Hay un disco que aparece regularmente en las listas de los más influyentes que suelen elaborarse a partir de entrevistas a los artistas más relevantes de cada época. Es un disco extraño porque no es especialmente conocido, no pertenece a una estrella del rock o el pop y tampoco contiene ninguna canción especialmente popular. Sin embargo, artistas tan diferentes como Aphex Twin, Jean Michel Jarre, Sean Lennon, Devin Townshend o the Chemical Brothers lo mencionan entre sus discos favoritos. Se grabó en 1968 y lo cierto es que hay toda una historia detrás.
Todo comienza con David Vorhaus, músico nacido en los Estados Unidos y que vivía en Inglaterra debido a la caza de brujas del Senador McCarthy, que hizo que su padre abandonase el país en la década anterior. Vorhaus iba para instrumentista clásico y, en sus propias palabras, siempre se había imaginado como contrabajista en alguna gran orquesta inglesa. Fue durante los ensayos con su grupo estudiantil cuando un profesor le habló de una conferencia sobre música electrónica que tendría lugar en el aula contigua a la que utilizaban para sus prácticas. Los ponentes eran, nada menos que Delia Derbyshire y Brian Hodgson, ambos miembros del BBC Radiophonic Workshop, una de las instituciones punteras en la incipiente música electrónica de la época. Al finalizar la charla, Vorhaus se acercó a ambos y les habló de la idea que tenía entre manos de combinar música pop rock e instrumentos más o menos convencionales con la tecnología electrónica de vanguardia en la que ellos eran expertos. La idea les entusiasmó y pronto comenzaron a trabajar de forma más o menos clandestina en las dependencias del BBC Radiophonic Workshop, especialmente por las noches, cuando no quedaba nadie allí. “Fue todo bastante poco ortodoxo y en la BBC no sabían que estábamos utilizando sus equipos y estudios para un proyecto particular. Sin embargo, hoy es bastante sabido que las primeras grabaciones de White Noise (el nombre adoptado por el trío) se hicieron en la BBC por lo que no creo que pase nada por decirlo a estas alturas” afirmaba Vorhaus. Delia Derbyshire y Brian Hodgson no eran precisamente desconocidos entonces. Ambos tenían su propio grupo junto con Peter Zinovieff (fundador de la empresa EMS, responsable de alguno de los modelos más legendarios de sintetizador como el mítico VCS3), Unit Delta Plus, y ya habían hecho cosas importantes en el campo de la música electrónica, en cuya promoción se emplearon intensamente creando sintonías para televisión o publicidad. Delia, por su parte, había sido prácticamente la responsable de la sintonía de “Doctor Who”, uno de los primeros temas de música electrónica que alcanzaron una difusión universal. Aunque su nombre no tenía entonces el reconocimiento que merecía, hoy es considerada con todo merecimiento como una de las pioneras de la electrónica sin lugar a dudas.
La idea del trío no iba más allá de grabar un par de canciones por pura diversión y para ver qué pasaba. Para ello contaron con John Whitman, vocalista amigo de Vorhaus al que le pidieron cantar algunos temas. Con eso, el contrabajo y poco más, el trío realizó una serie de grabaciones que luego serían procesadas electrónicamente, con efectos de todo tipo, manipulación de las cintas magnetofónicas, etc. hasta conseguir un par de piezas terminadas con las que Vorhaus empezó a visitar discográficas. Tras el rechazo de Decca, habló con Chris Blackwell, dueño de Island Records que por aquel entonces era un sello muy ambicioso y dado a la experimentación. El sitio ideal para un proyecto como el de White Noise. Blackwell se mostró entusiasmado. De hecho, más que el propio Vorhaus quien sólo quería grabar un single. Tuvo que ser el propio Blackwell quien le quitara esa idea de la cabeza porque, en aquellos años, un single apenas tenía una vida de unos meses antes de quedar olvidado. “La media de edad de los compradores de singles es de 12 años y apenas dejan dinero en comparación con los elepés. De hecho, lo que gana un artista con un single de éxito está sobre las 3000 libras” decía Blackwell. Lo que hizo entonces es una de esas cosas que si no fueran ciertas, merecerían serlo. Le dio a Vorhaus un cheque de 3000 libras diciéndole: “aquí tienes el dinero por tu single de éxito. Ahora grábame un elepé”. Con ese dinero, el trío decidió montar un estudio privado en un apartamento del barrio de Camden, al que bautizaron como el Kaleidophon Studio. “Era obvio que no podíamos grabar todo un disco en la BBC cuando nadie se daba cuenta”. Compraron algunos altavoces, micrófonos, varias Revox y algunos osciladores y con eso, a base de corta y pega, manipulación de cintas y demás inventos artesanales, el disco fue completado tras varios meses de trabajo, no sin superar muchas presiones por parte de Island Records que veían como el tiempo pasaba y no recibían su deseado elepé. De hecho, los músicos llegaron a recibir un ultimatum en forma de carta en el que les daban siete días para entregar el disco. En aquel momento aún faltaba bastante por terminar así que decidieron improvisar, literalmente. Llamaron a un batería amigo de Vorhaus, Paul Lytyon, para que tocase lo que se le fuera ocurriendo sobre un fondo de “loops” de cinta mientras el resto del grupo iba lanzando sonidos a cual más aterrador. De ahí surgió el corte que cerraría el trabajo y que llegó a ser empleado parcialmente en la banda sonora de “Dracula A.D. 1972” de la Hammer. Una vez completado, el disco llevaría el título de “An Electric Storm” y aparte de Vorhaus, Derbyshire, y los mencionados Paul Lytton y John Whitman, participaron en él las vocalistas Annie Bird y Val Shaw.
