Cuando
terminó de grabar “And Winter Came”, su disco de temas navideños
de 2008, Enya decidió tomarse un largo descanso durante el cual se
alejó por completo de la música y pudo viajar más de lo que lo
había hecho anteriormente. Hasta cuatro años duró ese periodo de
renovación espiritual que se vio sucedido por otro también bastante
prolongado de renovación material. En 2011 y 2012, la artista
irlandesa y Nicky Ryan procedieron a la actualización de sus
estudios de grabación con el objeto de dotarlos de los equipos más
avanzados desde el punto de vista tecnológico en busca de un sonido
más fresco y diferente. Veremos en el comentario que los progresos
en ese sentido fueron menores de lo esperado.
Ya en 2012
comenzó el proceso de grabación del que sería el octavo álbum de
estudio de la artista si obviamos la banda sonora de “The Frog
Prince”. La tarea, laboriosa como siempre, dio como fruto un disco
titulado “Dark Sky Island” que apareció a finales de 2015. Los
viajes realizados por la cantante irlandesa en los años previos a la
grabación del disco están muy presentes en el mismo. No llegan a
tener la presencia que tienen en trabajos de similar inspiración de
Loreena McKennitt por poner un ejemplo pero sí que centran de algún
modo la narrativa de todo el trabajo.
Al margen
de la renovación de los equipos de su estudio particular, el método
de creación del disco fue el habitual: Enya compone toda la música,
canta y toca todos los instrumentos, Nicky Ryan se encarga de la
producción y Roma Ryan de los textos, incluyendo dos canciones en
“loxian”, idioma ficticio creado por la escritora unos años
antes y que ya apareció en algún disco previo de Enya. En uno de
los cortes aparece un músico invitado, costumbre que la artista
había abandonado tras los primeros discos. Se trata del
contrabajista Eddie Lee.
La isla de Sark, inspiradora en parte del disco. |
“The
Humming” - No tardamos mucho en comprobar si la tan anunciada
renovación tecnológica iba a reflejarse en un estilo o un sonido
nuevo para Enya. La respuesta es: Sí. Y no. En la primera canción
del disco escuchamos timbres sutilmente diferentes. El piano
eléctrico no es exactamente aquel al que estamos habituados y
tampoco lo son las percusiones. También los coros tienen un cuerpo
muy diferente. No suenan como antaño, a la misma voz doblada hasta
el infinito sino que tienen una apariencia más real. El efecto es el
mismo pero no igual. La canción, por otra parte, es sencilla y muy
pegadiza. Uno de los clásicos cortes de la irlandesa que podrían
sonar sin descanso en cualquier emisora de radio.
“So I
Could Find My Way” - Con un pausado ritmo de vals, Enya interpreta
una balada encantadora dedicada a la madre de Nicky Ryan, fallecida
en los meses en que se llevaba a cabo la grabación del disco. Es el
tipo de pieza que hemos oído muchas veces en los discos de la
artista pero que siempre resulta interesante.
“Even in the Shadows” - La primera canción realmente diferente del disco es esta intensa pieza dominada por un ritmo muy marcado, algo no muy habitual. Así como se hace difícil imaginar practicamente toda la obra de la artista irlandesa en voz de otros artistas, hay algo en esta canción que la hace “exportable” y que, quizá, la convierta en un clásico. Desde luego, se convirtió ya en una primera escucha en una de nuestras favoritas de todo el disco.
“The
Forge of the Angels” - Con un ritmo procesional se desarrolla otro
de los grandes aciertos del trabajo, una canción que nos remite
inmediatamente a la banda sonora de “The Celts” que comentamos
aquí recientemente. La sonoridad y muchos de los motivos melódicos
encajarían a la perfección en aquella joya con la que Enya debutó
muchos años atrás. Una verdadera maravilla con pasajes de gran
belleza y extraordinarios contrastes entre coros que dejan sitio a
detalles brillantes como el solo de violonchelo que aparece
“sampleado” en el tramo final.
“Echoes
in Rain” - El primer “single” del trabajo es, quizá, la pieza
más cercana a lo que el público espera de Enya: cuerdas pellizcadas
(aquí de nuevo se nota la renovación instrumental ya que el timbre
es muy distinto al habitual), sonidos orquestales vivos y una melodía
cargada de optimismo. En la parte central escuchamos un pasaje de
piano nada común en los discos de la artista que sirve para
introducir una larga despedida en la que se repite constantemente la
misma frase. Otra gran composición que justifica el tiempo empleado
en la creación y grabación del disco.
“I Could Never Say Goodbye” - Piano, cuerdas y coro dibujan un paisaje profundo sobre el que la artista canta una lenta melodía de gran belleza aunque próxima al tópico de las baladas de la vocalista.
“Dark Sky
Island” - En una linea similar al tema anterior se desarrolla este,
con arreglos de piano que ya hemos escuchado muchas veces y un tema
central que tampoco suena especialmente nuevo. Apenas una excusa para
llevarnos al siguiente punto de la travesía.
