Como ha sido habitual en tantas y tantas bandas de rock a lo largo de los años, los primeros discos de Jethro Tull vieron cómo la formación cambiaba una y otra vez con incorporaciones y abandonos a razón de casi uno por disco. Cada cambio traía aparejada, como es lógico, una variación en el estilo además de la consolidación de unas lineas maestras que comenzaban a quedar definidas y que marcarían el sonido de la banda haciéndolo reconocible por encima de los de sus contemporáneos.
En ese orden de cosas, con “Aqualung” se incorporó a la banda como miembro de pleno derecho en teclista John Evan, quien ya había participado en el disco anterior. También el bajista Jeffrey Hammond debutaba reemplazando a Glenn Cornick (aunque éste había participado en los primeros ensayos y sesiones del disco). El cambio en el sonido de la banda fue notable. Del “blues” eléctrico que caracterizó sus primeros discos pasamos ahora a una música más cercana al “rock”, con preciosos pasajes acústicos y un virtuosismo instrumental que justificó, entre otras cosas, que con “Aqualung” muchos empezaran a considerar a Jethro Tull como una banda de rock progresivo. No entraremos en la discusión sobre si se trata de un disco conceptual (la prensa lo afirmó en su momento y los miembros de la banda, en especial Ian Anderson, se hacían cruces con ese calificativo). Ciertamente hay una notable coherencia temática entre varios de los cortes pero como el propio Anderson dice, son tres o cuatro canciones de las once del disco. Además de los músicos ya mencionados, la alineación de Jethro Tull en “Aqualung” la formaban: Ian Anderson (flauta, guitarra acústica y voz), Clive Bunker (batería) y Martin Barre (guitarra eléctrica).
Dibujos del interior de la carpeta del LP. |
“Aqualung” - Un corto “riff” que se cuenta entre los más populares de la historia del rock abre una canción emblemática. La voz de Anderson y el propio desarrollo del tema de guitarra ocupan los instantes siguientes hasta que llega el primer cambio con la aparición de la guitarra acústica y el bajo acompañando al vocalista que canta a través de un apagado megáfono. El piano y la batería se unen al grupo en esta notable transición que enlaza con la parte más rítmica de la canción en la que continúa la narración de la vida del vagabundo que aparece en la inquietante portada del disco. Los instantes que siguen a ese segmento evidencian la enorme influencia que este tema tuvo en muchos otros músicos y bandas, particularmente en los Dire Straits de Mark Knopfler. La parte final retoma el tema central y concluye de forma magistral un tema extraordinario. “Aqualung” encierra en poco más de seis minutos más ideas musicales que discos completos de otras bandas.
“Cross-Eyed Mary” - La flauta de Anderson dibuja arabescos en el aire mientras suena de fondo un mellotron y comienza a construirse un fantástico armazón rítmico. Con esa introducción pasamos al núcleo de la canción en el que reinan los teclados y el bajo, extraordinario por momentos. Es esta otra estupenda canción que corrobora que nos encontramos ante uno de los grandes discos de su tiempo (no diremos del rock progresivo porque Ian Anderson, incluso desde la distancia de la fotografía, nos impone un gran respeto).
“Cheap Day Return” - Apenas con el acompañamiento de la guitarra acústica en un aire de corte folk, Anderson presenta una miniatura deliciosa que podría haber tenido mayor desarrollo, sin lugar a dudas.
“Mother Goose” - Como una extensión de la canción anterior comienza esta, algo más rápida en su desarrollo y con la adición de la flauta y la percusión (especialmente de la primera) que le confieren un personalidad particular. Los músicos se perimten incluso breves juegos vocales al estilo de Simon & Garfunkel que hacen de bisagra hacia la segunda parte de la canción, ligeramente más electrificada.
“Wond'ring Aloud” - Otro interludio en forma de canción acústica nos acerca al final de la “cara a” del disco. Destacan aquí los arreglos de piano y, muy notablemente, los de cuerdas, que proporcionan un tono diferente a la pieza.
“Up to Me” - Unas risas nos reciben antes de que irrumpa la flauta de Ian Anderson en otra de las grandes canciones del disco. La guitarra eléctrica suena con fuerza en sus breves intervenciones y es testigo de los múltiples cambios de ritmo de un tema excepcional en el que no encontramos ni un momento de reposo.
“My God” - La segunda cara del disco empieza con otra canción magnífica que contiene, en realidad, varias pequeñas canciones en una. El comienzo es lento pero amenazador (esos golpes de guitarra eléctrica de vez en cuando no anuncian nada bueno). Todo para llegar a una sensacional sección central en la que la flauta y los juegos vocales hacen verdaderas diabluras en una combinación difícil de mejorar. De ahí surge una nueva melodía que enlaza con el tema que abría la pieza concluyendo así otro gran momento del disco.
“Hymn 43” - Una de las canciones más decididamente rockeras de todo el trabajo, con momentos cercanos al incipiente “metal” que se abría paso en la época. Algún “riff” trepidante aquí y allá y arreglos con detalles cercanos a la psicodelia son lo más destacado de la pieza. Una gran canción que sólo es empequeñecida por la gran altura de otros momentos del trabajo.
“Slipstream” - Otra miniatura a base de guitarra acústica y voces (con algunos arreglos de cuerdas) que sirve para acompañarnos hasta el que, para nosotros, siempre ha sido el gran tema del album.
“Locomotive Breath” - Palabras mayores. Una introducción de piano, muy tranquila, no permite hacerse una idea aproximada de lo que va a suceder enseguida. Las teclas comienzan a esbozar un blues muy rítmico y a juguetear con la guitarra eléctrica durante unos cuantos compases hasta que, precisamente el último de ellos es convertido en un “riff” arrollador sostenido en una batería que marca un ritmo continuado de la mano del bajo. No podía faltar la flauta en un solo realmente complejo en medio de una pieza que lo tiene todo. Curiosamente fue esta canción la que provocó que el disco fuera censurado en España y no se publicase hasta cuatro años más tarde y sin “Locomotive Breath” en la lista de temas. Al censor se le pasó el hecho de que la pieza estuviera incluída en un recopilatorio de la banda que se publicó sin ningún problema apenas unos meses después de la aparición de “Aqualung” y tres años antes de que el disco mutilado saliera a la venta en nuestro país.
“Wind-Up” - El disco termina con otra canción al más puro estilo de la banda: comienzo como balada y súbita transformación en una vigorosa pieza de rock para volver más tarde al tema del comienzo. Un final ligeramente anticlimático tras la incomparable pieza anterior pero que, en modo alguno es un mal final.
No podemos poner ningún “pero” a los discos previos de Jethro Tull aunque no nos cabe duda de que fue con “Aqualung” que comenzaron a ganarse un puesto en el olimpo del “rock”. Lo habrían conseguido, probablemente, sólo con este trabajo pero es que, además, fue el punto de partida para una serie de discos que marcaron una época con un sonido tan particular como sorprendente (la flauta no estaba entre los instrumentos solistas más populares del “rock'n'roll”). Pese a las reticencias de Ian Anderson, el de Jethro Tull es uno de los nombres que primero acuden a la mente de un aficionado cuando le mencionan el término “rock progresivo” y lo hace a la misma altura que los de Pink Floyd, King Crimson, Genesis o Yes. A ese mismo nivel funciona “Aqualung” a la hora de hablar de grabaciones fundamentales del género con lo que la recomendación de hoy no puede defraudar: estamos ante una obra maestra que todo aficionado debería, al menos, conocer.
Os dejamos con una versión moderna en directo de "Cross-Eyed Mary":
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