El mundo de la música está lleno de recovecos donde un joven aspirante puede buscar un modo de darse a conocer y ganarse la vida. Incluso artistas hoy consagrados han tenido que pasar por todo tipo de peripecias para asomar la cabeza y publicar su música. El disco que hoy nos ocupa representa uno de esos casos en que el éxito no llegó por la vía más directa ni mucho menos y eso a pesar de que el artista tenía un ilustre progenitor cuyo apellido bien le podría haber abierto muchas puertas en la Francia de los años sesenta.
Hablamos, claro está, de Jean Michel Jarre. Hijo del gran Maurice Jarre, en su juventud tocó todos los palos: montó una banda de rock al estilo de los Shadows, estudió en el conservatorio y fue alumno del “Groupe De Recherches Musicales” de Pierre Schäffer, una de las grandes sedes de la vanguardia sonora europea del pasado siglo. Tras eso compuso música para ballets e incluso publicó un “single” de música electroacústica realmente interesante pero su repercusión estaba muy lejos de la que alcanzaría posteriormente. Fue en aquella época cuando surgió la posibilidad de grabar algunas piezas electrónicas con los escasos medios de que disponía entonces y publicarlas en forma de “librería de sonidos”. Hoy ese concepto no es tan conocido pero en aquellos años no era raro encontrar discos de efectos sonoros o con música concebida para ser usada en todo tipo de formatos, desde sintonías hasta anuncios de televisión o radio. Incluso había sellos especializados en ese tipo de discos. Iba a ser uno de ellos, el norteamericano Sam Fox Productions, el que se interesase en publicar una serie de raras piezas electrónicas creadas por Jean Michel Jarre en aquellos años con unos medios más bien escasos. Como solía indicarse en las notas que acompañaban a los LP's del sello, en ellos se podía encontrar "A most extensive and comprehensive library with limitless, versatile and flexible offering of music cues to satisfy musical needs for Television, Radio, Film, Theatre and Documentary use". En Sam Fox publicaban autores como John Cacavas (quien poco después haría la banda sonora de la serie Kojak), Syd Dale (muchas de sus piezas se utilizaban para promocionar la NFL en los Estados Unidos) o el francés Nino Narnini, autor de populares jingles electrónicos en la época y cuyos discos hoy son muy buscados.
En 1972 aparecería en el reducidísimo mercado de la “library music”, “Deserted Palace”, un disco que habría pasado sin pena ni gloria de no ser por la evolución posterior de su autor que llegó a convertirse en una estrella mundial. El disco contenía quince experimentos sonoros de los más variados estilos con un único denominador común: la utilización de sonidos electrónicos como base principal de todas las piezas. Jean Michel Jarre interpretaba el órgano Farfisa y dos sintetizadores, el EMS AKS y el VCS3 del mismo fabricante. Puntualmente toca también la batería o la guitarra en algunas piezas.
Jean Michel Jarre. Pionero también de los "micropisos". |
“Poltergeist Party” - El primer corte es una melodía ligéramente tétrica que se despliega a partir de un monótono ritmo sintético. Lo interesante es la forma en que aparecen determinados elementos que más tarde serán importantes en la obra de Jarre como ciertos efectos sonoros de ruido blanco que aquí se convierten en parte del armazón rítmico del tema.
“Music Box Concerto” - Un motivo de aire clasicista a modo de cuarteto electrónico con una linea de bajo muy marcada y dos lineas melódicas centrales que harían las voces principales. Es un tema muy inocente pero con cierta gracia.
“Rain Forest Rap Session” - El siguiente corte habría sido una buena sintonía para un videojuego como los que empezaron a comercializarse en aquellos años: una melodía muy directa con un ritmo muy pegadizo, todo ello lleno de efectos sonoros procedentes del clásico VCS EMS3, un aparato del que Jarre no se ha separado en toda su carrera.
“A Love Theme for Gargoyles” - Seguimos con las influencias clásicas en una suerte de “minuet” electrónico cuyo mayor interés para el seguidor del músico puede estar en las voces graves que anticipan algunos de los timbres utilizados por Jarre más adelante en trabajos como la tercera parte de su “Oxygene” publicado en 1976.
“Bridge of Promises” - Un toque de rock sinfónico no viene mal en un disco publicado en pleno apogeo del movimiento. El órgano Farfisa pone la introducción sobre la que se desarrolla el tema central, uno de los más inspirados del disco y el primero en el que escuchamos una batería que trata de contribuir al tono épico de la composición. Nos resulta curioso el empleo en la parte final de una voz profunda que parece grabada en cinta previamente y reproducida a otra velocidad, imitando quizá los célebres “coros” del “mellotron”, uno de los artilugios más deseados en aquellos años. El tema aparecería con el título de “Black Bird” en un single de la época en una nueva regrabación que mejora con mucho a ésta.
