domingo, 21 de septiembre de 2025

Gidon Kremer & Naoko Yoshino - Insomnia (1999)



Nuestra relación con Gidon Kremer viene de muy atrás, como ya comentamos en una entrada de hace varios años. Violinista excelso además de intérprete muy activo e implicado con la música de su (nuestro) tiempo, es alguien de quien ahora podemos asegurar que no tuvimos la mejor introducción posible a su forma de interpretar. Le conocimos con una versión de “Las cuatro estaciones” de Vivaldi dirigida por Claudio Abbado para Deutsche Grammophon lo que en aquel entonces era para nosotros garantía absoluta pero lo cierto es que su versión, correctísima, sin lugar a dudas, nunca llegó a enamorarnos. Menos aún cuando en años posteriores hemos conocido otras interpretaciones sublimes a cargo de Fabio Biondi o Giuliano Carmignola pero ese no es el tema de hoy.


Afortunadamente el violín de Kremer se ha cruzado con nosotros muchas más veces en todos estos años y en contextos mucho más favorables para su forma de tocar, a nuestro juicio, como son la música de Piazzolla, Kancheli, Gubaidulina, Glass o Pärt. En cualquier caso, la de intérprete no ha sido la única faceta importante en su relación con la música contemporánea. Tras dejar la Unión Soviética en 1981 y trasladarse a Alemania, creó el prestigioso Festival de Música de Cámara de Lockenhaus (Austria) y ha sido director de otros como el de Gstaad o el de Basilea. Además, fundó la Kremerata Baltica, una orquesta de cámara compuesta por jóvenes músicos de Estonia, Letonia y Lituania (Kremer es letón) y que ofrece del orden de unos 70 conciertos anuales. A día de hoy es una de las agrupaciones de referencia en su categoría.


El disco que traemos hoy aquí es bastante peculiar, tanto por el repertorio que contiene como por la configuración instrumental del mismo ya que recoge piezas para violín, arpa o para ambos instrumentos combinados con la adición de voz o de kugo (una especie de arpa japonesa) en alguna pieza. También hay varias transcripciones de obras creadas para otros instrumentos y adaptadas al formato de violín y arpa para la ocasión. La acompañante de Kremer en la grabación es la arpista japonesa (aunque nacida en Londres) Naoko Yoshino.


“Haru no Umi” – La primera pieza del disco es una obra del compositor japonés ciego e intérprete de koto, Michio Miyagi. Es una composición para violín y arpa de gran belleza en la que el violín de Kremer saca notas larguísimas que se retuercen en el tiempo jugando con esas melodías orientales tan características. La interpretación, tanto del violinista como de Yoshino es excepcional y nos mete de lleno en mundos musicales a los que, por desgracia, no estamos demasiado acostumbrados en occidente.


“Nocturne” - De ahí pasamos a la compositora finlandesa, Kaija Saariaho, otra de tantas alumnas de la Academia Sibelius, de la que aquí se incluye esta composición para violín solo. La relación entre Saariaho y Kremer es de admiración mutua, incrementada por el hecho de que la compositora empezó tocando el violín y siempre tuvo una cierta envidia sana a los grandes intérpretes del instrumento, entre los que Kremer era uno de sus favoritos. Además, la composición de este nocturno se produjo en los mismos días en los que Saariaho estaba escribiendo su “Graal Theatre”, un concierto para violín y orquesta pensado para el propio Gidon. Justo cuando se encontraba en medio de esa tarea, la compositora recibió la noticia del fallecimiento de Witold Lutoslawski e inmediatamente se puso a escribir esta obra en su honor.




“Stanza II” - Regresamos a Japón con uno de sus compositores más famosos, Toru Takemitsu, y esta pieza para arpa y cinta magnetofónica. En ella escuchamos fascinantes diálogos entre ambos elementos con las complejidades y la dificultad de comprensión propia de buena parte de la música académica del S.XX. No en vano fue creada en 1971 durante la estancia del músico en el IRCAM de París.


