Hablamos mucho de
Yann Tiersen en los primeros tiempos del blog pero tras tratar casi todos los
trabajos de su primera etapa, le teníamos algo olvidado. Eso no tiene que ver
sólo con una cierta desidia por nuestra parte sino también con un importante
giro en el estilo del músico francés que había pasado de las delicadas texturas
minimalistas con encantadores aires parisinos a una suerte de rock “indie” que
mantenía algunas de las características más habituales de la obra del músico
pero tamizadas por su transposición a ritmos y sonoridades radicalmente
diferentes.
Lo interesante de
esta serie de transformaciones que (ahora es fácil decirlo) comenzaron en los
tiempos de “L’Absente” es que nunca sabes por dónde va a salir el bueno de Yann
en su próximo trabajo. Con esa sensación de incertidumbre y un buena carga de
prudencia a causa de las malas impresiones que nos llegaban procedentes de
buenos seguidores del Tiersen “de Amelie” nos enfrentamos hace unos meses a “∞
(Infinito)”.
De entrada nos
encontramos con un ambiente helado en el disco desde los tonos azules y blancos
de la portada, probablemente procedentes de algún paisaje islandés, país en el
que comenzó a ser compuesto. Tiersen es francés de pasaporte pero su espíritu
es profundamente bretón aunque ese aparente nacionalismo no tiene que ver con
cuestiones excluyentes. Más bien al contrario, el músico ve a los bretones como
mucho más abiertos que el resto de Francia, con muchas cosas en común con los
ingleses o con sus hermanos celtas de las costas atlánticas. También con los
países nórdicos que tienen un inesperado protagonismo en el disco. Asumiendo
estos postulados del músico se entiende mejor que en su nuevo trabajo no haya
ni un texto cantado en francés cuando sí los hay en inglés, bretón, islandés o
feroés. La lista de músicos participantes en el disco está cuajada de apellidos
islandeses lo que refuerza la sensación de gelidez que no podemos evitar que
nos transmita todo el trabajo. Intervienen en “∞”,
Neil Turpin (batería, voz), Dave Collingwood (batería), Yvon Salou (acordeón),
el viejo conocido de los seguidores de John Foxx o Depeche Mode, Gareth Jones
(sintetizadores) y cuatro de los integrantes de la banda islandesa amiina,
habituales de Sigur Ros: Maria Huld Markan Sigfúsdóttir (violin), Hildur Ársælsdóttir (violin), Edda Rún Ólafsdóttir (viola) y Sólrun Sumarliðadóttir (violonchelo), quienes también cantan en el disco. A ellos se suma una larga lista de vocalistas integrada por Stephane Bouvier, Felix Classen, Ólavur Jákupsson, Lionel Laquerrière, Gaëlle Kerrien, Sólrun Sumarliðadóttir, Emilie Quinquis, Metig Simon, y Aidan Moffat. Como siempre, el propio Tiersen se reserva una extensa colección de instrumentos que incluye, sintetizadores, violines y un surtido de juguetes variados.
Yann Tiersen |
“∞” –
Comienza el disco con un raro sonido ambiental en el que se mezcla el murmullo
de un mar lejano con una especie de coros no mucho más próximos que pueden
proceder igualmente de gargantas humanas o de sintetizadores dado lo confuso de
la amalgama sonora de la que se rodea. Una melodía de aire festivo comienza a
destacarse con muchas dificultades del fondo durante unos instantes sin llegar
a triunfar sobre el sordo rumor que conforma toda la pieza. Un comienzo
soberbio y tremendamente descriptivo del estado de ánimo que preside la obra.
“Slippery Stones” –
Una serie de campanas juguetean con una melodía en un entorno que no se
diferencia demasiado del escuchado en el corte anterior. Las sonoridades
gruesas de los sintetizadores analógicos se hacen más presentes y es entonces
cuando aparecen las voces del grupo islandés amiina con un precioso juego de
polifonías que aporta algo de luz a la composición que poco a poco se disuelve
en un ambiente onírico de difícil descripción y gran belleza. Una genialidad al
alcance de muy pocos.
“A Midsummer
Evening” – Lo primero que se pudo escuchar del disco fue esta canción que tras
un comienzo ambiental que sí la emparentaría con el resto del trabajo, se
transforma en una canción pop con muchos de los rasgos más habituales de la
música de su autor bien presentes: melodías de piano llenas de alegría,
instrumentos infantiles y una melodía simple y muy pegadiza. Salvando las
distancias, nos recuerda a alguna de las mejores cosas del Mike Oldfield más
comercial cuando comenzó a escribir canciones en los ochenta. Aunque no tiene
mucho que ver con el resto del trabajo, se trata de una miniatura deliciosa que
podríamos escuchar una y otra vez sin cansarnos.