“Exasperated Frog” - Básicamente un muestrario de sonidos y efectos sin mayor interés. Es aquí donde hay que recordar que estamos ante un disco de muestras sonoras para todo tipo de uso, que no necesariamente ha de ser musical.
“Take Me To Your Leader” - Escuchamos de nuevo la batería ejecutando un ritmo enrevesado sobre el que suena una distraída melodía y algún que otro efecto. En la parte final hay una especie de improvisación de lo que podría pretender sonar a saxofón que nos resulta curiosa.
“Deserted Palace” - Otra de las piezas de influencia barroca (la melodía es muy cercana a la segunda voz del “Preludio No.20” de “EL Clave Bien Temperado” de Bach) es este corte que anticipa al Jarre que un año más tarde pondría música a la película francesa “Les Granges Brulees”. En lo musical es una de las composiciones más rescatables del disco.
“Pogo Rock” - Una miniatura de aire rockero en la que Jarre se atreve con la guitarra con resultados muy dudosos sobre una mezcla de irritantes ritmos a base de pitidos y una linea de bajo electrónica que es lo único salvable. Con mucha imaginación podríamos ver aquí un precedente de la colaboración de Jarre con Pete Townshend en su tema “Travelator” de 2015.
“Windswept Canyon” - Abriendo la “cara b” del disco aparecía el que, con diferencia, es el corte más interesante del trabajo. Un tema que, por su gran duración (8 minutos), no parecía encajar bien en el propósito del disco como muestrario de sonidos. La pieza comienza con gran solemnidad sobre un fondo de órgano Farfisa pasado por distintos filtros (de no saber que era un Farfisa habríamos apostado por otra marca italiana como era Crumar que tenía un sonido muy similar al que aquí se oye). El órgano aporta una vibración muy particular sobre la que se despliega una melodía que está entre las más bellas del Jarre de los primeros tiempos. En la parte central asistimos a un interludio lleno de efectos sonoros, esta vez sí, combinados de forma magistral, incluyendo los clásicos efectos de ruido blanco imitando olas y viento tan característicos del sonido de discos como “Oxygene”. Este tipo de transiciones iban a ser una constante en la carrera posterior del músico, muy dado a experimentar en los segmentos centrales de muchas de sus piezas más largas. El ejemplo clásico sería su “Magnetic Fields 1” pero también otros más recientes como “Close Your Eyes” junto a los miembros de AIR.
“The Abominable Snowman” - Apenas es una secuencia de bajo que transcurre durante algo menos de un minuto pero nos resulta muy atractiva. La melodía que se incorpora por encima, sin ser nada especial, encaja bien.
“Iraqi Hitch-Hiker” - Curioso ejemplo de “proto-tecno-pop” si se nos permite la expresión. Como nos pasa con muchos de los cortes del trabajo, encontramos más interesante el armazón rítmico de la pieza, que parece muy cuidado, que la parte melódica que se diría improvisada en la mayor parte de los casos. Algo no del todo descartable si tenemos en cuenta lo escaso de los recursos con los que contaba el músico en la época y la necesidad de ahorrar material.
“Free Floating Anxiety” - Es posible que a estas alturas alguien hubiera echado en falta algo de pura experimentación sonora por parte de un músico que había estado en el GRM. Esa parte de su formación aparece aquí claramente en esta pieza electroacústica que nos resulta interesantísima y que se aleja radicalmente de la melodía para centrarse en el sonido en sí. Una pena que no tenga un desarrollo más largo.
“Synthetic Jungle” - Un tema hecho a base de ritmos y percusiones que en muchos momentos parecen vocales al estilo de Syd Barrett en el tema “Pow R Toc H” de Pink Floyd. Junto al caos sonoro oímos un par de melodías repetitivas que quieren formar una especie de “riff” rockero sin terminar de cuajar.
“Bee Factory” - Cerrando el disco encontramos esta sucesión de zumbidos sonoros de entre los cuales parece querer surgir un boceto de melodía que no tiene espacio para desarrollarse ante el inmediato final del tema.
Aunque Sam Fox Productions era una editora con sede en los Estados Unidos, los derechos para Francia del disco pertenecían a Editions Labrador, propiedad de Francis Dreyfus con quien Jarre había empezado a colaborar poco antes en calidad de letrista de alguno de sus principales artistas. De hecho, la idea de grabar “Deserted Palace” como disco de muestras y licenciarlo para un sello especializado como Sam Fox fue del propio Dreyfus. Músico y empresario mantuvieron una larga relación tremendamente fructífera para ambos pero eso ya es otra historia.
Lo que pretendíamos hoy era mostrar una versión diferente de un músico muy conocido cuyos comienzos no son tan conocidos. De hecho, “Deserted Palace” nunca ha aparecido en CD aunque si lo hicieron buena parte de sus temas en una recopilación de la que hablamos aquí hace ya un tiempo.
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