En 1982, Brian Eno puso fin a la serie de discos que inauguró cuatro años antes con el epígrafe “ambient” como encabezado de cada uno de los títulos. Curiosamente, en ese intervalo tuvo tiempo de inaugurar un par de series más; la abortada “Fourth World” (que sólo contó con un volumen) y “Music for Films” pero también de grabar un buen puñado de discos en solitario y junto con otros artistas.
Recoge en un sentido literal, el espíritu de los volúmenes anteriores ya que la mayoría de lo que suena en “On Land” (título complementario de este “Ambient 4”) procede de grabaciones descartadas en su momento y que aquí son reprocesadas, junto con un buen número de texturas electrónicas y registros procedentes de la naturaleza, incluyendo sonidos de animales. Durante su creación, Eno indica que se dió cuenta de la “limitada inutilidad” del sintetizador como elemento creativo lo que le hizo trabajar mucho con sus sonidos de forma “mecánica”, añadiendo grabaciones y “samples” de sonidos generados acústicamente y jugando con las cintas magnetofónicas a la vieja usanza.
En muchos sentidos, “On Land” sería la cúspide de la serie “ambient”. Incluso el propio Eno diseñó un curioso sistema “casero” para escuchar el disco con una profundidad que anticiparía los modernos equipos 5.1 surround. Comenta el autor que su idea era grabarlo con sonido cuadrafónico, muy en boga durante un tiempo pero que no llegó a alcanzar suficiente implantación. El propio Eno afirma que se dio cuenta enseguida de que muy pocos oyentes tenían un equipo cuadrafónico en su casa. El “invento” consistía en un equipo estéreo convencional al que se añadía un tercer altavoz (que podía ser de pequeño tamaño ya que no estaba destinado a reproducir las frecuencias más graves). Éste se situaría en el vértice de un imaginario triángulo en los extremos de cuya base irían los altavoces habituales. La peculiaridad vendría ahora: el tercer altavoz iría conectado a los polos positivos de las salidas de amplificador de cada uno de los otros dos (compartiendo la toma, no ocupandola para él sólo). Eno indica que no sabe exáctamente por qué funciona pero que el efecto que se consigue de este modo amplía de alguna forma el entorno del sonido que parece proceder de fuera de los límites de la habitación. No hemos probado este sistema descrito en las notas de la edición original del LP pero seguro que merece la pena probarlo por curiosidad.
“On Land” es un disco creado en su práctica totalidad por Eno pero en él participan otros músicos con los que colaboraba habitualmente en aquellos años, aunque lo hacen de forma puntual. Al margen del autor, participan en la grabación: Michael Beinhorn (sintetizadores), Alex Gros (guitarra), Bill Laswell (bajo), Jon Hassell (trompeta), Michael Brook (guitarra) y Daniel Lanois (tratamientos electrónicos).
Lizard Point. Uno de los lugares que inspiran "On Land". |
“Lizard Point” - El único corte del disco que no firma Eno en solitario es el inicial, en el que figuran como coautores todos los músicos que participan en él, es decir, Beinhorn, Gros y Laswell. Es una pieza contemplativa en la que los sonidos se desplazan con lentitud, como la bruma que invade la costa al atardecer. La música nos va envolviendo poco a poco sin sobresaltos de ningún tipo y transcurre plácidamente hasta que, finalmente, se desvanece.
“The Lost Day” - Pocas sorpresas vamos a encontrarnos en uno de los discos que mejor justifica la etiqueta de “ambient” para su descripción. Suenan aquí algunas campanas que van creando una especie de base rítmica muy particular dentro de una pieza con algo más de actividad que la precedente. Escuchamos cuerdas perdidas esbozando fragmentos de melodías en una narración que parece una versión ralentizada de una composición desconocida. En ciertos aspectos encontramos similitudes con el clásico de Gavin Bryars “The Sinking of the Titanic”, algo nada sorprendente puesto que ambos músicos tuvieron mucha relación en años anteriores.
“Tal Coat” - El siguiente corte comienza con sonidos acuáticos rodeados de resonancias eléctricas y efectos de todo tipo. El título hace referencia al pseudónimo del pintor francés Pierre Louis Jacob, uno de los máximos representantes del “tachismo”, variante de expresionismo abstracto de principios del siglo XX. La pauta rítmica la marca aquí, al margen de los “loops” electrónicos, el bajo que aparece en determinadas ocasiones para dejarnos un par de notas sueltas que actúan como lineas divisorias entre los diferentes segmentos de la composición.
“Shadow” - Una serie de sonidos animales y notas electrónicas ponen el fondo adecuado para que Jon Hassell intervenga con su trompeta con ese sonido único que sólo él sabe extraerle. Esa especie de lamento deshilachado del músico recorre toda la pieza rodeado de un ambiente verdaderamente inquietante.
“Lantern Marsh” - Eno pretendía en este disco crear una música que diera verdadera sensación de espacio y amplitud, que constituyera por sí sola un paisaje y en varios de los temas, la fuente de inspiración eran lugares. Quizá el más peculiar de todos es éste en el que el autor “visita” el lugar a través de un mapa y con ese información trata de crear una música descriptiva de lo que a él le parece que podría haber allí.
“Unfamilliar Wind (Leeks Hills)” - Quizá el mejor tema de todo el disco. Una hipnótica melodía oscilante se repite a lo largo de toda la composición mientras se suceden todo tipo de sonidos naturales y animales. Salpicando la composición, escuchamos notas de bajo dispersas aquí y allá. No nos extraña que esta pieza haya aparecido en antologías de todo tipo dedicadas a la historia de la música electrónica junto con obras de pioneros del género como Clara Rockmore, Pierre Schaeffer, John Cage, Stockhausen, Ussachevsky, Babbitt, Raymond Scott, Terry Riley o Holger Czukay.
“ A Clearing” - La pieza más electrónica del disco si entendemos por electrónica aquella hecha con sintetizadores ya que todas las texturas parecen proceder de ellos salvo algún “sample” aislado. Muy estática pero de eso se trata en la mayor parte de las ocasiones en este género musical.
“Dunwich Beach, Autumn, 1960” - Cerrando el disco tenemos una de nuestras piezas favoritas. Quizá la que tiene una estructura más cercana a lo que podríamos llamar “canción”, siempre dentro de los parámetros del Eno “ambiental”. Recuerda en muchos momentos a las colaboraciones del músico con Harold Budd aunque cambiando el piano de éste por punteos de guitarra o bajo, siempre manipulados en el estudio con añadido de ecos y demás efectos marca de la casa.
Como decíamos en el encabezado, “Ambient 4: On Land” cerró la tetralogía ambiental de Eno pero eso no supuso en ningún caso que su autor abandonase ese estilo ya que, hasta nuestros días, el no-músico británico ha seguido explorando esos terrenos con acierto. No se ha quedado ahí, claro está, y tanto en su faceta de solista, asociado con otros artistas o como productor, hay pocos palos que hayan quedado sin tocar en estas últimas décadas. Seguiremos repasando poco a poco muchos de los discos de Brian Eno, una de las figuras indiscutibles de nuestro tiempo. Mientras tanto, disfrutad de “On Land”. Merece mucho la pena.
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