El “National Film Board of Canada” es un organismo público
del estado de Canadá dedicado a producir documentales, cortos de animación y
obras de ficción que surge para promocionar la cultura del país de la hoja de
arce. Muchos de los documentales que produjeron en el pasado llegaron a ser
vistos por los hermanos Michael Sandison y Marcus Eoin en su Escocia natal y
tomaron el nombre de la productora como inspiración para su “nom de guerre”
como duo musical.
Desde pequeños, ambos hermanos jugueteaban con cualquier
aparato electrónico que caía en sus manos y, gracias a que en su familia había
tradición musical, éstos eran muchos. Así, con sólo diez años ya estaban
familiarizados con las cintas de grabación y realizaban sus propios “pastiches”
sonoros con rudimentarios samples. Como ocurre habitualmente, ambos hicieron
sus pinitos en bandas juveniles hasta que Mike invitó a su hermano a formar
parte de su nuevo grupo allá por 1986. Poco después, ambos se quedaron como
únicos integrantes del mismo y nació Boards of Canada.
Un elemento importantísimo de la personalidad del grupo, y
esto es muy relevante para hablar de la campaña promocional de su último disco,
es el hermetismo. Apenas conceden entrevistas, sus actuaciones son escasísimas
y, por si esto fuera poco, han demostrado una afición por los enigmas, los
juegos numéricos (el número 6 y los hexágonos son omnipresentes en su carrera),
los mensajes ocultos, etc. lo que les ha proporcionado un estatus de grupo de
culto similar al obtenido por la serie televisiva “Lost” por parecidos motivos.
El famoso disco promocional que inició la locura entre los seguidores del grupo. |
Su discografía es escasa y, contando con el trabajo que hoy
comentamos, se limita a cinco discos (el primero de ellos casi imposible de encontrar
hoy) y varios EP’s publicados en su mayoría por el sello Warp, lo que da una pista
más sobre su música. Lo cierto es que habían transcurrido ya casi ocho años
desde su anterior larga duración cuando comenzó una especie de juego de enigmas
inteligentemente manejado por los hermanos y la discográfica. Comenzó con el
envío de seis misteriosos discos de vinilo a sendas tiendas en todo el mundo.
En ellos figuraba un misterioso código numérico (de seis dígitos, ¿cómo no?) a
partir del cual comenzaron a generarse todo tipo de especulaciones. A partir
del código surgieron más pistas incluyendo la propia grabación contenida en el
disco que era una extraña secuencia de números similar a las que se emiten, sin
que quede muy clara su función exacta, desde diferentes estaciones de radio en
todo el mundo en las últimas décadas. De ahí pasamos a una página web y, unos
días después, al anuncio de un nuevo disco de Boards of Canada que llevaría por
título: “Tomorrow’s Harvest”.
Cuando un grupo es importante en su estilo, suele generar
dos tipos de influencia: la primera y más evidente, es la aparición de
imitadores, conocidos por los aficionados como clones de la banda o artista en
cuestión. Se trata de una opción respetable pero que no deja de ser la solución
“fácil” desde el punto de vista creativo. En los estilos que tratamos
habitualmente en el blog encontraríamos varios ejemplos de grupos “imitados”
como Tangerine Dream, clonados en Redshift o Radio Massacre International, Kraftwerk
y su réplica Komputer o, ya en el territorio nacional, OBK como pobre remedo de
Depeche Mode. La segunda vía desde el punto de vista artístico es la de los
músicos que, evidenciando su admiración por otro artista, no se limitan a
copiarle sino que toman elementos concretos de su estilo y los adaptan
construyendo una voz propia que trasciende la imitación. Continuando con las
músicas que habitualmente tratamos aquí, Yann Tiersen sería un ejemplo de esto
en relación con Michael Nyman o Wim Mertens, Orbital con Kraftwerk o Steven
Wilson con Pink Floyd o King Crimson.
Boards of Canada pertenecerían también a esta segunda categoría.
Sus influencias procedentes de músicos y bandas del pasado son evidentes pero
el dúo ha sabido filtrarlas por un tamiz personal que es el que les hace
realmente interesantes a nuestro juicio y conseguir, a partir de esas
influencias, un sello propio que les hace reconocibles.
“Gemini” – Abre el disco una breve fanfarria que nos
recuerda a las sintonías de los anuncios previos a una proyección en las salas
de cine. Entramos a continuación en una atmósfera oscura y angustiosa durante
unos instantes hasta que comienza a sonar una secuencia electrónica en segundo
plano que le debe buena parte de su inspiración a los Tangerine Dream de los
setenta y es a este tipo de cosas a las que nos referíamos antes con lo de las
influencias bien aprovechadas. Efectivamente, recuerdan por unos instantes a
Tangerine Dream pero no son la banda alemana.