“Sancta
Maria” - El juego de teclados del comienzo, combinado con voces y
cuerdas es verdaderamente novedoso y el seguidor de Enya lo
encontrará refrescante. Incluso el tono de voz con el que la artista
canta una y otra vez el título de la canción es mucho más agudo de
lo que nos tiene acostumbrados. La canción, sin embargo, termina por
hacerse algo pesada a fuer de repetitiva.
“Astra et
Luna” - Se abre la canción de un modo que nos hace pensar en que
volverá a ocurrir lo mismo que en las inmediatemente anteriores, con
una música claramente identificable y sin mayor historia pero lo
cierto es que la misma gana en intensidad conforme avanza hasta
convertirse en uno de los momentos destacables del disco.
“The
Loxian Gates” - El segundo tema del disco cantado en el idioma
creado por Roma Ryan cumple la función que en trabajos anteriores
hacía la canción en latín. Es una pieza intensa, con un punto
épico y un extraordinario trabajo de estudio mezclando coros,
teclados, percusiones, etc. de forma magistral. No podemos evitar
acordarnos del toque africano de “Storms in Africa” en
“Watermark” o de “Ebudae” en “Shepherd Moons”, canciones
de las que esta es digna sucesora.
“Diamonds
on the Water” - Cerrando el CD tenemos otra gran canción que en su
corta duración contiene varios segmentos muy diferentes e igualmente
brillantes. Raya, como casi todo el trabajo, a un nivel muy alto que
hace que no nos sorprenda la buena acogida que, en general, ha tenido
“Dark Sky Island” en todo el mundo.
El disco
tiene una edición “deluxe” ampliada con tres cortes como es
costumbre de las discográficas en los últimos años. Algo absurdo a
nuestro juicio, puesto que, por una diferencia mínima de precio,
¿quién optaría por la versión con menos canciones?. En todo caso,
y dado que esas piezas adicionales son consideradas como “bonus”,
hemos optado por dejarlas fuera del análisis del disco. El enésimo
regreso de Enya (dada la acostumbrada separación entre sus discos,
cada uno es un regreso) ha sido uno de los más exitosos de toda su
trayectoria que no es precisamente corta y supera ya los 30 años si
contamos su etapa en Clannad. Llega un punto en que conseguir eso no
es fácil y más en el caso de una artista que ha sido vista en
muchos momentos con un punto de condescendencia por parte de la
crítica que ha rayado en la falta de respeto. Admitimos que en algún
momento su estilo facilitaba la parodia por inmovilista pero rascando
un poco bajo el envoltorio, es evidente que ahí había música que
merecía la pena, incluso en los momentos más flojos. Quizá de ahí
la sorpresa que se produce cuando el producto que Enya nos ofrece es
de una calidad superior a su nivel (de por sí, mayor que la media)
como ocurre en este caso.
Pocas
ambigüedades y chascarrillos hemos leído con ocasión de la
publicación de “Dark Sky Island” y eso quiere decir algo: que el
disco no merece bromas de ningún tipo.
Excelente trabajo en el que Enya ha demostrado que aún es capaz de sorprendernos manteniéndose fiel a su singular estilo a la par tan exitoso como criticado por repetitivo. Un estilo que en este trabajo, y para regocijo de los que nos contamos como sus fieles y pacientes seguidores (aun con descalabros de la talla de "The winter came"), da un giro sorprendente y por momentos genial, plasmado en exquisiteces como "Even in the Shadows" (coincido que es la joya del disco) o en los delicados aires country de "Remember your Smile", contenido en la edición deluxe. Como bien apuntabas, mención aparte merece lo absurdo de sacar al mercado dos ediciones, con una diferencia ridícula de precio y con un detestable formato digipack en el caso de la edición deluxe, que sería más propio de la estándar...Suerte que el magnífico contenido soluciona con creces los desajustes de su continente. Un saludo y gracias por las reseñas que nos regalas.
ResponderEliminarConocí a la irlandesa con el And winter came... y quedé encantado. Luego conocí el resto de su discografía y debo admitir que su música me atrapó.
ResponderEliminarRespecto a éste último álbum, en líneas generales me gustó mucho, creo que cumple con las expectativas de quién conoce la música de ésta mujer y deja satisfecho al oyente. Destaco las canciones So I could find me way, Even in the shadows, The forge of the Angels, Echoes in rain, Astra et luna y Diamonds on the water. De las mencionadas, el 3er track me encantó, el 5to track me gustó pero se me hizo muy repetitivo el coro del final y el 9no track captó mi atención. The Humming se me hizo repetitiva pero igualmente me pareció una buena introducción como primer tema. Sancta María también se me hizo muy repetitiva y luego de escucharla me dejó un recuerdo de los cantos de misa de la Iglesia. La única canción que no me agradó fue Pale grass blue, pero esa pista ya forma parte del bonus track.
Por último me queda felicitarte por tu buen análisis. Palabras justas. Saludos.