miércoles, 12 de agosto de 2020

M83 - Hurry Up, We're Dreaming (2011)


Si todo hubiera salido como estaba previsto, Anthony González habría sido futbolista. Quizá hasta internacional con Francia como lo fue su abuelo en los años sesenta. De hecho, el ambiente familar giró siempre alrededor del fútbol y tanto él como su hermano jugaron en equipos juveniles hasta que una lesión a la edad de 14 años hizo que Anthony escogiera el camino de la música a partir del regalo de una guitarra que sus padres le hicieron en su etapa de recuperación. En aquellos años conoció a Nicolas Fromageau con quién formó una banda de rock de efímera trayectoria. El enfoque de Anthony cambió cuando descubrió los sintetizadores. Con ellos podría hacer muchas más cosas y más parecidas a lo que tenía en mente de lo que le permitían las guitarras así que enseguida se lanzó a grabar demos y a enviarlas a todas partes. Estamos hablando de un chaval de 17 años con toda la ilusión del mundo y toneladas de ingenuidad pero en un momento determinado su insistencia dio fruto. Fue entonces, y aún con Fromageau como parte del proyecto, que ambos grabaron un primer disco bajo el nombre de M83 para el sello parisino Gooom con modestos resultados. Poco tiempo despúes llego el segundo y tras él, Gonzalez se quedó como único integrante de la banda, lo que coincidió con el interés, nada menos que de Mute Records, sello de referencia en la electrónica de los ochenta y noventa.


A partir de ese momento todo empezó a ir más rápido. Mute reeditó el disco de debut de M83 en todo el mundo y la banda (recordemos, de un solo miembro) entró en el circuito de las remezclas dejando su sello en singles de Depeche Mode, Goldfrapp o Placebo, publicando trabajos con una repercusión cada vez mayor y girando como teloneros de los propios Depeche Mode, de Kings of Leon o de The Killers. La carrera de Gonzalez era cada vez más interesante y su ambición no decaía hasta el punto de que su siguiente proyecto iba a ser algo tan desacostumbrado y perteneciente a otro tiempo como un disco doble: el que haría el número seis en su carrera. Discos tan extensos eran más propios de épocas pasadas como los años sesenta en su pico de creatividad (Dylan, Zappa, los Beatles, los Who, o Hendrix publicaron discos dobles en esa década) o los setenta en plena euforia del rock progresivo (con Genesis, Pink Floyd o Yes a la cabeza) y prácticamente se conviertieron en rarezas en los ochenta (“The River” de Springsteen o “Sign of the Times” de Prince son algunas de las honrosas excepciones). La inspiración de Gonzalez para hacer un trabajo tan atrevido fue el “Mellon Collie and the Infinite Sadness” de los Smashing Pumpkins aparecido en 1995.


Como muchos de los discos dobles clásicos, “Hurry Up, We're Dreaming” iba a tener mucho de conceptual. Todo en él iba a girar alrededor de la infancia y de los sueños que uno tiene de niño pero vistos desde la perspectiva de un adulto de 30 años. Gonzalez acaba de dejar Francia para instalarse en California y para la grabación se rodeó de gente muy importante, empezando quizá por Justin Meldal-Johnsen, multi-instrumentista reputado que había participado en decenas de discos memorables en años anteriores junto a gente como Beck, Nine Inch Nails, Tori Amos, Goldfrapp, Moby, AIR o Jamiroquai y que poco a poco estaba adentrándose en el mundo de la producción, siendo este disco uno de sus primeros trabajos en ese campo. Junto a él podemos escuchar en el disco a la cantante Zola Jesus y un buen número de instrumentistas de sesiones así como una orquesta o un coro en determinados momentos del trabajo.



“Intro” - El comienzo del disco es soberbio, con un martillear de sintetizadores que recuerda los mejores tiempos del tecno pop de los ochenta. Aparece entonces la voz de Gonzalez y más tarde la de Zola Jesus, juntas en un tiempo medio que se desarrolla como un largo in crescendo que culmina con la entrada de la batería y los coros electrónicos. Abrumador comienzo que eleva nuestras expectativas al máximo.


“Midnight City” - Sin tiempo para recuperarnos aún, llega el que fue primer single del disco y también su mayor éxito. Apareció en bandas sonoras y también fue la sintonía utilizada por la BBC durante la cobertura de los JJ.OO. de Londres'12. Es una elegante canción de un elegante aire retro (sí, los ochenta ya eran retro en 2011) que se benefició de un pegadizo y repetitivo estribillo sintético que sonaba durante toda la pieza. Hasta el solo de saxo del final tiene ese inconfundible sabor ochentero o incluso anterior de clásicos como el “Baker Street” de Gerry Rafferty. Una de esas piezas, en suma, que todo el mundo reconoce aún cuando no sea capaz de nombrar a su autor.


