El girasol es una de las flores con un ciclo vital más curioso. Como todos sabemos, su orientación varía de modo que durante el día va girando siempre de cara al astro rey en un movimiento sorprendente. Al caer la noche, la planta parece morir marchitándose de un modo que se antoja definitivo. Sin embargo, esa muerte aparente no impide que la planta resucite al día siguiente para reemprender una danza solar que es fundamental para su vida.
No es extraño que Brendan Perry y Lisa Gerrard decidieran utilizar una preciosa foto de un campo de girasoles marchitos para ilustrar la portada de su disco de retorno tras más de quince años de silencio, al menos en lo que se refiere a discos de estudio. El título del disco, “Anastasis”, hace referencia a esta resurrección pero no sólo en el sentido religioso del término ya que también alude a la interrupción de un proceso (la muerte) para revertir a un estado anterior lo que lo relaciona tanto con los girasoles de la portada como con el retorno de Perry y Gerrard como pareja artística apartando momentáneamente sus carreras en solitario. Como ninguno de los dos da puntada sin hilo, el uso de un término griego tiene mucho que ver con la propia música que muestra una importante influencia de la cultura clásica helénica y bizantina.
El regreso de Dead Can Dance ha sido algo realmente inesperado. Hay algo en la pareja de unión mística, como si se tratase de dos seres destinados a encontrarse por muy alejados que hayan podido estar en algunos momentos. En su primera época activa, parecía imposible que el dúo subsistiera habiendo varios miles de kilómetros de distancia entre ellos. Tras su separación, parecía inverosímil que ambos continuasen sus carreras por separado: la simbiosis que habian alcanzado se antojaba irrompible. Lo cierto es que nunca se oficializó la disolución del grupo. Lisa Gerrard había lanzado un primer disco en solitario en los momentos de mayor popularidad de Dead Can Dance pero eso no impidió que grabasen juntos “Spiritchaser” en 1996 y que estuviera previsto un nuevo disco para un tiempo después. Simplemente, esto nunca llegó a suceder. Lisa iniciaba una serie de colaboraciones artísticas con otros músicos como Pieter Bourke, Patrick Cassidy o Hans Zimmer con las que llegó a alcanzar un éxito aún mayor que el obtenido con Dead Can Dance mientras que Brendan, tras un magnífico y muy personal disco en 1999, parecía desaparecido de la escena musical hasta hace apenas un par de años. En 2005 se produjo un primer regreso a los escenarios para una extensa gira de la que se publicaron la mayoría de conciertos en ediciones limitadísimas con una tirada de 500 ejemplares cada una. Tras la publicación de “Ark” en 2010 comenzaron a sonar los primeros rumores sobre la vuelta de Dead Can Dance, confirmados poco después por Brendan. El 30 de septiembre de 2011 aparece casi por sorpresa en la web oficial del grupo el EP titulado “Live Happenings” para ser descargado de forma gratuita por los visitantes interesados. El disco, que contenía material grabado en el tour del 2005, fue seguido por otros cuatro volúmenes más a lo largo de los meses posteriores para preparar de algún modo el regreso de la formación. El dúo había estado ligado desde sus inicios a la prestigiosa discográfica 4AD e incluso, los primeros discos en solitario de ambos artistas habían sido editados por esa misma editorial. Sin embargo, desde hace unos años, Lisa publica en su propio sello y Brendan ha grabado con Cooking Vynil. El retorno de Dead Can Dance ha sido publicado por Play it Again Sam, comúnmente abreviado a PIAS, una discográfica de dimensiones y funcionamiento muy similares a las de 4AD que parece ser el entorno en el que ambos músicos se encuentran más cómodos a la hora de trabajar.
