martes, 20 de diciembre de 2011

Alasdair Fraser & Paul Machlis - Skyedance (1986)



Alasdair Fraser es el mejor violinista vivo. Comenzar una entrada con una afirmación de este calado debería poner en guardia al más ingenuo de los lectores que no tendría más remedio que tener en cuenta que todo lo que lea a continuación debe estar contaminado en gran medida por el sesgo del fan incondicional.

No negamos en modo alguno que nos contamos entre los pertencientes a ese grupo de seguidores si hablamos de un músico como el escocés pero, admitiendo la exageración inicial, creemos que la calidad interpretativa de Fraser rivaliza con la de cualquier mago de las cuatro cuerdas que se pueda poner sobre la mesa. Y esto es así, incluso cuando la trayectoria del joven Alasdair en los primeros años ochenta no parecía llevarle por el camino de la música ya que se acababa de trasladar a una plataforma petrolífera tras terminar sus estudios de Física en la Universidad de Edimburgo. Su amor por la música tradicional de su Escocia natal y, particularmente por el violín, le hizo trasladarse a los Estados Unidos y comenzar allí una carrera realmente sublime. Nos llama la atención cómo el hecho de haber realizado la mayor parte de su carrera fuera de Escocia ha generado un cierto recelo por parte de muchos de sus colegas de profesión que, si bien, no dejan de reconocer sus increibles habilidades, suelen medir mucho los elogios añadiendo siempre algún tipo de objeción. Este tipo de actitudes no es extraño a muchos de los artistas de orígen céltico que han desarrollado sus carreras fuera del ámbito geográfico principal del estilo como podrían atestiguar también nombres de la talla de Loreena McKennitt.

Pero la labor artísica de Fraser no se limita a su faceta como intérprete sino que con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales investigadores de la música escocesa y ha trabajado compilando y rescatando en muchos casos una importantísima cantidad de música perdida, particularmente gracias al legado que dejaron muchos emigrantes escoceses en los Estados Unidos haciendo que perdurasen melodías y estilos casi desaparecidos en algún caso en sus territorios de origen.

Ya en 1982, Fraser publicó un disco en solitario en su propio sello Culburnie Records, afincado en California. El destino hizo que se dieran varias circustancias afortunadas en aquellos años: un cierto revival de la música celta en buena parte del mundo, el nacimiento de varios sellos de música “new age” en la costa oeste norteamericana, bajo cuyas faldas cabía todo tipo de música de corte instrumental-melódico-relajado y la toma de contacto entre Fraser y el teclista Paul Machlis, virtuoso pianista y devoto intérprete y arreglista de música tradicional irlandesa y escocesa.


Fraser y Machlis

Esta propicia conjunción de circunstancias culminó con la edición de “Skyedance”, primera colaboración de Fraser y Machlis que se iban a convertir en uno de los dúos más celebrados en el mercado de la música “new age”, aunque su música no tenía demasiado de nueva ya que se basaba en una tradición de siglos de historia. “Skyedance” era una colección de piezas tradicionales en su mayoría e interpretadas con arreglos de corte clasicista por Paul Machlis al piano (con ocasionales arreglos de sintetizador) y Aladair Fraser al violín y también a la viola. El percusionista Tommy Hayes interpreta el bodhran (especie de pandero de origen irlandés), Todd Phillips al bajo y Ron Wilson a la batería completan el elenco de músicos participantes en la grabación. La mayoría de las composiciones estaban sacadas del “Collection of Highlands Vocal Airs”, libro de 1784 del reverendo Patrick McDonald y del “Airs and Melodies Peculiar to the Highlands of Scotland and the Isles” del Capitán Simon Fraser, dos de los mayores recopiladores de la tradición céltica de las Islas Británicas.

“The Scolding Wives of Abertarff / I’ll Break Your Head for you / Catch and Kiss the Romp / The Haggis” – Abre el disco una primera colección de cuatro piezas recopiladas por Simon Fraser. Todas ellas conocen versiones tanto en forma de canción como de piezas para el baile. La tercera de las tonadas procede de la isla de Skye, a la que debe su título el disco. El protagonismo lo lleva casi por completo el violín de Alasdair Fraser con ocasionales arreglos de piano y sintetizadores a cargo de Machlis y una destacada participación del precusionista Tommy Hayes, especialmente en la parte final del “set”.



“Eilean beag donn a’ chuain / Slip Jig” – El segundo corte comienza con una canción contemporanea escrita por Donald Morrison en 1982. Se trata de una preciosa balada interpretada por Fraser que se acompaña de los teclados de Machlis con esos sonidos de imitación de arpa, tan populares en los años en que se hizo la grabación. La segunda parte es una alegre jiga en la que entra también la percusión de Hayes.

