domingo, 31 de agosto de 2025

Wim Mertens - Kere Weerom (Part II - Kere Weerom) (1999)



Muy de cuando en cuando nos acercamos a darle una escucha a los complejos “ciclos” de Wim Mertens. Hemos dado en llamar así a cuatro extensas colecciones musicales que el músico belga publicó entre 1990 y 2001 y que tenían dos características principales: su gran tamaño (entre los cuatro  forman dos trilogías y dos tetralogías que abarcan la friolera de 37 discos), y la poca accesibilidad de la mayoría de la música que allí se podía escuchar. En ellos encontramos desde discos para piano solo a otros para grupo pero también, y esto suele coincidir con los trabajos más áridos y desafiantes para el oyente, discos para instrumentos solistas como el fagot, el arpa, el clarinete o el trombón bajo. Las composiciones también son diversas. Algunas más accesibles, podrían funcionar perfectamente como parte de cualquiera de sus discos convencionales pero otras tienen un claro carácter experimental. Muchas veces se trata de “deconstrucciones” de melodías ya escuchadas en otros trabajos del belga que aquí suenan desnudas, reducidas a la mínima expresión y ramificándose en infinitas variaciones.


Hoy vamos a volver al tercero de los ciclos, titulado “Kere Weerom”, más en concreto a su segunda parte que lleva el mismo nombre. Hace un tiempo tratamos ya la primera sección del ciclo (“Poema”), una de las más accesibles de toda la colección y escrita para piano. La de hoy abarca tres discos completos y fue compuesta para diferentes combinaciones de un “ensemble” formado por Eric Robberecht (violín), Lieven Vandewalle (violonchelo), Eric Mertens (flautas), Dirk Descheemarker (clarinetes), Marc Verdonck (saxos), Luk Verdonck (fagot), Etienne Siebens (contrabajo), Peter Verbraken (guitarra), Hanna Grociak (arpa), Geert Helsen (percusión) y el propio Wim Mertens (piano).


Antes de empezar el comentario del disco tenemos que hablar de “Sin Embargo”, un disco que Mertens había publicado en 1998, un año antes de la trilogía “Kere Weerom”. Fue este un trabajo raro ya que, a día de hoy, sigue siendo el único de la discografía del músico dedicado exclusivamente a la guitarra clásica. Por sus características, sería uno de esos discos que podemos considerar como hermanos pequeños de los “ciclos” ya que se trata de una obra no especialmente accesible y centrada en un solo instrumento como ocurría, por ejemplo, con su “Instrumental Songs” (1984). La cuestión es que la mayoría del material contenido en esta parte de “Kere Weerom” está basado en melodías de “Sin Embargo” que aquí aparecen desarrolladas de mil formas diferentes.


El primero de los tres discos es el más convencional en cuanto a estructura con diez piezas de una duración de alrededor de los tres minutos con alguna excepción más larga. La primera de ellas, “'T is tijd”, explora la melodía central de “Sin Embargo” pero en esta ocasión con arreglos para maderas y apoyo puntual de cuerdas y percusión. Ese mismo trabajo sigue siendo sometido a revisión en los siguientes cortes, a veces en versiones para clarinetes y flautas (“O weerzien!”), clarinete solo (“Dat schelden”), violín (“Wederom verdwenen”), cuerdas y fagot (“Zij zingt en wenkt”), arpa y flauta (“Overal, altijd”), solo cuerdas (“Waar wij niet zijn”). En todo caso, no hablamos de versiones o transcripciones para otros instrumentos de las mismas piezas sino en una exploración de cada melodía que es retorcida y estirada hasta la saciedad introduciendo nuevas variaciones cada vez. Más extensa es “Van hot naar haar” (más de 12 minutos), para arpa y contrabajo primero y para cuerdas después que se centra en el tema de “La Femme de Nulle Part”, música que Mertens escribió para una antigua película de cine mudo y que también había revisado en “Sin Embargo”. El mismo tema es recreado de nuevo en versión de guitarra, cuerdas y vientos en “Een eigen dagindeling” antes de cerrar con “Amper beschut” a cargo de toda la familia de clarinetes.


