sábado, 4 de febrero de 2017

Mike Oldfield - Return to Ommadawn (2017)



Hay discos cuyo sólo anuncio provoca el mismo efecto en parte de la crítica musical que la campanita que utilizaba Pavlov para inducir la salivación en sus perros. Más aún si el músico ya tiene precedentes en cuanto a someter a sus seguidores al periódico sonido de la, esta vez, nada metafórica campana.

Pongámonos en situación: artista que tuvo una etapa gloriosa, un paulatino declive y varios resurgimientos por el camino de la mano de distintas “actualizaciones” de su trabajo más icónico. Cada una de esas revisiones es acogida con entusiasmo por los fans más fieles y con cierto cachondeo por parte de la crítica. Falto de motivación, poco a poco se aleja de la música exiliandose en una isla paradisíaca, navegando en su yate y viviendo una vida de rico jubilado inglés. De tarde en tarde toca algunas cosas en su guitarra e incluso publica algún disco nuevo. No molesta a nadie.

He aquí que al músico se le enciende la bombillita y decide rescatar otro de sus trabajos clásicos para hacer una continuación. Alborozo general por parte de los seguidores y de los críticos que pueden comenzar a ensayar sus chistes y chascarrillos para ilustrar sus reseñas sin necesidad de escuchar ni una sola nota.

Pero todas las buenas historias incluyen un giro argumental inesperado que, como ocurre en ellas, dejaremos para el final. Repasemos mientras tanto los hechos previos a lo que hemos contado. Tenemos a Mike Oldfield en las Bahamas pasando por una etapa de apertura de cara a sus seguidores como no ha tenido antes. El músico está activo en las redes sociales e interactúa de forma habitual e informal con los fans. Comenta con ellos sus proyectos, les pregunta por sus preferencias y por el típo de disco que les gustaría escuchar. Como era de esperar, los seguidores se inclinan por el estilo de sus primeros trabajos; aquellos que le hicieron inmortal. El propio músico comenzó a hablar de un “Tubular Bells 4” y hasta de una “precuela” del propio “Tubular Bells” hasta que un día sugirió la posibilidad de hacer algo relacionado, no con ese disco, sino con “Ommadawn”, una de sus obras más apreciadas.

A partir de ese momento todo fueron especulaciones alimentadas por la desaforada actividad de Oldfield en facebook o twitter anunciando que estaba tocando de nuevo con instrumentos acústicos, que había grabado unas cuerdas con un viejo “Solina”, que estaba recuperando sensaciones con la guitarra, que tenía un “bodhran”... la sóla mención de los instrumentos con los que estaba trabajando iba incrementando la expectación aunque también la desconfianza y es que, no nos engañemos, los grandes momentos del músico británico quedaban ya muy lejos y ninguno de sus últimos trabajos podía servir como base para generar una ilusión sólida. Sin embargo, cuando se publicó la lista con el arsenal del que se había valido Oldfield para grabar el disco era difícil sustraerse a la aparición de un cierto entusiasmo nostálgico. Mike volvía a las guitarras (hasta seis distintas entre acústicas y eléctricas) a los bajos, a la mandolina, el banjo, el ukelele, a órganos como el Farfisa o el Hammond, al Mellotron, al mencionado Solina, a las percusiones africanas, al glockenspiel, a las flautas... ¿sería capaz de reinventarse como ya hiciera en 1990 con “Amarok”? Faltaba alguien tan importante como Tom Newman en la ecuación y el propio músico había hablado de imperfecciones en la interpretación y en la producción que no había querido pulir para preservar una cierta naturalidad por lo que todo eran incógnitas. Por fin, a mediados de enero, “Return to Ommadawn” llegaba a las tiendas.




“Return to Ommadawn Pt.I” - El disco entero está lleno de referencias a trabajos anteriores ya desde el comienzo con esas flautas que recuerdan al inicio de “Hergest Ridge”. Suena después la guitarra acústica, impecable, con un riff breve que enseguida da paso al bajo que, junto con la guitarra eléctrica forma una combinación inconfundible para los viejos seguidores de Oldfield. Algo de “mellotron” de fondo nos prepara para el primer giro, introducido por un punzante bajo que subraya la aparición del glockenspiel. Empieza a ser evidente el peso de las guitarras en la obra combinandose varias al mismo tiempo con el añadido de la mandolina. Parece increible pero estamos en 2017 y todo comienza a sonar al gran Mike Oldfield de los setenta. Se añade a la mezcla la percusión celta como anticipo del siguiente tramo en el que las guitarras vuelven a reinar. Ritmos tradicionales con el “bodhran” que ya aparecieron en el clásico “Amarok” nos deleitan en un tramo que tiene muchas similitudes con ese disco. Se produce un nuevo giro de la mano de la guitarra eléctrica que toca sobre un fondo de piano y un ritmo casi pastoril que nos lleva a la atmósfera del primer “Ommadawn”, especialmente cuando aparecen los teclados. Entramos en el siguiente segmento, más propio del Oldfield de los años noventa, el de discos como “Voyager” o “Guitars” con un sonido algo más dulcificado de lo que habíamos oído hasta ahora. Aparece un nuevo motivo musical mientras escuchamos un “ostinato” de guitarra y arpa que ya escuchamos al piano en la saga “Tubular Bells”, siendo todo el fragmento muy similar en cuanto estilo a la segunda parte de la misma. De nuevo, un ritmo de bajo característico es el preludio a un breve segmento de teclados y flautas que termina con el gran climax de la primera parte del disco: sobre un potente fondo de percusiones escuchamos uno de los clásicos coros del “Ommadawn” original reproducido al revés consiguiendo un efecto precioso al recordarnos la sonoridad exacta del clásico con una melodía “nueva”. Mientras tanto aparece la guitarra acústica para regalarnos una nueva recreación de uno de los temas recurrentes del disco antes de llegar al cierre en el que nos reencontramos con el Oldfield épico que muchos echabamos de menos. Las percusiones se retiran lentamente mientras recuperamos el tema con el que se abría el disco para despedir la primera parte.

