Hay un par de modas a las que algunas
viejas leyendas del rock no pueden resistirse y tienen mucho que ver
con la dificultad para reverdecer laureles décadas después de su
momento de mayor popularidad. La primera de ellas consiste en grabar
una segunda parte del disco que más éxito les reportó en los
buenos años. En los tipos de música que aquí solemos comentar hay
varios ejemplos, desde las distintas partes de Tubular Bells a cargo
de Mike Oldfield hasta las revisiones teatrales de “Chariots of
Fire” o las ediciones de aniversario de “Blade Runner” con
música nueva de Vangelis pasando por el “Oxygene 7-13” de Jean
Michel Jarre o el “Return to the Center of the Earth” de Rick
Wakeman. La segunda moda es la de interpretar en directo discos
clásicos al completo, ya sea en conciertos puntuales o en giras de
mayor o menor extensión. Roger Waters con “The Wall” ha hecho un
uso extensivo de esa fórmula al igual que sus ex-compañeros de Pink
Floyd en la gira “Pulse” en la que recreaban de principio a fin
“The Dark Side of the Moon”. El propio Jarre en 2008 con su
Oxygene hizo lo mismo y por esas mismas fechas, Rick Wakeman decidió
resucitar su mejor disco, “The Six Wives of Henry VIII” para dar
una serie de conciertos, nada menos que en el Palacio de Hampton
Court en Londres.
Se da la circunstancia de que el
entonces teclista de Yes, intentó que le prestasen ese mismo
escenario allá en 1973 para la presentación del disco en un de sus
humildes y sobrios espectáculos, permiso que le fue denegado. Con la
celebración del quinto centenario de la ascensión al trono de
Enrique VIII en 1509, surgió una oportunidad irrepetible de repasar
un disco clásico en una celebración con casi todos los ingredientes
de los espectáculos de Wakeman en los años setenta (sin patinadores
sobre hielo, eso si).
Para la ocasión, el teclista contó
con varios de sus músicos de confianza con los que giraba
habitualmente como el batería Tony Fernandez o su hijo Adam, también
teclista. Completan los créditos del disco Dave Colquhoun
(guitarra), Jonathan Noyce (bajo), Ray Cooper (percusión) y Pete
Rinaldi (guitarra). Además, el disco cuenta con la participación de
la Orquesta Europa y el English Chamber Choir de Guy Protheroe.
“Tudorture 1485” - El disco no iba
a respetar el orden del tracklist original. En los conciertos se
interpretaron hasta cuatro temas nuevos escritos para la ocasión
aunque en la selección de esta grabación se quedaron fuera dos. El
primer corte es uno de los de nueva creación y muestra claramente el
estilo del Wakeman moderno, muy centrado en el teclado como
instrumento solista y utilizando además sonidos electrónicos muy
adecuados para resaltar el virtuosismos del propio Rick aunque sin
demasiada expresividad. Tras un primer solo, escuchamos la orquesta
en plan épico en una breve fanfarria que precede a otra nueva
sección de teclado que se acerca algo más al estilo del disco del
73. Con una vuelta al tema inicial concluye la introducción del
disco.
“Catherine of Aragon” - Comienza el
repaso a los temas clásicos con la pieza que abría el disco
original. El comienzo es de una fidelidad casi fotográfica con el
original salvo por la adición de la orquesta. Por lo demás, la
maestría de Wakeman al piano es la misma de siempre. Los arreglos
orquestales de buena parte del tema no suenan del todo mal salvo por
algunos momentos de la parte final en la que coro y orquesta recargan
demasiado una gran melodía.
“Kathryn Howard” - Hablando de melodías, quizá la más notable de todas las escritas por Wakeman sea aquella con la que comienza esta pieza, con un punto quizá demasiado dulzón al comienzo pero que enseguida cambia de registro entrando en los vericuetos del más clásico rock progresivo. En esta versión, Wakeman refuerza su papel al piano incorporando nuevos arreglos algo efectistas pero que funcionan muy bien. Transcurridos los instantes iniciañes de la pieza, Wakeman introduce un nuevo segmento que no aparecía en el original. En un principio puede descolocar al oyente conocedor del disco del 73 pero una vez superada la sorpresa, lo cierto es que no desentona en absoluto. Si el añadido hubiera sustituído la parte más “circense” de la composición, que llega unos minutos más tarde, la felicidad habría sido absoluta y es que Wakeman tiene a menudo arrebatos ante los que no sabemos bien cómo reaccionar. El extraordinario solo que llega a continuación nos muestra que el teclista sigue siendo un intérprete magnífico aunque alguno de los arreglos de esta versión no nos acaba de convencer, en este caso, más por omisión (faltan algunos detalles que nos gustaban mucho en la pieza original) que por adición.
“Jane Seymour” - La versión más
clasicista de Wakeman estaba en la introducción de órgano al más
puro estilo barroco que ocupaba la mayor parte de esta composición
en el disco original. Wakeman añade algunos compases en el comienzo
de esta revisión pero todo lo demás sigue igual. Contando con la
posibilidad de utilizar coro y orquesta como ocurría en el concierto
de 2009, sería raro que el músico no les diera un papel
preponderante en este tema y, efectivamente, lo tienen, aportando
mayor solemnidad si cabe, a una de las piezas más “serias” de
toda la carrera de su autor.
“Defender of the Faith” - A pesar
de que el disco original tenía seis cortes, cada uno dedicado a una
de las esposas de Enrique VIII, lo que encajaba muy bien con el
título del LP, parece ser que existía una composición más que se
quedó fuera por las limitaciones de formato del vinilo. Conforme a
esa historia, Wakeman la recupera aquí como interludio del
concierto. Comienza con un “riff” de guitarra que enseguida da
paso a la melodía central, también a cargo del mismo instrumento.
Lo cierto es que la composición tiene mucha más relación
estilística con aquel Wakeman de principios de los años setenta que
con el actual por lo que daremos por buena la teoría del descarte.
Los fragmentos que el propio teclista interpreta con el teclado
“portatil” son los más prescindibles de la composición, en
parte por lo irritante que llega a ser el sonido escogido por el
músico y en parte por lo que tienen de exhibicionismo vacío. A
pesar de esos detalles, la pieza no desentona en el espectáculo y es
una de las que mejor aprovecha la presencia del coro.
“Katherine Parr” - La siguiente revisión es fiel al original durante los primeros instantes. Después, Wakeman introduce una serie de variaciones antes de pasar a la parte central, la más ambiciosa en la que se pierde el brillante sonido electrónico del disco del 73 en beneficio de una sección mucho más rítmica en la que las percusiones ganan un protagonismo notable. Los solos de teclado, que no pueden faltar, están bien logrados y no caen en la pomposidad tan habitual en Wakeman.
“Anne of Cleves” - La pieza más
rockera del disco del 73 comienza aquí algo más baja de
revoluciones y con un cierto regusto a electrónica “setentera”
al comienzo y a música disco y funk más tarde. Es muy llamativa la
transformación que puede sufrir una composición como esta cuando es
interpretada sólo un poco más despacio. Sin embargo, toda la fuerza
y energía de un tema con las características clásicas del rock
progresivo como era aquel se pierden en la nueva versión.
“Anne Boleyn” - No entendemos muy
bien el motivo por el cual, cuando a lo largo de todo el disco se ha
hecho un buen uso del piano, en una pieza como esta que agradece
mucho las partes en las que aparece ese instrumento, Wakeman opta por
un timbre electrónico que echa a perder buena parte de las virtudes
de la partitura. El resto de músicos (mención especial para
guitarras, batería y percusión) cumplen sobradamente pero no logran
compensar aspectos como el ya comentado. Una pena porque, por lo
demás, la pieza podría haber supuesto un magnífico broche a la
interpretación del disco en directo.
“Tudorock” - Cerrando la grabación
tenemos otro de los cortes nuevos en el que, ahora sí, Wakeman da
rienda suelta a todos los recursos a su disposición con la orquesta
a rienda suelta, los coros a todo volumen y solos de teclado sin fin.
Una amalgama en que podemos disfrutar de todos los defectos y
virtudes de la música de Wakeman concentrados en apenas 7 minutos.
Existen dos ediciones de esta obra, una en DVD/Blu-Ray y la que hemos comentado en CD. La primera de ellas incluye dos cortes más y, además, la duración de todos los temas restantes es algo mayor. No obstante, creemos que con el CD es más que suficiente para disfrutar del evento. Habrá quien crea que sin el acompañamiento de las imágenes, nos perdemos una buena parte del espectáculo pero en este caso, estamos convencidos de que la parte visual no supone necesariamente algo positivo. La peculiar concepción del “show” de Wakeman con sus indescriptibles capas y su exagerada teatralidad es algo que, particularmente, nos distrae por completo de la parte musical por lo que recomendamos quedarnos en exclusiva con la parte musical. Por si la curiosidad os puede, os dejamos un fragmento del espectáculo:
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