Comenta Nyman en
una entrevista reciente que, a pesar de haber recorrido una trayectoria muy
extensa como músico en la que destacan un buen número de bandas sonoras de
notable popularidad, no es hasta ahora, con sus casi 70 años, que ha alcanzado
un grado suficiente de libertad artística que le permite dedicarse a aquello
que realmente le gusta, que es componer música sinfónica.
Puede sorprender
esta afirmación en un músico que rozó incluso el premio Oscar con la banda
sonora de “El Piano” hace 20 años pero el propio Nyman lo explica indicando que
componer música para otros condiciona mucho la forma de escribir y que sólo
hoy, con la desahogada posición económica que le ha procurado esa banda sonora
y sus royalties, puede centrarse en una música realmente suya aunque no ha
conseguido vencer el tópico que lo encasilla como músico para cine a pesar de
llevar más de siete años sin escribir nada para la gran pantalla.
Sin negar ni una
sola de las palabras del músico británico, creemos que su actual libertad artística
tiene mucho que ver con el hecho de que Nyman posea los derechos discográficos
de la mayoría de sus obras y de un sello propio a través del cual reeditarlas
periódicamente y gracias al que puede ir dando salida a todas aquellas
composiciones cuya publicación no sería posible a través de un sello
“tradicional”, centrado exclusivamente en criterios comerciales por encima de
los artísticos. Sigue Nyman en este asunto la misma senda que intentó en varias
ocasiones Philip Glass, primero con el sello Chatham Square, más tarde con
Point Music y desde hace unos años y con gran éxito con Orange Mountain Music.
Desde que se creó MN Records, el músico es dueño de su carrera y trabaja sin la
presión de vender más o menos discos o de contentar a este o aquel director.
Además, aprovecha para regrabar o reeditar periódicamente sus obras anteriores
de modo que se asegura una vía de ingresos más o menos continua lo que también
ayuda.
Dentro de ese
contexto aparece recientemente una nueva serie de grabaciones de música de
cámara cuyo primer volumen es, precisamente, el que comentamos hoy. Está
dedicado a música para trío, concretamente para piano, violín y chelo y los
ejecutantes son los miembros del Fidelio Trio, a saber: Darragh Morgan
(violín), Robin Michael (violonchelo) y Mary Dullea (piano).
El trío "Fidelio" |
“Poczatek” – En
los últimos años, y a falta de encargos de bandas sonoras para cine, Nyman se
ha dedicado a procurarse sus propios entornos visuales a los que ligar su
música. En 2009, el músico y realizador construyó una especie de “collage”
visual a partir de retazos de documentales polacos de los años cincuenta,
sesenta y setenta bajo el título “Poczatek”. Concretamente se trataba de veinte
fragmentos de un minuto de duración cada uno enlazados en un cortometraje
realmente curioso. La música, evidentemente, sería del propio compositor quien
hizo un arreglo un tiempo después para trío que fue estrenado por los mismos
intérpretes que tocan en el disco hoy comentado. La obra consta de cinco
movimientos que nos recuerdan al Nyman vibrante y enérgico de sus cuartetos de
cuerda, por poner un ejemplo cercano. Como es costumbre en el músico, el piano
juega un papel fundamentalmente rítmico y es el violín el que soporta el peso
melódico en la mayor parte de la obra pero hay excepciones como el magnífico
tercer movimiento en el que piano y violín suenan al unísono mientras el chelo
se encarga del sustrato rítmico. Destacamos también el movimiento final con un
prolongado ostinato del violinista apoyando el ritmo del piano mientras se recupera
el tema central de la obra.
“The Photography
of Chance” – La segunda obra del programa nace como un encargo para escribir
una pieza alrededor de la naturaleza del estado de Utah. Nyman recurre a
figuras extraídas del canto de algunas aves locales del mismo modo en que lo
hacía Olivier Messiaen en su época aunque construye otro discurso intelectual
como trasfondo de la obra relacionándola con la fotografía soviética de la
primera mitad del S.XX y su corriente realista en oposición a la fotografía artística,
más impostada. La referencia a Messiaen, mencionada por el propio Nyman, es
evidente en muchos instantes, especialmente en los minutos iniciales pero el
personal estilo del compositor británico termina por salir a la luz en poco
tiempo. La obra se estrenó en 2004 y está dedicada al mítico disc-jockey de la
BBC, John Peel, impulsor de toda clase de nuevas corrientes musicales dentro
del rock y el pop desde sus micrófonos. La noticia de su fallecimiento llegó a
oídos de Nyman mientras terminaba la pieza y ello inspiró la dedicatoria.
“Yellow Beach” – Michael
Nyman escribió varias obras para el Ahn Trio, formación de cámara que fue la
encargada de estrenar, por ejemplo, la pieza anterior del disco. También
“Yellow Beach” nació como parte del futuro repertorio del citado grupo. El
músico adaptó en su momento un par de piezas de la banda sonora de “El Piano” y
la titulada “Come Unto These Yellow Sands”, incluida en su “Prospero’s Books”
para este formato de piano, chelo y violín. Es precisamente esta última
adaptación la que escuchamos en el disco y la elección es magnífica puesto que
se trata de una de las piezas más vigorosas de la banda sonora. Comienza con un
delicado tema de violín por encima de un piano muy suave. Enseguida llega la
primera ruptura llena de ritmo y con toda la fuerza del Nyman más potente. Se
repite el esquema a continuación con un nuevo interludio suave y melodioso
seguido por un nuevo acceso rítmico. El ciclo continúa combinando partes lentas
(con un protagonismo algo mayor del piano en alguna de ellas) y rápidas hasta
la conclusión.
“Time Will
Pronounce” – Cerrando el disco encontramos la única pieza del mismo que fue
grabada con anterioridad en el mismo formato de piano, chelo y violín. Los
primeros años noventa estuvieron marcados en el Viejo Continente por la guerra
de los Balcanes y, alguna de sus etapas más sangrientas se desarrolló en Bosnia
durante 1992 y 1993, fechas en las que Nyman completó la obra. La base de la misma la encontramos
en un poema de Joseph Brodsky titulado “Canción de Bosnia”: “Time, whose sharp
blood-thirsty quill parts the killed from those who kill, will pronounce the
latter tribe as your type”. Los seguidores del músico conocen la
intensidad de que es capaz de dotar éste a su música cuando el tema lo requiere
(composiciones como “Memorial” o “Out of the Ruins” hablan por sí solas). El
dramatismo de algunos pasajes de “Time Will Pronounce” es notable pero Nyman no
se limita a escribir la clásica pieza elegiaca tan habitual en estos casos sino
que no renuncia a su particular estilo e introduce pasajes más animados que
contrastan en cierta forma con el tono general que se le supone a una pieza
como esta. Es la obra más antigua de todo el disco pero sigue conservando toda
la fuerza que tenía en la primera grabación que escuchamos.
Aun siendo el mismo músico, nos parece que la obra de Nyman
muestra importantes diferencias cuando nace como apoyo a un soporte visual (o
dicho de forma menos pedante, en sus bandas sonoras) con respecto a su música
concebida como tal. Ambas facetas nos parecen igualmente interesantes pero es
evidente que la segunda no ha alcanzado la misma popularidad que la primera.
Quizá por ello nos gusta recomendarla aquí en la misma medida que su música
para cine. Os dejamos un par de enlaces por si os animáis a adquirir el disco:
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Podeis escuchar fragmentos de todas las piezas en qobuz.com
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