miércoles, 28 de febrero de 2024

Oliver Shanti and Friends - Walking on the Sun (1989)



Hay un debate que se revitaliza cada poco tiempo y es el que tiene que ver con la separación o no de la obra y el artista. Si es posible disfrutar de películas, canciones, obras literarias o pictóricas cuando sabemos que su autor ha sido una mala persona o, directamente, un criminal convicto. Recientemente ha vuelto a salir a la palestra el caso del actor Gerard Depardieu pero antes estuvieron los de Woody Allen, Roman Polanski, Michael Jackson o, incluso, en épocas anteriores, los de Gaugin o Leni Riefensthal. Evidentemente, hay casos y casos y la gravedad de los hechos no es la misma en todos ellos.


Hace tiempo que queremos hablar de un disco concreto, especialmente por la calidad de una de las composiciones que en él aparece. Un clásico de la “new age” en su vertiente más ortodoxa y cercana a la meditación, las filosofías orientales y todo aquello de lo que hablamos recientemente en la entrada sobre Laraaji. El problema viene cuando sabemos que el autor era un pederasta y depredador sexual que fue condenado por 76 casos de abuso infantil. Hablamos del alemán Ulrich Schulz, quien firmaba sus discos con distintos pseudónimos entre los que está el de Oliver Shanti que es el nombre que aparece en el disco del que vamos a hablar hoy: “Walking on the Sun”.


Por las especiales características del caso, no vamos a dar ninguna información biográfica del Shanti más allá del hecho de que se emitió una orden de detención contra él en Alemania en 2002 por más de trescientas denuncias, estuvo fugado durante unos años hasta ser detenido en Portugal en 2008 y juzgado y condenado un año después tras un intento de suicidio. Falleció en la carcel poco antes de que se cumpliera su condena. Shanti editaba sus discos en un sello propio y su banda estaba formada por su esposa Margot Vogl y el teclista Veit Wayman.


“Shakti Walks On” - El primer tema del disco es el que realmente motiva su presencia en el blog y podríamos considerarlo un clásico de las nuevas músicas de finales del siglo pasado. Se construye a partir de unos pocos elementos, en el fondo muy tópicos en el género: sintetizadores llenos de presets de flautas y sonidos no especialmente atractivos, un ritmo constante de bajo, percusiones tribales, alguna guitarra eléctrica... Nada que llame especialmente la atención aunque la producción es exquisita. De repente, a mitad de la pieza entran unas cuerdas repetitivas y un coro ejecutando una melodía preciosa, angelical, de esas que justifican todo un disco (muchas de las estrellas de la "new age" de los ochenta cimentaron su carrera en composiciones así). El corte es una maravilla, muy por encima del nivel del resto del trabajo, aunque, en su mayoría, tampoco es nada desdeñable.




“Hundredandeight” - Continúa el disco con un instrumental en el que destacan las guitarras eléctricas del inicio y, sobre todo, la rápida melodía de piano que entra poco después y que se repite una y otra vez con el apoyo de las cuerdas sintéticas y la percusión. Vuelven a aparecer voces etéreas en el final anticipando el sonido de otros artistas que aparecerían poco después como Beautiful World o el proyecto Adiemus.


“Evolution” - Ahonda Oliver en las influencias africanas, esta vez en lo rítmico, para elaborar la introducción de esta canción en la que el propio artista se encarga de la voz principal con los coros de su esposa en lo que termina por ser un tema con esquema pop y sonoridades “new age” en el que incluso aparece un saxo en un momento determinado. Mucho más interesante, en todo caso, que la mayoría de producciones del género en aquellos años.


“My Galicia Fantasies” - El siguiente corte es el más largo del trabajo y el más tópico del mismo de largo, comenzando por el error de relacionar a cualquier lugar de España, en este caso Galicia, con el flamenco. Guitarra española mezclada con flautas de pan, fondos electrónicos y percusiones de librería se fusionan con violines orientales y atmósferas exóticas en un pastiche bienintencionado quizá, correcto en su ejecución, pero sin alma. Se deja escuchar sin llegar a molestar (no deja de ser new age) pero el poso que deja no es muy distinto del que nos dejaría un anuncio de champú. 


“Through Every Living Being” - El tema comienza en clave electrónica y no suena muy diferente de lo que podían hacer en la época clásicos como Tangerine Dream pero enseguida vuelve al redil de la nueva era diferenciándose apenas de las piezas habituales del estilo por la presencia de una percusión y un ritmo muy marcados que pretenden dar algo más de sustancia a una composición correcta sin más.


“Pir-o-Murshid Hazrat Inayat Khan” - Volvemos a los sonidos flamencos en las guitarras mezclados con violines y percusiones árabes. La presencia casi única de instrumentos acústicos le da un toque mucho más serio a la pieza, sin la distorsión que a veces introducen los sintetizadores cuando se utilizan del modo en que suelen usar en este tipo de fusiones. Una de nuestras piezas favoritas del disco, sin duda alguna.




“Tiannanmen Square” - Todas las virtudes que tenía la pieza anterior desaparecen por completo en esta, infestada de sonidos enlatados con una ligera reminiscencia china en el timbre que ejecuta la melodía principal imitando a un instrumento de cuerda clásico de ese país. En el momento en que apareció el disco, nada de esto nos habría parecido mal pero hoy es un tipo de música que no se ha beneficiado nada del paso del tiempo.


“Love Light Gospel” - La sorpresa del disco llega con el tema que lo cierra que es una canción soul que no tiene absolutamente nada que ver con el resto. Querríamos añadir algo más a la descripción pero es que se trata de eso: un tema soul con coros gospel en toda regla. Un cierre extraño como pocos para uno de los discos que, pese a todo, pueden rescatarse de entre todos aquellos que nos dio la música “new age” en los años ochenta y noventa.


Poco más que comentar. Desconocemos prácticamente toda la carrera de Shanti al margen de este disco y, dadas sus circunstancias personales, perdimos todo interés en profundizar en ella por lo que no podemos recomendar nada suyo. Nos fascinó en su día “Shakti Walks On” y hemos comprobado con cierta sorpresa que nos sigue pareciendo igual de buena hoy que entonces y ese es realmente el motivo de traer el disco al blog.

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