Cuando descubrimos a un músico que nos
gusta, a un artista cuya obra nos emociona de una u otra manera
solemos investigar en su trayectoria lo que, en una especie de
trabajo de ingeniería inversa, nos lleva muchas veces a descubrir
grupos que desconocíamos o relaciones insospechadas con otros
músicos a los que admirábamos por otras vías.
Algo así nos sucedió cuando conocimos
hace unos quince años a Jean Philippe Goude. Tras empaparnos de sus
magníficos discos de los años noventa en clave
neoclásica-minimalista buscamos más atrás hasta encontrar algún
disco electrónico en los ochenta y, aún más atrás, un pasado en
el rock progresivo como teclista de la banda Weidorje. Detrás de ese
extraño nombre se encontraba una escisión, nada menos que de Magma,
una banda que no sólo está por encima de géneros sino que inventó
uno propio. Si en el rock progresivo, abundaban los llamados “discos
conceptuales” podemos considerar a Magma como una “banda
conceptual” pero habrá tiempo de hablar de ellos en el futuro. Nos
quedamos hoy con Weidorje.
En 1976 se publicaba “Üdü Wüdü”,
sexto disco de Magma, en el que aparecía una composición llamada
“Weidorje” cuyo autor era Bernard Paganotti, algo no muy común
en una banda en la que la gran mayoría de las piezas estaban
firmadas por su batería Christian Vander. Precisamente Paganotti,
bajista, y el teclista Patrick Gauthier abandonarían la formación
tras el disco para formar su propio grupo que llevaría el mismo
nombre de la pieza mencionada. En un primer momento parecía que
también el vocalista de Magma, Klaus Blasquiz, iba a acompañar al
dúo en su nueva aventura pero finalmente no fue así por lo que era
muy necesario reclutar nuevos miembros para Weidorje. El guitarrista
Michel Ettori fue el primero y no tardó en verse acompañado por el
batería Kirt Rust pero la cosa no quedó ahí. Se intentó
“reclutar” a un teclista que había colaborado con Magma en el
pasado pero finalmente no llegó a incorporarse, cosa que sí
hicieron el saxofonista Alain Guillard y su hermano Yvon, a la sazón,
trompetista. Faltaba un segundo teclista y ahí aparece el músico
que nos llevó a encontrar a Weidorje: Jean Philippe Goude.
Weidorje consiguieron muy buenas
críticas en el comienzo y un nivel de ventas más que aceptable. Los
primeros conciertos fueron exitosos y todo parecía ir bien pero las
cosas se torcieron poco a poco. El impacto inicial fue disolviéndose
y se cuenta la anécdota de un concierto casi vacío en Bretaña.
Sucedía que en esas fechas se celebraban unas elecciones locales en
la zona y cada vez que se pegaban carteles anunciando el concierto,
eran sepultados casi de inmediato por la propaganda de los partidos
políticos. Incluso, en una gira por España, los fallos eléctricos
del escenario arruinaron por completo el “show”. Aunque se llegó
a grabar un segundo disco, nunca llegó a publicarse. Unos repentinos
problemas cardiacos de Paganotti le llevaron a disolver la banda. Sus
compañeros continuaron cada uno por su cuenta, siendo Goude el
primero en publicar un disco en solitario en el que participaban
varios miembros de Weidorje, incluyendo al propio Paganotti.
Formación de Weidorje con Paganotti a la cabeza (el primero por la izda.) |
El único disco de la banda, titulado
también “Weidorje”, contaba con tres composiciones pero la
primera edición en CD incluía dos temas extras grabados en vivo que
incorporamos al comentario del trabajo:
“Elohims Voyage” - Un cadencioso
ritmo marcado por el hi-hat de la batería abre la pieza. Se comienza
a dibujar una melodía de teclados mientras las guitarras y el bajo
van abriéndose paso con rotundas intervenciones. Una pequeña
intervención vocal marca el primer cambio importante en la suite que
se encamina hacia una suerte de jazz-rock con presteza. Las voces,
sin llegar a la exuberancia de las de Magma, siguen una linea similar
que denota el pasado de los principales miembros del grupo lo que nos
lleva a la sección central de la pieza con una melodía insistente
alrededor de la cual toman cuerpo los vientos, el bajo, etc. hasta
conformar una magnífica composición de rock progresivo que no queda
otro remedio que encuadrar en el sub-género “Zeuhl”,
clasificación diseñada para describir la música de Magma y en la
que caben la gran mayoría de sus seguidores. A diferencia de la
corriente progresiva principal, no encontramos en este primer corte
grandes momentos de virtuosismo (la batería suena a piñón fijo
casi durante los 16 minutos que dura el tema) pero el conjunto es
sólido y muy interesante.
“Vilna” - La primera composición del disco la firmaba Paganotti y las dos restantes Gauthier. La primera de ellas se construye a partir de una serie de acordes de guitarra que se entrecruzan con los teclados en una mezcla extraordinaria. Mucho más variada e intensa que la pieza que abría el disco, es aquí donde escuchamos lo mejor de Weidorje, con continuos cambios de ritmo, de melodía, juegos con el jazz, el rock, el minimalismo, etc. Una maravilla en la que apenas hay descanso en sus más de diez minutos de duración.
“Booldemug” - De nuevo los teclados
se combinan para elaborar un magnífico comienzo en el que irrumpen
los vientos y una poderosa sección rítmica para construir una
excelente pieza de jazz-rock que resiste la comparación con
cualquier otra muestra de ese género. Los mejores momentos del bajo
de Paganotti en el disco aparecen aquí pero, en general, todos los
miembros del septeto rayan a gran altura en el tema. Una composición
casi frenética que no da respiro al oyente. Fantástica.
“Rondeau” - El CD se completa con dos piezas en directo grabadas unos meses después de las sesiones de estudio que dieron lugar al trabajo. La primera de ellas es obra de Jean Philippe Goude y en ella predominan los teclados con una inspiración clásica. Ya conocemos aquí la trayectoria posterior de Goude con su “rock de cámara” próximo al minimalismo y algo de eso hay aquí aunque más de 15 años antes y en un entorno mucho más rockero. La calidad del sonido es mejorable pero encontramos aquí un gran complemento para el que, recordemos, es el único disco publicado por Weidorje.
“Kolinda” - Ettori, el guitarrista
firma el segundo “bonus track” que cierra también el disco.
Quizá sea la pieza más fácil de catalogar como rock progresivo
aunque sigue manteniendo las señas de identidad comunes al resto de
temas de la banda. Por momentos encontramos auténticos derroches de
creatividad que nos hacen lamentar la corta existencia de la banda.
A pesar de contar con un cierto estatus
de culto, especialmente entre los seguidores de Magma y de las
corrientes más minoritarias del rock progresivo (RIO, Zeuhl...)
Weidorje nunca llegaron a ser conocidos a nivel popular fuera de
círculos muy concretos. A pesar de ello, no es demasiado complicado
encontrar hoy su único disco, un trabajo notable que desde aquí os
recomendamos dejando los habituales enlaces en los que puede
adquirirse.
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