El segundo disco es más complicado de escuchar en muchos momentos, especialmente por la abundancia de piezas para percusión que se hacen verdaderamente pesadas como ocurre con “Zoet licht”, que abre el CD. Tras ella entramos en una sucesión de temas de prácticamente la misma duración (todos sobre los dos minutos y veinte segundos) que son diferentes combinaciones de cuerdas y vientos con algunos momentos interesantes que coinciden la mayoría de las veces con la revisión de melodías antiguas del músico pero siempre bajo el punto de vista que domina todos los “ciclos” de Mertens: la experimentación. Son piezas en las que los cambios de ritmo son inesperados (también podríamos haberlos calificado como desesperantes) y donde las melodías desaparecen tan pronto como las reconocemos. Tras esa serie de composiciones volvemos a las percusiones en “Hat oude deuntje”, esta vez con apoyo de piano y violín en un rol similar púramente rítmico. Llega después una serie de composiciones a pares de la misma duración. “De dwarreling”, a base de cuerdas tiene su imagen especular en “Onderlinge onmin” con arreglos ligeramente diferentes. Lo mismo ocurre con “Tenslotte” que suma el arpa a la ecuación y se ve replicada en “Wat ik zeg”, extraña versión con una combinación tan inesperada como es la del arpa  con el contrabajo a los que se unen después el clarinete y las cuerdas. Llega después una locura de tema sin mucho sentido “Voor me niets” clonado en “Waarheen?” con anadido de percusión. Más larga es “De krater”, otra vez con protagonismo del contrabajo en colaboración con los clarinetes. Tras la concluye el disco con otros dos cortes emparejados que, con sus juegos de cuerdas parecen sacados de una película de terror.


El tercer y último CD puede muy bien ser el más exasperante de todos ya que incluye hasta quince cortes consecutivos que vienen a ser una variación de la misma pieza de algo menos de dos minutos aunque antes de llegar allí tenemos que pasar por nuevas demostraciones de percusión (“Tijd winnen”), piezas para grupo o extrañas sucesiones de florituras para saxo o clarinete con diferentes títulos y arreglos. También tenemos complejas miniaturas llenas de un virtuosismo instrumental inversamente proporcional a su accesibilidad pero siempre basadas en lo mismo: la exploración hasta el límite de un tema o melodía presentado anteriormente. A veces la cosa cobra sentido como en “Met natte schoenen” pero la idea no cambia. Con “Later het vervoig” entramos en el largo tramo de quince temas seguidos que son prácticamente iguales y que nos conduce hasta el final, de nuevo a base de percusión, con “Je hebt van die uren!”.


No engañamos a nadie si afirmamos que los “ciclos” de Mertens no son para cualquier oyente. Ni siquiera para una gran mayoría de seguidores del músico por lo que más que recomendarlos como hacemos habitualmente tenemos que advertir a los más osados de lo arduo de la tarea que tienen por delante. Nosotros, por nuestra parte, volveremos sobre ellos más adelante, siempre en pequeñas dosis porque no es cuestión de abusar de este tipo de material. Desgraciadamente no hemos sido capaces de encontrar ningún fragmento de "Kere Weerom" para compartir aquí ni en páginas como youtube ni en las que el propio músico enlaza en su web como Spotify o Deezer por lo que no podemos dejaros alguna muestra como nos gusta hacer. Tampoco será fácil para el hipotético lector interesado encontrar el trabajo por separado, ya que está descatalogado hace años. No así la caja "Qua" que contiene los 37 discos que integran los cuatro "ciclos" de Mertens y aún se puede encontrar buscando un poco. Mucho ánimo a quien se atreva con la experiencia.

viernes, 22 de agosto de 2025

Kronos Quartet - Kronos Quartet (1986)



Es muy probable que el punto que marcó el inicio de la popularidad a nivel mundial del Kronos Quartet fuera su firma con la discográfica Nonesuch. Para entonces ya habían publicado sus dos discos “de jazz” basados en la música de Thelonius Monk y Bill Evans y la primera de sus colaboraciones con Terry Riley (“Cadenza on the Night Plain”) pero fue a raíz de la aparición de su disco homónimo en el citado sello que el nombre del cuarteto de San Francisco comenzó a convertirse en una referencia de la música contemporánea.


