martes, 30 de septiembre de 2025

Pat Metheny & Ornette Coleman - Song X (1986)



Siempre se ha dicho, y así lo hemos comentado en alguna ocasión en el blog, que la salida de Pat Metheny del sello ECM estuvo motivada por las estrictas condiciones de grabación que, supuestamente, imponía Manfred Eicher a todos sus artistas. Básicamente, estas consistían en que los músicos tenían dos días para grabar y un tercero para hacer las mezclas finales en el estudio. Aparentemente Metheny no estaba cómodo con esa situación, más aún cuando se encontraba en un momento en el que quería abrir su música a sonidos más ricos y a formaciones instrumentales bastantes más amplias que requerían de un mayor trabajo, especialmente en lo que se refiere a la producción.


En una de esas contradicciones que a veces nos encontramos en los artistas, resultó que el disco de debut de Metheny en el su nuevo sello, Geffen, iba a grabarse en unas condiciones que bien podrían haberse dado en ECM ya que la grabación se realizó a lo largo de tres días en sesiones intensivas a cargo de una banda realmente excepcional. Convendría aclarar que no hablamos de un disco de Metheny en solitario sino firmado a dúo con el saxofonista Ornette Coleman, quizá la principal figura del conocido como “free jazz”, una de las vertientes más arriesgadas, complejas y vanguardistas del género. La música de Coleman no era ajena a Metheny, que ya había grabado varias composiciones del saxofonista en discos anteriores, pero ambos músicos no habían colaborado anteriormente. En todo caso, había nexos de unión entre ellos, especialmente el del contrabajista Charlie Haden, colaborador de Coleman desde hacía mucho tiempo y que recientemente había participado en el disco “Rejoicing” de Metheny. Haden iba a formar parte del elenco de artistas invitados a la grabación junto con el batería Jack DeJohnette y el hijo de Ornette, Denardo, también a la batería. Como resultado de las sesiones, el dúo seleccionó ocho cortes que serían publicados bajo el título de “Song X” aunque de ahí salió mucho más material que sería aprovechado en una reedición posterior que no vamos a tratar aquí.


“Song X” - Coleman es el autor de toda la música del disco figurando Metheny como co-autor en cuatro de los ocho temas. El que abre el trabajo es una auténtica locura con un Ornette verdaderamente desenfrenado en un dúo casi imposible de seguir con la guitarra de Metheny y también con su versión de sintetizador. Por momentos parece imposible que la sección rítmica acompañe este frenesí pero lo hace sumando más caos al caos. Si alguien se preguntaba en qué consistía el “free jazz”, se nos ocurren pocos ejemplos más descriptivos que esta pieza.


“Mob Job” - El segundo corte nos muestra un bonito contraste entre el veloz ritmo marcado por Haden y DeJohnette y la cadenciosa forma de tocar de Coleman, más melódico y pausado que de costumbre, al menos cuando toca el saxo alto porque cuando toma en sus manos el violín (la única ocasión en que lo hace en el disco) se lanza por vericuetos intrincados. Volviendo al saxo, los diálogos de este con la guitarra sintetizada de Metheny son de lo mejor de una pieza que es de las más accesibles de todo el disco.


“Endangered Species” - La pieza más extensa del trabajo es también la primera en la que encontramos la firma de Metheny junto a la de Coleman en cuanto a la autoría y no se nota demasiado ya que, desde el comienzo, es una marcianada casi imposible de seguir con líneas veloces a cargo de todos los instrumentos que se mezclan en una cacofonía que termina por resultar hipnótica, una vez que te acostumbras a vivir en el manicomio.




“Video Games” - En la misma linea sigue el disco con este tema en el que la batería decide comenzar a piñón fijo con un gran Metheny que resultará casi desconocido para alguien que sólo haya oído su vertiente más melódica. Con todo, la mejor parte llega despúes con el contrabajo de Haden en diálogo con el saxo de Ornette en un corto interludio tras el que volvemos a lanzarnos sin frenos por una cuesta llena de curvas en un descenso del que salimos indemnes sólo gracias a un milagro.


“Kathelin Gray” - Entramos ahora en una serie de tres piezas acreditadas por igual a Coleman y Metheny. Precioso el comienzo con una bonita melodía de saxo apoyada puntualmente por una eficaz guitarra mientras Haden va a lo suyo en segundo plano. Los aficionados al “jazz” más convencional encontrarán aquí un merecido descanso  frente a lo que han escuchado anteriormente.


“Trigonometry” - Esa tendencia hacia un “jazz” más accesible (no fácil pero sí más que lo que se ha podido escuchar en otros momentos del disco) se mantiene con esta composición de veloz ejecución pero en la que la melodía ofrece suficientes puntos de apoyo para no descarrilar. Quizá nuestro corte favorito del disco.




“Song X Duo” - El título es absolutamente descriptivo ya que lo que escuchamos aquí es un dúo entre Metheny y Coleman en el que combinan lo mejor de sus habilidades como intérpretes sin apoyo de la sección rítmica. El guitarrista saca todo el partido a las posibilidades sonoras de su guitarra sintetizada  mientras que el saxo de Coleman suena fantástico. 


“Long Time No See” - Una percusión electrónica nos recibe en el último corte del disco como introducción de otra de esas locuras a las que ya empezamos a acostumbrarnos. Memorables los largos fraseos de Haden al contrabajo que aportan la base perfecta para uno de los grandes solos de Metheny que se explaya a gusto durante toda la primera parte de la pieza desgranando, incluso, alguna melodía que se nos antoja próxima al folclore sudamericano al que tanto debe la carrera posterior del músico. En la parte final toma el relevo un Coleman pleno de inspiración para despedir un disco que quizá nadie mencionará como una referencia en su género pero que a nosotros nos gusta mucho.




En la portada del disco, el nombre de Metheny aparece el primero pese a que la contribución principal como autor es de Ornette Coleman. Quizá por eso sea un disco que inconscientemente se asocia más a la discografía del guitarrista que a la del saxofonista. Seguramente también tiene que ver que se publicó en el sello que acababa de fichar a Metheny y que, en cierto modo, supuso el regreso de Coleman a los estudios de grabación ya que su último disco, aunque se había publicado en 1982, se grabó a comienzos de 1979. En cualquier caso, estamos ante un disco que no es para todos los oídos. Incluso tampoco para los de todos los seguidores de Metheny que explora aquí una vertiente de su música apenas mostrada hasta entonces. Sin embargo, creemos que aquellos lectores más inclinados a aceptar los desafíos sonoros más difíciles, encontrarán en él un reto fascinante.

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