viernes, 3 de junio de 2016

Suzanne Vega - Days of Open Hand (1990)



Aunque no deja de ser una anécdota curiosa dentro de una carrera musical muy interesante, Suzanne Vega habría pasado a la historia por el sólo hecho de que una de sus canciones puede muy bien ser considerada el principio del fin de la industria discográfica como la conocíamos antes de la llegada de internet. El motivo es que el ingeniero y matemático Karlheinz Brandenburg utilizó una de sus canciones, “Tom's Dinner” para desarrollar los algoritmos de compresión que terminaron dando lugar al formato “mp3”.

La canción era una pequeña genialidad en la que la artista cantaba, a capella, una breve canción narrando su desayuno en el bar de Tom y algunas de las cosas que ocurrían a su alrededor. Pertenecía a “Solitude Standing”, su segundo disco, aparecido en 1987 y responsable de su éxito a nivel internacional gracias a ese tema y, en mayor medida, a “Luka” una canción sobre el abuso infantil. Antes de eso, Suzanne, nacida en California pero residente en Nueva York desde que era una niña, se había revelado como una precoz poetisa y cantautora que se graduó en la High School of Performing Arts. Los lectores más avezados habrán advertido que esta es, precisamente, la institución en la que transcurría la popular película “Fame” que luego dio lugar a la serie televisiva del mismo nombre.

Tras concluir allí sus estudios de danza moderna en 1977, se tituló en literatura al mismo tiempo que cantaba en locales de Greenwich Village llegando a publicar sus canciones en alguna antología de música folk. Esto llamó la atención del sello A&M donde apareció el disco de debut de la artista que alcanzó una importante repercusión, curiosamente, en el Reino Unido. Su popularidad fue aumentando hasta el punto que Philip Glass le pidió unas letras para su “Songs From Liquid Days”, ciclo de canciones que el compositor comenzó poniendo música a un par de textos de David Byrne y que amplió con otros poemas cedidos por Paul Simon, Laurie Anderson y la propia Suzanne Vega. Poco tiempo después comenzaría la grabación del citado “Solitude Standing” con el que llegaría el éxito masivo de la artista.

Hoy queremos acercarnos a su tercer disco, publicado tres años después de aquel. Se tituló “Days of Open Hand” y era una perfecta continuación de los sus dos primeros trabajos aunque, en muchos sentidos, era un disco más maduro y pulido. De hecho, “Solitude Standing” recogía canciones escritas por la artista a lo largo de los seis o siete años anteriores a su publicación. El nuevo disco era diferente ya que todos los temas se escribieron pensando en el mismo. Además, la producción iba a ser mucho más cuidada e incorporaba sonoridades nuevas que incluían un importante uso de sintetizadores y aparataje electrónico, especialmente del “Fairlight” así como de instrumentos más exóticos como el bouzouki, el ney turco, el dumbek o algún tambor chino. También utiliza en un par de cortes sendos cuartetos de cuerda. En la grabación interviene el mismo grupo de músicos que ya participó en el disco anterior de la artista: Michael Visceglia (bajos), Marc Shulman (guitarras y bouzouki) y Anton Sanko (teclados, sintetizadores, guitarras y armonio). La batería corre por cuenta de Frank Vilardi quien también se ocupa de las percusiones adicionales junto con Michael Blair. La lista de colaboradores en cortes puntuales del disco es extensa e incluye nombres como los de John Linnell de They Might Be Giants, el percusionista Glen Velez o Percy Jones de Brand-X y Soft Machine.



“Tired of Sleeping” - La primera canción del trabajo es una preciosa balada folk de aire distraído con algunos bonitos juegos vocales a cargo de la propia artista. Los arreglos son sencillos destacando la elegante aportación del órgano Hammond y un buen final a cargo del acordeón. Realmente la música de Suzanne Vega es así: sobria y precisa. Hecha a la medida de su voz y de escucha placentera. Afilada cuando debe serlo y con más trasfondo del que podría parecer a primera vista.

"Men in a War" – Mucho más vigoroso es el segundo corte del disco en el que la artista canta a las pérdidas que nunca dejan de recordarse como en el caso de los heridos en combate que pierden una extremidad pero la siguen sintiendo ahí. En lo musical estamos ante un tema pop muy directo y perfectamente construido.

"Rusted Pipe" – Los teclados cobran protagonismo en el siguiente corte, comenzando con el Hammond de la introducción, único soporte de la voz de Suzanne en el comienzo y continuando con los sintetizadores algo después. El ritmo y los arreglos nos recuerdan en algún momento a The Police, especialmente en la parte en que suena la marimba, aunque toda la pieza es muy personal y nadie dudaría a la hora de identificar a la cantante como su autora.

"Book of Dreams" – La canción destinada a tomar el relevo de “Luka” fue también la más popular del disco que no destaca precisamente por buscar el lado más comercial de su música. Con todo, fue un single muy bien acogido y es todavía una de sus canciones más recordadas.