Y es que el disco, al margen de su calidad, era toda una declaración de intenciones desde la elección del propio repertorio: una selección de compositores que, si bien no eran desconocidos, tampoco se encontraban entre los más interpretados de entre los autores vivos en aquel momento. Incluso decidieron incluir en la lista a un músico ajeno al ámbito académico, curiosamente el único de los escogidos que había fallecido ya. El primero de los compositores que aparecen en la colección es el australiano Peter Sculthorpe, prolífico autor para cuarteto de cuerda aunque con una extensa producción orquestal y para otros formatos. Su música estaba muy influenciada por los sonidos tradicionales de Australia pero también de los países del entorno. El segundo es el finlandés Aulis Sallinen, otro de tantos autores procedentes de la Academia Sibelius y, probablemente, uno de los músicos contemporáneos más reconocidos hoy. El Kronos Quartet le ha encargado varias obras en estos años. El tercer nombre de la lista no requiere de mayor presentación para los lectores del blog: Philip Glass, mientras que el cuarto, Conlon Nancarrow cuenta con el nada desdeñable aval de las palabras de Ligeti, quien afirmó de su música que era “la mejor hecha por ningún compositor vivo en el día de hoy”. La biografía de Nancarrow es tan apasionante como su música y siguiéndola veremos el camino que lleva a un niño de Arkansas a terminar por nacionalizarse mejicano tras un ajetreado periplo que le llevó a ingresar en el Partico Comunista de los Estados Unidos y a alistarse en la Brigada Abraham Lincoln para luchar en el bando republicano en la Guerra Civil Española. A su regreso a los Estados Unidos, y tras ver cómo muchos de sus camaradas empezaron a tener problemas de todo tipo por su afiliación, se trasladó a México terminando por adoptar esa nacionalidad. El último de los músicos del listado es nada menos que Jimi Hendrix, la leyenda de la guitarra y del rock que aparece representado con una de sus canciones más populares. En el disco participa la que podemos considerar como la formación clásica del Kronos Quartet con David Harrington y John Sherba (violines), Hank Dutt (viola) y Joan Jeanrenaud (violonchelo).


“String Quartet No.8” (Peter Sculthorpe) – Comenzamos con el cuarteto de Sculthorpe, inspirado, según sus propias palabras, en dos ritmos de la música de Bali: el “ketungan”, un tipo de canción utilizado durante los trabajos de siembra del arroz, y el “arja”. Este último estilo es la base de los movimientos impares, marcados para su interpretación por el autor como “con dolore” mientras que los restantes, más veloces, se basan en el “ketungan”. En los movimientos lentos la música es estática, llena de sonidos inusuales por parte de los miembros del cuarteto que exprimen todas las posibilidades sonoras de sus instrumentos, incluyendo las percusivas.


“String Quartet No.3” (Aulis Sallinen) – El cuarteto de Sallinen surge como un encargo de una institución educativa Sueca para enseñar música en los colegios. Con ese fin, el compositor decidió que utilizar una melodía popular como base sería lo más adecuado para atraer desde el principio la atención de los niños. Escogió una marcha fúnebre para violín que se ejecuta al principio para ser sometida después a una serie de variaciones introduciendo disonancias y cascadas de notas que transforman por completo la obra y suponen un desafío muy importante para los ejecutantes.




