La música de Wim Mertens ha destacado siempre por ser de una gran versatilidad siendo adaptable a multitud de formatos instrumentales. Así, no ha sido extraño en su carrera ver cómo un disco de piano y voz era presentado en una gira en la que el músico se veía acompañado por una sección de viento. Del mismo modo, discos casi orquestrales eran interpretados en directo por el propio pianista en solitario o, a veces, con acompañamientos tan escuetos como un clarinete, un saxo soprano o un violín.
Con el trabajo que comentamos hoy, el último publicado por el músico que en pocos días será ya el penúltimo, Mertens nos ahorró el paso de imaginar adaptaciones ya que incluye en un solo lanzamiento la versión para piano y voz de la obra y la versión para grupo, cada una en un disco diferente. Una idea magnífica que nos permite comprobar cómo funciona cada composición en distintos formatos sin necesidad de acudir a los conciertos. En todo caso, tampoco tenemos aquí una banda muy extensa ya que el piano de Mertens solo cuenta con el acompañamiento de Eric Robberecht (violín), Lieven Vandewalle (violonchelo) y Brigitte Hertogs (arpa), todos ellos habituales en la banda de Mertens en los últimos años.
El disco es un trabajo conceptual, en la línea de la mayoría de los que ha publicado el músico, especialmente en los últimos años. En este caso está basado en las “Heroidas”, colección de cartas de amor escritas por Ovidio en la que distintas heroínas de la literatura clásica griega muestran sus sentimientos hacia sus respectivos heroes que las han dejado solas por diferentes motivos. En la obra de Ovidio, de las veintiuna epístolas originales, quince son cartas de las mujeres a sus heroes y las seis restantes son comunicaciones en sentido inverso acompañadas de sus respectivas réplicas. Sin embargo, Mertens se queda con once de las cartas, siendo todas ellas seleccionadas de entre las enviadas por las heroínas a sus maridos y amantes.
“Phaedra” - En la primera carta, de Fedra a Hipólito, Mertens le da un papel absolutamente principal a la voz con el piano como simple acompañamiento. Recuerda mucho a trabajos como “Strategie de la Rupture” o “Der Heisse Brei”, con una composición muy lírica en la que la melodía es la absoluta protagonista. La versión para grupo tiene al arpa como instrumento principal haciendo suyas las partes de voz. Es muy interesante ver cómo el cambio de formato transforma por completo la pieza que ahora revela importantes similitudes con algunos momentos de “Jardin Clos” o, en menor medida, de “Integer Valor”.
“Dido” - La misiva de Dido a Eneas nos muestra una versión más experimental y minimalista del músico al piano, en la línea de su maravilloso “Poema” y también de la tercera parte de “Kaosmos”. Con la entrada de la voz entramos en una parte más rítmica sin abandonar nunca el dramatismo de la melodía cantada. La experimentación es aún más radical en la recreación de la pieza por parte de la banda de Wim. La propia instrumentación de la misma nos remite ya a trabajos como “Alle Dinghe” con la adición del arpa y el piano.
“Medea” - La dramática relación de Medea y Jasón nos deja el corte más largo del disco que abunda en el estilo de los dos trabajos citados cuando hablabamos del corte anterior. El Mertens más hermético y menos accesible de sus complejos “ciclos” se hace presente aquí en un corte en el que la voz se decanta más por largas notas que por veloces fraseados como los del tema inicial. En contraste, el piano camina a saltos, lleno de acelerones que son desconcertantes a veces pero que no son extraños para el seguidor veterano del músico. De nuevo nos viene a la cabeza “Alle Dinghe” como principal referencia en el arreglo de la pieza para ensemble con la participación importante del piano que no estaba presente en aquel disco. En todo caso y en cualquiera de las dos variantes, “Medea” es uno de los cortes más complejos de “Heroides”.
“Phyllis” - Con la carta a Demofonte regresamos a la versión más melódica del artista belga, de nuevo con aires de su clásico “Strategie de la Rupture” aunque con detalles de trabajos como “After Virtue”, con esos cortes dramáticos y esos cambios de ritmo tan característicos. Puede ser una de las composiciones del disco que más pierde en la versión para grupo ya que en ella el tema central queda difuminado y se pierde entre otras líneas melódicas. Es algo que ocurre en varias de las piezas del disco: los cuatro instrumentos de la banda operan de forma demasiado independiente unos de otros en muchas ocasiones lo que provoca una cierta distracción en el oyente y eso se nota más en temas tan directos como lo es “Phyllis” en su versión de piano y voz.
“Hero” - Con las mismas referencias llegamos a la carta de Hero a Leandro. Una pieza intimista y muy inspirada con un perfecto equilibrio entre voz y piano. Sin embargo, creemos que en esta ocasión nos quedamos con el arreglo del segundo disco en el que el violín nos llega de una forma muy especial.
