El disco que comentamos hoy es un ejemplo de cómo una mala decisión por parte de una discográfica puede dar al traste con la carrera de un grupo prometedor. Wolfstone es una banda escocesa que se convirtió en una referencia en el folk celta en los primeros años noventa por su mezcla de músicas tradicionales y rock convencional, rozando por momentos el hard rock. El grupo nace cuando se conocen en el clásico ambiente de los pubs escoceses el violinista Duncan Chisholm y el guitarrista Stuart Eaglesham. Poco a poco van ensayando y tocando en bares y pequeños locales y adoptan el nombre de Wolfstone, que sería definitivo.
Es poco conocido pero la banda grabó dos discos prácticamente desconocidos con bases electrónicas con el mismo nombre del grupo y numerados correlativamente como “1” y “2”. Aunque fueron reeditados en los años de mayor popularidad de la banda, los propios músicos se encargaron de dejar claro que no consideraban esos discos como “oficiales” sino como ensayos completamente “amateur” y se negaron a hacer cualquier tipo de promoción de los mismos. Su primer éxito llegaría en 1991 con “Unleashed”, disco que les abrió las puertas del sello Green Linnet, auténtico gigante del folk celta de las islas británicas y también del otro lado del Atlántico.
Tras una serie de discos de gran éxito que hicieron al grupo muy popular incluso fuera de las islas, el contrato con la discográfica estaba a punto de finalizar. El vocalista y guitarra de la banda, Ivan Drever, quien había publicado discos en solitario, antes incluso de formarse Wolfstone, decide grabar un nuevo trabajo acompañado por el bajista Wayne MacKenzie (quien también toca la batería), el violinista Duncan Chisholm, el gaitero y flautista Stevie Saint, el teclista Andy Simmers y John Moneagle al stick. Con excepción de éste último, todos los demás eran miembros de Wolfstone aunque el disco debería ir firmado por Drever y McKenzie. En lugar de eso, algún avezado directivo de Green Linnet decidió que el disco apareciese bajo el nombre de Wolfstone para aprovechar la fuerza comercial de la etiqueta.
¿Qué sucedió? Pues todo lo contrario de lo esperado. Al parecer, nadie en la discográfica reparó en que “This Strange Place” era un trabajo muy alejado de la estética habitual de Wolfstone y los fans, sorprendidos por el giro, no respondieron de la forma esperada. Poco después, Drever anunció su decisión de dejar la banda, hecho que, unido al fracaso comercial del disco, supuso la disolución de la formación... por poco tiempo ya que el contrato con Green Linnet obligaba al grupo a publicar un disco más, algo que ocurriría meses después pero que, eventualmente, sería objeto de otra entrada en un futuro.
Ivan Drever mirando al infinito. |
“Harlequin” – El corte con el que da inicio el disco es un “set” de dos piezas tituladas “The Harlequin” y “Pipe Major Stevie Saint” firmadas al alimón por Drever y el gaitero Stevie Saint y es precisamente la gaita el instrumento protagonista de ambas tonadas con un arreglo muy sencillo de guitarra, bouzouki y piano como acompañamiento sobre un ritmo de batería. Los dos instrumentales encajan perfectamente y sirven para ponernos en situación.
“This Girl” – Continuamos con una canción inmediatamente reconocible para los seguidores de la banda como el clásico tiempo medio escrito por Ivan Drever. Este tipo de temas son habituales en el pop/rock de origen celta de las décadas recientes: se trata de una pieza cuyo espíritu es plenamente pop aunque con algún aderezo instrumental que nos pone sobre la pista de la procedencia de sus autores. En grupos como The Corrs, suele ser el violín el que los delata; en Capercaillie, el acordeón. En esta canción de Drever, sólo el estribillo de gaita nos hace recordar el origen del músico.
“Let them Sing” – Nos encontramos ahora ante un caso opuesto al anterior. La canción parte de un ritmo y unos arreglos tradicionales en los que la clásica gaita escocesa es sustituida por su hermana pequeña: la “northumbrian bagpipe” (con algún aderezo de violín). A pesar del esquema folk de inicio, el estribillo toma la forma de un himno pop, pegadizo y fácilmente recordable.
“Banks of the Ness” – El siguiente tema es un precioso aire tradicional que cualquier oyente atribuiría sin dudarlo mucho a Phil Cunningham, el acordeonista y productor escocés de quien hablamos tiempo atrás en la entrada dedicada a Relativity, que trabajó codo con codo con Wolfstone en sus primeros discos en Green Linnet dejando su personalísimo sello en aquellas grabaciones. Aunque no tenga ninguna participación en “This Strange Place”, nos parece evidente que sus aportaciones pasadas calaron hondo en Drever a la hora de estribir este precioso instrumental.
“This Strange Place” – La canción que da título al título sigue las mismas pautas de “This Girl” y, por extensión de los temas cantados más representativos de la banda en sus discos anteriores ya que, no en vano, su autoría era de Drever en la mayor parte de los casos. El único apunte folk lo pone el violín de Duncan Chisholm repitiendo una bonita frase a lo largo de la canción.
“Stevie’s Set” – Llegamos a un nuevo “set” instrumental a cargo de Stevie Saint formado por dos melodías: “The Wild Monkey Dance” y “Black Eyed Jam”. En la primera de ellas, los clásicos tambores escoceses repiquetean continuamente para dar la entrada a un sólo de gaita de profundo sabor tradicional que es doblado en varios momentos por el violín, haciendo las delicias de todo seguidor del folclore escocés. El segundo motivo incorpora ya la batería y los teclados acercándose bastante pero sin alcanzar del todo al particular sonido de Wolfstone en sus discos más recordados.
“Till I Sleep” – Drever toma de nuevo las riendas con una balada melancólica de esas que tanto abundan en el imaginario del folclore escocés. Con ella, el cantante deja clara su maestría a la hora de abordar este tipo de piezas, muy ajustadas, por otra parte, a su registro vocal y es que la voz de Ivan no encaja con los esquemas a los que estamos acostumbrados. Aunque no es un cantante particularmente versátil, consigue sonar muy expresivo habitualmente, cosa que destace, precisamente, en estos tiempos más lentos.
“The Arab Set” – El primero de los temas en los que aparece acreditado como coautor el bajista MacKenzie (en compañía de Drever) es este doble “set” formado por una tonada de bouzouki titulada “The Arab in the Court of Kintail”, que es secundada por “The Redwood Reel”, una pieza mucho más dinámica con ritmos que varían entre un 4/4 convencional y un 5/4.
“Reluctant Journey” – El bajista es también quien firma el penúltimo tema de la colección. Una de esas piezas de batalla de Wolfstone que tan bien suelen funcionar en directo. Volvemos a oir la “northumbrian bagpipe” unida al violín, la guitarra y la batería en una mezcla atractiva aunque no deja de sonar algo “plastificada”, con una producción demasiado centrada en “sonar bonito”. Eso es algo, que, en principio, debería buscar toda producción, podréis pensar, y es cierto pero creemos que a la música basada en sonidos tradicionales le hace mucho bien un arreglo más “sucio”, más auténtico que este y ese es un pecado en al que Wolfstone eran proclives en algunas ocasiones.
“Kazakhstan” – Cerrando el disco nos encontramos la que a nuestro juicio es la pieza más interesante del mismo. Se trata, nuevamente, de un “set” de dos composiciones firmado conjuntamente por Drever, MacKenzie y Saint. La primera (“A Thief in the Night”) es una melodía de gaita (de nuevo la northumbrian bagpipe con su precioso sonido) de aire misterioroso que se desarrolla sobre un profundo “drone” de sintetizador acompañada de lejanas flautas y esporádicas percusiones perdidas. Al igual que en otros temas del disco, una melodía inicial lenta a cargo de un solo instrumento solista se sucede de un corte opuesto. “The Hills of Kazakhstan” toma la forma de una danza rápida en la que guitarra, bouzouki, teclados y batería se unen a la fiesta para despedir el disco.
Como señalamos anteriormente, la reacción de los fans ante el disco fue de rechazo. ¿Qué echaban en falta? Probablemente, la esencia de Wolfstone. Las canciones de “This Strange Place” no son inferiores a las de discos anteriores y la mezcla de “reels” y “jigs” tradicionales con canciones y arreglos pop/rock seguía estando ahí. Sin embargo, lo que hizo diferente a la banda escocesa de otras era el enfoque puramente rockero, cercano al hard rock en algunos momentos y eso había desaparecido en este disco en el que no hay guitarras eléctricas por ninguna parte, el bajo cumple un papel muy secundario y la batería aparece en momentos puntuales. Toda la energía positivamente arrolladora del sonido de Wolfstone estaba ausente en el nuevo trabajo. Ya comentamos que las consecuencias para la banda fueron nefastas en un principio, con el abandono de Drever y la posterior disolución, más tarde abortada. Si hoy en día visitamos la página oficial de la banda, verificamos que “This Strange Place” ni siquiera aparece en la sección dedicada a su discografía. Nosotros creemos que Wolfstone, dentro de su estilo, son una banda muy interesante y merece la pena acercarse a su música. Si hemos escogido para hablar de ellos por primera vez un disco que ni siquiera ellos consideran como suyo, ha sido para ilustrar las extrañas vicisitudes que rodean al negocio de la música que pueden dar al traste con la trayectoria de una banda por una decisión arbitraria. Al margen de eso, siempre hemos pensado que “This Strange Place”, sea un disco de Wolfstone como pone en su portada o sólo de su cantante de entonces, Ivan Drever, es un trabajo de una categoría similar a sus precedentes. Para adquirir el disco os dejamos los siguiente enlaces:
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