“Return to Ommadawn Pt.II” - Abre la “cara b” del disco una preciosa melodía con aire de villancico (de la que hablaremos después) que deja paso a un sencillo duo de guitarra acústica que desemboca en unos coros con acompañamiento de piano algo artificiosos y propios de los trabajos menos inspirados del músico. Afortunadamente es un fragmento que no dura demasiado y que nos conduce a un segmento verdaderamente brillante con el bodhran marcando un ritmo constante, la guitarra esbozando melodías aquí y allá, la mandolina dando coherencia al conjunto y un solo de eléctrica espectacular que nos remite a algunos momentos de “Islands” justo antes de entrar en una de esas pausas con posterior crescendo tan abundantes en “Amarok”. Incluso hay un ritmo de guitarra en ese segmento anterior que nos recuerda mucho a los “metales” que sonaban en el discotequero “Guilty”. Vuelve a sonar el “villancico” del comienzo de esta segunda parte que no es sino un homenaje del músico a “The Tornados” y la composición de Joe Meek titulada “Telstar”. El siguiente tramo es magnífico con una linea de bajo espectacular, un órgano soberbio y las guitarras más agresivas del disco como parte de la sección rítmica. La melodía es mucho más delicada al principio cuando es interpretada con la guitarra eléctrica y el glockenspiel pero gana en fuerza en el primer climax de esta segunda parte del disco. Abruptamente entramos en una sección más reposada y bucólica, idea a la que contribuye mucho el sonido de las mandolinas y las guitarras acústicas pero no tardamos en asistir a un nuevo giro con una de las mejores melodías del disco interpretada por Mike a la guitarra acústica primero, y con el refuerzo del tin whistle después en un fragmento muy próximo en espíritu al final de la “cara a” del primer “Tubular Bells” aunque sin los coros. Llega entonces uno de esos “in crescendo” tan característicos de “Amarok” culminado por un tema de clara inspiración celta en el que la voz del propio músico nos pone sobre aviso al decir “On Horseback” instantes antes de que escuchemos breves samples del coro infantil que cantaba esa canción en el final del “Ommadawn” original. Desde aquí hasta el final asistimos a una recapitulación de los mejores momentos del disco de esas que ponen los pelos de punta y que, una vez más, responde al espíritu del citado “Amarok”, trabajo que, a nuestro juicio, fue la verdadera “secuela” de “Ommadawn” y con el que este “retorno” guarda más similitudes que con el propio original.

La elección del título, con todo, resultó ser más acertada de lo que parecía y es que existe una importante diferencia entre hacer un “Ommadawn II” y un “Return to Ommadawn”. El primer título podría ser una secuela, una segunda parte o un homenaje. El segundo tiene implicaciones mucho mayores. No se trata de una simple continuación sino de un regreso a todas las circunstancias en las que se grabó el “Ommadawn” original. En aquel momento Oldfield atravesaba un momento muy duro tras el fallecimiento de su madre. Ahora la situación era similar tras la muerte en 2015 de su hijo Dougal, con sólo 33 años y de su padre Raymond ya en agosto de 2016 y, como ocurrió en 1975, la música fue la vía de escape encontrada por Oldfield para seguir adelante. Su apertura hacia sus fans dio forma al estilo del disco, eso es indudable, pero no nos resistimos a comentar una anécdota muy interesante sobre su concepción final. Los aficionados de todo el mundo siempre han realizado una especie de paralelismo entre las carreras de Mike Oldfield y Jean Michel Jarre siendo ambos habitualmente comparados e incluso preguntados el uno por el otro. No faltaron las especulaciones, por ejemplo, sobre la participación de Oldfield en el monumental proyecto de colaboraciones del músico francés publicado en los últimos años bajo el título de “Electrónica”. Dejando al margen nuestras propias impresiones sobre esa posibilidad y sobre la existencia de contactos entre ambos músicos, que creemos que no fueron fruto sólo de la imaginación calenturienta de los fans, lo cierto es que en una de tantas charlas online que Jarre mantuvo con sus seguidores con motivo de la presentación de uno de los volúmenes de “Electrónica”, alguien le preguntó por Oldfield. Esa charla tuvo un seguidor destacado como cuenta el propio Mike: “ví que Jean Michel estaba haciendo un chat en vivo con sus seguidores en Facebook y me conecté para ver qué es lo que se decía allí. Alguien le preguntó si podría darse una colaboración conmigo y su respuesta fue muy interesante. Dijo que le encantaba mi música pero que era demasiado acústica para él. Eso me hizo pensar. Si alguien como Jarre piensa que soy un músico acústico, eso me muestra lo importante que ha sido esa etapa de mi carrera. Ante lo abrumador de esa evidencia sentí que sería todo un reto afrontar un nuevo proyecto siguiendo esa premisa”.




