Sin saberlo, habíamos escuchado el disco de debut del dúo francés AIR en repetidas ocasiones. En nuestra etapa universitaria acudíamos casi a diario a un acogedor bar de nuestra ciudad en el que pasábamos horas y horas de conversación, de juegos y hasta de lectura con varios amigos. El sitio, visto con la perspectiva de los años, no era nada especial pero, como se suele decir, era nuestro sitio.
La selección musical, para qué negarlo, tampoco era especialmente destacada. Sonaban a menudo Kiko Veneno, Andrés Calamaro, Antonio Flores, Manu Chao y todo tipo de recopilaciones de rock y pop nacional y extranjero. Nada fuera de lo que se solía oír en aquellos años pero de vez en cuando se colaba algún disco diferente que nos llamaba la atención. El trabajo que comentaremos hoy es uno de esos casos.
Se trataba de un disco difícil de clasificar. El sonido y el estilo en buena parte de los temas del mismo era antiguo, propio de los primeros tiempos del pop con sintetizadores. Sonaban allí primitivas cajas de ritmos, elegantes cuerdas sintéticas de esas que abundaban en los primeros discos de un Jean Michel Jarre (por citar un ejemplo conocido) y también poderosos sintetizadores y delicadas voces, deudoras del brillante pasado del pop francés más naïf de los años sesenta. Por si faltaba algo en la mezcla, algunas de las canciones estaban interpretadas a través del clásico “vocoder”. Nunca se nos ocurrió preguntar qué disco era aquel que sonaba pero no tardamos en recibir la recomendación de un amigo de escuchar a un grupo francés que acababa de publicar su disco de debut.
Se trataba de AIR y su “Moon Safari”. El dúo, que había publicado un EP poco antes, estuvo a punto de abandonar la música tras recibir varias respuestas negativas por parte de todas las discográficas a las que habían hecho llegar su trabajo. Quiso la fortuna que un amigo de Nicolas Godin, la mitad de AIR, empezase a trabajar por aquel entonces en un sello propiedad de Virgin Records, animándoles a hacer allí un último intento. La buena acogida de la música del dúo por parte de la discográfica les animó a tomarse la música en serio abandonando las que eran sus actividades hasta aquel entonces, no sin cierta incomprensión: Jean-Benoit Dunckel acababa de ser padre y el anuncio de que dejaba su trabajo para dedicarse a algo tan incierto como la música no fue del todo bien recibido por su familia.
El peso fundamental del disco lo llevan los dos integrantes del dúo aunque participan algunos músicos más. Jean-Benoit Dunckel toca teclados (órganos, sintetizadores, pianos...), flautas, glockenspiel y percusión. Nicolas Godin se encarga del bajo, teclados (todo tipo de ellos, igual que su compañero), guitarras, armónica, percusión y batería. Como complemento, intervienen Beth Hirsch (voz), Stephane Briat y Caroline L. (palmas), Marlon (batería), Eric Regert (órgano), Patrick Woodcock (guitarra, tuba y trombón) y David Whitaker (arreglos de cuerda y dirección).
Amour. Imagination, Rêve: AIR |
"La femme d'argent" – El disco se abre con un tema de ambiente retro, efectos electrónicos, una omnipresente linea de bajo a cargo de Godin y los inconfundibles sonidos del piano eléctrico Rhodes combinado con las cuerdas del Solina, el Korg MS20 y el Moog. Ruiditos electrónicos de otro tiempo se juntan con un sonido jazzístico en un extraordinario instrumental con una producción modélica que cuida hasta el último detalle, desde la más ligera percusión al magnífico solo de Moog con el que concluye la pieza. Cualquier oyente que intente situar este tema en el tiempo tendría unas altas probabilidades de errar por varios años.
"Sexy Boy" – El primer single del disco era una canción verdaderamente poderosa. Con una base rítmica de gran solidez, Nicolas Godin canta una breve letra infecciosamente pegadiza. Maravillosos sonidos electrónicos se mezclan con progresiones pianísticas, guitarras eléctricas y teclados que dejan melodías por doquier, a cual más inspirada. Es pop electrónico pero de una factura impecable.
"All I Need" - Beth Hirsch canta y es la autora de la letra del que iba a ser el tercer single del trabajo. Pasamos ahora de las florituras electrónicas a una canción de formato acústico con guitarra, bajo y batería como componentes principales y los sintetizadores y teclados en un segundo plano, al menos en su comienzo ya que en la parte final del tema van ganando presencia. Es esta una balada preciosa en la que destaca especialmente la voz de Beth, cantante norteamericana con una escasa trayectoria antes de su aparición aquí, propiciada por una demo que la artista había dejado en casa de un productor al que frecuentaba Nicolas Godin quien, tras escucharla, ofreció a Beth participar en el disco.