“Institution Green" – El lado más experimental del disco asoma en esta extraña canción en la que, de nuevo, nos parece adivinar la influencia de The Police, ahora de un modo más claro. Los arreglos electrónicos y las percusiones son muy interesantes y revelan un lado inquieto más allá de la vertiente más “pop” de Suzanne. En un momento determinado suena un cuarteto de cuerda que, combinado con los sintetizadores y samplers  dibuja una de las escenas más inspiradas del trabajo, llena de misterio y muy en consonancia con la letra, inquietante como pocas.

"Those Whole Girls (Run in Grace)" – Continuamos con las texturas electrónicas como apoyo a la guitarra acústica de Suzanne que comienza a cantar de modo sincopado un texto enigmático. Es un tema breve pese a lo cual, es de los más emocionantes y dificiles de desentrañar de todo el trabajo.

"Room off the Street" – La mayor parte de los instrumentos étnicos que mencionábamos en la relación de artistas que participan en el disco hacen acto de presencia en esta canción. Se trata de un complejo ritmo que empieza como un vals pero va enrevesandose con la adición de ritmos y sonidos que nos trasladan a un ambiente oriental pero sin dejar de sonarnos cercano.

"Big Space" – El siguiente tema es uno de nuestros favoritos. Una de esas canciones en las que, pese a lo acertado de los arreglos (el Fairlight nos muestra buena parte de sus sonidos más conocidos y la partitura de guitarra es muy atractiva desde el punto de vista rítmico) es la voz de la cantante la que lo llena todo. No nos referimos a que sea una voz apabullante o de una belleza o potencia destacables. No lo es. Sin embargo es la forma de cantar, casi de recitar, la que nos atrae de un modo especial. Casi podríamos afirmar que la canción sería igualmente atractiva sin la ayuda de instrumentos. Algo similar a la antes citada “Tom's Dinner” de la que preferimos la versión desnuda con Suzanne cantando sin acompañamiento alguno a la adornada con otros músicos.




"Predictions" – La artista repasa aquí todo tipo de medios de adivinación del futuro en una letra irónica que encierra una gran profundidad. Musicalmente es perfecta. No se busca una estrofa brillante o un estribillo inolvidable sino el mejor modo de entregar un mensaje. El tema es sencillo: la guitarra repite una breve secuencia de acordes con la percusión imprimiendo un ritmo de procesión. El bajo, en segundo plano, dibuja arabescos de gran belleza y todo ello se ve acompañado de sutiles efectos electrónicos que contribuyen definitivamente a la atmósfera del tema.

"Fifty-Fifty Chance" – Otro de nuestros momentos favoritos del disco es la particular “Eleanor Rigby” de Suzanne Vega. Una canción intensa en la que sólo un cuarteto de cuerda acompaña a a su voz y a una guitarra que suena de modo tenue acompañando al texto. La composición es una verdadera preciosidad que contrasta con lo duro del tema del texto, evidenciado por los dos primeros versos de la canción: “un 50% de posibilidades, dijo el doctor”. Los arreglos de cuerda están realizados por Philip Glass en lo que fue la contraprestación del compositor por la aportación de Suzanne como letrista al disco de canciones del propio Glass que mencionábamos en la introducción.

"Pilgrimage" – El disco concluye con otra gran canción en la que escuchamos unos arreglos electrónicos de corte minimalista que bien podría haber firmado el mismísimo Steve Reich. Suzanne trabajó anteriormente con músicos como Mark Isham o Darol Anger, figuras en algún momento de sellos punteros de la escena de las nuevas músicas norteamericanas como Windham Hill o Narada. Esta pieza podría haber formado parte perfectamente del catálogo de cualquiera de ellos tomando sólo la parte instrumental. Sobre ella, Suzanne Vega construye una canción maravillosa que tiene un brillante desarrollo progresivo y nos muestra todo su potencial como artista, más allá de las canciones “pop” más conocidas.




El panorama de la música norteamericana en los años ochenta y noventa nos mostró un buen número de cantautoras que tomaron el relevo de las Joni Mitchell, Carole King, Linda Ronstadt o, cómo no, Joan Baez. Con Kate Bush como puente generacional, en esas dos décadas surgieron artistas de la talla de Tori Amos, Tracy Chapman o la propia Suzanne Vega. Todas ellas con su propia personalidad y un nivel musical altísimo. No estamos seguros de que haya otro lugar en el que haya una tradición tan rica de artistas de estas características porque la lista no acaba ahí y los años posteriores nos dieron a conocer a Alanis Morrisette, Sheryl Crow, Jewel, Meredith Brooks y tantos otros nombres que no cabrían aquí. Con Suzanne Vega hemos querido traer aquí a una de nuestras artistas favoritas de esta extensa dinastía. No siempre han estado en primera fila o en las portadas de las grandes publicaciones pero parece claro que su obra es más vigente hoy que la de buena parte de quienes las ocupaban entonces. Seguiremos teniendo ejemplos de esto proximamente. Algunos no necesariamente procedentes del otro lado del Atlántico. Hasta entonces seguiremos disfrutando de la música de Suzanne Vega.



 

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