Estamos en la
primera mitad de los años ochenta. Philip Glass comienza a recoger los frutos
de su trabajo en forma de una popularidad creciente que facilita la aparición
de cada vez más compromisos y actuaciones en directo de su Philip Glass
Ensemble, reclamada por teatros de todo el mundo. El músico acaba de componer
la pieza teatral “1000 Airplanes on the Roof” con la doble intención de
acompañar a la obra en la escena y de servir de repertorio para las próximas
giras de su grupo, giras que correrían por cuenta del “Ensemble” sin Philip
Glass. Tras una actividad frenética de actuaciones casi todas las semanas, el
compositor sintió la necesidad de sacar algo de tiempo para dedicarse a su
ocupación principal, algo que el creía que era la composición y no la interpretación.
Así, tenemos a la
Philip Glass Ensemble sin el compositor girando por todo el mundo con mientras
Philip se quedaba en Nueva York escribiendo música nueva. La paradoja surge
cuando siente de nuevo la necesidad de seguir tocando a la vez que compone,
algo que soluciona mediante la creación de una serie de piezas breves para
piano que le permitirían poder dar pequeños recitales en solitario sin
necesidad de desplazar la infraestructura del “Ensemble”, algo que no hacía
desde los primeros años setenta cuando tocaba a menudo piezas para órgano sólo.
Glass tenía sobre la mesa el encargo de la música para un montaje acerca de “La
Metamorfósis” de Kafka y decidió darle a aquellas piezas el carácter íntimo y
romántico que la música para piano puede alcanzar. Remodeló un par de temas de
una banda sonora que había compuesto poco antes (“The Thin Blue Line”) que se
convirtieron en las partes 1 y 2 de la obra y escribió una tercera y una cuarta
originales. A modo de resumen, cerró el ciclo con una quinta parte que
rescataba también material de la banda sonora citada.
Para redondear un
incipiente repertorio pianístico, Glass adaptó una vieja composición de 1979
titulada “Fourth Series, Part IV”, que ya había sido rehecha en 1981 y
bautizada como “Mad Rush” con motivo de la primera visita del Dalai Lama a
Nueva York. Por último, tras coincidir habitualmente con el poeta Allen
Ginsberg en una librería neoyorquina, ambos artistas decidieron colaborar de
modo que Glass escribió una pieza que acompañaría al recitado del propio
Ginsberg de su poema “Wichita Vortex Sutra”.
Con un repertorio
como ese, escaso aún pero más que suficiente para completar un disco, la CBS
tenía que aprovechar el hecho de tener en nómina a uno de los compositores
vivos que estaba alcanzando una mayor complicidad con el público contemporáneo
y decidió lanzar un disco en el que Philip Glass interpretaría esta serie de
piezas para piano solo.
“Metamorphosis 1”
– Una serie de acordes de tono solemne nos reciben sirviendo de introducción a
una melodía repetitiva, muy esquemática, que se desarrolla sobre uno de los
característicos “ostinati”. A lo largo de todo el tema asistimos a una
constante reiteración de la misma estructura que, lejos de cansar al oyente,
provoca un curioso efecto cuasi-hipnótico.
“Metamorphosis 2”
– La apertura del tema casi coincide con los último compases del anterior
aunque variando la tonalidad. Es el mismo ritmo y cadencia pero la gran
diferencia radica en la melodía. Como acostumbra Glass, ésta aparece casi de
modo inconsciente, oculta, de modo que una serie de notas que se filtran poco a
poco en los receptores del espectador van formando una estructura de la que no
se había percatado en un primer momento. Algo así como esas ilusiones ópticas
que nos cuesta ver pero que, una vez identificadas, no podemos evitar reconocer
siempre que volvemos a enfrentarnos a ellas. Con esta segunda “metamorfosis”
Glass consigue una composición redonda en la que se conjugan todas las
cualidades de su música en esa segunda etapa “post-minimalista” que empezaba a
tomar forma en aquellos momentos.