“Reach for the Dead” – Efectos de ruido blanco acompañados
de una percusión cadenciosa nos reciben en el comienzo del siguiente corte. De
forma casi imperceptible va apareciendo una melodía que poco a poco se hace con
toda la pieza llevandonos por territorios “ambient” que firmaría el propio
Brian Eno. Hace su aparición entonces una secuencia que es pura Escuela de
Berlín y se funde con ritmos más actuales formando una amalgama de estilos y
sonidos realmente cautivadora.
“White Cyclosa” – De nuevo sonidos que nos retrotraen a la mejor época de los Klaus Schulze o Edgar Froese sirven como introducción de otra composición puramente ambiental llena de misterio y sugerencia con algunas gotas del Jarre más atmosférico. Un pasaje más en un viaje lleno de atractivos.
“Jacquard Causeway” – Sonidos electrónicos y una percusión
que parece ir por libre respecto de la melodía principal conforman un corte
inquietante, de los más experimentales de un disco, por otra parte no muy
prodigo en rarezas y extravagancias gratuitas, que también es uno de los más
extensos de todo el trabajo.
“Telepath” – Gélidos pasajes atmosféricos envuelven una voz
robótica que repite sucesiones de números y que parece sacada del disco
“Radio-Activity” de Kraftwerk en lo que sería un breve homenaje a los de
Düsseldorf.
“Cold Earth” – Llegamos así a uno de los grandes momentos
del disco con un tiempo medio en el que se combina lo mejor de los Tangerine
Dream de los ochenta (que algo bueno también tenían) con ritmos “trip-hop” más
actuales hasta conformar una de las piezas con una posible salida comercial más
clara de todo el disco.
“Transmisiones Ferox” – Tras la breve tregua que supuso el
anterior corte nos encontramos con otra pieza estrictamente ambiental, casi
minimalista que hace las funciones de transición hacia la siguiente.
“Sick Times” – Regresamos a los temas rítmicos, no demasiado
abundantes en el disco pero siempre brillantes. En este caso la parte melódica
juega un papel secundario pero imprescindible como contrapunto al ritmo. Si
Brian Eno no hubiese lanzado sus últimos trabajos en el sello Warp, diríamos
que este tema suena como un cruce, precisamente, entre esas dos etiquetas
sonoras.
“Collapse” – Tras varios temas en un estilo algo diferente,
volvemos a encontrarnos con secuencias electrónicas “setenteras” como base a
partir de la cual crecen los densos paisajes sonoros tan característicos del
dúo escocés.
“Palace Posy” – Una combinación de percusiones tribales y
sonidos electrónicos analógicos algo desafinados abre la siguiente pieza que
termina convirtiéndose en una extrañísima canción retrofuturista en la que
voces fantasmales cantan un estribillo hipnótico sumergidas en una amalgama de
sonidos de una precisión abrumadora.
“Split Your Infinites” – En una línea similar se mueve la
siguiente pieza. Si hay algo que caracteriza la música de Boards of Canada es
la extrema elaboración de los sonidos que aparecen en cada una de sus
composiciones. En una escucha inicial es muy probable que esto pase
desapercibido pero si el oyente presta atención, por ejemplo, a este tema, se
encontrará un nivel de producción sonora sorprendente, con efectos casi
imperceptibles a cada momento revelando un perfeccionismo en el trabajo de los
hermanos poco habitual en los músicos electrónicos de hoy en día.
“Uritual” – Aparcamos de nuevo los ritmos para adentrarnos
en las texturas sonoras más sofisticadas formando un prolongado “loop” de
tintes minimalistas con el que nos desplazamos plácidamente hacia la recta
final del disco.
“Nothing is Real” – En algunos momentos, tenemos la
tentación de calificar algunas piezas de Boards of Canada como verdadera música
de ascensor, como se calificaba de forma despectiva a buena parte del “ambient”
y la “new age” en los años ochenta por su aparente intrascendencia y falta de
profundidad. Ésta pieza concreta sería candidata a esa definición pero basta
con escuchar atentamente el trabajo que hay detrás de cada instante sonoro, por
superficial que pueda parecer, para darse cuenta de lo injusto que sería
tratarla así.
“Sundown” – De nuevo nos encontramos ante una pieza
puramente ambiental, sin sobresaltos y con un sonido limpio, mucho más claro de
lo habitual en un disco en el que hasta el más leve de los sonidos denota un
gran trabajo detrás.
“New Seeds” – Una de nuestras piezas favoritas del disco es
esta que aparece cerca del final del mismo. Una secuencia rítmica simple se
combina con la percusión y lo que parecen unas cuerdas más o menos
convencionales para conformar una extraordinaria pieza de pop futurista de esas
que te hacen pensar que aún hay futuro en la música electrónica, más allá de
las viejas glorias de décadas pasadas.
“Come to Dust” – Más o menos en la misma línea del corte anterior se encuentra este en que encontramos alguna referencia, de nuevo, a Tangerine Dream, especialmente a su etapa de los primeros años ochenta en discos como, por ejemplo, “Hyperborea”. En cualquier caso, este parecido no es suficiente para meter al tema en la categoría de “clon” a la que antes nos referíamos aunque sí en la de claras influencias.