“Insomnia” - La obra que da título al disco es una extensa creación para violín, voces y kugo del japonés Yuji Takahashi, compositor y pianista renombrado que aquí nos muestra una pieza de gran sabor tradicional, acentuada por el uso de un instrumento como el kugo. Es una composición meditativa y pausada en su mayor parte en la que escuchamos, además, las voces de ambos intérpretes en determinados momentos.




“Le fils des étoiles (Preludio del primer acto)” - Japón y Francia se tocan en esta adaptación de la pieza de Erik Satie para flauta y arpa realizada por Takemitsu para el violín y el arpa de Kremer y Yoshino. Lo cierto es que el arreglo de Toru, aun siendo fiel al original, posibilita una serie de sonoridades en el violín realmente fascinantes con notas quebradizas que se extienden en el aire amenazando romperse. Una preciosidad.


“Cinque piccoli duetti” - Seguimos en Francia con esta obra de Jean Francaix escrita originalmente para arpa y flauta. Son cinco movimientos muy breves (preludio, pastorale, canzonetta, sogno y rondo) de corta duración, salvo el cuarto, ligeramente más extenso. El primero de ellos es juguetón, el segundo mucho más relajado y con un aire más impresionista mientras que el tercero es animado y jovial. El cuarto, por su parte, tiene más peso por parte del arpa y un cierto tono de canción de cuna mientras que el último de ellos vuelve a las frases veloces y al ambiente de cuento.


“Daphne Etude” - La parte más “clásica” del disco viene de la mano de este breve estudio para violín escrito por Richard Strauss y ejecutado de forma impecable por un Kremer que nos deja ya en un tramo final más centrado en artistas contemporáneos.


“Six Melodies” - El regreso al S.XX comienza con la adaptación de estas seis piezas de John Cage escritas en su día para violín y teclado. Ya hemos hablado en muchas ocasiones de Cage y de nuestro pensamiento de que es un autor infravalorado y muy desconocido por culpa, precisamente, de su obra más “popular” que eclipsa todo lo demás que hizo y provoca que el público en general no pase de la anécdota de una obra consistente en silencio. Ojalá el resto de su extenso legado vaya ganando el espacio que se merece. Estas seis melodías son una buena muestra de que hay mucha música que explorar en su producción.


“Spiegel im Spiegel” - Tenía que aparecer en la colección el estonio Arvo Pärt con una de sus obras más conocidas para violín y piano, adaptada aquí para los dos intérpretes del disco. Por lo demás, no hay demasiada diferencia con otras versiones que hemos comentado aquí.


“Il Padrino” - Se suma al programa, nada menos que Nino Rota con una de sus melodías más populares, esta vez interpretada al arpa en una versión preciosa y llena de lirismo. Hemos oído decenas de interpretaciones de este tema y la de Yoshino es, probablemente, nuestra preferida.




“Pantomima” - Cierra el disco uno de los movimientos de la “Suite in Old Style” de Alfred Schnittke en la que el arpa hace las veces del piano de la partitura original. Es una pieza muy clasicista, como sugiere su título, en la que Schnittke se acerca al sonido de otros compositores contemporáneos más centrados en la melodía y en la belleza formal que en la exploración, como sería el caso de Martynov o Silvestrov.



En la contraportada del disco aparece un texto descriptivo del contenido del mismo que reza: “No puedes dormir. Pones algo de música. Un violinista y una arpista están girando por todo el mundo y, de algún modo, acompañados por las cuerdas que ambos tocan, unas pulsadas y las otras frotadas, el mundo se convierte en un sitio más pequeño. Lugares y cosas que pensabas que eran muy distantes, el este y el oeste, la vanguardia y la tradición, América y Europa, de repente descansan juntas y comienzan a superponerse y coincidir”. Sabemos que son cosas del marketing pero en este caso, además de un reclamo publicitario, es una imagen muy precisa de lo que escuchamos aquí: Un encuentro entre mundos musicales muy diferentes que acaban encontrando puntos en común. Si queréis bucear en un mundo de contrastes dibujado por dos instrumentos que no suelen presentarse juntos, este disco es una buena elección.

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