“Reunion” - El siguiente corte comienza con la energía que transmitían en su día los himnos de Simple Minds pero enseguida añaden otras influencias como una guitarra y una forma de cantar que habrían encajado en cualquier disco de The Police. Una fórmula infalible pero que hay que saber desarrollar bien para evitar caer en la parodia. Anthony Gonzalez lo consigue, lo cual es muy meritorio. Fue el segundo single del disco y el videoclip tenía la peculiaridad de continuar con la historia que empezó en el primero.


“Where the Boats Go” - Continúa el disco con una transición ambiental muy inspirada, en la linea del Brian Eno de “Apollo”. Pese a su brevedad, sus dos partes, tanto la electrónica inicial como la final de piano, son muy interesantes.


“Wait” - Llegamos así una preciosa balada apenas entonada por encima de un lánguido rasgar de guitarra en su inicio y que con un estribillo de apenas cuatro notas nos va llevando hacia un paisaje maravilloso con una sección de cuerda preciosa a la que sigue un goteo de notas difuminadas que nos recuerda a bandas como Sigur Ros. Fue el quinto y último single del disco, publicado más de un año después del primero, lo que da una idea del recorrido tan largo que tuvo el trabajo.


“Raconte-Moi Une Histoire” - Completamente diferente es la siguiente pieza que comienza con unas reiterativas notas de sintetizador acompasadas con un chasquear de dedos a ritmo en un inicio que nos parece un claro homenaje al seminal “In C” de Terry Riley. Sobre esa base, a la que pronto se une la batería, escuchamos una voz infantil contando una especie de cuento sobre una rana. Una pieza sorprendente que termina por enganchar.


“Train to Pluton” - Otra transición, esta vez a base de sonidos electrónicos sin demasiado orden sonando sobre el traqueteo de un tren. Nada especialmente destacable.


“Claudia Lewis” - Con un ritmo de batería muy marcado, volvemos a una fórmula similar a la de “Midnight City” acompañada de samples vocales a lo Jean Michel Jarre en “Zoolook”, una forma de cantar heredera de Sting y un extraordinario bajo a cargo de Justin Meldal-Johnsen. Las guitarras también tienen un cierto componente nostálgico y no es dificil pensar en el “Purple Rain” de Prince al escuchar determinados fragmentos. Una canción, en suma, que podría parecer una especie de Frankestein leyendo la descripción pero que funciona muy bien.


“This Bright Flash” - Lo que comienza como un corte ambiental más estalla por los aires con la batería de Loic Maurin en un euforico despliegue de ritmo y buenas vibraciones que se interrumpe de forma abrupta poco después.


“When Will You Come Home?” - La verdadera transición hacia el final del primer disco es este tema electrónico muy atmosférico que nos conduce, de nuevo en la linea del Brian Eno de los discos “ambient” hacia el cierre del primer disco del trabajo.


“Soon, My Friend” - Termina este primer CD con una pieza de guitarra acústica en el inicio a la que se suma la voz de Gonzalez entonando un estribillo repetitivo que se ve arropado por la sección de cuerda a cada repetición. Cuando parece que todo va a seguir el camino épico del corte inicial, el tema de un giro y se disuelve de forma tranquila.


“My Tears Are Becoming a Sea” - El segundo volumen del disco opta de nuevo por la majestuosidad con cosas que siguen recordando a los “nuevos románticos”, tambien a The Cure por momentos. Este corte es un buen ejemplo de ambas cosas.


“New Map” - La idea era que cada corte del segundo disco fuera un reflejo de otro del primero (de hecho, existe un corte más titulado “Mirror” que debía enlazar los dos discos y que solo se publicó en forma de descarga digital. Siguiendo ese juego, este sería el equivalente invertido de “This Bright Flash” con la parte de batería al comienzo y un final más relajado con el saxo de nuevo muy presente acompañado esta vez de unas muy curiosas flautas.


“OK Pal” - El que fuera el tercer single del disco se abre con varios samples vocales que desembocan en una explosión de ritmo con aires de himno que inevitablemente nos vuelve a recordar a Simple Minds o a U2, especialmente en la parte de las guitarras.


“Another Wave from You” - Otro de los muchos cortes de menos de dos minutos de duración del disco. En esta ocasión es puramente electrónico en la linea, por ejemplo, de la primera parte del “Chronologie” de Jean Michel Jarre, músico con quien M83 llegarían a colaborar en el futuro.


“Splendor” - Probablemente nuestra composición favorita de todo el trabajo. Comienza como un sencillo corte de piano al que se suman las voces en un tono muy tranquilo. Hasta aquí, nada especialmente destacado pero eso cambia con la entrada de un coro infantil y, sobre todo, de una bellísima e interminable frase de sintetizador que nos coge de la mano y nos lleva por un mundo mágico fuera del tiempo. Una de esas piezas musicales que desarías que no terminasen jamás.


“Year One, One UFO” - Pero aún queda mucho para terminar el disco y en ese camino encontramos piezas encantadoras como esta especie de juego de niños con el aire despreocupado de la Penguin Cafe Orchestra envuelto en un ritmo contagioso que nos hace esbozar una sonrisa.


“Fountains” - La siguiente transición rescata los ambientes de la electrónica de los años setenta mezclados con un toque “new age” de tiempos posteriores. Cumple con su cometido.


“Steve McQueen” - Cuarto single del trabajo y como tal, busca enganchar desde el comienzo con una parte vocal similar a la las canciones más pegadizas del disco, con sus estribillos tarareados que ya son marca de la casa. No está mal pero no sorprende como lo hacían otras de las piezas anteriores.


“Echoes of Mine” - De nuevo recurre Anthony González a la épica, la pompa y la circunstancia, aquí sin el acierto de cortes anteriores. Quizá una mejor dosificación de golpes de efecto le habría venido mejor al disco pero a estas alturas tampoco queda demasiado y no es suficiente para estropearlo.


“Klaus I Love You” - Y más cuando aún quedan joyitas como este breve corte que es pura nostalgia tecno resumida en apenas cuarenta segundos, los últimos del tema, que son maravillosos por todo lo que evocan sin llegar a saturar.


“Outro” - Llegamos así al final con otro de los puntos fuertes del disco que casi parece un tema oculto porque tras un fragmento muy tranquilo que termina por difuminarse hasta llegar casi a un silencio total, uno pensaría que todo ha terminado. Sin embargo no es así y el tema renace con una parte muy solemne para cerrar con una preciosa coda de piano. Es otra de las piezas que fueron utilizadas en infinidad de películas y trailers lo que llevó al periodista Christopher Rosen a pedir a la gente que se olvidara un poco de él ya en pocos meses apareció en el trailer de la película “El Atlas de las Nubes”, en las promos de la segunda temporada de la serie de televisión “Érase una vez”, en el trailer de “El viaje de tu vida”, en el comienzo de la película “Si decido quedarme” y en varios spots televisivos de todo tipo.



Con “Hurry Up, We're Dreaming”, Anthony Gonzalez en su alter ego de M83 se convirtió en una estrella. Piezas del disco, como hemos visto, aparecieron en documentales, bandas sonoras, sintonías de televisión etc. Fue nominado a los Grammy, revistas como Pitchfork lo escogieron entre lo mejor del año en 2011 siendo lo más relevante que su éxito se produjo a ambos lados del Atlántico, cosa nada fácil para un artista europeo. Aprovechando cierta corriente de nostalgia por los ochenta y esa habilidad de los franceses para recuperar viejos sonidos y hacerlos pasar por nuevos (el “Moon Safari” de AIR es una joya en ese estilo), Gonzalez consiguió un disco tremendo que aún hoy sigue sonando muy bien. Su fórmula, basada en un tratamiento muy particular de la voz y en una clara revisión de clichés pasados es muy efectiva aunque tenemos dudas sobre su fecha de caducidad. No podemos decir que Anthony sea demasiado prolífico. Pronto hará 10 años desde la publicación del disco del que hemos hablado hoy y en ese periodo apenas ha publicado dos discos más sin demasiada repercusión. En todo caso, su “Hurry Up, We're Dreaming” es un disco a tener muy en cuenta y al que merece la pena dar una escucha. Tiene mucho que descubrir.


Os dejamos con nuestra pieza favorita del disco:


2 comentarios:

  1. Conocía el tema Midnight City y el disco DSVII, mucho más ambient, pero no me había dado nunca por escuchar este disco al completo y me ha gustado mucho. Muchas gracias por el descubrimiento.

    Saludos,

    David de Fairlight Jarre.

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