“Metamorphosis 3” – La tercera parte de la obra gana en ritmo con respecto a las dos anteriores aunque la estructura, incluyendo algunos pulsos graves del piano marcando la transición entre diferentes secciones, es similar a la de la primera pieza de la serie. La melodía no sigue el esquema clásico como una voz independiente en la composición sino que se construye a base de giros armónicos y como evolución de los mismos.
“Metamorphosis 4”
– Aunque sigue casi al pie de la letra las formas establecidas por Glass para
su música de piano, esta cuarta parte de sus “metamorfosis” es la que más
podría asimilarse a una canción pop convencional en muchos sentidos. Si tomamos
como buena esa comparación, tras una estrofa en el más puro estilo “glassiano”
tendríamos un estribillo diferenciado lleno de energía que se beneficia del
constante martilleo de los dedos del intérprete en el piano, atacando los
momentos más expresivos de toda la obra.
“Metamorphosis 5”
– Como muchas otras obras de Glass, sus “Metamorphosis” también tienen una
estructura circular merced a la cual, la pieza que las cierra es prácticamente
una variación de aquella con la que comenzaban. Así, con un armazón
prácticamente igual, la única diferencia entre ambos cortes radica en la
melodía principal que aquí es sencilla como un tañir de campanas: unos breves
grupos de dos notas que van variando ligeramente en cada repetición y que
conforman el núcleo de toda la pieza.
“Mad Rush” –
Aunque, como hemos dicho, esta composición nació como una pieza para órgano,
nuestra opinión personal es que su versión más acertada es, precisamente, la de
piano solo, de modo especial en las partes más densas de la partitura que
llegan a sonar muy confusas con la reverberación del órgano (en ocasiones
también llegan a hacerlo en el piano, como comentamos en una entrada anterior
en la que hablábamos de un reciente concierto del artista norteamericano). “Mad
Rush” es una pieza mucho más larga que las “Metamorphosis” y, por tanto, su desarrollo
es más complejo y rico. La complejidad de la obra es superior aunque parte de
premisas muy similares. Recordemos que “Mad Rush” procede en su primera
concepción de 1979 y podría pertenecer aún al final de la etapa puramente minimalista
de Glass antes de su evolución hacia postulados más abiertos que comenzaba
entonces y se confirmaba poco antes de la publicación de este trabajo de piano.
“Wichita Sutra Vortex” – Cerrando el trabajo encontramos una pieza ante la que siempre mostramos una rara contradicción personal. Aún sabiendo que fue creada para su ejecución acompañando al recitado de Allen Ginsberg del poema del mismo título, nosotros disfrutamos más de la versión para piano solo. Sin embargo, cuando la hemos disfrutado en directo, necesitábamos la presencia de la grabación con la voz del viejo Allen para darle todo su sentido a la composición, como sucede en la gira más reciente de Glass en solitario. La pieza tiene un remoto aire “folk” que le sienta muy bien y encaja perfectamente con el espíritu de la generación de Ginsberg. Sin ser una de nuestras favoritas dentro de la obra de Glass, su escucha siempre es placentera.
Es curioso
constatar cómo, a pesar de que el repertorio pianístico de Glass ha aumentado
mucho en los últimos años, casi todas las grabaciones que aparecen en el
mercado en las que diferentes intérpretes se enfrentan a esta parte de la obra
del compositor se nutren del material que aparece en este “Piano Solo”
publicado por el músico en 1989. Aún no siendo Glass un intérprete
sobresaliente, creemos que siempre es interesante tener la grabación en la que
el propio compositor ejecuta sus piezas por lo que siempre recomendamos este
disco que, por otra parte, es muy accesible para el oyente desconocedor de la
música de su autor. El trabajo ha sido reeditado en varias ocasiones y está
disponible en los enlaces habituales.
amazon.es
play.com
Como despedida os dejamos con un joven Glass interpretando en directo "Metamorphosis 4":amazon.es
play.com
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