miércoles, 13 de enero de 2016

The day the music died



...and the stars look very different today...


Don McLean se convirtió en inmortal cuando escribió una canción inspirada, paradojas de la vida, en la muerte de Buddy Holly, Ritchie Valens y J.P. Richardson en un accidente aereo en febrero de 1959. El cantautor hablaba de ese día como “The day the music died” (el día en que murió la música). La coincidencia fue trágica pero el hecho de que los tres viajasen en el mismo avión la sitúa por detrás de la sucedida hace apenas unos días, mucho más improbable por el número y la talla de los artistas que ese día nos dejaron.

El pasado sábado 10 de enero fallecían en el mismo lugar y víctimas de la misma enfermedad algunas de las personalidades más importantes de la cultura popular en las últimas cinco o seis décadas. Una coincidencia asombrosa que no podemos atribuir a la casualidad.

El primero de ellos fue Davy Jones, un joven británico que con solo 15 años ya tenía su propia banda y que componía canciones en clave de rock'n'roll en la década de los años sesenta. En su juventud pasó por distintas bandas y grabó algún single e incluso un LP que pasó desapercibido.

El siguiente artista fallecido el pasado domingo había trabajado con una compañía de danza e incluso hizo sus pinitos en el cine antes trabajar con Marc Bolan y de firmar, ya en solitario, tres discos magníficos con varias canciones que hoy son historia de la música en las que hablaba de viajes espaciales, cambios o la vida en Marte.

Ziggy era el nombre del siguiente músico de la lista. Un showman en el sentido más amplio del término que tomó el relevo, curiosamente, del artista anterior, co-produjo un disco para Lou Reed y grabó varios discos fundamentales además de convertirse en una bestia escénica cuyos conciertos eran verdaderas “performances” teatrales. Su ambigüedad le llevó a convertirse en la gran estrella del “glam rock” y a coquetear con otras identidades como la de Aladdin Sane.

Continuamos con la lista de fallecidos hasta llegar a un artista que surgió en Los Ángeles a mediados de los años setenta, grabó un par de discos muy influidos por la música negra del momento. Llegó a grabar una canción junto a John Lennon y a escribir otra para Elvis, que al final grabó el mismo cuando el rey la rechazó. Su carrera terminó bruscamente por problemas con las drogas.

Llegamos así al encuentro con Thomas Jerome Newton, también conocido bajo un ficticio título nobiliario de duque. Este actor, polémico por sus opiniones políticas, grabó un magnífico disco en el que la influencia del “krautrock” era notable. Su carrera fue también breve y su salud mental se deterioró gravemente, al igual que en el caso anterior, por el abuso de las drogas.

Para encontrar al siguiente artista de esta sorprendente lista tenemos que desplazarnos a Suiza donde encontramos a un pintor que buscaba la tranquilidad de los Alpes para reencontrarse a sí mismo. Tras desplazarse a Berlín, donde compartió apartamento con Iggy Pop, el pintor grabó una serie de discos heroicos junto a personajes de la talla de Brian Eno o Robert Fripp que hoy forman parte de lo mejor de la música de esa década.

En los primeros años ochenta, en pleno reinado de la new wave, apareció un músico que aprovechó los postulados del movimiento para crear una serie de discos partiendo de postulados similares. Durante toda la década escribió un puñado de canciones que coparon los primeros puestos de las listas de todo el mundo. La moda, el baile o las vicisitudes del amor de aquellos días eran sus temas favoritos. Muchas de sus canciones son temas que no faltan en las mejores selecciones de música de la década aunque todos aquellos trabajos de la “araña de cristal”, sobrenombre con el que tituló su gira de despedida, no tuvieron una gran acogida por parte de la crítica. Su fama fue tal que llegó a actuar en varias películas y obras de teatro con resultados irregulares.

En la transición entre los ochenta y los noventa existió una banda llamada Tin Machine que para muchos críticos fue un precedente de lo que poco después sería conocido como “grunge”. Tras sólo dos discos llenos de energía y poco valorados en su momento, se disolvieron. El vocalista de Tin Machine fue otro de los artistas que nos dejaron el pasado sábado.

Ya en la década de los noventa hallamos la pista de un cantante que mezcló la electrónica más vanguardista con el jazz construyendo con ese discurso particular una discografía notable y extravagante. Como todos los anteriores, aprovechando las tendencias existentes, mezclándolas con otras y anticipando las lineas maestras de la música en los años siguientes.

El penúltimo hombre de la lista tuvo una carrera prometedora con un estilo clásico, formaciones deudoras de los años dorados del rock y el pop con guitarras, bajos, baterías y, en general, instrumentos reales tocados en directo, sin añadidos ni retoques de estudio. Fue aquel un gran compositor de canciones sencillas que abandonó la música por una serie de problemas cardiacos.

El más joven de todos ellos apenas comenzaba su carrera y lo hacía con dos discos estupendos, crípticos, cuyo verdadero valor aún tardaremos un tiempo en descifrar en su plenitud. A este último artista de la lista le sobrevino la muerte apenas unas horas después de cumplir años y de publicar una joya musical que se convierte en el epitafio más elocuente que nadie podría escribir.

Todos ellos, desde el adolescente Davy Jones hasta el Lázaro del último párrafo, pasando por el actor de Los Ángeles o el pintor  suizo fallecieron el pasado 10 de enero víctimas del cáncer. Pero la coincidencia más asombrosa, la que hace que les dediquemos esta entrada en el blog es que todos ellos, a lo largo de su carrera, escogieron el mismo sobrenombre para darse a conocer artísticamente. Todos ellos se llamaron David Bowie.



Imagen del encabezamiento tomada del Newyorker.

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