Hemos dejado pasar un cierto tiempo desde la publicación del disco antes de escribir esta entrada y el motivo no es otro que la incredulidad. El entusiasmo que nos provocó la primera audición del disco completo así como las escuchas sucesivas nos resultó sospechoso. Sabemos por experiencia que muchos discos que nos han causado una muy buena primera impresión se han desinflado estrepitosamente en audiciones posteriores y temíamos que el efecto de la nostalgia nos estuviera haciendo valorar de forma demasiado positiva un trabajo como “Return to Ommadawn”. Hemos escuchado el disco varias decenas de veces, de forma casual, de forma continuada, como música de fondo mientras hacíamos otra cosa, con auriculares y atentos al más mínimo detalle y tras todas esas escuchas nuestra impresión ha seguido siendo muy positiva. Hemos contrastado nuestra opinión con otras personas de cuyo criterio nos fiamos tanto o mas que del nuestro propio, e incluso hemos incitado a escuchar el disco a amigos que se desencantaron de la música de Oldfield hace mucho tiempo. En todos los casos, las opiniones han sido tan favorables al disco como la nuestra. Incluso acudiendo a la crítica especializada hemos encontrado algo similar de modo que, sin renunciar en muchos casos a los chascarrillos a los que aludíamos al principio, muchos articulistas han terminado por reconocer que estamos ante el mejor Oldfield en muchísimo tiempo. Para los que nos conformábamos con un Oldfield simplemente digno, “Return to Ommadawn” ha sido como un cupón de lotería premiado. Quizá la interpretación tenga sus lagunas y los dedos de Mike no le respondan ya con la velocidad de antaño. La producción tiene errores que no tenían otros trabajos pero lo que suena es Mike Oldfield y eso, a estas alturas, es algo impagable.


 

5 comentarios:

  1. Estaba desenado leer vuestra crónica. Muy de acuerdo, sobre todo en su parte final. En unos días el disco va a hacer un mes de su publicación y yo sigo escuchándolo con muchísima frecuencia y en cada escucha con el mismo entusiasmo o incluso más que la primera vez.
    No es una simple primera impresión positiva y ala, a escuchar otras cosas porque "hay más música por descubrir", es que el disco me llama y me invita a escucharlo una y otra vez y me atrapa. Empiezo a creer que el entusiasmo hacia el disco es verdaderamente fruto de su altísima calidad y no de los años de decadencia musical a los que nos ha sometido el músico.

    Saludos!
    David.

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  2. Buen comentario, y otro positivo de un trabajo bello y de agradables reminiscencias del buen Oldfield.
    Ya decía yo que tardabas en comentar el disco, pero queda explicado, y estoy de acuerdo, el disco no cansa en estas (muchas) primeras escuchas, lo cual en el Oldfield actual resulta sorprendente.
    Incluso, salvo por el asunto del nuevo juego, tengo ganas y curiosidad por saber qué hará el amigo Mike con TBIV. Asustado, pero esperanzado, si hace falta le tacharé el título y pondré otro.
    Saludos.

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  3. He tenido que darle muchas escuchas al disco y leer opiniones de gente que ha sido muy dura con Oldfield en los últimos años para convencerme de que el trabajo es tan bueno como me lo parecía a mí mismo.

    Si la vuelta a las campanas cumple con a) las dos largas suites, una por "cara" del disco y b) una producción similar a la de RTO, sin sobrecargar nada y con un sonido más crudo y real ya hemos eliminado lo que menos me gustó de TBII y TBIII así que, como punto de partida me parece muy bueno.

    Veremos lo que sale después, claro... Lo del juego y todo eso, la verdad es que nunca me interesó.

    Un saludo y gracias por el comentario.

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  4. Un disco magistral, de lo mejor de toda su carrera.

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  5. Al principio, no le encontré sentido a un remate de Ommadawn. Ahora sí, el sentido que noto, es un compendio de toda una carrera, plasmada con los mismos sonidos, pero distinta arquitectura. Siempre ha sido un artista, sacando lo mejor de sí mismo.

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