"Kelly, Watch the Stars" – La primera canción en la que aparece el inconfundible “vocoder” sirvió también como segundo single. Algo más rápida que “Sexy Boy” es igualmente atractiva. Los sintetizadores sustituyen al bajo a la hora de dibujar poner las bases rítmicas y aparecen instrumentos como el glockenspiel o el piano enriqueciendo enormemente la pieza que termina por ser un catálogo de sintetizadores y sonidos analógicos sin caer en ninguno de los tópicos del género.
"Talisman" – Otro instrumento clásico de los primeros escarceos de la electrónica con la música popular como es el piano Wurlitzer es el elegido para ocupar los primeros minutos de la pieza en la que escuchamos también una primitiva caja de ritmos y una sección de cuerdas real que sirve para que cada tema tenga un sonido distinto al anterior, siendo capaces los miembros del dúo de mantener una unidad estilística a pesar de ello.
"Remember" – Uno de los pioneros de la música electrónica francesa, el veterano Jean-Jacques Perrey, firma esta pieza en compañía de Godin y Dunckel. Estamos ante otra canción interpretada con “vocoder” y llena de timbres añejos (esa guitarra eléctrica “à la” George Harrison...). La percusión tiene también un tratamiento exquisito que incide en ese sabor de décadas atrás. Nos cuesta decidirnos por uno u otro momento del disco a la hora de quedarnos con nuestros favoritos pero este sería uno de los mejores candidatos.
"You Make It Easy" - Tras grabar “Kelly Watch the Stars”, el dúo le propuso a Beth Hirsch participar en otra canción para la que también escribiría la letra. El comienzo, con una ola de ruido blanco y un ritmo que parece procedente de la famosa caja de ritmos Korg Mini Pops, remite inmediatamente al Jean Michel Jarre de “Oxygene (part 6)”, máxime cuando se une con unas cuerdas sintéticas exquisitas para completar la introducción. Luego, queda sólo la caja de ritmos como base de una canción excelente a la que vuelven a incorporarse unas cuerdas reales en una mezcla delicadísima con las electrónicas. La parte final con la armónica haciendo las veces de acordeón, la da al tema un exquisito tono parisino.
"Ce matin là" - Patrick Woodcock es co-autor de esta pieza en la que su interpretación del trombón y la tuba tiene un papel principal confiriendo a todo el tema un aire de sintonía de cabecera de serie de televisión de los años setenta. Una pieza encantadora de esas que nos arranca una sonrisa cada vez que la escuchamos.
"New Star in the Sky (Chanson pour Solal)" – Continuando con el aire de despedida que comenzaba a intuirse con el corte anterior, escuchamos esta suave balada en la que se revelan todas las señas de identidad de la banda como el inconfundible sonido del bajo, los teclados seleccionados con un buen gusto evidente y una serie de melodías que destilan elegancia. Faltaba por aparecer aquí otro instrumento clásico: el “mellotron” que aquí nos deleita con ese sonido etéreo de flautas que hicieron inmortal grupos como los Beatles o King Crimson.
"Le voyage de Pénélope" – La despedida la pone otro tema instrumental. Un tiempo medio en el que destacan los solos de “minimoog”, un instrumento rebelde en ocasiones que se muestra dócil como un gatito en las manos de los miembros de AIR.
Curiosamente, “Moon Safari” alcanzó puestos más altos en las listas británicas (top-10 en el Reino Unido y también en Irlanda) que en Francia (no llegó al top-20). Algo extraño cuando el disco tiene un innegable sonido francés. Muchas publicaciones escogieron este trabajo como el disco revelación del año y tiempo después, revistas como “Rolling Stone” lo mencionaban como uno de los mejores de la década. Si hay algo que rebosa este trabajo, en nuestra opinión, es personalidad. No es nada fácil sonar original y mucho menos aún utilizando elementos tan reconocibles y que remiten inmediatamente al oyente a una época muy determinada. AIR lo hacen y suenan frescos, diferentes a cualquier otra cosa que hayamos oído antes. Gracias al éxito de “Moon Safari”, la directora Sofia Coppola se fijó en la banda y les encargó la composición de la música de su película “Las Vírgenes Suicidas” lo que permitió a AIR llegar a un público aun más amplio y consolidar una carrera que llega hasta nuestros días y nos ha brindado un buen puñado de grandes discos. Si aún no habéis escuchado este “Moon Safari” es un buen momento para hacerlo. No os arrepentiréis.
Nos despedimos con el video-clip de "Kelly Watch the Stars". La versión de la canción es notablemente diferente a la del disco:
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