceder espacio a otros compositores, jóvenes en su mayoría, para darse a conocer y mostrar al mundo sus obras. Ya en época más reciente, el músico volvió a probar con el sello Orange Mountain Music en el que parece haber sido el intento definitivo con más de un centenar de referencias que cubren la gran mayoría de su obra con la excepción de algunas bandas sonoras cuyos derechos, probablemente, tuvo que ceder o, al menos, compartir. Al igual que en las experiencias anteriores, en Orange Mountain Music ha habido espacio para muchos compositores e intérpretes que, si bien no son desconocidos, no han gozado de la distribución y visibilidad que el sello de Glass les ha dado.


Para ser justos, no podemos decir que Third Coast Percussion fuera una formación necesitada de la promoción de Glass ya que para cuando grabaron en su sello ya habían ganado un Grammy con un disco dedicado a Steve Reich pero no dejan de ser un grupo de músicos que encajan perfectamente en el espíritu de lo que estamos comentando. Hay, además, una serie de curiosas relaciones cruzadas que rodean a este disco y que recalcan los miembros de Third Coast Percussion. Señalan que el nacimiento de Glass llega en el momento en que se estaban componiendo e interpretando los primeros conciertos para grupos de percusión en occidente, particularmente la serie de tres “Constructions” escrita por John Cage para este tipo de instrumentos y, en especial la tercera: “Third Construction”, compuesta durante una gira por la costa oeste norteamericana. A la vez, el nacimiento de los miembros del grupo se produce en plena era de Philip Glass y todos ellos han crecido escuchando su música y la de artistas influidos por él. Por otro lado, Glass en sus inicios tocaba la flauta pero también formó parte de un grupo de percusión pese a lo cual, no existía en su repertorio ninguna obra escrita para este tipo de instrumentos (sí hay adaptaciones como “Aguas de Amazonia”, que parte de material previo compuesto para otra formación). Por ello parecía apropiado que la primera pieza de estas características fuera un encargo de Third Coast Percussion y que su estreno fuera precisamente en Orange Mountain Music. Completando la enrevesada trama, en el disco aparecería también un estreno de uno de los colegas de Glass en sus inicios y también participante en su primer sello musical, el citado Chatham Square Productions. Hablamos del británico Gavin Bryars.


El disco (un CD doble) se completa con obras propias de algunos de los integrantes de Third Coast Percussion que, por si no lo habíamos mencionado anteriormente, además de intérpretes son también compositores. La formación del cuarteto que participa en la grabación está integrada por David Skidmore, Robert Dillon (ambos miembros fundadores en 2004), Peter Martin y Sean Connors, la última incorporación y el único de ellos que no aporta ninguna pieza propia al trabajo.


“Aliens with Extraordinary Abilities” - El primer disco del trabajo lo ocupa esta excelente composición de David Skidmore. Una maravilla que atrapa desde los primeros compases de “Torched and Wrecked”, el frenético movimiento inicial que nos recuerda, en un registro instrumental muy diferente, a los mejores experimentos electrónicos de Morton Subotnick. No hay ningún momento de descanso en esta pieza vibrante y llena de energía. Continúa con “Agreed” en donde el protagonismo pasa de marimbas y vibráfonos a la batería que despliega un ritmo agresivo sobre el que se van dibujando lentas melodías en contraste con este. “Take Anything You Want” es la parte más “glassiana” de la obra, con un desarrollo lento en el que la melodía se va desplegando sobre los clásicos arpegios del compositor de Baltimore con un enfoque casi ambiental y muy hipnótico. La cosa se pone solemne con el comienzo de “Donner” en donde volvemos a escuchar la batería en plan autoritario haciéndose acompañar por unos metalófonos que incorporan un toque jazzístico muy curioso. Seguimos con “Don't Eat Your Young”, una preciosidad de corte ambiental más próxima al lenguaje de Yann Tiersen que a la fuerza casi caótica del corte anterior. El siguiente corte, de título kilométrico, es “Things May Be Changing (But Probably Not)” y nos devuelve al lugar al que nos llevó el que abría el trabajo. Melodías vertiginosas, líneas que se entrelazan, caminan paralelas un rato y se separan de nuevo poco después... una maravilla para ser escuchada una y otra vez. Cierra la obra “Triptan”, lenta y reposada reflexión llena de profundidad que nos demuestra que Skidmore es un compositor a tener muy en cuenta. Más allá de su faceta como intérprete. Su “Aliens with Extraordinary Abilities” es una de las obras más interesantes que hemos escuchado por parte de un compositor desconocido para nosotros en los últimos años.