“Love Without Sound” - El primer corte, firmado por Derbyshire y Vorhaus, nos da ya una idea de cómo va a ser el disco. Un ritmo cadencioso que acompaña la voz principal con distintos efectos electrónicos, el contrabajo de Vorhaus y, sobre todo lo demás, una atmósfera irreal e inquietante. “Samples” antes de la existencia del “sampling”, voces fantasmagóricas y un ambiente de locura que debió ser una verdadera conmoción en la época.
“My Game of Loving” - Vorhaus es el principal compositor del disco y, de hecho, el único que firma todos los cortes del mismo, en esta ocasión junto con Georgina Duncan. La cosa continúa por similares derroteros, con una mayor presencia ahora de sonidos puramente electrónicos. La canción suena como una especie de Beach Boys galácticos pasados por el filtro más psicodélico de los Pink Floyd de Syd Barrett. Un derroche de imaginación que incluye desde gemidos más propios de una producción erótica hasta misteriosos susurros o ronquidos en una fiesta de sonidos sorprendente de principio a fin.
“Here Come the Fleas” - Continuamos con una canción que podría proceder de una comedia musical o un cabaret espacial. Llena de efectos sonoros de improbable procedencia, ruidos de juguetes infantiles, guitarras eléctricas y organillos de feria distorsionados. Indescriptible.
“Firebird” - Continúa el disco con una canción que habría firmado el Syd Barrett de sus mejores momentos con una serie de añadidos electrónicos que nos recuerdan al trabajo en Doctor Who de Delia Derbishire (quien firma aquí como co-autora). Todo ello mezclado con los Beatles más lisérgicos. Una joya muy por delante de su época.
“Your Hidden Dreams” - El siguiente corte, que cierra la “cara a” del disco, titulada “Phase-In” es otra gran canción que mezcla el aire sesentero de melodías, voces y arreglos instrumentales con sonidos electrónicos avanzados varios años a su tiempo.
“The Visitation” - Si hasta ahora todo había sonado absolutamente vanguardista pese a tener un sustento pop por debajo, con este corte que abre la “Phase-Out” del disco entramos ya en terrenos puramente experimentales, sin nada que envidiar, o incluso por delante de lo que se hacía en esos momentos en Alemania en los momentos iniciales del “krautrock” y las corrientes electrónicas de ese país. Aparte de fragmentos cantados, tenemos recitados llenos de efectos y distorsiones en las voces que todavía hoy suenan modernos. Toda la “suite” (dura más de once minutos) es espectacular y no es difícil intuir por qué este disco es citado como una influencia clave por artistas de primer nivel de las décadas posteriores.
“The Black Mass: An Electric Storm in Hell” - El título de la pieza ya nos pone sobre aviso de lo que vamos a escuchar: “Misa negra: una tormenta eléctrica en el infierno”. Esta es la composición casi improvisada que se grabó a toda prisa para evitar una demanda por parte de la discográfica y lo cierto es que se trata de una auténtica barbaridad. Desde el lúgubre coro inicial hasta el solo de batería que sigue a continuación y que nos hace pensar en “Electronic Meditation”, el debut de Tangerine Dream, todo es opresivo y aterrador. No faltan los gritos de terror distorsionados mezclados con percusiones alucinantes para convertir la escucha en una especie de alucinada psicofonía infernal.
La descripción de la música que se incluía en el artwork del LP era toda una declaración de intenciones que no nos resistimos a reproducir aquí: “Muchos de los sonidos nunca han sido oídos por los humanos: algunas ondas sonoras no las vas a escuchar pero te van a alcanzar de algún modo. Técnicas de “estereo-tormentas” que combinan cantantes, instrumentistas y complejos sonidos electrónicos. Intensidad emocional al máximo nivel”. Pese a todo, esa combinación no fue demasiado atractiva para el público en un primer momento. Se calcula que las ventas iniciales del disco no superaron en mucho los 200 ejemplares. Sin embargo, poco a poco el trabajo fue alcanzando cierta repercusión, especialmente cuando empezó a ser citado en entrevistas por artistas como Brian Eno o algunos miembros de Tangerine Dream o Kraftwerk, Como dice Vorhaus, “pese a no ser nunca un superventas, lo cierto es que “An Electric Storm” estuvo siempre en catálogo a lo largo de los años setenta”. Vorhaus siguió en solitario con el proyecto de White Noise pero tampoco se puede decir que haya sido muy prolífico con apenas 5 discos más en 50 años. Sin embargo, este debut es un trabajo imprescindible que todo aficionado a la música electrónica de cualquier estilo debería conocer. Si aún no lo habéis escuchado, dadle una oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario