jueves, 11 de junio de 2015

Sebastian Wesman - Otros Parámetros (2013)



Muchas veces suele empezarse la reseña de un artista que es nuevo para nosotros con frases como “desde […] nos llega el disco de [...]” o alguna fórmula equivalente. Tendríamos dificultades para hacer algo similar con el disco del que hablamos hoy porque ¿desde dónde nos llega un disco como éste? ¿desde Argentina? país de nacimiento del bonaerense Sebastian Wesman. ¿Acaso desde Estonia? lugar en el que reside desde hace un tiempo y donde se grabó el CD. ¿desde Granada? ciudad en la que tiene su sede el sello Luscinia Discos que lo publica.

Tampoco la música que el trabajo contiene nos ayuda a ubicarlo desde un punto de vista geográfico ni temporal. Hay referencias pero son tan eclécticas como la trayectoria de su autor. Wesman, como hemos apuntado, nació en Buenos Aires y comenzó a formarse artísticamente en la Escuela de Arte Leopoldo Marechal. Más adelante continuó sus estudios de violín en diversos países con diferentes profesores, completándolos con los de composición. Se diría que todo esto se le quedaba pequeño puesto que también estudió cine y artes visuales como otros medios de expresión a través de los cuales comunicarse con el resto del mundo. Ignoramos qué vericuetos terminaron por conducir a Wesman hasta un país tan lejano de su Argentina natal como Estonia aunque sospechamos que su admiración por el compositor Arvo Pärt pudo tener algo que ver.

Allí ha desarrollado en los últimos años una carrera artística muy interesante tanto en su faceta de cineasta como en las de compositor e intérprete, vertientes ambas que se reflejan en todos sus trabajos de forma casi indivisible. Así, películas como “Blue Bird” son a la vez documentales sobre la propia música de Wesman interpretada en su entorno natural que, curiosamente, no se sitúa en una sala de conciertos sino en la Catedral de Kaarli, en Tallin, un lugar cuyo especial sonido fue descubierto por el músico en plena huída de la amplificación eléctrica. Son muchas las expresiones artísticas que forman parte del universo de Wesman. Como lector de poesía se vio hechizado por la concreción de los “haikus” y quiso llevarlos al terreno visual con sus filmaciones. Mientras estas tomaban cuerpo, su cabeza estaba ya pensando en música y de ese modo nacen la mayor parte de las composiciones que integran el disco. Por ello es tan difícil desligar sonido, imágenes y palabras en su obra.

Esto no quiere decir que su música no pueda entenderse, ni mucho menos disfrutarse de forma aislada: “El disco “Otros Parámetros” es una recopilación de piezas procedentes de diferentes proyectos cinematográficos llevados a cabo por mí y mi equipo. Creo que sin el acompañamiento de la imagen, la música adquiere un significado distinto” afirma el propio Sebastian en una interesante entrevista. “Todas las piezas han sido remasterizadas para el disco. Muchas de ellas proceden del proyecto audiovisual titulado “A Blue Bird” o compuestas para cuarteto de cuerda, como “All the Winds”. Separadas de la imágen adquieren una nueva perspectiva sonora que es justo lo que me interesaba al hacer este proyecto. Una de las ideas de las que parte el concepto del álbum es que el estímulo visual transforma por completo la percepción de la música a la que acompaña”.

“Secrets” - El disco empieza con una sucesión de notas de violín que denotan una influencia del folclore nórdico (influencia común con Arvo Pärt). Sobre esa repetitiva cadencia escuchamos una serie de pizzicati y una voz susurrante muy sugerente. La miniatura concluye bruscamente y da paso al segundo corte.

Sebastian Wesman. (fotografía cortesía de Luscinia Discos).


“A Blue Bird” - El violín ahora suena por encima de una distorsión electrónica, separado en distintas capas de un sonido denso, pulsante, vivo. Una fusión entre tecnología y artesanía de gran belleza y, como la pieza anterior, de muy corta duración.

“Anatomic” - Escuchamos ahora una pieza más convencional si la comparamos con las anteriores puesto que se trata de un solo de violín al uso, que aprovecha a la perfección los ecos y reverberaciones del lugar en el que se grabó. Ecos antíguos, de tiempos remotos, idea que se ve reforzada al escuchar el misterioso canto con que Wesman acompaña su interpretación al violín. Es una composición fascinante que revela a su autor como un músico a seguir con mucha atención.

“Elephant Mother” - Una percusión lejana acompaña al violín de Wesman, de nuevo combinando la ejecución con el arco y el pizzicato. Algunos efectos electrónicos aderezados con notas sueltas de piano ayudan a conformar una atmósfera pesada de una belleza difícil de explicar.

“Imaginary Mountain” - De nuevo la excepcional sonoridad de la Catedral de Kaarli comparte protagonismo con el violín de Wesman como si fuese un instrumento más. La pieza es otro solo que comparte muchas características en su inicio con el “Spiegel im Spiegel” de Pärt aunque luego evoluciona de forma muy diferente alcanzando una tensión e intensidad notables. Es esta una composición de gran altura que se sitúa a la altura de cualquier gran obra contemporánea, tanto del citado Pärt como de otros compatriotas suyos como Erkki-Sven Tüür. Una verdadera joya.

“Funeral Horse” - En este sorprendente viaje en que nos ha enrolado Wesman, llegamos a esta pieza de aire lúgubre y raíces en apariencia folclóricas en una especie de salmodia en la que el violín y la voz quejumbrosa del músico se apoyan el uno en la otra en busca de un consuelo que no llega. Maravilloso como todo el disco.

“Simple Present” - Continuando con la estructura del disco, toca ahora otra pieza para violín solo en la que queremos destacar algo sobre lo que hasta ahora hemos pasado de puntillas: al margen de su faceta como compositor, el Wesman intérprete es excepcional. El sonido que arranca a su instrumento es impresionante y la combinación continua de diferentes técnicas es abrumadora. Esta pieza es una muestra excelente de esto que afirmamos.



“En la colmena” - Un auténtico enjambre de sonidos creado a base de “loops” vocales que forman ritmos cadenciosos, efectos electrónicos y alguna percusión son los elementos a partir de los cuales se elabora otra brevísima pieza que emula perfectamente lo que debe ser la colmena del título.
“Mechanic Bird” - El sonido de los engranajes de un viejo carillón nos introduce en otro extraordinario solo de violín lleno de virtuosismo e inspiración. Si la admiración de Wesman por Pärt parece muy evidente, creemos no equivocarnos demasiado si afirmamos que violinistas como Gidon Kremer deben gozar también de una gran estima por parte de nuestro artista.

“The Last Flight of Ezequiel” - Con una amalgama de sonidos inquietante comienza una composición en la que por primera vez creemos encontrar algún rastro de los orígenes argentinos de Wesman y es que algo en la forma de los primeros instantes de la pieza, nos recuerda a lo que podría ser una baguala ralentizada y deformada hasta el extremo. A partir da ahí momentos cercanos al clasicismo adornados con un virtuosismo que parece brotar con naturalidad de los dedos del artista. En los últimos instantes volvemos a escuchar su voz en una lastimera lamentación que añade dramatismo a la pieza.



“Sacrifice” - En cierta forma, esta pieza es continuación de la anterior por cuanto comienza con una combinación de canto y violín en un tono algo más optimista, eso sí, que el de su predecesora. Seguimos disfrutando aquí de una vertiente más clásica de un músico que nos ha ganado desde el primer instante.

“Todos los vientos” - El colofón perfecto para el disco lo pone una composición que nos parece hermana en espíritu de “A Blue Bird”, una de las primeras que escuchamos en el trabajo. Diversas capas de violines se mezclan con el aderezo sutil que ponen algunas percusiones muy puntuales. Se cierra así un trabajo sorprendente, no sólo por su gran calidad sino por el hecho de que su autor no haya llegado antes a nuestros oídos teniendo en cuenta que su discografía tiene ya una cierta extensión.



“Trato de ser perfeccionista hasta el extremo en mi trabajo pero mi concepto de la perfección no se basa en la comparación como parámetro. La perfección se alcanza al olvidar las reglas. Lo explico así: muchas veces, al ver a los niños jugar, se puede observar cómo uno de ellos olvida alguna de las normas del juego. En ese punto, realiza una reinterpretación del mismo convirtiéndolo en algo distinto. Es algo muy común en los juegos infantiles y en ese estado de entusiasmo al que llegan en ese momento se encierra algo muy parecido a la perfección que busco”.

Esas palabras de Wesman, sacadas de la misma entrevista que citamos antes, nos dan una idea muy precisa de su forma de ver la expresión artística como una vía no exenta de un importante grado de azar en la que la concepción inicial de una obra puede no tener mucho que ver con su forma final. Somos muy partidarios de esa forma de ver las cosas.


El disco puede adquirirse a través de la página web de Wesman y también en la de Luscinia Discos, un sello que conocimos hace poco y que nos está sorprendiendo con la calidad de las propuestas que hemos conocido hasta hoy. No tardarán en volver a aparecer en el blog más ejemplos de ese magnífico trabajo.

Os dejamos con un "trailer" del disco en el que, curiosamente, suena música que no aparece en el mismo.


 

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