“Company” (Philip Glass) – Más conocida para los lectores del blog es la siguiente composición de la que ya hemos hablado en otras ocasiones. Se trata de “Company”, la obra compuesta por Philip Glass para una representación de la obra de teatro de Samuel Beckett del mismo título. Originalmente se escribió para cuarteto de cuerda (de hecho, se numeró como el segundo de la serie por parte del músico poco después) pero también ha sido interpretado por formaciones más amplias. Aquí escuchamos la primera grabación del cuarteto a cargo del Kronos Quartet, quienes volverían a registrarlo en el futuro para otros discos.


“String Quartet” (Conlon Nancarrow) – La obra más conocida de Nancarrow esta escrita para pianola, instrumento que apasionaba al compositor por sus posibilidades a la hora de ejecutar piezas cuya interpretación queda fuera del alcance de un pianista humano. Eso nos da una idea de lo compleja e intrincada que puede ser su obra para instrumentos convencionales. El músico escribió tres cuartetos, uno de ellos (el segundo) sin concluir. Aunque no aparece en las notas del disco, entendemos que es ese cuarteto inconcluso el que suena aquí ya que es el único que encaja en la cronología del autor (se menciona que es una obra de los primeros años cuarenta). 


“Purple Haze” (Jimi Hendrix) – Arrego de Steve Riffkin del tema que abría el disco de debut del guitarrista en su edición americana (curiosamente no aparecía en las ediciones internacionales aunque sí se publicó como single). Es una pieza cuya inclusión aquí dice mucho del carácter del Kronos Quartet como grupo y de su búsqueda constante de la transgresión. Su versión es electrizante, dinámica y no deja a nadie indiferente.




Comentaba David Harrington sobre el disco, que reflejaba con fidelidad lo que podía ser un programa de concierto habitual del Kronos Quartet en aquellos años, enfocado en autores contemporáneos y con un enfoque abierto hacia otras músicas que bien podían ser tradicionales, como el caso de Sallinen o procedentes de géneros ajenos, en principio, a las salas de concierto “clásicas” como ocurre con la pieza de Hendrix. En esa época, un concierto del Kronos Quartet era una experiencia desafiante en todos los sentidos. Los intérpretes podían salir al escenario con atuendos informales como “jeans” o camisas hawaianas sorprendiendo al público no prevenido y su actitud con los instrumentos iba en consonancia con ese espíritu. Hace algo más de un año, el grupo sufrió su mayor remodelación con la salida de Hank Dutt (viola) y John Sherba (violín) tras más de 45 años en la formación lo que deja a Harrington, no ya como único miembro original (ya lo era) sino como la única referencia de su etapa más gloriosa, de la que esta grabación es una buena muestra.


domingo, 10 de agosto de 2025

Steve Reich - Jacob's Ladder / Traveller's Prayer (2025)




Es admirable comprobar cómo músicos cercanos a los noventa años de edad siguen componiendo y publicando obras con regularidad. Es el caso de Steve Reich, quizá el compositor con el estatus de mayor prestigio entre el mundo académico de todos los llamados “minimalistas”. Recientemente se editó una espectacular retrospectiva en el sello Nonesuch con 26 discos de audio y un DVD en la que se recogían todas las grabaciones del músico para la discográfica complementadas con algunos registros más de otras compañías como Deutsche Grammophon, Wergo, Sony o Harmonia Mundi). Además de eso, uno de los discos estaba integrado por dos composiciones inéditas grabadas en los últimos años: “Jacob's Ladder” (2023) y “Traveller's Prayer” (2020). Afortunadamente para aquellos que ya poseen todo o gran parte del material aparecido en “Collected Works”, que era el título de la mencionada caja, Nonesuch ha decidido publicar también por separado el disco con el material nuevo, que es, precisamente, el motivo de la presente entrada.