“Hermione” - Para el texto de Hermione a Orestes, Mertens opta por una preciosa introducción de piano que solo deja paso a la voz en la segunda mitad. Seguramente no es la pieza que más llame la atención en una primera escucha pero con reproducciones sucesivas es una de nuestras favoritas del disco. Lo mismo podríamos decir de la versión para grupo en la que destaca el bellísimo dueto inicial de violín y violonchelo así como la forma en la que la composición crece a cada minuto hasta terminar de una forma particularmente intensa.
“Canace” - No somos capaces de recordar cuál es la pieza original pero tenemos claro que la carta de Cánace a Macareo en su primera parte es un reciclaje de una composición anterior con un arreglo diferente, especialmente en el piano. Con todo, nos parece que sigue funcionando muy bien en las dos versiones aunque seguramente nos quedemos con la del segundo CD.
“Ariadne” - Una de las composiciones más juguetonas del disco es la que ilustra la carta a Teseo. Un piano saltarín acompaña el alegre canto de Mertens en un tema breve que se pasa volando. Extrañamente, ese carácter jovial queda muy atenuado cuando es el ensemble el que se encarga de ofrecernos su versión.
“Cydippe” - La carta a Aconcio continúa con el tono travieso en el piano y un Mertens más reposado, casi monástico en la voz, que aprovecha su propio eco para alcanzar una sonoridad que invita al recogimiento. En la interpretación del grupo ese tono sigue presente pero solo durante los primeros instantes. Luego evoluciona hacia otra cosa diferente a medida que el arpa va ocupando una plaza más relevante.
“Sappho” - Este fue el corte que el músico presentó como adelanto del disco. Pese a su escasa duración, esta carta de Safo (la única de las mujeres del disco que existió realmente) a Faón es una de las mejores composiones de la colección. Con una melodía extremadamente sencilla y repetitiva, recupera al mejor Mertens y eso es decir mucho. Gracias al arreglo para ensemble podemos apreciar, además, un par de preciosas melodías de violonchelo de corte casi barroco que están entre lo mejor del disco.
“Briseis” - El último tema, la carta de Briseida a Aquiles, es otra gran pieza y no solo por su duración (supera los ocho minutos) sino porque nos devuelve el espíritu del Mertens de los noventa, de los desarrollos largos de piezas como “La Femme de Nulle Part” o “Gimel”. Un broche perfecto para el trabajo. Dentro de ese juego de descubrimiento de nuevos detalles que supone el hecho de que todos los cortes tengan dos versiones diferentes, encontramos en la versión para grupo algún tema más que es fruto del reciclaje de ideas pasadas, algo que en un músico como Mertens no deja de ser casi una constante en todos sus discos.
Durante muchos años, la carrera de Wim Mertens transcurría principalmente por tres vías paralelas: sus discos para piano y voz, sus discos para grupo y los “ciclos” para los que reservaba las composiciones más complicadas y con menor proyección comercial. Con el paso del tiempo, esas vías se han ido difuminando y hemos tenido trabajos que combinaban alguna de las dos facetas como podría ser la dupla “Shot and Echo” / “A Sense of Place” o muchas partes del ciclo “Aren Lezen”. En todo caso, han pasado ya más de veinte años desde el citado “Aren Lezen” y no parece probable que el músico vaya a ofrecernos un nuevo ciclo próximamente. Sin embargo, esto no significa que haya abandonado esa línea de composiciones sino que las ha ido integrando en sus discos, digamos, “convencionales”. En nuestra opinión, “Heroides” es el ejemplo más claro de esto que decimos aunque ya ha habido trabajos anteriores en los que se han ido colando piezas más áridas y de más difícil comprensión para el oyente desprevenido. En algunos sitios hemos leído que este doble disco es la obra maestra definitiva del compositor belga. Pese a que nos hallamos muy lejos de esa opinión, entendemos que puede tener cierto sentido por cuanto en “Heroides” encontramos condensadas las tres vías de su carrera, si bien con un grado de inspiración bastante lejano del de sus mejores momentos. No podemos afirmar que sea un mal disco de Mertens. Sin esforzarnos demasiado nos vienen a la mente unos cuantos que creemos peores pero tampoco lo contaríamos como uno de los mejores, no tanto por su nivel medio, que no es malo, sino por la falta de momentos de esos que nada más escucharlos, sabemos que van a quedar para siempre en nuestra memoria. En todo caso, siempre es buen momento para escuchar a Mertens antes de que llegue su próximo disco que ya está en camino (incluso hay adelantos disponibles) y que llevará por título “Voice of the Living”.
Gracias por la crítica. Para mí, el mejor tema del disco es Medea, en cualquiera de sus dos versiones. Ya con ganas de oír Voice of the Libing
ResponderEliminarLiving
ResponderEliminarEl MAESTRO es ÚNICO!!!
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