Reciente imagen promocional del dúo. |
“Children of the Sun” – Nos dan la bienvenida al disco unos poderosos metales sintetizados que sirven de introducción para la batería y las cuerdas. Son sólo unos segundos pero bastan para reconocer la impronta del grupo sobre el que no parece haber pasado el tiempo. Los textos hablan, en palabras de Perry, de la evolución humana pero no como un viaje lineal por el tiempo sino como un fenómeno cíclico. Es precisamente Brendan el vocalista principal de la canción en la que no faltan los elementos más reconocibles de Dead Can Dance: sonidos de otro tiempo, instrumentos antiguos (¿cítaras?) junto con modernos sintetizadores y una música imposible de ubicar en una época determinada.
“Anabasis” – Una de las características principales de la música de Dead Can Dance es la alternancia y el equilibrio entre los temas cantados por Brendan Perry y aquellos en los que es la voz de Lisa Gerrard la protagonista. Anabasis pertenece a la segunda categoría. El título, de origen griego, como varios en el disco, significa viaje, expedición pero hacia el interior. La música no nos da muchas pistas en los primeros compases sobre el rumbo que va a tomar el tema ya que sólo escuchamos una secuencia lenta de notas que se repite una y otra vez con un fondo de percusiones metálicas. Son necesarios algunos minutos para que las características cuerdas del sonido de la banda aparezcan y la voz de Lisa Gerrard entone un profundo lamento que combina sonidos bizantinos con aromas árabes. Cabría recordar que la “Anabasis de Jenofonte” es un texto clásico en el que se narra el ataque de Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes II, Rey de Persia. Para su expedición, Ciro se valió de mercenarios griegos a los que incorporó a sus propias tropas lo que explicaría la aparente mezcla de culturas de la canción.
“Agape” – Las influencias árabes son más evidentes que nunca en el inicio de la canción con los violines interpretando una melodía de inconfundible sabor oriental. El título hace referencia al término griego para describir el amor más incondicional: el que antepone ante cualquier otra cosa el bienestar de la persona (o personas) amadas, llegando incluso al sacrificio personal si fuera necesario. Aunque la participación de Lisa Gerrard es menos intensa que en corte anterior, su presencia marca por completo la composición. La composición recuerda en muchos aspectos a trabajos anteriores de la banda, especialmente a su “Into the Labyrinth”, uno de sus discos más populares.
“Amnesia” – Las primeras notas de la composición recuerdan poderosamente a otra canción comentada aquí no mucho tiempo atrás: “Teardrop” del disco “Mezzanine” de Massive Attack de la que toma prestado un ritmo monótono y unas notas de piano aisladas en el inicio. Sin embargo, esta impresión no tarda en desvanecerse (apenas los segundos que tarda en hacer acto de presencia la profunda voz de Brendan Perry. Conocemos ya el espíritu combativo de las letras del cantante y en esta canción nos deja otra buena muestra del mismo poniéndose de lado de los perdedores, de aquellos que nunca escriben la historia y cuya visión de los acontecimientos es olvidada pronto en beneficio de la versión oficial. Comenta Perry como para los griegos, Mnemosyne, diosa de la memoria, era la madre de todas las musas (él habla de la más importante de ellas, aunque no formaba parte, propiamente, de ese grupo) y de ahí el homenaje en los versos finales: “All my love and all my kisses, sweet Mnemosyne”.
“Kiko” – Uno de los cortes más complejos del disco y también de los que mejores críticas está obteniendo. Con una melodía de inspiración oriental, combina distintos ritmos y sonidos junto a los cuales, la voz de Lisa Gerrard suena más evocadora que nunca en una composición que va derivando casi sin darnos cuenta, hacia sonidos bizantinos que ocupan todo el tramo final de la canción, completamente instrumental.
“Opium” – Llegamos al que es uno de nuestros temas favoritos de todo el disco, quizá el que mejor combina esa mezcla de elementos ancestrales y contemporáneos de todo el disco, y no sólo por la presencia de ese instrumento maravilloso que es el hang drum y que representa como ningún otro esa mezcla. El protagonista, Brendan, nos habla de una huída más metafórica que real de la civilización moderna y de sus grandes ciudades hacia una vida más ligada a la tierra y a lo verdaderamente importante. En una segunda lectura, habla de los atajos para lograr esa evasión (el opio del título) y de cómo ese camino no lleva a ninguna parte finalmente.