Reich es judío pero ese hecho no se reflejó en su obra hasta los años ochenta con “Tehillim”. A partir de entonces, su herencia cultural y religiosa ha ido apareciendo con frecuencia en toda su producción y esa es, precisamente, la temática de las dos obras de las que hablaremos hoy. Ambas grabaciones cuentan con la interpretación de las voces del cuarteto Synergy Vocals, creado a mediados de los ochenta precisamente para una representación de “Tehillim” con la London Symphony Orchestra. Desde entonces han colaborado con Reich en multitud de ocasiones pero también con artistas ajenos al ámbito de la música clásica contemporánea como Robert Reed, Amy McDonald o Steven Wilson. Junto a Synergy Vocals, interpretan las dos obras del disco los miembros de la New York Philharmonic (“Jacob's Ladder”) y  los del Colin Currie Group (“Traveller's Prayer”).


“Jacob's Ladder” - La primera de las dos piezas está inspirada en la conocida visión de la escalera de Jacob (a la que ya dedicó un disco Brad Mehldau como comentamos por aquí tiempo atrás). Está dividida en cinco movimientos de los que “Genesis 28:12” es el primero, introducido por unas veloces cuerdas que acompañan el canto de la mitad masculina del cuarteto de vocalistas. El piano y las percusiones añaden brillantez y movimiento al conjunto con la ayuda de las flautas y las maderas al mismo tiempo que las voces femeninas se unen a la interpretación. Sin solución de continuidad enlazamos con “Vayachalom”, movimiento que empieza con un ostinato de cuerdas algo “glassiano” tras el que las marimbas interpretan una melodía muy similar a la del clásico de Reich “Piano Phase”. Empieza entonces la mejor parte vocal, con influencia de la música antígua que tanto interesa a Reich desde el comienzo de su carrera. “V'hinei Sulam Mutzav Artza” llega sin dejarnos ni un respiro con una velocidad deslumbrante rompiendo el esquema tan habitual en Reich de alternar partes rápidas y lentas. El contraste entre las cuerdas desbocadas y el estatismo de las voces y el piano es pura magia. Con “V'rosho Magia  Hashamayima” parece ralentizarse un poco la cosa y toma el protagonismo melódico el piano, contundente, apoyado en los arabescos de las cuerdas divididas en secciones alternas que van combinando melodías y partes más rítmicas. Cierra la obra “V'hinei Malachei Elokim Olim” como una especie de canon que se desarrolla, de nuevo, sobre el ostinato de la orquesta terminando de forma más pausada de la mano de las voces de Synergy Vocals.




“Traveller's Prayer” - La segunda pieza del disco fue compuesta durante el confinamiento de la pandemia de COVID-19 y difiere de la anterior en cuanto a la orquestación en la ausencia de instrumentos de viento estando el Colin Currie Group conformado por cuerdas, percusión y piano. La abren las voces masculinas introduciendo la oración de un modo que recuerda mucho al de “Tehillim” pero a un ritmo mucho más lento que en aquella composición. Las cuerdas y el piano actúan como soporte de las polifonías vocales, realmente logradas e interesantes. Estamos ante una pieza mucho más contemplativa que la anterior en la que reconocemos fácilmente al Reich más íntimo, alejado de la exuberancia de obras como “The Desert Music” pero igualmente efectivo.




Nos sorprende que compositores de edad avanzada como Steve Reich, Philip Glass o Arvo Pärt sigan activos a estas alturas cuando, dada la magnitud de su obra, bien podrían estar descansando en un más que merecido retiro. En lugar de ello siguen escribiendo y publicando música nueva, cosa que nunca podremos agradecerles suficiente. En el caso de este nuevo disco de Reich, además, la cuestión es que la música sigue rayando a un grandísimo nivel. Se puede argumentar, quizá con razón, que no llega al punto de inspiración y trascendencia de sus obras más aclamadas pero esperar algo así a estas alturas no tiene demasiado sentido. Además, y especialmente en “Traveller's Prayer”, seguimos encontrando momentos muy emocionantes, cosa especialmente complicada cuando hablamos de música minimalista. Dentro del nivel medio-alto de la mayoría de las obras más recientes de Steve Reich, creemos que este último disco recoge dos de sus mejores composiciones de los últimos años por lo que no podemos  hacer otra cosa que recomendarlo a todos los lectores.


Os dejamos con el propio Reich hablando de su obra más reciente: