sábado, 25 de diciembre de 2021

Klaus Schulze - Audentity (1983)



Hubo un tiempo, cuando empezamos a bucear en la música electrónica más allá de los nombres que trascendieron hasta ser tan conocidos como las grandes estrellas del pop/rock, llegamos a pensar que el gran nombre del género era Klaus Schulze. Tras ese deslumbramiento inicial, lo cierto es que su obra empezó a perder enteros a nuestros oídos y hoy, aún reconociendo su importancia en una determinada época, su música no es la que más escuchamos, ni mucho menos. Seguramente tenga mucho que ver en eso la incontinencia de un artista que publica absolutamente todo lo que graba sin demasiados filtros de calidad (al menos esa es la impresión que ha dado a lo largo de toda su carrera).


Como ocurre con la mayoría de sus compañeros de generación, los setenta fueron su gran época y la década siguiente supuso un descenso notable en el nivel de su obra, cosa que, en el caso de Schulze, nos parece mucho más acusada que en el de otros artistas similares como Tangerine Dream o Jarre. Asumiendo que no era ya su mejor momento, queremos centrarnos hoy en un trabajo que supuso una especie de oasis cuando apareció en 1983: “Audentity”. Eran años en los que Schulze construyó algo parecido a una banda de apoyo muy interesante. En “Audentity” empezó a colaborar con Rainer Bloss, teclista alemán de formación clásica que tuvo un cierto peso en toda esta etapa. Se mantiene el violonchelista Wolfgang Tiepold (quien ya participó en “X” o en “Dune”) y se sustituye definitivamente a Harald Grosskopf, batería habitual de Schulze, por el norteamericano Michael Shrieve (quien ya apareció en “Trancefer”, el anterior LP de Klaus). Shrieve, ex-miembro de Santana, comenzó a colaborar con Schulze años antes como parte del supergrupo Go (integrado también por Stomu Yamashta, Steve Winwood y Al Di Meola). La relación de Schulze con Shrieve era curiosa y es que el batería vivía en una casa que Klaus tenía cerca de Hamburgo en compañía de una novia alemana a la que había conocido por aquel entonces. Eran años en los que Klaus tenía varios proyectos abiertos de forma paralela a su carrera en solitario como era el proyecto Richard Wahnfried, o colaboraciones puntuales con bandas como Earthstar o, más adelante, Alphaville. “Audentity” era originalmente un LP doble integrado fundamentalmente por piezas de larga duración, cosa normal en la discografía anterior del músico alemán pero que también incluía algunas más cortas, novedad que había aparecido en “Dig It”, disco de 1980.




“Cellistica” - El disco comienza con una serie de sonidos y efectos que lo emparentan más con las vanguardias académicas de la segunda parte del siglo XX que con la electrónica de la “Escuela de Berlín”. Poco a poco, no obstante, aparecen ya sonidos sintetizados que nos llevan a terrenos más familiares hasta que, tras una brusca interrupción entramos en una sección más rítmica en la que escuchamos el violonchelo de Tiepold como principal elemento melódico. El ritmo comienza como una sencilla secuencia pero enseguida entran las percusiones propiamente dichas. Es este un tramo que no aporta demasiado con respecto a trabajos anteriores como el citado “Trancefer” o “Dig It” pero mejora algo después con la aparición de una melodía repetitiva con un toque contrapuntístico muy logrado y que constituye nuestra parte favorita de la pieza. Desde ahí hasta el final asistimos a un diálogo entre las máquinas y los monótonos ritmos electrónicos con el violonchelo. El esquema de la pieza podría recordar en su desarrollo a lo que luego haría Manuel Göttsching en su “E2-E4”. 



“Tango-Saty” - La segunda cara del primer LP venía dividida en tres fragmentos de los cuales este es el más lúdico, con una melodía muy breve que se repite una y otra vez a modo de broma con diferentes acompañamientos de percusión. Quizá se trate de un intento por tener alguna parte que pudiera encajar en las radio-fórmulas de la época pero a nuestro juicio no deja de ser una anécdota que pasa desapercibida en el conjunto del disco y es que el fuerte de Schulze nunca han sido las composiciones cortas.


“Amourage” - En contraste con el corte anterior, este es mucho más experimental, combinando partes electrónicas más arriesgadas con un piano que suena en segundo plano y una melodía sintética con un timbre cercano al de la flauta que recuerda mucho a los mejores trabajos de Tangerine Dream del periodo 1974-1978. Aunque suena algo fuera de su época en 1983, es una composición sobresaliente al nivel del mejor Schulze de siempre.




“Opheylissem” - En cierto modo podría verse este corte como una versión “single” de “Cellistica” por aquello de que se reduce mucho la duración pero el armazón rítmico es muy similar en muchos momentos. La carencia de una melodía clara lastra un poco el tema dada la falta de desarrollo, obligatoria por la propia longitud de la pieza pero no está nada mal.


“Spielglocken” - Toda la “cara a” del segundo LP vuelve a estar ocupada por un tema de larga duración que comienza de forma parecida el segmento central de “Cellistica” hasta que aparece una melodía interpretada con el glockenspiel con el que se juega en el título. Esa parte, que guarda cierta similitud con el celebérrimo comienzo del “Tubular Bells” de Mike Oldfield (o, por quedarnos en Schulze, con alguna parte de su magnífico “Mirage”), es otro de los momentos destacados del disco. Luego asistimos a la típica improvisación “schulziana”, no demasiado inspirada antes de llegar al sector en el que la batería electrónica es protagonista con un clásico ritmo pop ochentero reforzado por una rápida secuencia sintética. En términos de sonido, hay similitudes en esta parte con trabajos contemporáneos como el “Magnetic Fields” de Jean Michel Jarre, especialmente con la cuarta parte de este aunque en el aspecto melódico no tienen demasiado que ver.


“Sebastian im Traum” - “Audentity” se cerraba con esta larga suite inspirada en ciclo poético del mismo título del autor austriaco George Trakl, a quien el propio Schulze ya dedicó una composición de su disco “X”. Es, con mucha diferencia, nuestra parte favorita del disco por lo que tiene de trabajo conceptual, y su acercamiento, lleno de inspiración, al mundo onírico. La primera parte está salpicada de sonidos electrónicos evocadores en combinación con partes de violonchelo pero incluye también otro tipo de efectos como el de una puerta cerrándose que se repite varias veces dividiendo así la suite en diferentes fases, de modo similar a como se desarrolla realmente el proceso del sueño. A lo largo de la pieza escuchamos segmentos muy vanguardistas con ausencia casi total de melodía, partes más ambientales, filigranas al violonchelo, etc. pero hay una que se repite en varias ocasiones y que es, con mucho, nuestra preferida: una melodía puramente electrónica y particularmente evocadora y llena de magia que nos sumerge de lleno en el mundo subconsciente. Es uno de esos temas que convenientemente trabajado y editado por separado podría haber funcionado incluso como “single”. Pese a su excelente integración en la obra, siempre hemos pensado que esta parte merecía un desarrollo más amplio al margen de la misma.




Klaus Schulze fue un coloso de la electrónica en los años setenta pero la luz de su inspiración se apagó dramáticamente en las décadas siguientes dejándonos una producción extensísima en cuanto a material pero no demasiado relevante en cuanto a calidad. Solo con la entrada en el siglo XXI comenzamos a apreciar muestras de recuperación en trabajos puntuales que elevan mucho el nivel con respecto al Schulze de los ochenta y noventa, particularmente en sus colaboraciones con Pete Namlook a lo largo de la serie “The Dark Side of the Moog”. Retirado de los conciertos en directo desde 2013, sobrevive como soldado de fortuna. Si tiene usted algún problema y se lo encuentra... perdón, nos hemos liado con otra cosa. La cuestión es que, pese a estar alejado de los escenarios, cuando su delicada salud se lo permite, (el hecho de haber sido un fumador compulsivo la ha mermado en buena medida) sigue publicando discos nuevos con cierta frecuencia incluyendo varias colaboraciones con Lisa Gerrard.

2 comentarios:

  1. Disculpa, pero la serie The Dark Side of The Moog fueron grabaciones realizadas en su práctica totalidad durante los noventa.
    Igualmente de los noventa son títulos muy interesantes, Are You Secuended?, Dosburg Online, Live@Klangart o Trance Appeal, la colaboración con Jorg Schaaf bajo el pseudónimo Whanfried.
    Y en los ochenta, tiene cosas también rescatables como En=Trance o la bso Angst.
    Un saludo

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    1. Especialmente el tema más largo de "The Final Dat", es de lo mejor del Schulze de los últimos 40 años. Un tema precursor de lo que sería la línea interesante seguida en varias ocasiones a lo largo del extenso proyecto "Contemporary Works Vol I y II".

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