“Ar Maen Bihan” – Llegamos al tema cantado (más bien recitado) en bretón. Como en cortes anteriores, las manipulaciones electrónicas del sonido son protagonistas totales en una aventura en la que Tiersen experimenta como nunca con texturas y colores obteniendo resultados fascinantes. Con la entrada de la batería los ritmos comienzan a hacerse un sitio hasta dominar por completo la pieza. Es un registro muy diferente a cualquiera anteriormente explorado por su autor pero Tiersen lo resuelve con maestría.
“Lights” – Una
mezcla de sonidos electrónicos con guitarras acústicas, pianos de juguete y
efectos especiales abre uno de los temas más destacados del disco. Tras unos
minutos sumidos en esta fiesta sonora se produce un cambio de ritmo
completamente inesperado y la irrupción del coro interpretando a contratiempo
un estribillo muy simple que se interrumpe bruscamente para volver al comienzo
de la pieza.
“Grønjørd” – El tema
más exótico del disco por lo inusual del idioma empleado (el feróes), es una
maravilla de esas que de vez en cuando su autor se saca de la chistera.
Violines repitiendo patrones minimalistas mientras el piano (real y de juguete)
dibuja encantadores arabescos. La voz de Ólavur Jákupsson, intensa y expresiva
pone la guinda a la pieza. Cercana, a su modo, a la versión del Tiersen de los
noventa que le hizo popular pero con un sonido distintivo inequívocamente
actual.
“Steinn” – Una serie
de fondos sintéticos con ritmos industriales sirve de base para el recitado en
islandés de Sólrun Sumarliðadóttir. Tras su intervención
asistimos a una combinación de ritmos electrónicos y guitarras eléctricas
verdaderamente notable que revelan a Yann Tiersen como un músico que podría
hacer grandes cosas si se propusiera afrontar un trabajo exclusivamente con
instrumentos electrónicos. Lo cierto es que publicando como lo hace en un sello
como Mute, se encuentra en el lugar ideal para afrontar un proyecto así.
“In Our Minds” – Un
precioso comienzo a base de melodías de sintetizador y acompañamientos
acústicos termina derivando en una pieza electrónica con algún punto en común
con los Depeche Mode más recientes aunque pasados por el personal tamiz de
Tiersen. Cuando la cosa se pone más interesante, interviene el coro lo que en
este disco es sinónimo de estribillo breve, repetitivo y anticipo del final de
la pieza.
“The Crossing” – Cerca
del final del disco, Tiersen sitúa esta canción con aires de tonada infantil
que comparte ese aire inocente con otras melodías del disco y vuelve a
recordarnos a Mike Oldfield. En este caso, al que incluía temas de este corte
como “On Horseback” en sus discos. Un tema éste “The Crossing” sin demasiada
trascendencia pero de agradable escucha.
“Meteorites” – La
conclusión del disco tiene algo de anticlimático con un extenso recitado a
cargo del vocalista escocés Aidan Moffat sobre un fondo musical que no termina
de aportar demasiado al disco. Extraño, incluso para los parámetros de su
autor.
Aquellos que esperen encontrar al Yann Tiersen de “Le Phare” o “Rue Des Cascades” deberían estar prevenidos de que este disco no tiene nada en común con aquellos. Existe un poso común, inevitable cuando, al fin y al cabo, estamos hablando de un mismo músico pero la música de Tiersen ha evolucionado tanto en estos casi veinte años que no es fácil que entre sus seguidores haya muchos que disfruten por igual de todas sus etapas. Nosotros mismos estuvimos a punto de arrojar la toalla tras escuchar sus dos trabajos anteriores y, de hecho, no acudimos a éste que hoy comentamos hasta varios meses después de su publicación y lo hicimos con un cierto miedo ante lo que nos podríamos encontrar. Quizá por eso, la impresión ha sido mucho más favorable de lo que esperábamos. Además, nos parece intuir un nuevo camino a explorar por parte del autor bretón de la mano de la electrónica, cosa que no veíamos tras sus anteriores trabajos más rockeros. Como no puede ser de otra manera, recomendamos el disco a aquellos que busquen sonidos y artistas diferentes. Pueden encontrar en él grandes momentos. El disco está disponible en los enlaces siguientes:
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