Vivimos una época muy contradictoria en el terreno musical. Se suele decir que con la llegada de internet todo se ha democratizado y que ahora cualquier artista puede llegar a sitios en donde años atrás no podría ni siquiera soñar con llegar a ser escuchado. Con muchos matices eso es cierto pero lo que resulta decepcionante (no solo en la música sino en todos los ámbitos) es la reacción de los medios de comunicación convencionales ante esta nueva realidad y nos referimos especialmente a la radio y la televisión. Resulta que en la época en la que hay más músicos haciendo cosas diferentes en multitud de estilos, los medios (no todos) han reducido su atención a dos o tres géneros ignorando por completo todo lo que se sale de ahí.
Así, hace veinte años podías escuchar en la radio a artistas como La Orquesta de las Nubes, Pep Llopis, Luis Paniagua, Suso Sáiz, Javier Paxariño y tantos otros con sólo buscar un poco en el dial. Como consecuencia de ello, sus discos estaban al alcance de cualquiera en las tiendas e incluso en las grandes superficies. Hoy sus equivalentes no existen para las radios salvo en programas muy especializados y dudamos mucho que fuera posible encontrarlos en las tiendas si aún hubiera tiendas.
Pese a todo, siguen surgiendo artistas de un nivel sobresaliente en nuestro país como es el caso del músico que hoy traemos al blog. Hablamos del castellonense Alberto R. Lucendo a quien hemos conocido bajo el nombre artístico de Sacromonte. Con una amplia experiencia dentro de la escena musical española como productor e ingeniero de sonido de decenas de discos, Alberto pone en marcha en 2015 su proyecto “Rime” que, según indica, comenzó a gestarse en Castellón pero encontró la forma adecuada en Berlín, donde el músico reside actualmente. Su forma de componer tiene mucho de improvisación. Anota cada idea que se le ocurre e incluso la graba sobre la marcha con los medios de los que disponga en ese momento y es después, en el estudio, donde realiza la mayor parte del trabajo para dar una forma realmente compleja y elaborada a una música muy personal. Alberto es un enamorado del sonido que colecciona lo que llama “grabaciones de campo”, tomas sonoras realizadas en las calles de la ciudad, en estaciones, en lugares, en general, que le aporten algo en ese momento. Todo ese material queda a su disposición para utilizarlo en su música cuando sea necesario y aquí vamos a tener varios ejemplos.
En la grabación participa Raúl Pastor (también castellonense y también afincado en Berlín), de nombre artístico Rauelsson, que se encarga de los teclados (desde piano hasta el órgano Wurlitzer pasando por los sintetizadores). Alberto toca guitarras, sintetizadores, canta, y se encarga de toda la manipulación electrónica del sonido y las grabaciones de campo utilizadas. Como invitados especiales aparecen en sendos temas Pau Valls (trompa) y Ana Béjar (voz). El disco se grabó en los estudios de Martyn Heyne en Berlín y el propio músico y productor colabora en un corte del disco. Con Heyne han trabajado en el Lichte Studio artistas de la talla de Nils Frahm o The National por poner sólo un par de ejemplos.
Alberto R. Lucendo, "Sacromonte" |
“The Dream is Over” - La canción más antigua de la colección es este tema que ha sufrido varias transformaciones con el tiempo. Como cuenta el propio músico en una entrevista reciente, empezó como un tema de guitarra eléctrica y batería que más tarde se transformó en una pieza para guitarra acústica para terminar en la versión que escuchamos aquí, creada con un órgano desafinado de mercadillo. El sonido es denso, casi inescrutable. Escuchamos el sonido del órgano y la voz de Alberto acompañadas de los sintetizadores de Rauelsson en una atmósfera irreal con un punto conmovedor. Sólo se nos ocurre un referente conocido que haga una música similar en alguna medida a esta: los islandeses de Sigur Rós.
“Cratons” - El disco continúa con una joya de gran categoría. La melodía es sencilla y el texto se repite como un mantra pero la cadencia y los arreglos de piano y teclados se confabulan para regalarnos una auténtica maravilla. Con algo que recuerda a los juegos infantiles en el tema central, la pieza se disuelve conforme gana espacio el sonido grave y misterioso de una de las grabaciones de campo del archivo de Sacromonte.
“Flashlight Fish” - El uso de la guitarra acústica como soporte principal de la voz de Alberto es lo que hace que este tema sea lo más parecido a una canción convencional con todos los matices que obliga a hacer el exquisito tratamiento sonoro que el artista le da posteriormente en el estudio. La atmósfera es sobrecogedora y la producción, excepcional. Todo está en su sitio e incluso algo tan trivial como las notas de piano que aparecen al final sólo sirve para engrandecer el conjunto aportando un poco de luz en un tema de una oscuridad que casi se puede tocar.
“Origins” - El único tema del disco sin texto es uno de los más complejos y en los que más matices se descubren tras cada escucha. Partimos de una grabación en la que se escuchan campanas que nos va llevando hacia un terreno en el que se tejen pequeñas secuencias repetitivas de guitarra, piano y teclados sobre las que surge un lamento en forma de voz que nos deja sin respuesta.
“Wished” - Uno de los temas más experimentales en un disco en el que nada es convencional. Extraños zumbidos eléctricos se dejan oir en los primeros instantes envueltos en ruidos de procedencia incierta. La voz, casi ininteligible, desgrana el texto y nos dejamos arrastrar por una atmósfera enrarecida. Nos encontramos ante lo que podría ser una versión distorsionada y fantasmagórica del Vangelis de determinados pasajes de “L'Apocalypse des Animaux”, mucho más opaca pero compartiendo un espíritu similar.
“Black Mountain” - La colaboración de Ana Béjar, quien ya apareció en el blog tiempo atrás, llega en esta canción llena de efectos electrónicos entre los que la voz de Ana se filtra como el agua a través de granos del mejor café consiguiendo deleitarnos con una bebida exquisita, con el punto justo de amargor y llena de matices interminables.
“Waterhands” - El disco termina con la composición más amable. Nos olvidamos por un momento del sonido sucio de los cortes anteriores para escuchar la contrapartida optimista de la anterior “Cratons” en la que incluso el texto juega ese papel (“Nothing grows in sadness” decía aquella a lo que ésta responde “Something grows in hope”). La letanía es muy similar pero el mensaje cambia por completo aquí e incluso el propio piano eléctrico suena con una claridad cristalina, como ofreciendonos esa luz que habíamos buscado durante todo el disco.
Cada nueva propuesta que nos llega del sello granadino Luscinia Discos consigue llevar un poco más allá los límites de nuestra capacidad de sorpresa. Son apuestas musicales al margen de los estilos de la corriente dominante cuyo único punto en común es la calidad. No hemos escuchado hasta ahora dos artistas que suenen de forma similar en su catálogo pero tampoco hemos encontrado ningún trabajo que nos haya dejado indiferentes.
Sacromonte, con “Rime” (titulo inspirado en “La Divina Comedia” de Dante) ha conseguido un trabajo realmente impresionante y con una gran personalidad. Como dijimos en algún momento, quizá sólo la música de Sigur Rós podría tener alguna similitud con ésta. La profundidad y la elaboración del sonido nos recuerda también a los trabajos más oscuros de Bass Communion o de Dirk Serries pero sólo forzando la comparación para tratar de ofrecer al lector algún asidero conocido a la hora de hacerse una idea de lo que le espera en este trabajo. Para los interesados, “Rime” se puede adquirir en la página de Luscinia Discos en un precioso digipack.
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