“Skye Dance” – Quizá la pieza con más protagonismo del piano de Machlis de todo el disco. Lejos de lo que puede indicar el título, se trata de una composición lenta y pausada en la que escuchamos al Fraser más sensible, demostrando su inigualable destreza en este tipo de tempo alejado de exhibicionismos virtuosistas y en el que la profundidad de su interpretación, tanto con el violín como con la viola, alcanza sus mejores registros.

“Nighean donn a’chuailein riomhaich” – Continuando con la linea tranquila del corte anterior, esta pieza que Alasdair conoció a través de los miembros del grupo Na h-Oganaich es otra clase magistral de interpretación, tan elegante como contenida, sin caer en el almibarado estilo de otros colegas de instrumento, muy dados a endulzar más de la cuenta este tipo de piezas lentas.

“Ruileadh cailleach, sheatadh cailleach / The Bird’s Nest / Harris Dance” – Pero la tranquilidad no podía durar mucho cuando nos encontramos ante un violinista de origen celta. Así, el siguiente set recupera tres composiciones que invitan al baile. La primera de ellas es un ejemplo de la llamada “port-a-beul” o “Mouth Music” y es original de la isla de Barra mientras que la segunda está sacada de una grabación del violinista Angus Chisholm, de Cape Breton, habituado a escucharla de boca de su madre.

“The J.B. Reel / The Shepherdess / The J.B. Reel” – Continuamos con otra preciosa melodía extraída de la antología “Flowers of Scottish Melody” publicada por J. Murdoch Henderson en 1932. Antes de que penseis mal, el J.B. del título hace referencia a James B. Peterson, en cuyo honor se escibió la pieza y no a ninguna popular bebida espirituosa de origen igualmente escocés. Se completa el “set” con una pieza tradicional y un breve regreso al tema inicial tocado a mucha más velocidad.

“Harris Dance / Skye Dance / Lochiel’ Awa’ to France / Harris Dance” – Como habeis podido comprobar a lo largo de los comentarios anteriores, es habitual en los músicos de origen celta el combinar en un solo tema melodías distintas formando lo que hemos llamado “sets”, habitualmente, compuestos de piezas destinadas al baile. En este nuevo corte tenemos otro ejemplo, con la peculiaridad de que en él se recuperan dos melodías que ya habían aparecido en otros momentos del album para combinarlas con un nuevo tema tradicional. La primera parte es lenta, para luego pasar a una segunda mucho más veloz y bailable con la única aparición de la batería y una de las escasas presencias del bajo en todo el disco. La tercera pieza del conjunto continúa con los ritmos festivos antes de despedirse con un regreso al tema inicial, de nuevo con batería y bajo. Lo cierto es que la aportación de la sección rítmica no parece encajar demasiado bien y se nos antoja totalmente prescindible.

“A nochd gur faoin mo chadal dhomh” – Afortunadamente, Fraser y Machlis aún se guardaban algo en la recámara en forma de despedida del disco. La pieza que iba a cerrar el trabajo es, probablemente, la mejor de un disco verdaderamente notable: una bellísima melodía tradicional con un Fraser haciendo los honores en una interpretación a la altura de las mejores que le recordamos y unos arreglos de teclado realmente sutiles que ensalzan sin molestar, todas las virtudes del violinista.

Así terminaba esta magnífica grabación cuyo éxito propició la firma del dúo con el popular sello de música “new age” Narada para lanzar su próximo trabajo, pero eso será objeto de su correspondiente entrada en el futuro. Esperamos que este primer acercamiento a la música de orígen celta en el blog os haya llamado la atención lo suficiente como para que le deis una oportunidad a Alasdair Fraser. Quizá la rotunda frase con la que abríamos esta entrada unos cuantos párrafos más arriba fuera, efectivamente, muy exagerada pero creemos que tampoco está muy alejada de la realidad. En nuestro caso, hemos tenido ocasión de ver en un par de veces al violinista en directo y nos cuesta pensar en otros intérpretes que le puedan superar. En cualquier caso, aquí queda nuestra opinión como una más para que la tengais en cuenta.

Podeis adquirir el disco como de costumbre, aquí:

amazon.es

culburnie.com

2 comentarios:

  1. Un disco grandioso de dos músicos excepcionales, tanto juntos como por separado.
    Justo lo iba a preparar para mi blog, así que mejor me espero un poco, je je.

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  2. No esperes por eso, hombre... a mí también me ha pasado algo parecido con otros blogs: tener la entrada preparada y ver que alguien comenta el mismo disco antes. De hecho tengo alguna reseña "congelada" en este momento por ese motivo. ;-)

    Un saludo, Pepe

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