“Return of the She-King” – El comienzo del tema, con lo que parecen ser gaitas de algún tipo, nos descoloca puesto que el estilo no se parece a nada que Dead Can Dance hayan abordado anteriormente, con una melodía mucho más directa de lo habitual. La aparición de coros más cercanos a lo que podríamos esperar en un disco de Enya que en uno de la pareja Gerrard-Perry no hace sino reafirmarnos en lo anteriormente dicho. Cuando empieza a cantar Lisa, en cambio, encontramos ya alguna similitud con trabajos anteriores del dúo, especialmente con el disco “Aion”. Las diferentes superposiciones de la voz de la cantante nos transportan hasta lo mejor que nos han dado los miembros del grupo en toda su carrera aunque con un aire general al que no encontramos un calificativo mejor que “cinematográfico” para describirlo. En la parte final, escuchamos también a Brendan con una breve intervención vocal a la que se une Lisa para conformar el único dueto vocal de todo el disco. La reina a la que hace referencia el título podría ser Hatshepsut si atendemos a la temática general del disco aunque no sea este el tema que más nos recuerde el antiguo Egipto en el trabajo.
“All in Good Time” – Para cerrar el disco, Brendan y Lisa nos dejan el que quizá sea el corte más tranquilo del mismo en el que apenas escuchamos una percusión muy leve y la música queda en un segundo plano ante la intensidad de la interpretación de Perry. El texto, optimista en el fondo, nos habla de cómo todo llega si sabemos esperar lo suficiente. No deja de ser una despedida desconcertante, especialmente si tenemos en cuenta que, a lo largo de su carrera, Dead Can Dance no se han caracterizado precisamente por tener letras esperanzadoras sino más bien todo lo contrario y los discos de Brendan Perry en solitario, profundizan en esa idea.
Todo apunta a que la reunión de Dead Can Dance no es algo pasajero sino que tiene visos de una cierta estabilidad. La gira que está siguiendo a la aparición del disco está teniendo una gran acogida y probablemente aclare todas las posibles dudas que la pareja formada por Brendan y Lisa podría albergar acerca de la recepción por parte de su público de un retorno tan tardío. Ya hay noticias sobre nuevas canciones en las que el dúo estaría trabajando de cara a un nuevo disco. No hay razón alguna para precipitarse, especialmente tras haber esperado 16 años hasta “Anastasis” pero que Dead Can Dance volvieran a publicar regularmente sería algo a celebrar. Uno podría pensar que siendo una formación tan particular (no conocemos a nadie que suene ni remotamente cercano a ellos) su público sería forzosamente reducido. Muy al contrario, encontramos seguidores de Dead Can Dance en todas las “tribus” musicales, desde góticos hasta amantes de la música electrónica, pasando por fans del rock progresivo o de la música antigua lo que pone de manifiesto lo acertado de una propuesta transversal que toma algo de todos los géneros pero no puede ser encasillada en ninguno de ellos. Si queréis uniros a la celebración de esta “resurrección” artística, podéis adquirir el disco en cualquiera de los siguientes enlaces:
amazon.es
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Para despedirmos, os dejamos un video de una actuación en directo de la actual gira del grupo: "Opium", en Denver.
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Para despedirmos, os dejamos un video de una actuación en directo de la actual gira del grupo: "Opium", en Denver.
Como comenté hace poco en mi blog, el álbum me ha encantado, me parece un retorno más que digno, que presenta momentos sobresalientes, tal vez más por parte de Brendan Perry que de Lisa Gerrard, pero componiendo de nuevo el fabuloso dúo que fueron antaño.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el disco, brother :)
ResponderEliminarAnastasis es junto con Dionysus, un CD que nos hace levitar. Más el segundo que el primero a mi parecer. Pero ambos, son álbumes de estudio extraordinarios, creaciones sin par de sus cultores.
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