En 1971, Vangelis tenía ya muy claro que no quería seguir con Aphrodite's Child. Tras la grabación del legendario “666, The Apocalypse of John”, que realmente era más un disco personal que de la banda, el grupo se disolvió y cada uno de sus integrantes se fue por su lado. Como primer paso, Vangelis firmó por el joven sello BYG, fundado entre otros por Jean Georgakarakos, productor francés de origen griego. La discográfica estaba especializada en free jazz y pensaron que alguien como Vangelis encajaba muy bien en el espíritu del sello. Lo primero que organizaron fueron un par de sesiones en los estudios Marquee londinenses. Para ello, se contó con Giorgio Gomelsky, manager de Aphrodite's Child, quien se llevó a un grupo de músicos de sesión para acompañar al artista griego entre los que se encontraban Anargyros Koulouris, miembro inicial de Aphrodite's Child que apenas llegó a tiempo de participar en el último disco del grupo debido al largo servicio militar griego de la época, el violinista Michel Ripoche, quien también había tocado en ese mismo trabajo, el bajista Brian Odgers y los baterías, Tony Oxley (para la primera sesión) y Micky Waller (para la segunda). Gomelsky, entre otras cosas, había sido el primer manager de los Rolling Stones así que era de todo menos un novato.
Las sesiones no parecieron convencer a nadie, empezando por el propio Vangelis, y las cintas quedaron guardadas en un armario sin visos de que fueran a ver la luz; menos aún cuando el sello se declaró en bancarrota y cesó su actividad en 1973. Todo esto cambió cuando los fondos de BYG fueron adquiridos por Charly Records, modesta discográfica británica especializada en reediciones. En 1978, alguien dentro del sello descubrió las cintas de las dos sesiones de Vangelis y decidió publicarlas. Está claro que, en ese momento, el músico era ya una figura mundial y no se podía desaprovechar la oportunidad de lanza un par de discos con su nombre. La primera de las sesiones se publicó bajo el título de “Hypothesis” y la segunda con el de “The Dragon”. El asunto acabó en los tribunales porque ninguno de los musicos participantes estaban de acuerdo con la publicación de dos trabajos que ni siquiera estaban terminados desde el punto de vista de los arreglos y la producción. La discográfica perdió el juicio pero ya había una gran cantidad de copias de los dos LP's en el mercado y, de hecho, no son discos demasiado difíciles de encontrar hoy en día en tiendas de segunda mano, sin contar las ediciones piratas que han aparecido en todos estos años en formato CD.
Hoy nos vamos a centrar en “The Dragon”, la segunda de las sesiones londinenses que apareció dividida en tres extensos cortes improvisados procedentes, como hemos dicho, de jam sessions sin mucha planificación previa.
“The Dragon” - El tema central del disco es esta suite en la que destaca el soberbio trabajo de Vangelis a las percusiones que acompaña al violín de Ripoche, encargado de la melodía principal. Es un tempo medio con un marcado aire bizantino que recuerda a fragmentos de “Earth”, el disco de Vangelis, publicado poco antes. El solo de guitarra que entra poco después nos acerca ya a terrenos más propios del rock progresivo y toma ya una forma más clara con el bajo ejecutando una melodía circular repetidamente. Con el paso de los minutos, puede llegar a cansar porque no deja de ser un mismo esquema repetido continuamente con una cierta dosis de improvisación pero es una buena muestra de lo que pasaba por la mente de Vangelis en aquellos años y podemos encontrar semillas de cosas que florecieron más tarde.
“Stuffed Aubergine” - El tono del segundo corte es completamente diferente ya que comienza como una lenta pieza de teclado y guitarra que puede recordar en algún momento a la banda sonora de “Sex Power”, uno de los primeros trabajos del músico griego. Se une el bajo y una guitarra acústica para dar algo de ritmo a la vez que suenan los clásicos fondos etéreos del Vangelis de las bandas sonoras de Frederic Rossif que llegarían poco después. Desde el punto de vista del trabajo con los sintetizadores y teclados, aquí vemos ya claramente muchos de los elementos clásicos de la música del griego. Es un corte más “jazzy” que el primero, quizá también menos atractivo pero igualmente anticipador de lo que iba a venir en el futuro.
“Stuffed Tomato” - Vangelis mira decididamente hacia sus orígenes en la introducción de una pieza que bebe de las raíces tradicionales de la música griega y bizantina y nos muestra las habilidades del músico con todo tipo de instrumentos, en este caso con el bouzouki. Tras ella llega un corte brusco en el que entran batería y bajo para transformarlo todo en una jam session mucho más rockera con Vangelis dibujando una pegadiza melodía de sintetizador, de esas que se harían inolvidables en sus discos más populares. La cosa toma carrerilla y nos embarcamos en un tramo fascinante lleno de vértigo con los músicos funcionando como una máquina perfectamente engrasada. Ahora sí estamos ante la pieza de free jazz que probablemente buscaban los responsables del sello BYG cuando “ficharon” a Vangelis. Con una breve vuelta al tema central se cierra el corte y, de paso, el disco.
Hay una cosa verdaderamente frustrante para los seguidores de Vangelis y es su absoluto desprecio por el mercado discográfico. Esto ha provocado que una cantidad ingente de material del griego no haya visto nunca la luz y esto abarca, desde grabaciones como esta que hemos comentado hoy, que al menos tiene una edición espuria, hasta bandas sonoras nunca publicadas, otras que solo lo han sido parcialmente, ballets, música para teatro, para desfiles de moda, conciertos repletos de música inédita y toneladas de material improvisado y grabado por el artista, imaginamos que a efectos testimoniales o para hacer frente a posibles compromisos discográficos que haya que afrontar en un momento determinado. Sumando todo aquello de lo que tenemos constancia de su existencia no es aventurado afirmar que, muy probablemente, Vangelis tiene mucha más música sin publicar que publicada y no es que la discografía del músico sea precisamente de las cortas.
Documentos como este “The Dragon” son de gran interés para el seguidor más completista del músico ya que ilustran una etapa aún inicial de su carrera (recordemos que, aunque se publicaron en 1978, las grabaciones datan de 1971) pero en la que ya se intuyen muchas de las cosas que iban a ser desarrolladas con los años. “The Dragon” no es una obra terminada y pulida, ni mucho menos pero cuando hablamos de Vangelis eso tampoco es de vital importancia ya que el griego no destaca por darle especial importancia a los acabados y los adornos ya que prefiere la espontaneidad de la creación en tiempo real. Como ya hemos dicho, al no ser este un lanzamiento oficial, no lo váis a encontrar en las tiendas habituales pero no será difícil hacerse con una copia de segunda mano del vinilo a poco que busquéis. Si tenéis la oportunidad, no la dejéis pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario