Hubo un momento en el que parecía que
la carrera discográfica de Wim Mertens iba a convertirse en una
serie de alternancias de discos para “ensemble” y discos para
piano y voz ya que ese esquema, con ligeras variaciones, se repitió
durante largos años. En 2005 por algún motivo se rompió esa
cadencia y después de la aparición de “Un Respiro”, siguieron
otros nueve discos escritos para formaciones instrumentales de mayor
o menos amplitud pero alejados, desde luego, del concepto “piano y
voz” que tantos seguidores tiene.
Con motivo de la aparición del que
sería el décimo disco consecutivo para grupo, se anunció también
el fin momentaneo de esta racha al formar éste parte de una trilogía
cuya segunda parte será, por fín, un trabajo de piano y voz. La
tercera, al parecer, será una obra orquestal.
El disco, titulado “Charaktersketch”
tiene como concepto principal la revisión de la idea de Europa tras
la actual crisis, el cambio en la mirada que todos sus habitantes
están experimentando en uno u otro sentido durante estos años, la
decadencia, en fín, de un modelo que amenaza con ser desplazado por
otras zonas geográficas emergentes. El punto de vista de Mertens
sobre la cuestión no deja de tener su interés puesto que, pese a
pertenecer a uno de los países que más airosos están saliendo de
la crisis, su público principal se encuentra en España, Grecia y
Portugal, quizá las naciones de la UE que más han perdido en la
misma.
La extensa lista de músicos que
participan en el disco es muy similar a la del anterior “When Tool
Met Wood” y la componen los siguientes nombres: Tatiana Samouil
(violín), Liesbeth de Lombaert (viola), Lode Vercampt (violonchelo),
Ruben Appermont (contrabajo), Sabine Warnier (flautas), Bart Watté
(clarinete), Hendrik Pellens (saxofones), Ward Hoornaert (trompeta),
Eliz Erkalp (trompa), Nick Ost (eufónio), Jan Nicolaerts (trombón),
Bernd Van Echelpoel (tuba), Hanna Grociak (arpa), Peter Verbraeken
(guitarras) y Evert Van Eynde (percusión). Mertens interpreta, como
es habitual, el piano y destaca la ausencia de Dirk Descheemaeker en
la formación por ser un habitual en la gran mayoría de discos de
Wim en los que se requiere un saxo o un clarinete.
Cartel anunciador del espectáculo "Lo que mueve el mundo" en el que se estrenaron dos de las piezas del disco. |
“Wegzuwünschen” - El primer
título, que podríamos traducir como “largamente deseado” o algo
similar es de una gran alegría inicial, marcado por un vivo piano
que enseguida se ve respaldado por los vientos utilizados de esa
forma rítmica tan característica del músico belga. En cierto modo
nos recuerda al gran Mertens de “Integer Valor” o al de “Jardin
Clos”, especialmente a este último en el segmento final, algo
caótico.
“Unwillen-Nichtwollen” - Aunque el
peso sigue recayendo sobre el piano en el comienzo, las cuerdas
reclaman su espacio en una pieza algo más tensa que se corresponde
con el título (“falta de voluntad”). La música cobra entonces
un aspecto más mecánico, actuando como un rodillo que repite una y
otra vez el mismo esquema con un ritmo inquebrantable. La entrada de
los vientos en relevo de las cuerdas nos lleva hasta una melodía de
saxo realmente prodigiosa a cuyo término volvemos al segmento
inicial con el refuerzo de una percusión inmisericorde que volverá
a sonar en otros momentos del tema hasta su conclusión. Es esta una
pieza excelente que podría contarse entre lo mejor de Mertens en los
últimos años.
“Wie Mich Dünckt” - La primera gran sorpresa del disco llega aquí. En ocasiones unos artistas demuestran tener importantes influencias de otros y estas llegan a permear en su estilo hasta hacerse muy reconocibles. Nadie negaría que Yann Tiersen es un músico en el que Mertens ha tenido una influencia notable, lo que no habíamos encontrado hasta el momento es una evidencia como esta de que la citada influencia es recíproca. Exagerada, quizá. El comienzo de la composición tiene tan marcado el sello de Tiersen que cualquier seguidor de ambos artistas la atribuiría sin demasiados titubeos a él y no a Mertens. Es cierto que más adelante hay momentos de clara autoría de Mertens pero la presencia del Tiersen de bandas sonoras como la de “Goodbye Lenin” es abrumadora.
“Earmarked” - En el disco hay dos
piezas escritas ex profeso para el espectáculo “Lo que
mueve el mundo” en el que Mertens ponía música a determinados
fragmentos de la novela “Mussche” de Kirmen Uribe del que
hablamos tiempo atrás. Esta es la primera de ellas. Comienza con
unos clasicos acordes de piano de Mertens replicados enseguida por
las cuerdas de entre las que el violín de Tatiana Samouil está
llamado a ocupar un lugar central. Sobre una percusión que recuerda
por un momento a la de aquella joya del compositor belga titulada “No
Testament”, la violinista ejecuta una melodía extraordinariamente
inspirada. En una segunda revisión de la misma se incorpora el
clarinete para obsequiarnos con un dúo notabilísimo. Sin duda, otro
de los grandes momentos de todo el trabajo.
“Reihengewebe” - Uno de los problemas que le encontramos a la música de Mertens en los últimos años es una excesiva “dulcificación” del sonido, algo a lo que contribuye el uso de formaciones cada vez más amplias. En ocasiones eso lleva a piezas deslavazadas como esta en las que la melodía que comienza un instrumento es continuada por otro y más tarde por un tercero, etc. sin llegar a empastar convenientemente. Creemos que ahí está la razón por la que varios trabajos de los últimos años nos resulten algo insustanciales , al menos parcialmente. Esta sensación nos empezó a invadir en la época de la banda sonora de “Father Damien” y, desde entonces, son ya muchos los discos en los que encontramos momentos cercanos al tedio que es, precisamente, lo que nos ocurre aquí.
“Überhandnehmend” - Segunda de las
piezas escritas por Mertens para “Lo que mueve el mundo”. El
comienzo, con esa combinación entre contrabajo y violonchelo nos
remite inevitablemente a un trabajo como la tercera parte de “Alle
Dinghe”, en la que disfrutamos de sonoridades similares. La
presencia del piano marca la diferencia principal con aquella obra y
durante unos instantes la mezcla de ese instrumento y la sección de
cuerdas (ya al completo) consigue un efecto interesante pero la falta
de concreción termina por incidir en los mismos errores (siempre en
nuestra opinión) que la pieza anterior.
“Post and Postures” - En los
últimos años, Mertens ha desarrollado una gran relación con el
festival de cine de Gent para el que ha compuesto varias piezas
exclusivas (se llegó a publicar un disco con esa música en una
edición limitada años atrás). En 2013 el festival alcanzaba su
cuadragésima edición y el músico les dedicó esta pieza. Es la que
mayor presencia de la guitarra tiene de todo el disco pero sigue
jugando un papel muy secundario. La melodía tiene posibilidades
pero, al menos, con esta formación instrumental no nos parece que
llegue a desarrollarlas en su totalidad.
“The Place of a Gap” - Cuando
parecía que el disco se nos iba entre temas más flojos de lo
esperado, llega una composición diferente. Con una introducción de
arpa que da paso al vibráfono y a unas cuerdas que emiten largas y
sostenidas notas como soporte de la misma, nos sumergimos en una rara
pieza que quizá tenga un precedente en aquel “Song 6” que
aparecía en la edición integral del disco “Integer Valor”. Con
un singular sonido, más jazzístico de lo habitual (es una forma de
hablar, no se nos ocurre mejor descripción) transcurre esta
curiosidad que merece un lugar destacado en el conjunto del disco.
“According to the One” - A pesar de que los primeros compases de la pieza nos hacían pensar en otra composición prescindible, la llegada de la melodía central nos demuestra que, a pesar de que en la forma estamos ante una composición cercana a “Reihengewebe” o “Überhandnehmend”, si el tema principal es bueno, puede llegar a rescatar la composición. Quizá un trabajo algo mayor de la parte de piano y una reducción del peso de las cuerdas podría hacer de este último corte un pequeño clásico de la discografía reciente de Mertens.
Tras escuchar este trabajo y tomándolo
como el último de una larga serie, entendemos muy bien el anuncio de
una próxima entrega para piano y voz porque la fórmula de
“ensemble”, y particularmente de un grupo tan amplio en el que
las cuerdas tienen una presencia tan importante parece dar síntomas
de agotamiento (en el Mertens clásico, apenas había cuerdas y
funcionaba muy bien). Desconfiamos algo más del cierre orquestal de
la anunciada trilogía porque la música del belga no termina de
convencernos cuando la hemos escuchado en ese formato aunque es
cierto que siempre han sido adaptaciones de obras escritas para otros
instrumentos y no originales para orquesta. Con todo, es una gran
noticia que uno de nuestros compositores favoritos (y una debilidad
personal) siga tan activo tanto a la hora de grabar como a la de
ofrecer conciertos.
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