miércoles, 4 de julio de 2018

Tangerine Dream - Exit (1981)



Aprovechando que en la entrada anterior nos acercamos a los Tangerine Dream de la etapa de Johannes Schmoelling, vamos a profundizar un poco más en ella con un disco que resume muy bien, en nuestra opinión,  lo que fue dicha etapa. Con “Exit” hemos tenido siempre un problema: se trata de un trabajo que hemos visto cómo se suele recomendar a personas que quieren introducirse en la música de Tangerine Dream, casi siempre acompañado de una coletilla del tipo de “y si este te gusta puedes ir ya hacia atrás y meterte con sus discos más densos”. La cuestión es que nunca hemos terminado de ver este trabajo como representativo de la banda, y menos aún, para ayudar a un neófito a acercarse a ella. Por ello, nuestra relación con “Exit” es rara. Por un lado, no nos parece un disco especialmente brillante pero por otro no dejamos de escucharlo de vez en cuando por ver si encontramos en él eso que muchos seguidores de Tangerine Dream parecen ver.

Aunque su primer disco de estudio con el grupo fue “Tangram” y entre ese y “Exit” la banda grabó la banda sonora de “Thief”, es “precisamente Exit” el que nos muestra más claramente la aportación de Schmoelling a la banda: temas más cortos, más melódicos y un sonido menos elaborado y completamente electrónico. De esto último, sin embargo, no hay que responsabilizar al bueno de Johannes sino al cambio de tecnología que llegó con los años ochenta y que afectó a todos los músicos de la época transformando profundamente la forma de trabajar de la mayoría. En el caso de Tangerine Dream, el cambio fue importante y cambió incluso su filosofía de trabajo en el estudio. Adquirieron una nueva consola de mezclas del prestigioso fabricante MCI y alrededor de ella organizaron todo el equipamiento. Prescindieron de ingenieros de sonido y situaron todos los sintetizadores en las proximidades de la mesa de modo similar al que colocarían el set de instrumentos en un concierto. También se olvidaron de instrumentos acústicos como el piano y de las guitarras de Froese para centrarse en los sintetizadores y los “samplers” de nuevo cuño. En palabras de Christopher Franke, “cuando empezamos, no hacíamos más que pelearnos con los nuevos equipos pero al final conseguimos que las máquinas hicieran exactamente lo que queríamos de ellas”.



“Kiev Mission” - El disco se grabó en plena guerra fría y esa circunstancia tuvo su peso en el grupo alemán. Ya vimos en una entrada anterior como no pudieron resistirse al simbolismo de dar un concierto en Berlín Este y ahora iban a ir un poco más allá. En el primer tema del disco se escucha una voz femenina recitando los nombres de los continentes y un texto en ruso advirtiendo de los peligros de la tensión política de la época. De hecho, Froese quiso que se hicieran llegar copias del disco a importantes dirigentes del Partido Comunista soviético para que escuchasen su mensaje. Al margen de esta anécdota, el corte es una pieza electrónica muy interesante y centrada en una corta melodía que actúa como una especie de himno. En la segunda parte de la composición nos encontramos con el nuevo estilo de la banda: un tema central acompañado de secuencias que ahora quedan en un segundo plano cuando antes eran el elemento principal de su música. Es un planteamiento menos innovador que el que siempre habían tenido y, con la perspectiva del tiempo, nos parece lastrado por un sonido muy localizado en una época muy concreta.

“Pilots of Purple Twilight” - Clásicos timbres digitales aparecen por doquier en el siguiente corte, que cuenta con una larga introducción en la que un motivo muy sencillo se repite una y otra vez. Se desliza poco a poco una lenta melodía acompañada de distintos efectos sonoros pero en su conjunto, la pieza va transcurriendo sin terminar de llegar a ninguna parte y dejándonos con la sensación de que se podría haber hecho mucho más a partir de todo lo que se deja entrever.

“Choronzon” - El “single” del disco. Una pieza que comienza con un ritmo sintético y una primera ráfaga de sintetizador que probablemente en su momento causara una gran sensación pero que luego todos nos cansamos de escuchar en todo tipo de sintonías televisivas y bandas sonoras. Es un tema curioso. Un buen tema, seguramente, pero muy difícil de disfrutar hoy en día por la imitación y la reiteración de piezas muy similares a lo largo de toda la década de los ochenta.




“Exit” - Seguimos más o menos bajo los mismos parámetros aunque con un enfoque quizá algo más sombrío. Es posible que el problema fuera que Tangerine Dream, ni siquiera cuando contaban con Johannes Schmoelling en sus filas eran unos compositores de melodías especialmente brillantes y eso es un handicap importante cuando quieres hacer de ellas el centro de tu música. Pese a todo, se las arreglaron para crear unos motivos sencillos que funcionaban relativamente bien en este nuevo formato más cercano al típico tema “pop” de cuatro minutos.

“Network 23” - El corte más rítmico del trabajo es esta pieza que juguetea con ritmos “disco” y con sonidos propios de “Kraftwerk”, la otra gran banda alemana. Hay algo más de experimentación sonora aquí y, quizá por ello, nos parece de lo más salvable de todo el elepé. Con todo, sigue lejos de los mejores momentos de la banda.




“Remote Viewing” - Y cuando ya no nos esperábamos nada así, comienza el último corte que nos retrotrae a la época dorada de “Phaedra” o “Rubycon” con una atmósfera oscura y opresiva en la primera mitad y un viaje secuencial a la vieja usanza en la segunda. Un cierre notable que tiene un aire de despedida de una forma de hacer las cosas que convirtió a Tangerine Dream en los setenta en la banda de referencia de la música electrónica.




Los ochenta iban a suponer para Tangerine Dream la entrada en un periodo de una productividad casi frenética. Su entrada en el mundo de las bandas sonoras con la citada “Thief” iba a multiplicar su producción discográfica que alcanzó un ritmo altísimo (más de 30 lanzamientos en esa década incluyendo discos en directo) y eso repercutió en la calidad de la música. Continuaron apareciendo trabajos notables aunque quizá no consiguieron reclamar la atención debida, sepultados como estaban entre toneladas de material. En todo caso, Tangerine Dream no fueron una excepción ya que gran parte de las grandes bandas (también de los solistas) de los años setenta acusaron mucho el cambio de década, de tecnología y de gustos populares y en esto no hubo distinción entre géneros: músicos electrónicos, dinosaurios del rock progresivo o estrellas de la música disco llegaron muy desorientados al nuevo tiempo, con contadas excepciones. Algunos de ellos, no lo negamos, terminaron por adaptarse y consiguieron ofrecernos una versión renovada de su música pero ya habrá tiempo para hablar de todo eso más adelante.

Como despedida os dejamos con una versión en directo de "Kiew Mission":


 

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