“Bend” - El segundo disco contiene cuatro obras más, dos cortas, como esta de Peter Martin y dos estrenos de mayor duración a cargo de autores consagrados. Aquí escuchamos instrumentos menos habituales acompañando a las marimbas que se encargan del tema principal. Es una pieza con influencia africana y una alegría pegadiza en su primera mitad que se transforma en experimentación en la segunda, con un toque atmosférico muy sutil, cercano a algunas corrientes de la música electrónica.





“Perpetulum” - Llegamos a la composición encargada por el grupo a Philip Glass y, probablemente, la que dio lugar a la grabación del disco. “Perpetulum” consta de tres movimientos y una “cadenza”. El primero de ellos recuerda un poco a “1+1”, una composición del primer Glass que estaba interpretada al 100% por el músico golpeando con los nudillos sobre una mesa. Evidentemente aquí no se trata de eso pero los patrones rítmicos que van apareciendo nos recuerdan un poco a aquellos. Pasada la introducción aparece ya una típica melodía de Glass que creemos haber escuchado antes, quizá en uno de sus últimos cuartetos de cuerda. Tras un final solemne a golpe de platillos, llegamos al segundo movimiento en el que nos sumergimos en lo que parece una versión más cinematográfica del compositor, con algo que nos hace pensar en bandas sonoras como la de “The Secret Agent” pese a que el uso de la batería nos traslade insistentemente a la de “Mishima”. El final no nos termina de gustar, con una percusión martilleante que no termina de ir a ningún sitio. Es el momento de la “Cadenza” mencionada anteriormente en la que se diría que Skidmore tiene mucho peso ya que recuerda mucho a algunos de los movimientos de su obra comentada anteriormente. El uso de las campanas nos recuerda forzosamente a su presencia en “Akhnaten”, siquiera de forma testimonial. La última parte de la obra es muy reconocible y para el seguidor “glassiano” la más reconfortante de la misma. Un buen final para una obra que no termina de parecernos redonda del todo.


“Ordering-Instincts” - La siguiente composición es obra de Robert Dillon y es muy diferente a todas las anteriores ya que el ritmo es el protagonista casi exclusivo. Y lo es de una forma muy delicada: en lugar de timbales, tambores y platillos, escuchamos pequeñas cajas, raspadores, claves, etc. Solo en la parte final se eleva el tono con el uso de instrumentos más enérgicos pero sin romper la línea general de la obra. Una sorpresa muy positiva.




“The Other Side of the River” - Cerrando el trabajo encontramos otro encargo, esta vez al compositor británico Gavin Bryars. Es este un músico que siempre nos ha fascinado. Posee un estilo propio inconfundible que hace que su música fluya de una forma única. Parece estar siempre en movimiento pero a la vez en reposo, como las aguas de un estanque y en esta composición hay mucho de eso. Momentos de aparente estatismo que no son tales, que se suceden mientras van apareciendo melodías que poco antes no estaban ahí.


Aunque no son un grupo excesivamente veterano, la discografía de Third Coast Percussion es ya bastante extensa e interesante. Con algunas excepciones, como sus discos dedicados a Steve Reich o a John Cage, la mayoría de sus grabaciones siguen un esquema parecido al de este "Perpetulum", es decir, piezas propias combinadas con otras de artistas consagrados, en muchos casos encargadas para este fin. Lo más sorprendente de este caso es que lo más destacado (siempre en nuestra opinión) no es ninguno de los encargos sino las piezas propias de los miembros del cuarteto, en especial la monumental “Aliens with Extraordinary Abilities” que hace que pongamos un ojo en su autor a partir de hoy.

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