“Semena Mertvykh” – El cierre del disco lo pone el corte más
oscuro del mismo, formado por un profundo “drone” grave acompañado de breves
trazos melódicos de breve duración que serviría de perfecto fondo sonoro para
una película apocalíptica de esas en las que el protagonista se despierta en
medio de unas ruinas deshabitadas y no sabe adónde ir.
Aunque la electrónica es una de las referencias más habituales
en el blog, la gran mayoría de discos de este tipo que hemos comentado
pertenecen a décadas pasadas y es que no encontramos en la actualidad
demasiados artistas cuyo sonido nos resulte suficientemente atractivo. Tenemos
que confesar que descubrimos a Boards of Canada en tiempos vergonzosamente
recientes ya que es un grupo del que habíamos recibido excelentes referencias desde
hace mucho tiempo sin que, hasta ahora, les hubiéramos prestado la atención
debida. Con la excusa del lanzamiento de su nuevo disco consideramos que era un
buen momento para interesarnos por ellos y la experiencia ha sido muy
satisfactoria (también influyo leer que alguien como Steven Wilson afirmaba de
“Tomorrow’s Harvest” que era, sin dudarlo, el mejor disco aparecido en lo que llevamos
de 2013). Si, como nosotros, queréis introduciros en su obra, el disco está
disponible para su adquisición en los siguiente enlaces:
amazon.es
fnac.es
Os dejamos con la fiesta secreta que se organizó en pleno desierto de Mojave para presentar el disco a unos cuantos escogidos que supieron interpretar las pistas de la campaña promocional_
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Fantástica reseña. Esta formación escocesa es uno de los mejores ejemplos del relevo electrónico que se está tomando actualmente en Europa. Hay bastante gente que está haciendo cosas interesantes sin caer en el pastiche y la mediocridad. Sin duda BoC es una de estas formaciones.
ResponderEliminarEs llamativo que digas eso de Semena Mertvykh; a mí me parece el mejor corto del disco y una contenida explosión inagotable de luz que te traspasa el cuerpo y el alma.
ResponderEliminarNada de apocalipsis ni ruinas ni oscuridad. Nada de nada. Sino profundidad,
insondable olor a infinito blanco y terso, caudaloso y tangible.
En mi humilde opinión, para realizar una crítica a cualquier disco de Boards Of Canada, se necesitan años de escucha sobre el disco a tratar. Ocurre que la densidad y el metamorfismo de la música o alquimia de BoC alimentan el desconcierto sobre si tal tema es mejor o peor, o sobre si tal detalle o brizna sonora ahora provocan el desasosiego o hinchan la esperanza, y luego no, y así los meses e incluso los años pasan y nada en la audición de su música es definitivo.Yo aún sigo en proceso de aprendizaje sobre este último, y lo que gozosamente me queda.
Un saludo.
Hablaba Klaus Schulze en una ocasión sobre los sentimientos que provoca la música en el oyente y decía lo siguiente:
ResponderEliminar"La mayoría de lo que está escrito sobre "lo que los artistas significan y quieren decir" es basura, es promoción de la prensa, no tiene sentido, o simplemente es una invención de la industria discográfica o de la prensa, porque a la gente le gusta oir este tipo de historias. Todas estas historias humanas son más fáciles de comprender que todas las palabras sobre la estructura de una pieza musical, sobre sus raices y relaciones, sobre el lado técnico de la composición, la interpretación y la grabación, y que todas las otras pequeñas y mayores cosas musicales (de las cuales, la mayoría de la gente no tiene ni idea). (...) Toma "Peer Gynt" de Grieg. Las portadas de "Peer Gynt" suelen mostrar un paisaje frío de invierno y la gente lo escucha de este modo. Pero "Peer Gynt" Op.46 suena ¡en el norte caluroso de África! (...)"
No es raro que lo que alguien le evoca unas sensaciones, a otra persona le recuerde cosas completamente diferentes. Schulze es algo radical en sus afirmaciones, pero estoy de acuerdo en el fondo de sus palabras. Dicho lo cual, he de reconocer que conocía a BoC con este disco con lo que mi bagaje como oyente de la banda es limitado, algo que me ocurre con bastantes otros músicos que aparecen por aquí. No es algo muy relevante. Hay discos que he escuchado miles de veces y aún sigo teniendo opiniones cambiantes sobre ellos.
Un saludo y gracias por el comentario. Tremendamente interesante.
He descubierto este disco sólo hace un par de días y me tiene fascinado. Conocía a Boards Of Canada de oídas y alguna vez he escuchado algo suyo pero sin prestar demasiada atención. Este disco es impresionante! Me cuesta mucho conectar con la electrónica "actual" pero de vez en cuando descubro cosas que terminan por fascinarme y que merecen la pena la búsqueda. Por cierto, ví que recientemente has adquirido el Tohu Bohu de Rone, otro disco que me encanta. Estoy esperando tu crónica;)
ResponderEliminarSaludos! David (de Fjarre)